WHEN WORLDS COLLIDE (en Argentina conocida como Cuando los Mundos Chocan
y en España como El Juicio Final) plantea tal vez uno de los
esquemas "fin del mundo" más populares de la historia
de la ficción, esto es, "la amenaza que viene del espacio".
La muerte proveniente del espacio, que se repetiría posteriormente
en infinidad de películas, telefilmes y episodios de series televisivas,
tiene aquí la particularidad de consistir en un pequeño
sistema compuesto de una estrella y un planeta que la orbita. En 1951,
cuando la película se estrenó, el mundo aún no
había terminado de asimilar los efectos devastadores de la II
Guerra Mundial, y la opinión pública prestaba mucha atención
a temas completamente nuevos, como la ola de avistamientos de "platillos
voladores" y las últimas noticias sobre la creciente rivalidad
entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. En general,
había un temor muy extendido a que estallara un conflicto armado
entre ambas potencias, cuya particularidad sería la utilización
de armas nucleares y la destrucción no solo de objetivos militares
sino también de ciudades enteras. Era el ámbito perfecto
para una historia con cohetes espaciales y viajes interplanetarios,
cuyo tema esencial era, en cambio, la forma en que los seres humanos
afrontan el final.
El gran George Pal
Russ Tamblyn y George Pal en una fotografía
publicitaria de TOM THUMB (Aventuras de Pulgarcito-1958)
El artífice de la película que nos ocupa no fue su director
(Rudolph Maté) sino su productor, un húngaro nacido en
1908 que había comenzado su actividad cinematográfico
en su país natal como titulista para la Hunnia Films. Más
tarde fue encargado del departamento de animación de la UFA,
y, a mediados de los años '30, estaba haciendo cortos publicitarios
en Holanda para la empresa Philips. Instalado en Hollywood desde 1940,
Pal se dedicó a su metier durante toda la década, produciendo
sus propios cortos de marionetas, los "Puppetoons", que le
reportaron un premio Oscar, y fueron distribuídos por la Paramount.
En total Pal realizó 4 cortos de la serie Madcap Models y unos
32 Puppetoons, fundando su propia productora, la George Pal Productions.
En 1949 produjo DESTINATION MOON (Con Destino la Luna) de Irving Pichel,
que se puede considerar como la primer película seria de temática
espacial de la Historia del Cine. Su carácter de pionero se vio
revalidado por el inmediato surgimiento de numerosas películas
en las que los protagonistas realizaban viajes interplanetarios (una
temática que se mantuvo inmóvil a lo largo de los años).
Su siguiente película fue WHEN WORLDS COLLIDE, con la que, al
igual que la anterior, ganó un nuevo premio de la Academia por
mejores efectos especiales. Incansable en la meta de superarse a sí
mismo con cada nuevo largometraje, en 1953 estrenó WAR OF THE
WORLDS (La Guerra de los Mundos), que hasta hoy en día sigue
siendo un clásico del cine.
La muerte viene del espacio
Luego
del éxito de Con Destino la Luna (1950), Pal decidió adaptar
a la pantalla una antigua novela cuyos autores eran Philip Gordon Wylie
y Edwin Balmer. Publicada originalmente en 1932, su argumento giraba
en torno al astrónomo sudafricano Sven Bronson, que descubre
un par de planetas errantes a los que bautiza como "Bronson Alpha"
y "Bronson Beta". De acuerdo a sus cálculos, uno de
los planetas, Alpha, pasará cerca de la Tierra, provocando todo
tipo de catástrofes apocalípticas. Siguiendo su curso,
dará una órbita alrededor del Sol (que tardará
ocho meses en completarse), y luego regresará impactando sobre
nuestro planeta. Según estos mismos pronósticos, Bronson
cree que el otro planeta, Beta, conservará una órbita
estable en torno al Sol. Un grupo de científicos bajo las directivas
del Dr. Cole Hendron tienen un plan de salvación, no del planeta
sino de algunos representantes de la raza humana. Consiste en construir
naves espaciales con la que transportar las suficientes personas, animales
y equipamientos a Bronson Beta. Entre el escepticismo del gobierno y
las burlas de la prensa, los científicos inician el trabajo,
que también tienen réplicas en otros países. Cuando
se acerca el primer cataclismo, el paso de Bronson Alpha, los gobiernos
costeros tratan de evacuar a las poblaciones hacia las montañas.
Olas gigantes, erupciones volcánicas y terremotos asolan el planeta
durante dos días consecutivos. Al término de esta catástrofe,
y en la proximidad del Juicio Final, Hendron reinicia los trabajos,
finalizando dos naves espaciales. Luego de resistir un ataque de aquellos
refugiados que también quieren salvarse, las naves (que, por
supuesto, tienen capacidad limitada para unos pocos elegidos) parten.
Una de las naves, habiendo llegado al nuevo planeta, queda sin radio
para comunicarse con cualquier otro posible superviviente, así
que los tripulantes asumen que son los únicos que han alcanzado
la salvación. Pero este no es el problema más grave. Bronson
Beta es un lugar inhóspito que tiene trazas de una antiquísima
civilización, destruída hace millones de años cuando
la órbita del astro se alejó de su sol.
