Seccion: Artículos (Lecturas: 50268)
Fecha de publicación: Marzo de 2004
Perversas, feas, malvadas y seductoras (las mujeres en el cine de terror) II Parte
Desde la Mujer Pantera hasta la Madre Castradora de Psicosis, con la ultimísima receta para ser perversa. Sara Rodríguez Mata

- La mujer pantera
Simone
Simon, no fue la primera «Cat People» del cine, pero sí fue gracias
a la dirección de Jacques Tourneur, la más pantera de todas. La Irena Dubrovna
de CAT PEOPLE (La mujer Pantera-1942), es la protagonista de esta bella historia,
en la que el joven Oliver Reed (Kent Smith) se enamora de una extraña mujer,
que padece una terrible maldición que la lleva a convertirse en pantera. Pero
ella no puede aceptarle sin contarle antes el hechizo que pesa sobre los suyos.
Descendiente de una extraña raza procedente de Serbia, que se transforma en
sanguinaria pantera, cada vez que siente el amor, Irena está poseída por el
miedo a matar al ser amado: Oliver.
Para el papel de Irena, Tourneur escogió a una actriz francesa de la que Jean
Renoir había dicho «es la presencia más felina del cine». Y no se
equivocó. Irena tiene una belleza serena, pero tras esa cara de niña buena e
inocente podía transformarse en terrible pantera. Irena al igual que Drácula
o Larry Talbot es el vivo ejemplo del peso de una maldición y no de la maldad
como característica de su personalidad.
En La Mujer Pantera y La Máscara del Demonio, el doble es el resultado de una
maldición "ancestral" que se produce en las regiones consagradas a
fenómenos de este tipo. Serbia y Moldavia, pero con la diferencia de que sucede
"dos siglos más tarde", ya que lo que cuenta Tourner se desarrolla
en el siglo XX en Estados Unidos. Al personaje principal de La mujer pantera,
Irena Dubrovna, le obsesiona una leyenda de su país, según la cual, una maldición
golpeará al pueblo serbio del que ella es originaria. Como consecuencia los
miembros de este pueblo, por el hecho de haber adorado a Satán, se consagrarán
al Mal y la transformación en pantera será el resultado de este pacto. Esta
maldición se prolonga hasta el presente.
Pero Irena decide integrarse en la sociedad americana casándose con Oliver
Reed. El nuevo matrimonio festeja con algunos amigos el acontecimiento en un
restaurante serbio, "The Belgrade". Una mujer a la que todos identifican sin
dudarlo con una cat woman, se dirige a Irena identificándola como "mi hermana",
de esta forma le trae a la memoria la imagen de ella misma que le gustaría desaparecer.
Ambas mujeres son figuras dobles pero también opuestas. La mujer-gato se viste
de negro riguroso como el pelaje de una pantera, mientras que la heroína, Irena,
se viste de blanco; ambas lucen el mismo tipo de peinado; Irena lleva una orquídea
y un lirio, dos flores que hacen referencia a su doble personalidad (una flor
"del mal" y una de la inocencia); Irena adopta la apariencia de una mujer sociable
y agradable, mientras que su doble es solitaria y distante.
Al inicio de La mujer pantera nos muestra una inquietante pantera negra y,
precisamente, la frase que se cita tomada del libro del Dr. Judd, se escucha
sobre la imagen en la que aparece la estatua que representa al rey Juan alzando
una espada en la que hay un gato empalado. El gato es, por consiguiente, la
figuración del Mal que le sobrevino a Serbia tras la ocupación de este país
por los Mamelucos, y la abjuración de la religión cristiana que llevaron a cabo
las gentes autóctonas. Este animal es la pantera negra o el leopardo que puebla
los filmes de Val Lewton, desde La mujer pantera hasta THE SEVENTH VICTIM (La
Séptima Víctima-1942), pasando por THE LEOPARD MAN (El hombre
leopardo-1943). No es de extrañar que en la película THE BODY SNATCHER (El ladrón
de cadáveres-1945), cuando John Gray (interpretado por Boris Karloff) estrangula
a Joseph (Bela Lugosi) tiene como testigo, casi como "cómplice", a un gato al
que acaricia. Y cuando MacFarlane asesina a Grey, el mismo gato asiste a la
escena con el lomo y el pelaje erizados.
También tenemos que referirnos a la nieve que aparece en este filme, que hace
referencia al frío, a la frigidez y a la belleza estéril de las mujeres malditas.
