Reseña crítica: Son tantas las innovaciones estéticas y técnicas introducidas por Georges Méliès que se lo suele considerar el "padre del cine fantástico", aunque viendo algunos de sus trabajos selectos, se lo podría considerar "padre del cine". En contra de esa aseveración se podría argumentar que Méliès no aporta ninguna invención genuina sino que se limita a transcribir técnicas teatrales previas, ideas tomadas del vodevil y de los espectáculos mágicos de Robert Houdin y otros showmen olvidados. Aceptando esto, hemos de reconocer que, de no mediar Méliès y el cine, estos interesantes e influenciales recursos no hubieran prosperado y se habrían perdido irremediablemente. En este caso, Méliès se basa en una obra teatral homónima de 1882 pergeñada por el propio Jules Verne y el autor Adolphe d'Ennery. En aquella ocasión, los protagonistas viajaban al centro de la Tierra, sin embargo Méliès decidió cambiar un poquito el nudo de la trama y en su película hizo que sus personajes viajen ni más ni menos que ¡al Sol! Este ambicioso cambio también daba continuidad a su anterior incursión fantástica, la famosísima VOYAGE DANS LA LUNE (Viaje a la Luna-1902). La historia nos presenta a Méliès como Crazyloft, un sabio que se propone viajar por el mundo junto a una comisión del Instituto Geográfico pero utilizando diversos tipos de transportes: un tren, un automóvil, un submarino-bote, un par de globos aerostáticos y un misterioso tanque de hielo. Si lo del tanque de hielo" le causó la misma impresión de extrañeza que a mi, recuerde ese hoy típico recurso del cine de mostrar un elemento a primera vista inconexo con la trama pero que al final será fundamental para la película. Los colores pintados a mano, los ornamentados escenarios, los transportes delirantes (Méliès derriba la 4ta pared, y nos muestra el interior con los pasajeros), el ingenioso intercambio entre miniaturas y paneles tamaño natural (la escena de la caída del tren en el interior del sol), o entre telones pintados y actores (la secuencia del bloque de hielo), todo se combina mágicamente para constituir el mejor ejemplo de aventura por la aventura: una irresistible invitación a soñar cuya vigencia no tiene fecha de vencimiento. [Cinefania.com]
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Georges Méliès
