Reseña crítica: Pete Jenson (Ed Nelson bien caracterizado como ancianito por la gesticulación pero no tan bien por el maquillaje) es un viejo que vive en una cabaña cerca del pueblito de Furnace Flats, Texas. Pete degüella un cabrito y con la sangre marca un pentágono en el piso, sobre el cual firma un cuero que se supone es un pacto con el Diablo. Cuando una mano infernal firma como "Jezzer Hora", Pete muere. Poco después llega un joven al pueblo, se trata de Nick Richards (nuevamente Ed Nelson), supuesto sobrino de Pete Jenson. El comisario (Joe Hooker) le informa que su tío ha fallecido de causas extrañas que el doctor Lucas (Edgar Buchanan) no ha podido esclarecer. Ninguno de los dos revela el detalle grotesco de la sangre de cabra y del siniestro pentágono, pero cuando Nick ingresa en la cabaña rápidamente se maneja como si antes hubiera vivido ahí, chequeando el pentágono y guardando el cuero sobre el que "su" tío firmó el pacto. Nick se encuentra con Nell (Jean Allison), la hija de Doc Lucas que se dedicaba a repartir leche de cabra para el viejo Jenson. Nell, comprometida con David (Richard Crane), entrega su primer litro al viejo Harry Matthews (Brian O'Hara), que fallece tras ingerir el primer trago (ni que estuviera cuajada). Este será el primer incidente extraño de una secuencia grotesca: "Prince", el perro de David, ataca a su dueño y le deja la cara marcada; el cirujano que iba a atender a David para operar y recomponer su rostro desfigurado muere en un extraño accidente; un caballo diabólico persigue al antiguo amigo de Pete, el viejo borrachín Papers (Byron Foulger), y lo deja muerto en la campiña. Pero no hay ningún misterio, ya que desde los primeros minutos queda en claro que Nick y Pete son la misma persona y que la alianza con el Innombrable le permite vivir dos años de juventud, pero teniendo que manipular a sus prójimos y provocar todas estas desgracias, sin las cuales, por supuesto, no tendríamos película. Filmada a fines de 1958 por una compañía independiente (Huron Productions), la película permaneció dos años en espera de distribución (una problemática que se hizo frecuente a partir de la defunción del poderío de los grandes estudios), hasta que fue adquirida por la compañía de Roger Corman, Filmgroup, que la lanzó en 1961 con un alucinante afiche que prometía un centauro montado por una Godiva desnuda que con una blande una antorcha y con la otra lo conduce por las crines: imagínese la sugestión que podría provocar este cuadro en un público tan potencialmente retorcido como el americano de fines de los '60. Como terror rural, la película cumple a medias con su objetivo, proponiendo una trama genuinamente rural pero exponiendo personajes con razonamientos y motivos urbanos. Los recursos y resoluciones cinematográficas son artesanales y poco imaginativas a la hora de explotar secuencias que, en manos de un realizador más experimentado, habrían sido memorables. Hasta el medio televisivo plasmó mejor el mundo de la superstición y las creencias campestres, por ejemplo, en algunos episodios de la recordada THE TWILIGHT ZONE (La Dimensión Desconocida). [Cinefania.com]
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