El reconocimiento que lleva a cabo "la mujer felina" tiene como consecuencia
que Irena prohíba a su marido la entrada en su habitación. Encontrar a su hermana,
su doble, significa para Irena la reactivación de su parte felina.
-La eterna diabólica
Simone
Signoret interpreta a la diabólica Nicole de LES DIABOLIQUES (Las Diabólicas-1955).
Michele Delasalle (Paul Meurisse) dirige una escuela privada, ayudado por su
esposa Christina Delasalle (Vera Clouzot), una brasileña martirizada por los
sufrimientos de su frágil corazón y Nicole Horner (Simone Signoret), una maestra.
Después de incontables humillaciones, las dos mujeres llegan a un acuerdo: matarlo
ahogándolo en una bañera.
Simone Signoret interpreta a un personaje magistral. Es una mujer sublime.
De su personaje destacamos que no es una mujer bella, pero exhala un gran atractivo
y una gran personalidad.¡Cómo camina! Su modo de fumar, las gafas negras que
luce. Su vestuario, su peinado... Todo hace que sea un personaje muy bien creado.
Tampoco esta película escapó de la interpretación de los críticos y estudiosos,
que han visto también en un lesbianismo latente en el personaje de Nicole, siempre
protegiendo a la indefensa y pequeña Christina.
Estamos ante un film que juega, en buena parte, con elementos perfectamente
reconocibles, ya que su trama se asienta en una situación de partida (la del
triángulo amoroso) y un desarrollo (la confabulación de dos de sus elementos
contra el tercero en discordia), triángulo emocional que ya habíamos visto en
el de THE POSTMAN ALWAYS RINGS TWICE (El cartero siempre llama dos veces-1946),
de Tay Garnett. ¿Dónde radicaba, entonces, su originalidad y, más aún, su carácter
transgresor?
Fundamentalmente, en dos aspectos: el primero, el hecho de que las confabuladas
sean las dos mujeres, con las evidentes connotaciones de transgresión moral
que ello conlleva (el supuesto lesbianismo, a pesar de que no hay el más mínimo
atisbo de contacto físico entre las dos protagonistas, no era un tema fácil
de admitir para la época en que nos hallamos, mediados de los 50); y el segundo,
su retorcido e inesperado final, esa doble vuelta de tuerca, que deja al espectador
cuanto menos sin palabras.
Tampoco caben mayores objeciones al trabajo interpretativo de las protagonistas,
muy especialmente el de sus dos actrices principales, cuya presencia es casi
permanente en pantalla (y, en numerosas ocasiones, compartiendo plano). Christina
Delasalle -la mujer de Michelle y dueños del colegio-, es una mujer de aspecto
frágil y quebradizo, y de belleza serena, cuyo desvalimiento físico y afectivo
mueve a la compasión casi permanente. En cuanto a Nicole Horner, es una mujer
con mucho más empaque, la cual transmite su arrolladora fuerza y carácter. Sin
duda alguna ella es la maquinadora, la perversa y la diabólica. No tiene bastante
con ser la amante de Michelle y robarle a Christina -que lo sabe y consiente-
su propio marido, sino que también quiere quedarse con el colegio. Nicole no
usa la excusa de quitar a Michel de en medio para que ella y Christina sean
libres, lo que quiere, en realidad, es matar de un ataque al corazón a Christina
y con quien se confabula para ello es con el propio Michele.
Una historia que deja al espectador aterrado al comprender hasta qué punto
la perversidad humana no tiene límites, hasta qué punto, en definitiva, puede
llegar la imaginación y la maldad de una mujer.
- Baby Jane
Bogart.
Bogart seduce a pesar de los cabellos ralos, las manos temblorosas, las bolsas
bajo los ojos tristones, y el eterno cigarrillo: el primer feo con categoría
de estrella. Si Bogart pasó pronto a enfilar los primeros puestos entre los
seductores de la fábrica de sueños, por qué no iba a ser igual para una mujer.
Aunque en Hollywood no había hueco para las feas, Bette fue una excepción.
Si rara ha sido en Hollywood la conjunción de una fuerte personalidad y un
gran talento dentro de una misma estrella, mucho menos frecuente resulta que
una mujer haya alcanzado el estrellato saltándose a la torera los más imprescindibles
requisitos formales: belleza física y glamour. Bette Davis fue la gran excepción.
