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Fecha de publicación: Diciembre de 2006
Jaume Balagueró: La trilogía del mal
Recorremos la interesante tríada de filmes fantásticos realizados por uno de los más importantes directores españoles de la actualidad. Sara Rodríguez Mata

Jaume
Balagueró (Lleida, 1968) ha hecho méritos propios para aparecer
entre los cineastas nacionales que logran hacer una cinematografía de
calidad a la altura de los mejores produccciones europeas, por no decir hollywoodienses.
Balagueró es el exponente del buen cine (el de calidad y animación),
pero hecho en casa. Además, el catalán ha asegurado que no tiene
pensamiento de cruzar el charco, como muchos de sus compatriotas y foráneos
hicieron una vez que la crítica y el público internacional les
dio la bendición. No, Jaume asegura que se quedará aquí
y seguirá demostrando que se puede hacer buen cine al estilo made
in USA sin necesidad de salir de nuestras fronteras.
Prueba de ello son sus tres películas (Los sin nombre, Darkness
y Frágiles) con las que ha cosechado un éxito insuperable.
A modo de introducción, diremos que este joven cineasta cursó
estudios de fotografía y de dirección cinematográfica y
está licenciado en Comunicación Audiovisual.
En su andadura profesional comenzó colaborando en diversas revistas
de cine, incluso trabajó en Radio Hospitalet (en Cataluña) con
un programa que se llamaba "La espuma de los días". Sin embargo,
lo que realmente le tiraba era la cinematografía. La mejor forma de introducirse
y experimentarse fue con el cortometraje. Alicia (1994) y Días
sin luz (1995) fueron su carta de presentación, con los que cosechó
numeroso premios nacionales e internacionales y conseguió abrirse un
hueco. Hasta que rodó Los sin nombre (1999), su ópera prima,
con la que obtuvo un gran éxito comercial en España, convirtiéndose
en película de culto, y con la que consiguió posicionarse internacionalmente.
En septiembre de 2002, a Jaume Balagueró y Paco Plaza (El
segundo nombre, Romasanta) les propusieron realizar una película
documental sobre la escuela televisiva de triunfitos "Operación
Triunfo". Una película que pasó sin pena ni gloria por las
carteleras españolas. Sin embargo, en el año 2002, volvía
a la carga con una película de género que prometía fuertes
dosis de miedo y tensión, se llamaba Darkness y con ella volvió
a obtener ese éxito internacional que tanta falta le hacía.
En noviembre de 2005 llegaba a las pantallas españolas Frágiles,
una producción que tenía a la existosa Calista Flockhart
como protagonista y que supuso la consagración definitiva de Balagueró.
A través de este reportaje, les propongo un análisis de estos
tres films que vienen a demostrar no sólo que en España se puede
hacer un magnífico cine de género -que le dice échate
pa´ allá al cine yanqui-, sino también, que nuestra industria
cuenta con profesionales muy cualificados, innovadores y experimentados.
No en vano, creo que el éxito y el impulso que pueda tomar el cine español
en nuestro territorio, es también una cuestión educacional, es
decir, el hecho de que un film esté firmado por Jaume o Jaime en vez
de James no quiere decir que sea, por principios, una mala película.
A través del análisis de los films de Balagueró, veremos
su gusto por las casas antiguas como el espacio predilecto donde habita el mal
y la percepción de atmósfera opresiva de los mayores hacia los
niños, donde estos aparecen como conductores o portadores del mal.
LOS SIN NOMBRE
La
primera conexión que tuve con esta película fue en marzo de 2002
cuando visité –muy a su pesar- a Julio Ángel Olivares Merino
en su despacho en la Universidad de Jaén. Conocí a Julio Ángel
–un personaje con aires de vampiro- en el Festival de Cine de Terror de Málaga
y al ver que estaba investigando sobre los personajes de cine de terror clásico,
me sugirió que podría ayudarme y aconsejarme en la investigación.
Para su sorpresa, me presenté en Jaén y se mostró esquivo
y huidizo. Lo poco que recuerdo de aquella infértil visita fue un poster
de la película "Los sin nombre" que colgaba de la pared y en
el que podía leerse «A Vicky y Julio».
