Reseña crítica: Tom Mix es un tal "Texas", peón de un rancho que se entera que su hermana ha sido abandonada por el marido (Ed Brady, ya pérfido en está precámbrica época del cine). Pidiendo permiso al capataz, decide emprender un viaje de venganza. El patrón se despide recordándole que "tu empleo siempre estará vacante hasta que regreses" (semejante flexibilización laboral tal vez preanuncia que Texas no regresará). Siguiendo la pista, llega a Montana, donde le dicen que su hermana falleció no hace mucho. Iracundo, termina encontrando al villano y lo fríe de un balazo... antes de concluir el primer rollo de metraje. El sheriff (Sid Jordan), atestiguando defensa propia, deja en libertad a Texas, y esto da pie al segundo eje narrativo del film: aparece Moya (Goldie Colwell), hija del dueño de un rancho que viste pantalones y provoca las ilusiones amorosas del sheriff y Texas. Esto nos lleva a un bandido mexicano que trata de aprovecharse de Moya, a un capataz despedido (Leo Maloney, futuro héroe del western clase B) que trata de perjudicar a Moya y a una banda de cuatreros que secuestran a la heroína. En cada caso, Texas resuelve a los tiros o a las trompadas, avanzando en lo que podríamos denominar "su carrera", de peón a capataz y luego siendo elegido sheriff. En definitiva, se tratan de tres o cuatros historias unitarias, enlazadas por el personaje de Tom Mix, que además esbozó el guión y dirigió aprovechando cada palmo de recurso a su disposición. La técnica es lo más primitiva que uno se pueda imaginar pero la trama es tan arquetípica, que los espectadores no necesitaban mucha elaboración para involucrarse en lo que serían esquemas narrativos quintaescenciales del género. [Cinefania.com]
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