Un drama humano
Stanton (John Hoyt) y dos científicos (Alden Chase y Larry Keating)
Para la versión cinematográfica, novedosamente, se mantuvieron
los puntos centrales de este argumento. No solo el comienzo en Sudáfrica
y la insurrección de los estudiantes del campamento de Hendron,
sino también el esquema de dos cataclismos (el primero, con el
paso de un planeta cerca de la Tierra, y el segundo, definitivo). El
detalle cambiado (que en vez de ser dos planetas, sean un planeta y
una estrella), tal vez obedece a brindar más espectacularidad,
ya que, científicamente, es más creíble el dúo
de planetas que el dúo estrella-planeta. El aggiornamiento obligado
con la sesión de la flamante Organización de las Naciones
Unidas (ONU) para tratar el tema de la amenaza advertida por Hendron
y sus científicos es perfecto. Y el resultado de tal sesión
(consistente en el descrédito de la teoría del Juicio
Final) da la impresión que la ONU no era vista como una organización
muy digna de crédito. Uno de los problemas que plantea la pelicula
es que la construcción de las naves espaciales para salvar al
género humano, insumirá cifras millonarias. Y el tema
es permanentemente tocado, primero con el informe del problema frente
a inversores del instituto astronómico de Hendron (que supuestamente,
son dueños de empresas o compañías fabriles), cuyos
aportes sumados, empero, no alcanza. Es cuando aparece el multimillonario
encarnado por John Hoyt, Sidney Stanton, que la cosa toma color. Stanton,
atado a una silla de ruedas, es un hombre tan amargado como cínico.
Para él no hay límites a lo que puede hacer con su dinero.
De esta manera, teniendo como objeto únicamente el de no morir,
ofrece el monto faltante para construir las naves poniendo como condición
no solo la de poder viajar él mismo, sino la de seleccionar a
sus acompañantes. Hendron responde con un humanitario chantaje,
ya que accede a construir la nave, pero el material a transportar será
decidido por los científicos: "su dinero por su vida,"
explica a cara de perro al cínico potentado. Como al millonario
solo le interesa su propia vida, acepta el trato. Desde su silla, Stanton
da su ácida visión de lo que ocurrirá cuando se
precipite el fin. Para él, el Hombre perderá todo rastro
de civilización, y dejará de lado la ética y la
decencia. Será la ley de la jungla, que él mismo grafica
con la frase "dog eating dog." Paralelamente a esta situación,
la película muestra un triángulo amoroso entre Joyce,
la hija del Dr. Hendron, su prometido (el Dr. Tony Drake) y el protagonista
de la película (un aviador llamado Dave Randall). Por supuesto,
los dos primeros están seleccionados para ir en el viaje espacial
(lo que también significa que vivirán), en tanto que el
tercero, a pesar de ser seleccionado por intercesión de la joven
Joyce, acusa cargos de consciencia por ocupar una vacante y no estar
convencido de ser completamente necesario para la misión. La
situación, que nunca llega a la cúspide dramática
que desata Stanton, sirve, en verdad, para dar pie a la cuota de romance
que se supone ampliará el potencial público del filme.
Un relato bíblico
El
filme se inicia con unas palabras escritas en caracteres góticos,
una cita del Génesis bíblico que sirve de prólogo
al episodio de Noé. La película misma es una nueva versión
de tal historia, siendo Noé un grupo de científicos y
reemplazando el arca de maderos y brea con una nave espacial. Esta vez
Dios no envía un diluvio, sino los mencionadas astros Bellus
y Zyra, que consumen al planeta por el fuego. Sobre el final de la película,
en el edénico planeta Zyra (que parece pintado... mejor dicho,
está pintado), las letras góticas vuelven a aparecer,
como si se estuviera escribiendo una nueva epopeya bíblica. Tal
vez la tónica de la película sea la fantástica,
en vista de sus marcados errores de lógica eimposibilidades científicas.
De hecho, la mayoría de los comentarios publicados en libros
o revistas hacen referencia de los absurdos físicos respecto
de planetas y estrellas que chocan, o la risa a destiempo que puede
causar la idea de una nave espacial con butacas como si fuera un autobus.
A pesar de que los elementos narrativos que dan pie a la historia sean
absurdos, las consecuencias y conductas de los personajes
son realistas, con la idea del científico de salvar al género
humano como especie y la del millonario de salvar su propia vida por
encima de todo. La película, a pesar de estas raíces bíblicas,
no es ingenua o juvenil. Sobre el final, los integrantes del campamento
de Hendron (en su totalidad, estudiantes y académicos especialistas
cada uno en una materia o disciplina) se amotinan y, armados, tratan
de ingresar a la rampa de lanzamiento, en un último y desesperado
intento por sobrevivir. Es la ley de la jungla, preanunciada por Stanton.
Y es algo tan natural como respirar, sino ¿por qué un
suicida que se arroja a las vías del tren, se cubre con los brazos?
De esta forma, la impresión que queda sobre el Hombre afrontando
sus últimos días en la Tierra es sombría y para
nada moralizadora, y ese es uno de los grandes aciertos de la película,
que, insistimos, tiene un sinfín de elementos pueriles a criticar.