SANTOS VEGA VUELVE (1947)

Títulos en español:
- LAZOS INVISIBLES (México)

Dirigida por:
Leopoldo Torres Ríos
Protagonizada por:
Juan José Miguez
Delfy de Ortega
Pedro Maratea
Eloísa Cañizares
Enrique García Satur
Estudios: EFA (Prod.)
País: Argentina
Estreno: 17 de Abril de 1947
Duración: 90'
Género: Fantasia

Reseña crítica:  Bajo un ombú letárgico, Santos Vega (Juan José Míguez) se entrevera con el mismo Diablo (Juan Pérez Bilbao, intérprete reconocido por el ojo avizor del erúdito investigador del cine argentino Dr. César Maranghello), que lo vence en el canto y se cobra su alma. El recitado en off de los versos de Rafael Obligado da justo corolario a las imágenes. Cuando la competencia culmina, un primer plano de Juan sin Ropa riendo a mandíbula desencajada con fondo de fuegos fátuos remarca la victoria diabólica. Este prólogo también indica la tónica que seguirá el resto del relato, en el carril de un melodrama que no se toma muy en serio y con infaltables dosis de fantástico.  
  La acción pasa a Buenos Aires, donde un cantor de tangos, Luis Vega (Juan José Míguez), se queda sin voz en medio de una actuación. Sus amigos le sugieren tomarse un descanso y, como por arte de magia, un telegrama le avisa que debe acudir para la lectura del testamento del tío Braulio, que ha pasado a mejor vida. En la estancia, el escribano de turno explica una condición impuesta al sobrino para hacerse de la propiedad: debe liberar el espíritu de Santos Vega, que anda penando por las inmediaciones, a través de una payada mano a mano con el Diablo. Quien respalda semejante condición es el capataz, don Leoncio, que incluso asegura haber visto él mismo el ánima en pena. Luis, sin mostrarse crédulo ante tal rumor, finge comprensión. Ni bien declara “pobre alma del viejo Santos, la desafío a que venga aquí y me confirme lo que dice el testamento”, se apagan las luces y una ráfaga abre de par en par las ventanas, requisito típico de Hollywood para indicar la entrada de un espíritu. Sugestionado, junto a sus amigos, decide pasar un tiempo en el lugar para ver si puede entrar en tratos con el más allá. Acto seguido, se nos presentan Delfy de Ortega como el interés romántico y Pedro Maratea, como el galán antagónico, poseedor de la legítima guitarra de Santo Vega, aquella con que el gaucho perdiera su alma sí, pero ahora es arma indispensable para que Luis tenga mínima chance de batir al Innombrable en las coplas. Tras algunas alternativas terrenales, el protagonista finalmente se enfrenta con el Diablo y, teniendo sus bordonas bien templadas, el desenlace se podrá adivinar.  
  Tras un significativo rótulo, “a través de los años la figura legendaria de SANTOS VEGA se agranda en el concepto poético y racial. Su recuerdo ha enriquecido el amor por las cosas nuestras que, cada vez nos son más queridas”, parecería que la temática del film pasara por el afecto al terruño y a la tradición. Pero ni bien avanza el segundo rollo, advertimos que predomina el modelo hollywoodense del fantástico de posguerra: una intriga, algo de melodrama, desde luego romance y las correspondientes gotas de terror. En ese sentido, Torres Ríos utiliza los recursos de una paleta limitada pero certera: iluminación sugerente y sombras, algunos diálogos sustanciosos, algo de acción (una carrera cuadrera) y un trámite tal que impida ponerse a pensar en algunos huecos de lógica, por ejemplo, cómo es posible que los descendientes de un simple gaucho devengan en estancieros. Para inspirar la amenaza diabólica el realizador apuesta a un primerísimo primer plano de los ojos de Juan sin Ropa que, surcados por arrugas y sombras, promueven la idea del mal tal como décadas más tarde haría Polanski en la famosa ROSEMARY'S BABY (El bebé de Rosemary-1968).  
  Un fogón de medianoche supone un hallazgo cinematográfico: se sabe que Santos Vega acude cada vez que alguien le dedica una canción. Al centro de sus peones, Míguez comienza a cantar “Resero” y su guitarra suena como si fueran tres. A medida que la canción va cobrando expresividad, contra un horizonte neblinoso ambientado en estudio, se recorta el contorno de un jinete y su caballo. Más tarde, en la introducción de “Huella”, exhibe una depurada técnica clásica con meñique en alto que entusiasmaría a Irma Costanzo. Su habilidad canora pero, en especial, la guitarra precisa, permiten a Míguez vencer al Diablo, no sin obligar al relato a recaer en la puerilidad de la resolución de último minuto sin justificativo. [Cinefania.com]
Calificación Cinefania.com:

Vistanos en nuestro Facebook oficial

  All Movie
  Amazon
  Ebay
  Google
  Google Books
  IMDB
  Metacritic
  Movie Review Query Engine
  Rottentomatoes
  YouTube

---

Agregar un link