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* * * * * * * * * CINE BRAILLE * * * * * * * * *
* * * * * Tres o cuatro mamarrachos con los que yo estoy mejor * * * * *

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* * * * * * * * * * * * PERO ¿QUIÉNES SOMOS LOS QUE HACEMOS CINE BRAILLE? * * * * * * * * * * * *

RIVER PLATE, FINALISTA DE LA COPA MUNDIAL DE CLUBES 2015

Damas, caballeros y por qué no lactánctricos, CINE BRAILLE les presenta el análisis de cómo Boca Ju... ah, no, River Plate clasificó a la final de la Copa Mundial de Clubes 2015 de la FIFA tras derrotar 1-0 al Sanfrecce de Hiroshima, Japón. Invitamos a opinar a destacados protagonistas del quehacer y del qué no hacer nacional e internacional, de hoy y de siempre: Juan Domingo Perón, Jerry Seinfeld, Hunter Thompson, Inodoro Pereyra, Jorge Luis Borges y el Indio Solari. ¡Imposible que leas esto en otro lado, nene!

 

 

JUAN DOMINGO PERÓN. Gran Conductor del programa de TV (No Somos Malos, Somos) Incorregibles, que hizo una pausa en la grabación de su tertulia televisiva para hablar con este medio.

Saben, compañeros, gobernar es fácil, lo difícil es conducir. La conducción es un arte; conductor se nace, no se hace. Y yo noto que este grupo de integrantes de nuestra juventud maravillosa está muy bien conducido por un líder que cuenta con el óleo sagrado de Samuel. Ya se veía cuando jugaba de conductor táctico que Gallardo llevaba en su mochila el bastón de mariscal. River tiene suerte, porque ya se sabe que el pescado se empieza a pudrir por la cabeza.
A ver Producción, Lopecito ¿y los cafés que le pedí? Joven, nadie se realiza en un grupo que no se realiza, ni puede haber éxito si no se entiende que primero está el conjunto y después los hombres, y esa idea parece hecha carne en este grupo. No así, lamentablemente, aquella vieja verdad de los frontispicios de la época de la Grecia de Pericles: todo en su medida, y armoniosamente. En el movimiento justicialista siempre hubo de todo, tanto un hombre de derecha como Remorino como un hombre de izquierda como Cooke, ambos eminentes argentinos y ambos leales a nuestra doctrina. Y en este equipo hay gente de ataque y gente de defensa. Como no se puede tener todo en esta vida, la defensa es mejor que el ataque, pero es como en una negociación: hay que estar dispuesto a ceder el 50 por ciento de lo que se pide, siempre que nos quedemos con el 50 por ciento que nos importa. Y lo que importa es una defensa que nos asegure los partidos, en especial este muchacho Barovero. Después vemos cómo los ganamos. Yo no sé mucho de fútbol, a mí me gustan el boxeo, la esgrima y la equitación, todos deportes de soldado. Pero creo que hasta ahora, en cuanto a resultados, no estuvo mal ¿no? La única verdad es la realidad.
Producción ¿qué hora es, Camporita? ¿Hay tiempo, no? Sí, es cierto que se dice que hay cosas que corregir, como siempre, pero mejor que decir es hacer, y seguro que este muchacho Gallardo ya debe estar trabajando en eso. Los malos pases de Ponzio, la baja forma de Pisculichi... El hombre es bueno, pero si se lo vigila es mejor, y a este morocho colombiano Balanta lo va a tener que vigilar bastante Maidana el domingo. El partido se abrió por un error grosero, ay este muchacho el arquero japonés... Vea, yo tengo más chance de ser Rey de Inglaterra que este chico de hacer carrera en el fútbol. Pobre, le van a hacer tronar el escarmiento...
¿Qué pasa con los panelistas de la izquierda, qué dicen, que no los dejo hablar? ¡Déjelos que se vayan, Lopecito! Disculpe, volvamos al partido. De a ratos los delanteros quedaron demasiado aislados arriba. Lo sabe un cadete, m'hijo, es un problema de líneas de abastecimiento, logística pura. Y bueno, ahora, a esperar el partido con el Barcelona. Habrá una mitad del país que es optimista, otra mitad que es pesimista pero, en definitiva, peronistas somos todos. Así que, compañeros y compañeras, esta semana de casa al trabajo y del trabajo a casa, y el domingo, a ver a este River que nos representa a todos hacerle cinco goles a los catalanes por cada uno que nos hagan ellos. Yo no podré estar, como sabe estoy descarnado. Ojalá sea un día de fiesta, porque mis oídos no han percibido nunca música más maravillosa que la vocinglera alegría del pueblo argentino.

