Terror Universal
E mail Nombre

Seccion: Películas (Lecturas: 8738)
Fecha de publicación: Julio de 2006

La Residencia

Un pantallazo sobre La Residencia, con algunas interesantes derivaciones psicológicas.

Sara Rodríguez Mata



Registro de marcas

Bookmark and Share

Lobbycard mexicano de LA RESIDENCIANo sé si he dicho alguna vez que los espectadores españoles suelen despreciar -aún más si cabe- el cine de terror español. Y digo, aún más si cabe porque ya de por sí, el cine español tiene mala fama entre el propio público nacional. De esto recuerdo que hablamos con Paul Naschy, quien definió no sólo a los espectadores, sino también a los propios directores y productores de cine español como "cainitas"… Así que no lo voy a recordar yo, pero a la entrevista les remito. El caso es que, como digo, si ya es poco visto el cine español definido como "comercial", menos aún se ve el cine de terror.

Pero el film que les traigo hoy es digno de mención, de análisis. Hay películas como Al final de la escalera, Los Otros, ¿Qué fue de Baby Jane?, o El resplandor, donde la acción transcurre en una casa, entre cuatro paredes, donde no hay salida posible y en la que la tensión se palpa y se transmite al espectador. Cuando alguien ha visto tantas películas de suspense, horror o terror, es difícil mantener la intriga y que no se desvele a la primera de cambio quién es el/la asesino/a…Pero en este caso he de reconocer que me sorprendió mucho, pues este film superó todas mis expectativas y al igual que películas posteriores –como las ya citadas- consigue la vuelta de tuerca de Henry James.

En el cine fantástico español destacan nombres como Jesús Franco, Paul Naschy, Amando Osorio y Jorge Grau, entre otros. Pero, el nombre de Narciso Ibáñez Serrador es conocido de sobra y no necesita ser explicado o presentado porque su producción televisiva marcó toda una época en la historia de la televisión en España. Puede que Chicho Ibáñez –como así se le conoce- sea recordado por programas como Un, dos, tres o la famosa serie Historias para no dormir, pero además de eso, contribuyó a dar prestigio al cine español con títulos tan memorables como La Residencia (1969) o ¿Quién puede matar a un niño? (1976).

La ResidenciaAhora que Darío Lavia –alma mater y director de Terror Universal- acaba de inaugurar una nueva página web dedicada a la figura de Narciso Ibáñez Menta, he pensado que no sería justo dejar pasar la oportunidad y no hablar de su hijo, que tantas satisfacciones ha aportado al audiovisual español.

Narciso Ibáñez Serrador (Montevideo, Uruguay, 1935) es hijo de los actores Narciso Ibáñez Menta y Pepita Serrador, a los que acompaña desde muy niño en sus giras teatrales por América. En 1947 se traslada a España y debuta como actor en la Filmoteca Maturana de E. de Filippo. En 1953 da sus primeros pasos como director teatral con El zoo de cristal, de Tenesse Williams. En 1957 estrena Obsesión, utilizando el seudónimo de Luis Peñafiel, nombre que usaría ya siempre para su producción literaria. Desde 1964 triunfa espectacularmente en Televisión Española y recibe numerosos galardones y reconocimientos. Su concurso televisivo Un, dos, tres se convirtió en un clásico en la historia de la televisión española, pero también lo fue la serie Historias para no dormir que fue todo un fenómeno social de masas.

En 1969, Narciso Ibáñez Serrador rueda La Residencia, un auténtico hito del fantaterror internacional, con un guión muy elaborado (escrito por el propio Ibáñez Serrador) y que contó con una esmerada puesta en escena, en la que se cuidó hasta el más mínimo detalle.

Sinopsis

Lobbycard italiano de LA RESIDENCIAEn un recóndito lugar de la Provenza francesa, una mansión sirve como residencia para señoritas con problemas familiares o con un pasado oscuro. La directora (Madame Fourneau) es una mujer severa, que ejerce una disciplina autoritaria que roza el sadismo. Madame Fourneau (Lilli Palmer) tiene un hijo al que adora, pero a quien pretende separarlo de cualquier contacto con las chicas de la residencia. La mansión se convierte en un laberinto que no tiene salida, y del que cada vez que alguna interna intenta escapar, muere asesinada sin que las demás alumnas sepan nunca más de ellas.

Esta película no pasará de moda, no envejecerá porque no estaba hecha con pretensión de ser inmortal. No es de susto fácil (como al que nos tienen acostumbrados directores de la talla de Wes Craven y de films como El proyecto de la Bruja de Blair, cuyo miedo está destinado a un público juvenil). No, quien quiera vivir un agradable rato de misterios, tensión, con ciertas dosis de terror, no se pierda esta película, que devolverá miedos primigenios de pasillos oscuros, escaleras de caracol.