Pero yo no he venido aquí a hablar de aquel personaje sino de esta película,
basada en la novela de Ramsey Campbell, "The Nameless", y que
narra la historia del asesinato de una niña y la búsqueda desesperada
de su madre por saber la verdad.
Cinco años después del asesinato de Ángela Gifford (Jessica
del Pozo) cuando su madre (Emma Vilarasau) había empezado
a estabilizarse, recibe una llamada telefónica que sacude su existencia:
"mamá soy yo..., ven a buscarme", le dice una joven voz al
otro lado de la línea. La madre ayudada por un ex policía, Maserra
(Karra Elejalde) y un experto en ocultismo, inicia la búsqueda
desesperada de su hija, pero da con una realidad mucho más siniestra
de lo que esperaba: existe un grupo de gente que vive oculta y que rechaza su
propio nombre, una especie de secta que se hace llamar los sin nombre.
Durante la investigación, el ex comisario y la madre, dan con un jesuita
que les habla de Green House, la casa de "los sin nombre" en Londres.
El padre jesuita les habla de Santini, el creador de esa secta. Santini
en sus primeros escritos dice:
Se puede aislar el mal científicamente, despojarlo de todos los
perjuicios, destruir la cáscara de humanidad que lo pervierte. Mutilación,
tortura, la práctica del horror como camino de purificación.
El sacramento de la atrocidad final.
Sería algo así como la síntesis del mal absoluto. Un acto
tan monstruoso que les haría alcanzar un nivel superior de conciencia.
Como una llave a un dimensión elevada de poder, de placer, todo sin límite.
Una fórmula distinta de santidad.
Vagarán perdidos y enfermos y serán despojados del
nombre, pues el nombre es el verbo y el verbo instrumento de mentira.
De
ahí lo de los sin nombre. El objetivo de esta secta es aislar el mal
en estado puro.
Lo que realmente cautivó al director de la novela de Campbell, además
de su trama aterradora y profundamente original, fue su tratamiento de la maldad
y de la perversión. En este sentido, Balagueró apunta que «en
"The Nameless", ambos conceptos son desarrollados como una entidad
propia, casi como una cosa viva que puede trascender a los hombres y actuar
por encima de ellos. El modo en que la perversidad atrae a algunos de los personajes
de la novela, la fascinación que lo maligno ejerce sobre ellos me parecieron,
desde el principio, elementos profundamente inquietantes».
De un modo sutil, casi imperceptible, esta maldad deja de estar en manos de
los hombres, para tomarlos a ellos en las suyas. El mal es uno de los elementos
que componen la naturaleza del ser humano, y por el hecho de ser negativo el
ser humano intenta esconder. De algún modo, el film plantea que engranaje
de la perversidad puede funcionar de forma autónoma, más allá
de la voluntad de quienes lo activaron, no habiendo forma de detenerlo, por
lo que el resultado puede ser devastador.
Nada más leer la novela, el cineasta catalán se percató
de que había demasiados elementos inquietantes como para dejarla pasar.
«Eran elementos más que suficientes para desarrollar el miedo,
el concepto de miedo que siempre había soñado en una pantalla
cinematográfica: el miedo que inquieta, que perturba, que permanece.
Ya no había dudas: teníamos que hacer aquella película,
enfrentarnos a la verdad y llegar hasta el final».
El objetivo de Jaume Balagueró en esta película es trasladar
una visión del mal muy perturbadora. Al mismo tiempo este largometraje
representa un paisaje patológico: hay personajes adictos al tabaco, al
alcohol, las drogas, la melancolía. Un ejemplo bien claro es Maseras,
un ex policía con problemas, atormentado porque perdió a su mujer
y se da a la bebida.
Sin embargo, el personaje digno de analizar es el de Ángela, la
niña convertida en representación del Mal, peligrosa por disfrazarse
bajo la apariencia de la bondad, más aú n con un nombre tan angelical
como ese. En este sentido, el escritor Roberto Cueto en el artículo
"El otro lado del jardín" (Imágenes del Mal,
Vicente Domínguez (Coordinador), Editorial Valdemar, 2003) apunta
que «existe tpda una tradición popularizada por el cine, en lq
que el Mal "externo" elige la anatomía infantil como refugio
o cuerpo con el que operar».