JERRY SEINFELD. Humorista norteamericano.
Unos amigos argentinos me invitaron a su casa a ver fútbol, el fútbol de ellos, ése que se juega con los pies e inventaron los ingleses, no el de verdad, el nuestro. Tenían una linda casa y un lindo cuarto para ver su TV LED, y allí pensé que lo tenían todo, porque el sueño del hombre es la cubierta del Enterprise: viajar por el espacio viendo TV en el living. Los ET se la pasaban todos los capítulos allí porque el Capitán Kirk tenía pantalla grande...
Bueno, el juego tardaba en empezar, y hubo que soportar esas propagandas de gaseosas en las que todos están tan eufóricos que uno se pregunta por qué a uno no le pasa nada con una Pepsi. ¿Le habrá puesto demasiado hielo? Después vino una de comida para perros. Se me ocurrió preguntar “¿cómo saben si la comida para perros es buena?” y mis amigos carraspearon y fueron por unos cereales, tocino, leche y café. Trajeron también un poco de jamón cocido. Las fetas eran tan finas que el sabor no tenía dónde esconderse. No trajeron maníes, a propósito ¿qué onda los maníes en los aviones? Vieron que... OK, me callo.
Mis amigos me comentaban que el fútbol sudamericano no es gran cosa debido a que los mejores jugadores se van a jugar a Europa. “Qué problema”, contesté yo. “Deben jugar con muchos nervios. No es para menos: tienen una entrevista de empleo que les dura una temporada entera”. Algo confundidos, me respondieron que en los campeonatos locales no se ve fútbol muy bien jugado, pero que hay mucha pasión, mucha energía. “Hay mucha energía, claro, igual que en un electroshock ¿no?” respondí. Ahí fueron por la mermelada y el jugo de naranja.
Yo no entiendo demasiado de este fútbol: para mí es un misterio dentro de un enigma dentro de una pelota de cuero… Pero bueno, igual me pareció que el partido comenzó muy desorganizado, con los jugadores de los dos equipos chocándose entre sí, como si fueran espermatozoides, aunque ninguno parecía encontrar el camino al óvulo, digo al gol. Los espermatozoides siempre me hacen acordar a los Tres Chiflados: son los Tres Mil Millones de Chiflados. En un momento hubo una patada muy fuerte de un cierto jugador, no sé cuál porque los orientales me parecen todos iguales. No pasó nada. A lo mejor era porque es James Bond y tiene licencia para pegar.
En el primer tiempo no pasó gran cosa y terminó cero a cero, lo que demuestra que los seres humanos somos básicamente idiotas. Podemos poner un hombre en la Luna pero en nuestros ratos libres miramos un deporte en el que pueden pasar cuarenta y cinco minutos sin que suceda nada... Además ¿cómo se puede empatar en un deporte? ¿Toda la idea de deporte no gira alrededor de ganar y perder? Después vi que salió de la valla el arquero japonés, una salida tan rara que se me ocurrió que la única explicación es que era en realidad Batman y salió porque había visto la Batiseñal… Y bueno, un cabezazo y gol. La facilidad con que este chico Alario cabeceó al gol sólo se puede comparar con la facilidad con la que la policía de Ciudad Gótica detecta a los criminales. ¡Si son apenas tres o cuatro, y siempre andan por ahí con disfraces de pingüino o de payaso! Menos mal, porque yo ya pensaba que estaban tardando tanto en hacer un gol porque iban por el récord.
Mis amigos argentinos eran de River, parece, porque cuando se pusieron 1-0 saltaban como si tuvieran un circo en el corazón. Hubo un momento en que los jugadores japoneses parecían los Tres Chiflados al final de cada capítulo: sólo les faltaba huir sujetándose los pantalones. Entonces yada yada y River ganó.

