Reseña crítica: Un encargado de cementerio es nuestro anfitrión (Austin Green, estilo Criswell, pero menos ampuloso y excéntrico) en una oscura noche en que, buscando a su gatito por entre las lápidas se topa con la de un tal Lewis B. Moffitt, fallecido en 1955. "Sí, recuerdo perfectamente su historia" y sin consultarnos, comienza a contarla. Tras varias escenas de adolescentes americanos, jopos peinados al agua, camisas, chombas y pantalones de raso, un típico bar con banda juvenil incluída y el habitual baile de rock'n'roll, un profesor de anatomía invita a los alumnos a una clase nocturna en que se propone realizar una autopsia. El tal "John Doe" que prestará su cuerpo a la ciencia posee un vistoso anillo en su mano derecha. Pasan las horas y la actividad del académico provoca reacciones en los párvulos. Uno presta atención al anillo, otro se fascina con el espectáculo, un gordito se desmaya continuamente... la cámara nos muestra primeros planos de los rostros del profesor y los alumnos, evitando en todo momento la vista del cadáver (salvo el citado plano de la mano con el anillo). La experiencia prueba ser traumatizante y vomitiva para los jóvenes estudiantes, aunque uno de ellos parece estar en su salsa. Al otro día, todos están recuperados y vuelven al college, pero se enteran que un compañero fue arrollado por un autobús y acaba de morir. Por la noche, el citado jovenzuelo que parece no tener miedo a nada, va a la casa velatoria y observa el cuerpo (la cámara no lo muestra). Hay un viento y apaga las velas, con lo que el estudiante temerario entra en pánico y suda frío. Al volver la luz, explica a su amigo que este trauma viene de cuando tenía 8 años y pasó la noche temiendo que el cadáver de su abuelo -que estaba siendo velado en la casa- subiera por las escaleras a su cuarto. Tras esta situación, hay un desfile de belleza y nuevos chistes con una pareja de gorditos simpaticones que estiran increíblemente una trama que debería haber estado resuelta muchos minutos antes. El "get the point" es esa típica costumbre adolescente, reiterada en virtualmente cientos de películas posteriores, sobre esos estúpidos ritos de iniciación en fraternidades con nombres griegos. En este caso, el protagonista es elegido para ingresar a la bóveda del cementerio y recuperar el anillo de "John Doe". ¿Podrá regresar sin sufrir un soponcio cardiovascular? ¿Vencerá sus propios miedos infantiles y logrará el preciado trofeo? ¿Mostrará el director, por fin, el rostro del cadáver? [Cinefania.com]
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