La realidad de lo común
El otro día vi Nóz W Wodzie ("El cuchillo
en el agua") (1962) de Roman Polanski en su primera etapa.
Película filmada con un exquisito blanco y negro, en la cual una
pareja conduce un Peugeot 403 con vistas a pasar un día entero
en un velero. El viaje es interrumpido cuando levantan a un muchacho que
se transportaba por auto-stop ("haciendo dedo"). Finalmente
se internan los tres a navegar.
Por supuesto, al conocer el argumento en forma previa, y el título
(debo decir la traducción castellana porque el original polaco
infortunadamente poco me dice), me imaginé un film con elementos
psicópatas y lo que uno se ha acostumbrado a ver como frecuente
hoy en día, (al menos en el cine de distribución), donde
el morbo y las truculencias son moneda corriente.
Cuando la película finalizó me quedó una impresión
extraña de que no había sucedido absolutamente nada en todo
el transcurso del viaje (sobre el agua, claro). Esta idea perduró,
así, un par de días.
En pleno día de navegación.
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Sin embargo en otro momento posterior comprendí que no fue así.
Sí habían pasado cosas, un montón de ellas. Se traslucieron
las relaciones de la pareja, los caracteres de los personajes afloraron,
surgieron y se materializaron impulsos, deseos, necesidades, arrebatos,
broncas y todas esas cosas que son comunes en los seres humanos; y más
en aquellos que se hallan durante un período relativamente largo
en un lugar de dimensiones reducidas.
¿Entonces porqué pensé lo contrario en un principio?
Creo, ahora, que fue sencillamente porque estamos acostumbrados a tomar
como algo normal que el individuo susceptible de ser levantado por una
pareja en una desolada y tranquila ruta polaca tiene que estar absolutamente
desequilibrado y tener el único e irrefrenable deseo de aniquilar
de la manera más sangrienta posible, y en no más de 90'
(porque de lo contrario la película es un bodrio), a los otros
personajes. Pienso que esto es un apéndice de un tema mayor en
el cine, películas en las cuales pasa algo sensacional e increíble
en cada minuto de su duración.
Pero, después de todo, ¿qué es más creible,
qué es más probabilísticamente real: que el chico
que levantan en la ruta sea el carnicero más deschavetado de la
historia o, tal vez, que sea un tipo tan malo o tan bueno como cualquier
otro?
En general me parece mucho más rica siempre la realidad de ciertas
personas comunes que la locura simplista de asesinos sin suficiente
motivo; me parece más natural y creíble un film en el que
suceden cosas no tan espectaculares pero que quizás muestran algo
más real.
Jugando a los palitos chinos como solaz.
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Esto lleva a una nueva lectura de Nóz W Wodzie; definitivamente
pasa algo y cada uno de los tres personajes no es el mismo luego del día
a bordo. Eso seguramente no modifique sus naturalezas pero creo que le
da un tono de realismo interesante.
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