HUNTER THOMPSON. Periodista norteamericano.
Hola, que tengas un buen día y... prepárate. He vuelto del Lugar Oscuro, donde fui perseguido & atormentado por iguanas radiactivas durante casi veintitrés días con sus setenta noches. Cuando por fin logré escapar, me mandaron a la Cámara de Descompresión junto a alguna gente que fui incapaz de reconocer, de manera que me derrumbé en pedazos & ahora no recuerdo nada ni a Nadie, ni siquiera quién era yo todo ese tiempo, que se remonta hasta el Día de la Marmota.
Por eso me atrasé con mi correspondencia. ¡Por Dios, hagan arrestar a todos esos asquerosos imitadores de los Rolling Stones por asesinato del rock en grado de tentativa! ¡O si van a imitar, tómense un ácido & escuchen algún otro disco aparte de Flashpoint! Estoy furioso: creo que puede ser un buen atenuante, doc. ¿Quién puede culparme por haber crucificado a aquel parapléjico en el baño del aeropuerto?
Ya está, ya me la tragué, y ahora la maldita píldora se hará cargo de toda esta mierda. No tengo idea de lo que se viene; con el cansancio & la devastación general que tengo, puede pasar cualquier cosa. Estoy como levitando, y todo brilla en un azul fluorescente. Me asombra que pueda seguir tipeando. Dios, y recién empezamos. Un placentero letargo corporal mientras el cerebro lidia contra algo contra lo que jamás lidió. Mis pies están helados, mis manos están heladas, mi cerebro en una prensa a rosca... Y ya vienen las malditas noticias, maldición, puedo olerlas. Esfuerzo bestial para encontrar otra estación radial, preferentemente alguna en idioma extranjero, evitemos ya mismo las noticias, al carajo con CNN... Dios, no es posible que no quede un solo programa en radio que no sea hecho por máquinas afiliadas a las SS. A ver... Mierda, esto es castellano, esto es ese fútbol que inventaron los ingleses.
Mis rodillas están soldadas, mi cabeza a ocho metros de distancia de mis pies, no es fácil moverse en esta habitación de menos de tres metros de altura. Y esa locutora con sonrisa de pala mecánica en la CNN, y esa música sintetizada... Creo que es la Sonata en Re Bemol Mayor de Adolf Eichmann, interpretada por la Banda de Música del Ku Klux Klan, código postal de Little Rock, Arkansas. Me queda media Budweiser cortada con saliva & caliente como un mediodía de Puerto Rico. Creo que me estoy estabilizando. Si esto es el pico, creo que voy a poder escribir ese maldito comentario. Me parece avizorar el remate, algo lúdico, con brillo metálico, un párrafo que vibre & flote y despida un brillo de neón & haga sonreír a Tom Hanks & a los otros astronautas del Apolo XIII.
Hoy toca lidiar con el comentario de River - Sanfrecce, cosa que requiere toda mi atención & la tuya. Cierto, a quién le importa. La mierda salpica, a veces, y hay días en que no extraño para nada mi memoria... Es como saber que fuiste un hijo de puta en tu Vida Previa, y entonces alguien, Pablo, te dice que trates de no aullar más cuando duermes. La cosa empieza a asustarte... pero no a mí.
De vuelta en el Planeta Tierra, en esta habitación... ¿Y qué? Atosigado de píldoras & sándwiches & bourbon & una botella de Martini recién terminada, y el pánico químico me comprime el cerebro ¡y este comentario sin terminar! Pasaron seis horas, y llevo ciento dos días sin dormir & diez horas de juerga continua, y ya me mandaste dos mensajes de WhatsApp vía médium, apurándome. La presión es como una tormenta eléctrica en mi cerebro. TN, C5N, FBI, CIA... Vivimos en una jungla de desastres inminentes, caminamos perpetuamente por campos minados... ¿A quién le importa un carajo, en verdad? Así de empastillado, ni siquiera recuerdo mi domicilio. Burbujas en el cerebro, sudor y escalofríos... y un túnel con una luz blanca. Espera un momento ¿acaso no me metí una bala en la cabeza hace unos años? ¿No saltaron mis sesos por toda la maldita habitación? ¿Y entonces qué hago escribiendo esto?
Y ahora basta. Tengo que salir ahora, a matar a un oso o él me matará a mí. Hay cosas que no cambian nunca.

