Reseña crítica: Leon (Artur Steranko), un hombre maduro cuya figura materna acaba de morir, comienza a obsesionarse con su vecina de enfrente, a quien observa a través de la ventana. Empleado de un depósito crematorio de hospital y con un leve retraso mental, ha purgado injustamente una condena por violación. Dicha vecina, una regordeta enfermera de hospital llamada Anna (Kinga Preis), tiene un tentempié nocturno cerca de su ventana. Ese detalle es aprovechado por nuestro petit-perverso, que pulveriza las viejas pastillas de dormir de su nona y elabora un menjunge soporífero que logra depositar en la bandejita de Anna. Como resultado, la primera noche que toma su bocadillo antes de dormir, la enfermera cae inconciente en su cama y esta circunstancia es aprovechada por Leon, que ingresa furtivamente en su pequeño dos ambientes para poder dedicarse a... Bueno, Leon no es un degenerado (a pesar de la dura experiencia carcelaria), así que se dedica a deambular, observar a su "bella durmiente", comer algo, etc. Tal como indica el título, serán cuatro noches de esta relación no correspondida ni concretada, completándose el panorama con elementos narrativos breves, a través de caprichosos pero esclarecedores flashbacks, que hacen a la comprensión psicológica del retraído protagonista. Algún que otro sobresalto, cierta espiral de tensión que se mantiene cómodamente en un suave matiz entre el misterio morboso y el suspenso judicial y la hábil y expresiva técnica cinematográfica que exhibe el director Jerzy Skolimowski (su primera película en Polonia en décadas) completan un filme pequeño pero que se sigue con sumo interés, consiguiendo una experiencia gratificante en el espectador, especialmente en aquel habituado al cine con personajes que dicen mucho con pocos diálogos. [Cinefania.com]
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