Reseña crítica: Estamos en la 2da. mitad de los años '60 y los gustos del público japonés cada vez son más atrevidos. Lejos de prohibiciones que provocarían el efecto opuesto al buscado, el cine japonés muestra y dice todo lo que el público busca. En este contexto, la película que nos ocupa, ambientada en el Japón Medieval, nos ofrece la historia desgraciada de dos amantes, Otsuya y Shinsuke (Ayako Wakao y Akio Hasegawa). Ella es hija de un rico mercader y él, un joven cadete de mandados. El filme, felizmente, nos abrevia el romance (que tranquilamente habría generado trama para una telenovela completa si se tratase de un producto dirigido al público occidental), y parte de la decisión de Shinsuke, quien presionado por Otsuya, decide escapar con ella. Claro, alejarse del seno paterno implica no tener sustento asegurado y nuestra pareja de amantes cae en casa de Kenji (Fujio Suga), un anfitrión aparentemente hospitalario que les alimenta y cobija. Sin embargo, Kenji es un gangster, y rápidamente informa al padre de Otsuya del paradero de su hija, ofreciéndose a llevarla a casa a cambio de una suma de dinero. También recurre a Tokubei (Asao Uchida), administrador de geishas, a quien ofrece venderle Otsuya por una buena suma. Hechos sus negocios, conduce a la chica al lupanar de Tokubei y ordena a su secuaz Santa que asesine a Shinsuke. Es en este momento que la película entra en tema, con un talentoso tatuador (Gaku Yamamoto) que dibuja una tenebrosa araña en la espalda de Otsuya, poniendo no solo su arte sino su alma en la obra pictórica. Se dice que la araña irá depredando a todos los hombres que sean amantes de Otsuya, y que esto convertirá a Otsuya en una geisha infalible que reportará mucha ganancia a su administrador. En tanto, el sicario falla en su intento y Shinsuke lo mata, en defensa propia. Ambos amantes se reencontrarán y cada uno irá profundizando estos nuevos caminos: Otsuya, que más que geisha se hará manipuladora, vengativa y pérfida y Shinsuke, que irá haciéndose, involuntariamente si se quiere, toda una lista de víctimas fatales entre los que se cuentan gran parte de integrantes del reparto. Tomando elementos melodramáticos, trágicos, costumbristas y policiales, el guionista Kaneto Shindo construye un relato sórdido, directo, interesante y crudo (en las partes de los asesinatos). Por su parte, el director Yasuzo Masumura acierta en la dinámica que imprime a la acci??n, prefiriendo construir narrativamente a través de diálogos entre los personajes en vez de manifestar sus estados de ánimo de manera más visual. A veces, en aras de respetar la estructura uniforme de la trama, hay reiteraciones "exploitation", como la de describir cada asesinato como extremadamente dificultoso, algo que el propio Alfred Hitchcock plantearía claramente en TORN CURTAIN (Cortina Rasgada-1966). Es que matar a un hombre no es como en las películas: a veces es engorroso y lleva su tiempo. [Cinefania.com]
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