INODORO PEREYRA. Gaucho argentino.
Otra vez la poliya me agarró el mate, y no puedo comprar uno nuevo. ¡Como pa' invertir en muebles estamos, Mendieta! En la abundante soledá de la pampa hay un silencio puntiagudo como una chuza, porque en Japón juegan las gayinas. A mí me robaron las mías y me las hicieron puchero y almohadas, pero al ladrón lo agarraron y lo condenaron a ver Indomables veinticuatro horas seguidas, fíjese la crueldá. Es ansina, Mendieta: la justicia es inflexible con los ladrones de gayinas. Gayinas, poyitos y demás riverplatenses emplumaos.
¡Ahijuna canejo con estos nipones! Porfiaos como gayos comiendo tripa, muerden los defensores, muerden los volantes y muerden los delanteros: son una patruya interdisciplinaria pa’ morder sobre el verde céspe fatal y vegetal. Endemientras, a los Miyonarios no les sobra un vintén oriental y tratan de dimostrar el buen juego por el asurdo. Un rejucilo de bravura cruza por los ojos achinaos de Maidana, nunca tímido para el esjuerzo, pero el cero grande como la pampa lo sostiene este gurí Barovero, un arquero contra natura porque vive violando las leyes de la gravedá. Los otros diez son como las empanadas, personajes de reyeno, y las horas van cayendo despacito, si total no hay naides que las abaraje. Mora se come un gol y la gente lo silba por mal educáu: comerse un gol no es nada ¡pero hacerlo con la boca abierta, malhaya! ¡Le dijeron de todo al uruguayo, hasta vegetariano!
Como vivimos en una época muy contemporánea, Mendieta, al primer tiempo le sigue el segundo, y los Miyonarios salen a prenderse a la redonda como garrapatas, convertidos en el mesmo mandinga. Por un rato la cosa se pone linda. ¡Qué más puede querer el espíritu bovino de una vaca que andar saltando reencarnada en número cinco sobre la gramiya! Y enseguida llega el grito macho, salobre y epidérmico ¡gol de Alario! y los japoneses se quedaron como carpincho que ve un felpudo. ¡Puñalada trapera la del destino! Al rato casi se va expulsáu el Negrito Balanta por querer ver cómo es un japonés por dentro, y entonces el miedo se expande sinuoso y fecal por las entrañas gayinas, pero no por las del Muñeco Gayardo, que no conoce el miedo, y si lo conoce, no lo saluda, y manda a la cancha a Mayada, que juega como si andara con cayo e’ nalga, la enfermedá profesional de los suplentes. ¡Suspenso intolerable y matinal!
Estos samurais sin permiso municipal pa' yevar katana siguen yendo por el empate, porque el japonés en la cinchada no sabe de pesimismo, no sabe de desaliento ¡no sabe nada! ¡Es un analfabeto de la contrariedá! El tiempo pasa, y a los hinchas de River los embarga la atitú pusilánime del tubérculo y quisieran ser papas, pero no pa’ vivir en Roma sino pa’ vivir bajo tierra. A la final ganaron, pero el juicio sobre su juego es desfavorable. ¡Diga que ganaron y entonces tienen el mejor de los abogados defensores, Mendieta, que es el Olvido!
Ahura atardece y es siempre lo mismo: el sol sale, alumbra y se escuende, y no se le ocurre nada nuevo a ese astro pavote. ¡Que naides venga a perturbar nuestro aburrimiento, Mendieta, ladrido mayor de la argentinidá: vamos a buscar las cubijas! Que con el cuento de opinar de este partido se nos atrasó la siesta y después se nos va a hacer tarde pa’ dormir a la noche.