Destinada por una peculiar fisonomía (ojos exoftálmicos, labios muy finos y
pechos caídos) a interpretar casi siempre papeles desarraigados, su vigoroso
y combativo temperamento (Humphrey Bogart la definió en cierta ocasión como
«una belicosa») le fue abriendo paso entre la pléyade de aspirantes que, como
ella, asediaban Hollywood a comienzos del sonoro. En poco tiempo, su brillante
versatilidad y sus célebres manierismos (muecas faciales, andares pélvicos,
forma de hablar cortando las palabras) la convirtieron en una de las más activas
y genuinas "reinas" de la época dorada de Hollywood.
La perversión que introdujo en el cine Lana Turner fue de índole doméstica
y urbana, de ahí que ya nadie note su poderoso influjo en las posteriores heroínas.
Hasta entonces, en la puesta en escena de la maldad en el cine de Hollywood,
se había recurrido a la estereotipada imagen de la vamp y sus secuelas, amantes
redimidas por la pasión o la censura. Es evidente que la primera heroína doméstica
que rompe con la vieja imagen de la «estrella diosa» sea la inmortal Bette Davis.
Bette fue la más fea y la más mala. Su poca belleza, sus ojos melodramáticos
y su mal carácter le llevó a interpretar papeles de mujer dura, egoísta y temperamental.
Así consiguió ganarse el título de perversa o de loba gracias a su interpretación
en la película THE LITTLE FOXES (La loba-1941) de William Wyler. Bette Davis
daba vida a Kegina Giddens, una terrible mujer de carácter inaguantable llegando
al colmo de la perversidad.
Sin embargo en WHAT EVER HAPPENED TO BABY JANE? (¿Qué fue de Baby Jane?-1962)
de Robert Aldrich aparecen las locas más locas de la historia del cine.
"Baby Jane" Hudson, interpretada por Bette Davis, es una artista que tuvo un
éxito arrollador, y que años después, vive con su hermana Blanche (Joan Crawford)
-una gran diva del cine, que tras un grave accidente de automóvil, se halla
postrada en una silla de ruedas. Baby Jane, loca y malvada, maltrata a su hermana
de forma sistemática, debido a los celos y la envidia, mientras ahoga sus penas
en el alcohol. Cuando "Baby Jane" pretende, absurdamente, volver a los escenarios,
se desencadenarán acontecimientos terribles ...
Bete Davis y Joan Crawford estaban espléndidamente malas en este cuento de
terror que las devolvió al candelero del cine. Robert Aldrich consiguió convertir
en monstruos a estas antiguas reinas de la factoría de los sueños, encerrándolas
en una casa para enfrentarlas y crear una tensión que no decae en ningún momento.
-La madre castradora: Psicosis
De
un tiempo a esta parte, algunas las teorías cinematográficas se han centrado
en analizar la representación fílmica de las relaciones entre madre e hijo.
Si bien, en los melodramas las relaciones son casi siempre entre madre e hija;
en el género de terror lo que se explora es el vínculo entre madre e hijo, en
el que la madre se presenta como un objeto que produce fobia y aversión. Esta
monstruosa madre es central en las películas y su perversidad está casi siempre
caracterizada por un comportamiento posesivo y dominante. Buen ejemplo de ello
sería la madre de Norman Bates dueño del Motel más conocido de la historia del
cine.
Norman Bates es un personaje de ficción que vivía en una tenebrosa casa, con
su madre muerta y llevaba un motel. Psicótico perdido, en ocasiones adoptaba
la personalidad de la madre muerta para autocastigarse, cambiaba la voz e incluso
se vestía con sus ropas. Norman Bates (Anthony Perkins) protagonizó la imagen
criminal más famosa de la historia del cine: con silueta de mujer asestaba montones
de puñaladas a una mujer en la ducha.
El personaje de Norman Bates fue creado a imagen y semejanza de un verdadero
asesino: Ed Gein. Gein era un asesino necrófilo y caníbal que mató y se comió
a cuatro mujeres entre 1954 y 1957. A Gein le perseguía el recuerdo de una madre
extremadamente posesiva y se dedicaba a desenterrar cuerpos de los cementerios
de Plainfield (Wisconsin) para quitarles la piel y confeccionarse máscaras y
vestidos de piel humana.
PSYCHO (Psicosis-1960) narra la historia de un psicópata con personalidad múltiple
que conserva disecado el cadáver de su madre. Norman Bates es un hombre feo,
solitario, enfermizo, con una fuerte carga emocional, producto de su atormentada
infancia al lado de una madre neurótica por el abandono de su marido, que en
represalia a su odio contra los hombres, descarga en su hijo sus múltiples insatisfacciones
hasta el grado de no dejarlo desarrollar su propia vida, manteniéndolo siempre
"pegado a sus faldas".
