RIDERS IN THE SKY (1949)

Títulos en español:
- SANGRE DE ÁGUILAS (Argentina)
- FANTASMAS DE LA SIERRA (México)

Dirigida por:
John English
Protagonizada por:
Gene Autry
Champion
Gloria Henry
Mary Beth Hughes
Robert Livingston
Estudios: Gene Autry (Prod.) Columbia (Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 29 de Noviembre de 1949
Duración: 69'
Series: Gene Autry (filmografía)
Género: Western

Reseña crítica:  En una época campeones de la taquilla y compartiendo el podio del western clase B, Gene Autry y Roy Rogers tuvieron durante la posguerra la similitud de abordar con ahínco el weird western. Pero mientras Roy pareció volcarse más hacia lo que hoy denominaríamos high-tech, Gene trabajó en un ámbito sutilmente sobrenatural y RIDERS IN THE SKY es un valioso ejemplo.  
  Durante una armoniosa arriada de ganado, Gene, soga en una mano y riendas en la otra, entona a todos sus peones una expresiva versión de "Ghost Riders in the Sky". Sin ningún aditamento visual, salvo los cowboys cabalgando y algún mugido extemporáneo, la melodía incita la curiosidad de sus amigos. “Es más que una canción, es una historia” le dice uno (Sandy Sanders). “Es mucho más que eso, Sandy” le responde el gran Gene, “es una leyenda, una leyenda vaquera que estoy comenzando a creer”. Y esto da pie a un extenso flashback que nos lleva a un pueblo de Arizona, en donde se desarrolla un complejo caso judicial: un ranchero (Steve Darrell) es arrestado por asesinar a un tahur (John Parrish). Ningún testigo se anima a respaldar la versión del acusado que alega defensa propia ya que la presencia de McCleary (Robert Livingston), jefe del pueblo, amedrenta a los vecinos. Uno de los testigos, Pop Roberts (Tom London), sufre un accidente provocado por secuaces de McCleary. En el lecho de muerte, Gene vuelve a entonar el tema musical, mirando la lluvia por la ventana mientras la cámara –ahora sí– se dedica a mostrarnos los míticos jinetes. El recurso es de una simpleza franciscana: a un primer plano de Pop con expresión estupefacta sigue una toma del valle con una línea de jinetes cabalgando con unas nubes sobreimpresas. A medida que se acercan al promontorio desde donde Pop los observa, sus siluetas se perciben tan oscuras como blanco sus caballos. Al pasar frente al personaje, significa que Pop se ha ido al otro mundo y el ladero Pat Buttram le cubre el rostro con la manta. Son tres minutos de melancolía, de puro cine fantástico evocado por un sugestivo tema musical y un recurso legítimamente cinematográfico. El relato se enfoca luego en la resolución del misterio y el castigo al villano, de lo que Gene se hará cargo con su habitual eficacia, tras violentas peleas y persecuciones obligatorias para el western clase B. El rubro acción también está reforzado por el vuelco de una carreta y una diligencia desbocada.  
  Notable como indicador de su popularidad es una tercera performance del tema musical como epílogo, signando la inmortalidad de una melodía que más tarde también sería entonada por Johnny Cash, los Blues Brothers, Pedro Vargas y ¡hasta el niño Raphael! [Cinefania.com]
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