Afiche belga de LA RESIDENDAEn el proceso de montaje de La residencia se eliminaron dos escenas. La primera transcurría en una posada donde M. Baldie y su hija Theresa se detienen antes de llegar a la mansión regentada por Madame Fourneau. En la segunda, Irene destruye los dibujos sáficos que decoran las paredes de su habitación secreta donde mantiene reuniones. Del mismo modo que en Las diabólicas de Clouzot, en la que algunos críticos vieron un posible lesbianismo más o menos solapado, aquí también se vislumbra cierto lesbianismo, no sólo por parte de la directora del centro, sino también por parte de la alumna Irene.

A pesar de que en la época del estreno de la película se especuló sobre las partes censuradas, a decir verdad, sólo tuvieron que eliminarse tres secuencias. Por desgracia, el material original se destruyó y sólo quedan algunas fotos fijas como testimonio, por lo que nunca podremos ver el montaje real del film, al igual que ocurrió con Las vampiras de Jesús Franco, que hace unos años volvió a editarse íntegramente.

Escenas censuradas

Tras el castigo impuesto a Catherine, Madame Fourneau curaba sus heridas y depositaba un beso en la espalda en carne viva de la joven. El plano de los labios besando la piel desnuda fue eliminado.

Durante la secuencia en la que las jóvenes asisten a clase de costura, mientras una de ellas mantiene un tórrido encuentro con el chico que, semanalmente, les suministra madera, la banda sonora incluía los gemidos de la pareja que llegaban a un clímax unísono, junto al acompañamiento musical. Los gritos de placer, como eran de esperar, fueron eliminados y sólo se dejó la música de Waldo de los Ríos. La banda sonora es modesta, pero decente y viene a apoyar y destacar los momentos de tensión. En escenas como la de la clase de costura, el acompañamiento musical consigue dar la sensación de que el aire se corta con un cuchillo.

La famosa secuencia de las duchas también tuvo tijeretazo: se suprimieron algunos planos en los que la anatomía de las chicas era demasiado evidente.


Momento complicado para Adrián
(lobbycard americano de la película)

Asimismo, es necesario comentar el complejo de Edipo que sufre el hijo de Madame Fourneau, (Adrián) quien posee un carácter insano. Él, al igual que el personaje de la obra de Sófocles, crece en un ambiente unido a su madre, en la que no reconoce al Otro distinto ni independiente. Parece que tuvo una existencia –más o menos- feliz en la fase preedípica; pero cuando pasa a la fase fálica, el hijo adquiere conciencia de su padre, un padre a quien probablemente no conoció y del que nada se sabe. Adrián ya es un adolescente y se siente atraído por las mujeres, a las que espía y con las que se ve a escondidas sin que la madre lo sepa. Madame Fourneau quiere para su hijo lo mejor, lo ama, lo adora y por eso lo sobreprotege, encerrándolo en esa guarida. Adrián, como hemos dicho, surca la adolescente y esta fase quedará marcada por el impedimento de su madre a verse con cualquiera de esas chicas, pues ninguna de ellas es merecedora de él; Adrián se merece una mujer como ella… La educación prohibitiva de la madre hará mella en la conducta de Adrián, que se echará a perder.

Afiche americano de LA RESIDENCIALas consecuencias de una educación rígida y tiránica, en la que el modelo materno es el único que se impone, ya lo vimos en el film Psicosis (1960) de Aldred Hitchcock.

Hemos comentado alguna vez que ciertas teorías cinematográficas se han centrado en analizar la representación fílmica de las relaciones entre madre e hijo. Si en los melodramas las relaciones son casi siempre entre madre e hija, en el género de terror, lo que se explora es el vínculo entre madre e hijo, en el que la madre se presenta como un objeto que produce fobia y aversión.

A diferencia de la madre de Norman Bates, Madame Fourneau no odia a su hijo, no parece que su intención sea la de destruir la vida de su hijo. Pero, sin saberlo, está consiguiendo que su hijo desarrolle miedos, que sea un ser enfermizo y esté obligado a estar solo, hasta tal punto de no dejarlo desarrollar su propia vida, manteniéndolo siempre "pegado a sus faldas".

La película obtuvo un gran éxito y batió records de taquilla. El éxito propició que el dramaturgo Alfonso Paso dirigiera la parodia La otra residencia (1970). Sin embargo, Chicho en vez de continuar por la cinematografía, se centró en sus proyectos televisivos. Y tiempo después, cuando regresó a ella para rodar ¿Quién puede matar a un niño? (1976), la película fue recibida con frialdad.

Puede que el propio Ibáñez Serrador supiera que con La residencia había conseguido superarse a sí mismo, consagrándose con la obra que lo recordaría siempre. Y es que se lo puso él mismo difícil con esta película de ambientes misteriosos, pasillos oscuros y marcado ambiente opresivo.