Por lo tanto, Norman Bates cuando se hace adulto se vuelve un hombre alienado
y por ello, comete un gran número de asesinatos. ¿Pero cómo ha llegado a ese
terrible estado? ¿Puede una madre odiar hasta tal punto a su hijo como para
destruir su vida?
La historia que inventó Robert Bloch (1917-1994), presenta como punto de partida
a una mujer que fue abandonada por su marido con un hijo pequeño, al cual tuvo
que sacar adelante sola; este complejo de abandono se manifiesta por un sentimiento
de distanciamiento o agresividad contra los demás para ponerlos a prueba (para
confirmar que no se le abandone de nuevo), e intenta justificar la propia angustia
traspasando la culpa a los otros. Así, Norma Bates concibe un odio irracional
hacia los hombres, transmitiendo sus neurosis a su hijo al someterlo a una relación
de dominación total. De hecho, impide su crecimiento mental al martirizarlo
con sentimientos de culpa, pues para lograr esta sumisión, lo ha educado en
la creencia de que si algún día llega a abandonarla por otra mujer -al igual
que lo hizo su padre-, algo terrible sucederá.
Al no poder soportar el dolor y su carga de remordimientos, se opera en Norman
el desdoble de su personalidad. Si bien desde antes ya se prefiguraba la existencia
de dos personalidades -una la del adulto con motivaciones sexuales y otra la
del niño que reprime esos impulsos-, ante la muerte de Norma, surge una tercera
personalidad: la de la propia madre; es decir, Norman se convierte en su madre,
a la cual desea conservar viva por medio de sus sentimientos de culpa. A partir
de este punto, la mente de Norman Bates se desquicia por completo, aunándose
a sus diversas perversiones la necrofilia y el voyeurismo. Norman no puede destruir
las relaciones de dependencia con su madre. Por consiguiente, la mantiene viva
en un espeluznante acto fetichista: para conservar a su madre la diseca y la
sienta en una butaca y como si continuara viva, y sigue sometido todo ese tiempo
a la imagen de una madre posesiva que ya no existe pero que continúa atormentando
su vida.
De esta manera, todas las manías de Norman Bates siguen creciendo durante los
años que vive solo con el cadáver disecado de su madre. Su sexualidad reprimida
sólo se permite ser satisfecha por medio del voyeurismo. Con este fin, tiene
hecho un agujero en la pared de su oficina que va a dar a la habitación contigua,
por el que le gusta mirar a las mujeres que paran en su motel, a las que les
proporciona ese cuarto con el objeto de espiarlas. Cuando Marion Crane llega
al motel, Norman titubea ante el manojo de llaves para decidirse por fin a entregarle
la correspondiente a la habitación número 1. Después de la cena con la muchacha,
Norman se siente interesado y excitado, por lo que la observa mientras se desnuda
para tomar un baño; y es entonces cuando convergen las múltiples personalidades
de Norman: el hombre se siente excitado ante el cuerpo desnudo de la muchacha,
pero el niño sabe que eso es pecado, que la mujer es mala porque lo ha tentado
con su cuerpo y debe ser destruida. Sin embargo ese personaje infantilizado
es demasiado débil como para cometer un asesinato, y debe ser, por consiguiente,
la madre quien lo libre de esos terribles males, la que acabe con la mujer que
lo ha perturbado.
Conclusiones y consejos para ser perversas
En definitiva, la perversa es la mujer que, en el fondo, a todo hombre le gustaría
poseer, aunque el prototipo femenino más aceptado socialmente sea otro bien
distinto. La protagonista femenina se presenta, por tanto, en el cine de terror
como deseable pero a la vez fuerte y peligrosa, salvaje como una pantera; el
hombre tiene que controlarla y someterla para evitar ser destruido por ella.
La sexualidad va íntimamente ligada a la muerte. Estas perversas encarnan todas
las maldades, además de ser seductoras ofrecen riesgo, inmoralidad (como la
vampira) y destrucción (como la mujer pantera).
Estas mujeres viven de la desgracia de sus víctimas, como el vampiro de la
sangre de las suyas. La mujer fatal está guiada hacia un destino a menudo tan
incierto para ella como para los demás. La malvada aparece como un poder contra
el que nada se puede hacer, porque incluso ella misma está dominada por algo
que la sobrepasa. Y el hombre al que toca y condena se convierte en víctima.
