![]() |
![]() |
![]() |
||
|
Iván Farías Carrillo Artículo originalmente publicado en Revista Cinefagia
De un lado tenemos al hombre de cine que desde niño pisa el plató y tiene para sí todo un mundo de fantasía. Hijo de actores (Julio Taboada y Aurora Walter, quienes nunca destacaron), se dedica desde un inicio a la escritura de guiones. En esto fue muy, pero muy prolífico. Comienza en la naciente televisión, realizando adaptaciones y guiones para todo tipo de programas. Se calcula que en 1965 había hecho más de un millar de obras para la pantalla chica, actividad que no dejaría de realizar hasta su muerte. Porque, extrañamente, vivía una relación de amor-odio con el cine. Relación que lo llevaría abandonar en varias ocasiones el oficio cinematográfico. Su primer guión para la pantalla grande es Kid Tabaco (1954), una historia plagada de pretensiones sobre el medio boxístico, que le fue pedida ex profeso para el cine. Mientras Taboada hacía una historia con referencias "intelectualoides" a los mitos del pugilismo, entre ellos el Kid Azteca, el realizador asignado no lograba sacar ningún provecho de la historia. A varios años de distancia, podría parecer que el mayor error de esta cinta no fue el trabajo de Carlos Enrique, sino del realizador de maquila. Taboada se siente tan mal por esa película que abandona el cine por cinco años. Es tanto su coraje con el director que despotrica contra la cinta en alguna revista de moda: "Cambió los personajes, a los secundarios los hizo protagonistas… No fue capaz de entender la esencia de la historia." Y es que por otro lado Taboada, era un ser con pretensiones, con ínfulas de artista revolucionario y con una cultura amplia que le ayudará en contadas ocasiones, como se verá en su posterior filmografía. Esta mal empiezo lo perseguiría toda su vida, porque sus argumentos siempre serían dirigidos por pésimos directores. Inclusive… él mismo. Hay que aclarar que en ese tiempo se vivía la caída estrepitosa del cine nacional, debido, principalmente a que nunca se consolidó una industria de calidad que pudiera hacer frente a la competencia que vendría inmediatamente después de la guerra. Así que acabando dicho conflicto internacional y regresando el poder del motor económico, las cinematografías norteamericanas y europeas volvieron por sus fueros. Taboada se encontró de improviso con cineastas que en realidad eran maquiladores. Casas productoras que no apostaban por la calidad, sino por hacer "productos vendibles", echando mano de los ganchos mercadológicos que fueran: coproducciones, importando cómicos, directores o actores, todo con argumentos pueriles, que supuestamente iban a interesar al público. Como se ve, desde esa época los dueños de los medios pensaban que la gente era estúpida. Taboada tiene que acoplarse a ese medio rápidamente, por lo que decide trabajar en los seriales, tan de moda en ese entonces, retomados como una forma de volver a interesar a la audiencia. Esto lo lleva a realizar una sarta de cintas sobre un personaje mítico de nuestro país, Chucho El Roto (1959). En la primera entrega Chucho El Roto es atrapado y va contando su azarosa vida, empezando por los hechos más recientes hasta llegar a sus orígenes . Desde esos primeros trabajos ya se veía que tenía una vena fantástica inacabable y un conocimiento de la mitología de nuestro país. A pesar de que eran sólo sus historias, la trama marcaba ya muy bien sus pasiones. Haciendo una mancuerna perfecta con su coguionista Alfredo Ruanova, narra la historia del hijo de Nostradamus (sic) que muy enojado va a reclamar a la Sociedad de Investigaciones Paranormales (sic) que reivindiquen el nombre de su padre. Como no le hacen caso, se convierte en un vampiro (caray, de verdad) y cobra venganza contra todos; inclusive a Domingo Soler, interpretando a un Profesor Durán de franco humor involuntario. De alguna manera se entiende muy bien con Alfredo Ruanova y juntos hacen los guiones y adaptaciones de infinidad de cintas. Desde temas rancheros (Los Inocentes, con Julio Alemán, donde intentan darle un giro a este tema recurrente en el cine nacional) hasta los que siempre le llamaron más la atención, los de terror. Jaime escapa y ayudado por los consejos del doctor, hace un monstruo con armazón de metal y carne humana. La bestia recibe el nombre de Orlak, porque según los personajes "significa invencible para los dálmatas antiguos". La película después deriva en una serie de asesinatos y persecuciones que plagian en mucho al Moderno Prometeo de Shelley. Sin embargo, la cinta a pesar de sus desatinos, de las pésimas actuaciones y de los lugares comunes (el fuego fascina y mata a los monstruos cinematográficos) se percibe ese aire de cientificismo ateo que impregnó en sus posteriores personajes. Además del juego de que la bestia tuviera el rostro de su creador. Después, escribirían juntos El Espejo de la Bruja (1960), donde se plasmaría su gusto por el esoterismo y las historias truculentas ambientadas en el pasado. El inicio es de antología, con aguafuertes de Goya moviéndose de fondo se hace una breve introducción a la brujería. Pero la cinta es pésimamente dirigida y sólo nos deja una sonrisa en el rostro por lo mal realizada. Caray, las referencias a Blanca Nieves con su espejo que siempre dice la verdad son francamente risibles. ![]() Luego concebiría otros seriales y adaptaciones malísimas, a veces haciendo equipo con la familia De Anda. El Charro Negro en chafísimas aventuras, que de vez en cuando retransmiten en las diferentes televisoras. Y llevaría a la pantalla grande una historieta de dudosa calidad, Almagrande, con una canción horrible como tema principal. En la segunda parte de este artículo, hablaremos de El Juicio de Arcadio, el primer intento de Taboada por hacer cine de autor, y de las cintas que lo convertiría en un apreciable practicante del horror: Hasta el Viento Tiene Miedo.
Fuentes de las imágenes
| atrás | recomendar esta página | enviar comentarios | arriba | |
© 2025 Terror Universal |