Reseña crítica: Londres, 1890: El Sr. Grodman (Sydney Greenstreet), un investigador de Scotland Yard que investigó el caso del asesinato de Hannah Kendall y, basado en evidencia circunstancial, prestó testimonio que sirvió para condenar a muerte al acusado, es obligado a renunciar cuando aparece un testigo (Arthur Shields) que habría podido salvar la vida del reo. En su lugar, es nombrado como superintendente su rival, John Buckley (George Coulouris), quien le recrimina: "Siempre hay una pista, si Ud puede encontrarla". Tarde, en su casa, Grodman recibe a sus vecinos, el dibujante Victor Emmric (Peter Lorre) y el joven sobrino de Hannah, Arthur Kendall (Morton Lowry), quienes tratan de levantar el ánimo al viejo investigador deprimido. Llega Clive Russell (Paul Cavanagh), un miembro del Parlamento que se revela enemigo mortal (en lo político) del joven Kendall. Tras una fuerte discusión que culmina en una amenaza de muerte, Kendall se encuentra con su joven amante, la cantante de Music Hall Lottie (Joan Lorring), con quien también discute por motivos afectivos. Ella termina amenazando también de muerte a Kendall, siendo esto presenciado por Emmris y Grodman. Al otro día, Grodman y la casera (Rosalind Ivan) descubren el cadáver de Kendall, que ha sido asesinado. ¿Habrá sido muerto por la misma persona que mató a su tía? ¿Qué tan seriamente les complica la situación a Lottie y a Russell sus respectivas amenazas de muerte a Kendall? ¿Cederá Buckley, investigando bajo el atento ojo crítico (y resentido) de Grodman, a la evidencia circunstancial? Se trata de la tercera versión de una novela de "crimen de cuarto cerrado" titulada "The Big Bow Mystery" (1895) de Israel Zangwill, que se había llevado a la pantalla primeramente como PERFECT CRIME (El Crimen Perfecto-1928) y luego como THE CRIME DOCTOR (El Crimen Perfecto-1934) y es la más cercana al original, incluyendo niebla londinense, ambientación de época victoriana y una atmósfera permanente de misterio y sospecha que recaen en todos los protagonistas por igual (incluso en Grodman y Buckley). Mención para la tierna cofradía entre Lorre y Greenstreet que dan punto final a la asociación tenebrosa iniciada un lustro atrás en THE MALTESE FALCON (El Halcón Maltés-1941). Siendo su última película juntos, se trata al mismo tiempo de la primera del director Donald Siegel, que demuestra un planteo visual de inusual seguridad para directores debutantes. Hay momentos brillantes y logrados, en base a exhumaciones, deducción detectivesca, pasos de comedia (se destaca el simpático malandrín encarnado por Clyde Cook), diálogos tensos y una interesante viñeta del jurado deliberando (presidido por Ian Wolfe, el actor que nació viejo) en que uno de los miembros (Henry Mowbray) opina sobre la inocencia del acusado frente a los otros 11 que claman por la culpabilidad, más de una década antes de 12 ANGRY MEN (12 Hombres en Pugna-1957). [Cinefania.com]
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