En este caso, la teoría de Balagueró no coincide con la de Rousseau
en la que los hombres son buenos por naturaleza, solo que la sociedad los
pervierte... El ideal que defendía Rousseau consistía en que el
hombre bondadoso y natural, se degrada al entrar en contacto con la civilización.
En el film de Balagueró se invita a creer en la existencia de un mal
primigenio.
Uno de los elementos que destaca sobremanera en este film es la luz fría:
con predominación del color negro, pero también el gris y azul
oscuro para crear un ambiente tenso, frío. La fotografía de Xavi
Giménez, es inmejorable. Con respecto a la fotografía hay
que resaltar los paisajes gélidos, en los que abundan los tonos negros
y azules. Se crearon los ambientes tenebristas mediante un proceso de revelado
especial. Por un lado el uso de las tonalidades frías apelan al
suspense, a lo extraño, a lo siniestro. Y, en cambio, los cálidos,
recrean las escenas de los recuerdos de la infancia. Es una película
con la que realmente pasas miedo y donde los momentos de clímax y tensión
están creados de una forma magistral; como solo saben hacer los grandes
directores: cuidando la ailuminación, los planos y la banda sonora. La
respiración del espectador y sus latidos se acompasan y siguen el ritmo
que mantien algunos personajes, como la madre.
Finalmente, los efectos especiales de DDT y la dirección artística
consiguieron ambientar las escenas para que resultaran desagradables y asquerosas.
En definitiva, para crear un ambiente donde reinase la fealdad y la maldad.
DARKNESS
Entonces imagino...
Imagino algo muy perverso oculto en la oscuridad.
Algo que toma su forma
La
noche es el momento oportuno para conjurar todos los miedos. Cuando el sol cae,
las aves de la noche salen de sus escondites y la luna alumbra su camino. En
la noche somos capaces de ver y escuchar sonidos que no existen. Muchos niños
no habrían visto a los reyes magos de no ser porque la habitación
estaba oscuroa y silenciosa. Cuando todos duermen –o simulan que duermen- prestando
atención, se percibe la música de la noche: los muebles crujen,
las tuberías suenan, incluso se pueden escuchar pasos y sentir presencias
en la alcoba. Todo esto se triplica en la mente alimentada por la fantasía
de cualquier crío. Y es que quién no ha temido alguna vez a la
oscuridad; incluso –quién lo iba a decir- Jaume Balagueró la temía
más que a nada. «Imaginaba cosas que se ocultaban dentro, que sólo
eixtían cuando se apagaba la luz. Cosas invisibles, cosas feas. Y aún
cuando encendía la lamparita de mi mesilla de noche, incapaz ya de seguir
soportando el temor, la oscuridad se me antojaba algo vivo que se batía
en retirada y se escondía en los rincones, debajo de mi cama, detrás
del armario. Acechando. Esperando el momento en que un interruptor le permitiese
volver para seguir atormentándome. Incluso de día, cuando el sol
lo inunda todo y lo hace brillar, yo seguía sintiendo la amenaza a mi
alrededor», recuerda el director.
Jaume quería recrear en este film el sentimento de pánico
a lo que nos rodea cuando se hace invisible, cuando escapa de nuestro control.
El cineasta señala que «la oscuridad convierte lo que conoces en
algo desconocido. Porque aunque sigue ahí, a tu alrededor, ya no puedes
verlo. Existe más allá de tus sentidos. Pero sigue viviendo.»
El guión está coescrito con Fernando de Felipe narra la
historia de una familia compra una casa alejada del centro de la ciudad. Se
trata de una antigua casa rodeada por la naturaleza donde esperan encontrar
la tranquilidad que no brinda las grandes urbes. Pero en esa vieja casa existe
también algo antiguo y oscuro, que permanece inmóvil y escondido
que romperá la armonía familiar. Más de cuarenta años
lleva escondido, guardando un secreto que se revela cuando todo está
oscuro.
Darkness surgió del deseo de Balagueró por realizar «una
película en la que el malo no fuera un asesino, un demonio o un extraterrestre;
sino la oscuridad, porque la oscuridad es un miedo universal de todos los niños.
La primera cosa que asusta a un niño es la oscuridad porque la percibe
como tangible».
La mansión, de madera antigua, se pinta como acogedora pero no lo es.