JORGE LUIS BORGES. Escritor argentino y calle de Buenos Aires.
En el decurso de una vida consagrada a las letras y (alguna vez) a la perplejidad metafísica, me había sido revelado que toda colaboración es misteriosa. Recuerdo (esa sombra que soy ahora recuerda) que los panteístas proclamaron que cada cual es los otros, y que los estoicos declararon que el universo forma un solo organismo: entonces es harto posible que yo, por obra de la secreta simpatía que une a todas sus partes, esté de alguna manera dictando estas líneas sobre una compartida mañana de fútbol y su laboriosa nadería.
La secta judía de los Hasidim habla de maestros que, a fuerza de exponer la Ley, acaban por convertirse en la Ley. Una historia cuenta que un hombre fue a la cancha de River, no para mirar el partido, sino para ver de qué modo Adolfo Pedernera se ataba los zapatos. Evidentemente todo era ejemplar en aquel maestro pero, claro, estamos hablando de hace muchos años. El fútbol de hoy es una forma de la nostalgia o un simulacro comercial: determinadas formas perduran, no así el espíritu que las movió. Hubo alguna vez una humilde mitología de fintas y gambetas, de figuras cuyo austero oficio era el coraje; en aquellos tiempos, el mal gusto de la radiofonía y los periódicos estaba justificado y arrebatado por la pasión, como en Unamuno. El de hoy es imperdonable, porque está como pensado en frío.
Una vehemencia de sol matinal define el cuarto en el cual sigo por televisión la lid en el severo ámbito de un estadio nipón, en el que se odian o simulan que se odian dos divisas inverosímiles: la de un equipo de nombre inglés pero que es nuestro y la de otro de nombre italiano pero que es japonés. Este rito colectivo e innoble del fútbol, del que abomino, suele cargar de emociones las desmanteladas horas de nuestra vida, pero éste no es el caso. Los Doctores del Gran Vehículo enseñan que lo esencial del universo es la vacuidad: tienen razón en lo referente a esa mínima parte del universo que fue este encuentro. En triste remedo del ajedrez en el que interviene copiosamente el azar, los entrenadores rigen las piezas y el juego tiene un rigor ilusorio. Entrado el segundo tiempo, en el empate colaboran la aplicación, la resignación y la suerte. Y cuando ya, sin lástima y sin ira, el tiempo concedido empezaba a agotarse, apareció el joven Alario y fue uno a cero para River.
Es hora de que acabe este curioso y combinatorio sueño sobre un fragor de piernas que tejen laberintos de pases y quites, soñado a partir de textos soñados por otro. Mi sombra ya es una con la oscuridad; mi voz es otras voces; ya soy nadie y soy muchos.

INDIO SOLARI. Estampita de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota y músico argentino.
La calle es una bolsa de ratas, pero nuestros ruegos fueron escuchados (no hay peor desgracia) y nuestra Divina TV Führer nos ayuda a montarnos una confortable vida simulada. El menú de hoy prevé migajas de hiperfútbol maravilla a cargo de gladiadores de segunda, embanderados con las divisas del Río de Tangópolis y de la tierra donde Enola Gay puso un huevo del que salió otro Sol Naciente.
Los visitantes tuvieron su golpe de suerte en días escritos en diarios ya amarillos, y ya su vigilia no enciende en sueños. Los locales ya sufrieron tiempos mejores que éstos, y la Bella Señora Desencarnada elige por ellos el menú de la cita en Finisterre. ¡Así las cosas, este viejo número de tecnocirco romano se parece al duelo de dos caníbales desdentados por un pedazo de pan duro, Dios!
El lance pega mal y anuncia poco, y es tan placentero como el último tango en la cubierta del Titanic. El cielo nipón ennegrece, y ya se oyen risas en el taller del Diablo. ¡Terminar fusilados por la Cruz Roja no es sopa, amigos!
El aburrimiento quiere huir con la pobre velocidad de un pollo, pero hoy no es mi día de suerte. El cuidaculos riverplatense, Barovero, tiene su momento bajo las luces y lustra su reputación ¿Entonces es que hay esperanzas para Hiroshima? Peor para vos: no hay mejor aderezo que ése al guiso infernal, y el mensajero es Alario, gracias a que el arquero japonés es un listo de  centavos.
¿Beberán algún milagro antes del beso de la Bella Señora? El seisluces fané amarga el dulce una vez más, y ya es imposible mayor desnudez. ¡Con lo que cuesta armar algún puto full y jugarlo en este paño, Dios! Llega el fin, el 1-0 que festejan estos ídolos diseñados por nuestra necesidad y nuestro desamparo sin luz en esta noche eterna. Por la tarde, el lobo suelto encera su bastón en la Casa Rosada ante los balidos aprobatorios de los corderos atados. ¡Qué risa le dan nuestras lágrimas al viejo rebelde perfumado de azufre! Ya nada falta para que la calle se haga salvaje, y las hordas derviches piden escabeches de cabezas.
¡Es to-todo por hoy, amigos! ¡Habrá más de estos deliciosos tormentos chamánicos el domingo que viene! ¡Y no olviden comprar más chupetes electrónicos para tener un feliz sueño de pescado!

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