Como dice Robert Greene, en El arte de la seducción «los mayores seductores,
los que seducen a los públicos masivos, naciones, el mundo, son quienes logran
actuar sobre el inconsciente de la gente, haciéndola reaccionar de una forma
que no puede entender ni controlar». Por ello, son diabólicamente atractivas
quienes son inherentemente perversas. Nada más lejos de la realidad es que una
conquista fácil tiene menos valor que una difícil. Y en este sentido, la vanidad
es fundamental en el arte de la seducción. Ya lo decía Ovidio, «aquella que
quiera conservar su poder, ha de usar el mal de su amado».
Como los de Helena de Troya, los ojos de las mujeres del cine de terror son
como ejércitos y allí donde ponen la mirada arden las ciudades y todos aquellos
que las conocen sufren por ellas. El embrujo está hecho a partir de lo que está
oculto. La mirada es el lugar y el instrumento para la vampirización: nos dejamos
vampirizar y vampirizamos a través de ella. Sin embargo, las seductoras no ven
el amor como algo sagrado, más bien como una guerra donde todo vale.
Como Lou Andreas-Salomé que rompió el corazón del misógino Nietzsche y consiguió
matar de amor a un Rilke, que en su lecho de muerte le pidió a los médicos «
pregúntenle a Lou cuál es mi mal. Ella es la única que lo sabe», estas mujeres
son malas, pero malas en el sentido goethiano: mal que produce bien porque sus
presencias son excitantes.
A las perversas y malvadas las odiamos, pero en el fondo las amamos, sentimos
una mezcla de repulsión y simpatía, su sola presencia nos provoca asco -el asco,
tan relacionado con el horror- pero las envidiamos...Al fin y al cabo, estas
películas nos plantean la posibilidad de que todos llevamos la maldad en nuestro
interior, que lo que provoca más miedo es no conocer los límites de nuestros
actos. Como dice José Manuel Ariza en La vida imaginaria, las buenas películas
de monstruos son las que plantean la hipótesis de que todos, de alguna manera,
llevamos al monstruo dentro de nosotros. Y eso, qué le vamos a hacer, hasta
resulta halagador.
Bibliografía
AA.VV., DIABLESAS Y DIOSAS ( 14 perversas para 14 autores), Barcelona, 1990,
Ed. Laertes
AA.VV., El cine fantástico y de terror de la Universal, San Sebastián. Ed. Donostia
Kultura
AA.VV, Las raíces del miedo, Dirigido por, Nº 290, mayo de 2000
AUMONT, Jacques, El rostro en el cine, Barcelona, 1998, Ed. Paidós Comunicación
Cine
BENÍTEZ ARIZA, José Manuel, La vida imaginaria, Valencia, 1995, Ediciones de
La Mirada
CREED, Barbara, Monstruos-Femenine: film, feminism, psychoanalysis, Editorial
Routledge
CUETO, Roberto y DÍAZ, Carlos, Drácula, de Transilvania a Hollywood. Madrid,
1997, Ed. Nuer
EISNER, Lotte H., La pantalla demoníaca, Madrid, 1996, Ed. Cátedra, col. Signo
e Imagen
FERNÁNDEZ VALENTÍ, Tomás y NAVARRO, Antonio José, Frankenstein. El mito de la
vida artificial, Madrid, 2000, Ed. Nuer
GUBERN, Román Y PRAT CARÓS, Joan , Las raíces del miedo, Barcelona, 1978, Ed.
Lumen
GREENE, Robert, EL ARTE DE LA SEDUCCIÓN, Madrid, 2001, Editorial Espasa
LEUTRAT, Jean-Louis, VIDA DE FANTASMAS. Lo fantástico en el cine, Valencia,
1999, Ediciones de La Mirada
LOSILLA, Carlos, El cine de terror, Barcelona, 1993, Ed. Paidós Studio
MARIGNY, Jean, El despertar de los vampiros, Barcelona, 1999, Ed. Biblioteca
de bolsillo
Claves MARINA, José Antonio y LÓPEZ PENAS, Marisa, Diccionario de los sentimientos,
Barcelona, 2001, Ed. Compactos Anagrama
MORALES, María Luz, El cine y sus "monstruos", Films Selectos, Año III, Nº 99,
3 de septiembre de 1932, Págs. 6-7
NOSFERATU, Malas en el cine, enero de 1997, Nº 23
NOSFERATU, Malos en el cine, marzo de 1998, Nº 27
PIRIE, David, El vampiro en el cine, Barcelona, 1977, Ed. Círculo de Lectores
ZÁRRAGA, Miguel de, Los monstruos se imponen, Films selectos, Nº 119, 21 de
enero de 1933, págs. 8-9
| atrás
| recomendar esta página
| enviar comentarios
| arriba
| |