PEDRO PÁRAMO (1966)

Dirigida por:
Carlos Velo
Protagonizada por:
John Gavin
Ignacio López Tarso
Pilar Pellicer
Julissa
Graciela Doring
Estudios: Manuel Barbachano Ponce (Prod.)
País: México
Estreno: 26 de Enero de 1967
Duración: 108'
Género: Fantasia

Reseña crítica:  En un clima de constante fantasmagoría - que para el cinéfilo universal podrá recordar el prólogo y epílogo de la clásica WUTHERING HEIGHTS (Cumbres Borrascosas-1939)- Juan Preciado (Carlos Fernández) llega al desolado pueblo de Comala, en busca ni más ni menos que de su propio padre, Pedro Páramo, a quien, según ha prometido a su moribunda madre (Claudia Millán), pretende reclamarle lo suyo. Ha pasado mucho tiempo y las cosas han cambiado para peor, convirtiendo a Comala en un auténtico pueblo fantasma habitado, lógicamente, por fantasmas. En ese ámbito, Juan Preciado busca a alguien que le oriente en el camino a la hacienda de su padre. La película nos enfoca entonces a través de un flashback en la juventud de Pedro Páramo (John Gavin), que llega a Comala para recuperar las tierras de su padre recientemente fallecido y trayendo ya un hijo consigo (Jorge Rivero). Su personalidad avasalladora atrae la atención de la hija de un hacendado, Doloritas Preciado, a quien rápidamente desposa y embaraza y de cuya fortuna y bienes se apodera para luego expulsarla lejos de Comala. Pero volvamos a la noche de bodas de Pedro Páramo con Doloritas: es cuando conoce a la joven Susana San Juan (Pilar Pellicer), que será su auténtico y único amor de toda la vida y con la que vivirá una serie de tumbos y jaques propios de culebrón. Será en pos de ella que Pedro Páramo hará sus más pérfidas maldades o sus mayores sacrificios.  
  Inspirada en la obra de Juan Rulfo (1917-1986), Pedro Páramo (México, 1955) fue saludada por la crítica como una obra maestra, un libro influyente y reconocido no tan solo por críticos vernáculos sino por las grandes plumas del siglo XX. Es lógico que la idea de una versión fílmica genere amplias expectativas que, sin embargo, no sean completamente cumplidas, debido a dificultades no necesariamente cinematográficas sino conceptuales. Similares problemas audiovisuales experimentan, por citar un ejemplo, las obras de H.P. Lovecraft: en cuanto la imaginación juega un rol esencial en la concreción de la trama, es que se surgen problemas...  
  El film arranca con una apuesta formidable que se atisba ya en los títulos, con los nombres de Gabriel Figueroa en la fotografía o Carlos Fuentes como guionista. Se presentan un notable Pedro Páramo (se dijo que John Gavin era actor mediocre, pero aquí al menos no lo evidenció) y un memorable Fulgor Sedano (el gran Ignacio López Tarso). El elenco es sencillamente impresionante. Hay secuencias logradas, por ejemplo la citada fantasmagoría inicial y el remate de Pedro Páramo sentado en una silla frente a la hacienda. La realización del documentalista español Carlos Velo es prolija y apuesta a evitar el relato cronológico en pos de ese constante vaivén temporal con que logra algo parecido a “realismo mágico”. El resto de los pintorescos personajes carecen de recorrido para desarrollarse y quedan como impuestos en la pantalla. El trámite, por ende, es irregular y sufre altibajos que la convierten en un honroso pero fallido intento. [Cinefania.com]
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