RAWHIDE TERROR (1934)

Dirigida por:
Bruce Mitchell
Jack Nelson
Protagonizada por:
Art Mix
Edmund Cobb
William Desmond
William Barrymore
Frances Morris
Estudios: Security Pictures (Prod.) Superior (Distr.)
País: EE.UU.
Duración: 52'
Género: Western

Reseña crítica:  La facilidad con que hoy se puede visionar RAWHIDE TERROR – que está en dominio público – contrasta con la dificultad para encontrar crónicas o siquiera menciones de la prensa de la época. Desde ese punto de vista, RAWHIDE TERROR es un apasionante tema de investigación. Acreditado como autor de la historia (como “A.V. Adamson”) y como supervisor con su nombre de batalla, Albert Victor Adamson fue abnegado galán (bajo el seudónimo eventual de “Art Mix”), secundario (como “Denver Dixon”) o característico no acreditado y hasta extra en películas propias y ajenas. Durante la época silente sostuvo algo así como la marca “Art Mix”, héroe del oeste encarnado por el actor George Kesterson cuyo apellido pareció una obvia táctica exploitation del célebre Tom Mix. Con el advenimiento del sonoro, Adamson descendió ya no a la callejuela de la pobreza, sino a unos arrabales de ésta, en estudios cuyas exigencias presupuestarias no contemplaban la formalidad de la propiedad intelectual. Produciendo a veces bajo el sello California Sound Studios o California Motion Picture Enterprises y distribuyendo a través de Superior Talking Pictures o Security Pictures Corporation, casi todas sus realizaciones tenían como factor común – según informa religiosamente el catálogo del AFI – la ausencia de inscripción en el registro de copyright. Aún así, la facilidad de visionado actual de RAWHIDE TERROR – digna compensación por docenas de sus films, previos o posteriores, que ya no están disponibles – permite enfrentar un enigma: ni bien los títulos de crédito inician su esfumado, se atisban algunos cuadros cercenados de un título: EPISODE 2: THE TERROR'S RETURN. Esto significa que, gracias a un montaje deficiente, los arqueólogos del cine pueden afirmar que originalmente RAWHIDE TERROR iba a ser un serial. La idea es reforzada por la presencia de dos directores acreditados y dos o tres secuencias que podrían haber sido cliffhangers (un personaje estaqueado y la caída de una carreta al vacío). Pero también la inserción de dos héroes sin conexión entre si y hasta dos diferentes líneas narrativas cuyo factor común es el Terror.  
  La trama es de una simpleza franciscana: una familia acampa y saborea una merienda en medio de un paraje montañoso. Una docena de “renegados blancos” que – según nos informa un rótulo – “se disfrazaban de indios”, atacan, roban y matan a los padres. Los hijos se salvan, pero el mayor queda en estado de agitación nerviosa y se dedica a vagar por el desierto con un ataque de risa histérica. Diez años después, los bandidos se han convertido en ciudadanos respetables del pueblo de Red Dog y la aparición de un jinete conocido como “el Terror del Cuero Crudo” se dedica a liquidar a estos doce. El sheriff (Edmund Cobb, eterno característico del western sonoro) es cuestionado por el jefe de aquellos renegados (George Holt), que exige la captura inmediata del sujeto. La aparición de un trozo de cuero (de ahí el mote del asesino) con una inscripción de advertencia “recuerde lo de hace 10 años atrás, de 12, quedan 11” no deja lugar a dudas: se trata de una venganza. Aparecen algunos personajes arquetípicos: el muchachito (Art Mix, siempre con el rostro en exceso blanquecino), la chica (Frances Morris), el hermano mayor (el veterano de la Universal silente William Desmond, que más que hermano, habría sido más convincente encargarle el rol de abuelo). Un huraño golpeador de menores (William Barrymore, sin relación con ninguno de los Barrymore famosos, ya que era de origen ruso) resulta ser el Terror. Su aspecto es elocuente: dentadura sobresaliente, unícejo y con un trozo de cuero que solo le cubre la nariz. Tras algunas escenas vigorosas como la provocación de un alud que sepulta a los diez renegados restantes o el ataque a la chica, el dúo Mix-Desmond desaparecen inexplicablemente de escena y el sheriff asume no solo la persecución y captura del Terror sino un inédito romance con la chica y el abrazo final, una vez que el Terror muere y se explica el misterio de su identidad.  
  La pobreza de medios imperante tiene contrapartida con la pobreza de recursos cinematográficos y la rigidez actoral de todo el elenco, motivada no por la impericia de los intérpretes sino por la deducible ausencia de ensayos o la negación de volver a filmar aquellas tomas donde se ve la sombra del micrófono así como reflejos que delatan las lámparas o pantallas de iluminación. Es la impronta de un realizador y también de un apellido, ya que Victor Adamson tendría un sucesor llamado Al Adamson, y a fines de los sesenta proseguiría el afán familiar de hacer cine de género contra viento, marea y aún público. [Cinefania.com]
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