El plano de la casa se hizo en base a un diseño para invocar energías
ocultistas. Según el arquitecto Villalobos, que se encargó de
los planos, en algunos lugares del mundo se usa una forma similar para construir
templos y otros edificios de arquitectura ocultista. El plano de la mansión
está relacionado con la invocación de energías espirituales.
La película está plagada de pequeños elementos que constantemente
hacen referencia a mitos reales que la culturas antiguas desarrollaron sobre
cómo la oscuridad evoluciona y se identifica con el mal. Así,
es la hija de la familia, Regina, quien descubre que bajo el suelo de madera
del salón se encuentra una serpiente enroscada: un ourobouros,
que es el símbolo del mal.
El ouroboros es un mito clásico: la serpiente que se muerde la cola,
aludiendo al retorno, al principio. Como explica su director, «si al principio
con la oscuridad todo era caos, y Dios creó la luz y con ella apareció
el mundo, el ouroboros es el retorno al principio: termínese la luz y
volvamos al caos, a la oscuridad». Eso fue lo que pretendieron cuarenta
años antes el abuelo y sus otros seis compañeros.
Es
Mark (Ian Glenn), el padre de los niños quien encuentra una antigua
fotografía en B/N, muy tétrica, en la que aparecen tres señoras
muy parecidas con gafas de sol. Esta foto alude al mito de Ácate.
Para muchas culturas antiguas representa a la Diosa de la oscuridad, la diosa
del mal, personificada mediante tres caras. La presencia de Ácate también
aparece en el "Libro de la oscuridad" que los protagonistas consultan
en la bibloteca. Ian Glenn, (a quien vi por primera vez en cine hace
algunos años, en otra producción española de escaso éxito,
Mararía; de hecho, lo mejor de aquella película
era Glenn) intrerpreta a Mark, un hombre que padece un extraño transtorno
llamado Síndrome de Huntington. En un principio, la enfermedad
del padre se achaca como causa de que reinen los conflictos y la mala comunicación
en la familia. Su propios hijos llegan a tener miedo de él, sin embargo,
no es Mark el factor que desencadena todo lo malo, sino la propia oscuridad.
La oscuridad se mueve, es otro personaje.
Película concentrada de luces y sombras. el director de fotografía
es magnífico.
En cierta manera esta película recuerda al relato de Cortázar,
Casa tomada, donde unas fuerzas extrañas se apoderan de una casa
en la que habitan dos hermanos y al final se ven obligados a abandonar la casa.
En Darkness "los otros" aparecen representados mediante sombras
de niebla que salen de debajo de la cama y se propagan por el suelo. Las sombras
se hacen dueñas de la casa cuando reina la oscuridad, recordando a la
vez a films como El sexto sentido, Al final de la escalera, Los
otros, donde los vivos conviven con los muertos en el mismo escenario, sugiriendo
la existencia de otra dimensión paralela.
Cuarenta años antes, en aquella misma casa, mientras se producía
un eclipse de sol, se intentó hacer un ritual, que consistía en
que siete niños debían ser degollados. Al final el ritual no se
pudo realizar porque uno de ellos logró huir. Su padre (el abuelo) se
dio cuenta de que no lo amaba lo suficiente como para matarlo.
El abuelo es médico. Pronto se interesó por estudiar la mente
infantil y cómo se estructuran los miedos. Él señala que
el miedo a la oscuridad es un miedo común en todos los niños y
todas las culturas.
La oscuridad, el mal en su estado perfecto, puro y vivo.
Somos nuestro origen y nuestro origen es eso: el mal, el desorden. Descubrimos
el conjuro para atraerla: el templo ovoide, 7 niños degollados y el eclipse.
Hay un momento en la película, donde dialogan el abuelo y su nieta.
Parece que fueran a conciliar posturas, que fuera a solucionarse con un happy
End. Es como el Síndrome de Estocolmo que suelen padecer algunos
secuestrados.
En este film han cobrado especial prioridad los efectos digitales.
