ARDE BABY, ARDE (1975)

Dirigida por:
José Bolaños
Protagonizada por:
Venetia Vianello
Glen Lee
Evaristo Márquez
Virgil Frye
James Westerfield
Estudios: Producciones Jaguar (Prod.)
País: México
Estreno: 16 de Octubre de 1975
Duración: 97'
Género: Western

Títulos alternativos:
- DEAD AIM (EE.UU.)
- LUCKY JOHNNY BORN IN AMERICA (EE.UU.)
- SERPENTE A SONAGLI (Italia)

Reseña crítica:  Tal vez el más leoneano de los westerns mexicanos, ARDE BABY, ARDE (también conocido como DEAD AIM), incluye unas secuencias oníricas que bien valen su inclusión como weird charro western. Un portento narrativo arremolina personajes y atención del espectador durante los primeros diez o quince minutos de metraje. Un cowboy (Granville Van Dusen) llega a su hogar y descubre que su mujer ha huído con su hijo recién nacido. La natural persecución culmina en medio del desierto con el marido y el amante matándose a tiros y la mujer huyendo con la criatura hasta que desfallece y el pequeño queda a merced de un gran ofidio. Entra en escena un sepulturero nómade, Applebee (James Westerfield, en su último film), que con un latigazo certero pone fin a la amenaza y brinda sepultura a la mujer, llevándose al niño y criándolo como propio. Así pasan años, siempre encima de la carreta que utiliza para acarrear cadáveres y en permanente contacto con los muertos. Fascinado por los cascabeles (como aquel que casi le cobró la vida de bebé), el Johnny adulto (Glen Lee) manifiesta un conspicuo interés por acrecentar sus activos y también por matar gente (una cosa trae a la otra). Ante algún par de agresiones de bandidos o algún personaje hostil, Johnny resuelve los problemas a los tiros y saqueando los cadáveres, para provecho propio y de Applebee. Una historia paralela es la de Poggin (Virgil Frye) y Kelly (Venetia Vianello), una pareja de bandidos del desierto que da el gran golpe de asaltar una carreta blindada repleta de oro. Separados durante el atraco, el muchacho va tras el oro y ella, herida, se vincula con un soldado negro de la Unión (Evaristo Márquez). Ambas historias se unen por la fijación de Johnny por ella. Fijación que será siempre platónica ya que el único contacto entre ellos será visual y unilateral. El violento desenlace, con el choque entre ambos antagonistas, también se enlazará en simétrica ironía con aquel episodio inicial.  
  Varias secuencias individuales elevan la calidad del film al citado olimpo leoneano. El asalto a una carreta blindada – algo no muy habitual en el género – vincula el relato con el noir más urbano. Y como corresponde a semejante emprendimiento, no será fácil hacerse con el oro transportado, no tanto por los guardias, que son velozmente liquidados, sino por la imposibilidad de abrir por fuera esa especie de cajafuerte rodante. Poco después, otra escena singular tiene que ver con otra carreta maciza. Un carro-calabozo, en que un reo tuerto con profundos prejuicios raciales debe compartir celda con el soldado negro, capturado por el mero hecho de su color de piel. Estos episodios decíamos, individualmente, son perlas del spaghetti desbordantes de violencia, crueldad, cinismo y cualquier atisbo de moral. El problema es la unión entre estas maravillosas secuencias en que, el ritmo se desacelera y recae en notorias lagunas narrativas, a veces con secuencias contemplativas o las citadas escenas oníricas del protagonista ansioso por pasar un rato amable con la beldad de turno. Asumiendo esta irregularidad como falta de cohesión con los demás pasajes, ARDE BABY, ARDE es un interesante western mexicano al estilo italiano, con sus héroes rubios y barbudos, su singular acompañamiento musical (en este caso, temas funk de cierta expresivad) y el fatalismo poético de los grandes films. Un título sin dudas a descubrir e impostergable para el amante de las fronteras genéricas. [Cinefania.com]
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