Darkness, al igual que veremos en Frágiles, está
considerada un film de terror psicológico, pero a la vez está
cargada de momentos dramáticos. Al igual que su anterior obra y en su
predecesora, los niños tienen un papel protagonista y como recuerda Jaume,
lo más difícil en el proceso de producción fue encontrar
al niño «porque los niños no son actores. Los niños
son niños y el actor que los niños levan dentro, lo tenemos que
descubrir nosotros cuando lo buscamos». Pero en el caso de Stephen sí
podía existir ese trabajo de actor-director, ya que además este
niño comprendía muy bien las emociones adultas.
Para el cineasta trabajar con los otros seis niños del rodaje «fue
fascinante porque nunca antes había visto personas tan ilusionadas en
ese trabajo. Los niños hacían los deberes y en casa ensayaban
caras de espíritu». Durante horas trabajaban para conseguir poner
caras que asustaran a Jaume.
Para esta película Balagueró se rodeó de un gran elenco
de actores internacionales, sin dejar de lado la estética para la que
se trabajó a conciencia, cuidando el más mínimo detalle,
siendo los interiores el espacio más valorado. En este sentido se aprecia,
la escasa recreación en localizaciones exteriores. Parece que su director
no deseara que el espectador llegue a perder la concentración que tiene
puesta en torno a la casa como habitat del mal.
FRÁGILES
La vida no es nada más que un viaje entre dos mundos:
el nuestro (el mundo de los vivos) y el mundo de aquellos que
han muerto. Estos dos mundos están separados. Los que
estamos en este, no podemos ver el otro, por mucho que lo deseemos.
Jaume
Balagueró recuerda cómo surgió la idea de esta película.
Todo comenzó de una manera anecdótica: con el hallazgo de una
fotografía en casa de unos amigos. De pronto, abriendo un cajón
en el despacho de su abuelo, encuentran una fotografía médica
de principios del siglo XX, en la que se ve a una niña que sufre la enfermedad
osteogénesis imperfecta, comúnmente denominada huesos de cristal.
Esta fotografía les impactó muchísimo porque en ella se
veía a una niña con múltiples piezas ensartadas por todo
su cuerpo. En relación a este suceso, Balagueró comento que «a
veces, las cosas que más te inquietan o más te incomodan son las
cosas que te inspiran y te llevan a construir una película no necesariamente
incómoda, sino hermosa».
El hospital infantil de Mercy Falls en la Isla de Wight (Gran Bretaña)
va a cerrar sus puertas tras un siglo de funcionamiento. La mayoría del
personal ya ha sido despedido y sus instalaciones han sido prácticamente
desmanteladas. Amy (Calista Flockhart), una enfermera americana, llega
a Mercy Falls para cubrir el turno de noche mientras se lleva a cabo la evacuación
de los últimos niños a otros centros. Pero pronto detecta algo
extrao en el hospital.Los niños están nerviosos, asustados, hablan
de algo intangible, invisible que no debería existir y que guarda dolor
y odio.
El objetivo principal a la hora de rodar este film era encontrar el hospital.
Necesariamente debía ser un edificio que reuniera todas las características
requeridas, a saber: debía ser muy grande y antiguo. Con esta idea viajaron
hacia Inglaterra y lo encontraron, concretamente en Reading. Se trataba de un
colegio antiguo que desde el primer golpe de vista cautiva para rodar una película
de terror o de época. Sin embargo, no les satisfizo del todo ya que por
dentro la estructura no respondía a los deseos del equipo técnico.
Así que, se pusieron manos a la obra para tomar las medidas que sirvieran
para construir los interiores acordes a la estructura del edificio. De esta
forma, los exteriores del films se rodaron en la Isla de Wight y en Reading,
mientras que las escenas que transcurren en el hospital se rodaron en Barcelona.
Un apunte curioso: las escenas que transcurren en la segunda planta del edificio
se grabaron después de rodar todas las que transcurren en la primera
planta.
El casting de actores infantiles tampoco fue fácil. Se necesitaban nueve
niños y vieron centenares de críos antes de encontrar los nueve
prototipos. Jaume señala que se requerían niños extrovertidos,
pero con cierto grado de madurez.
En concreto, una vez que se estrenó este film, Jaume ha querido siempre
dejar claro que no se trata de una película de efectos especiales y,
a pesar de que es cierto que hay bastantes, no por ello, deja de tener un tono
realista y vitalista. De hecho, encontramos efectos de tres tipos: efectos mecánicos,
digitales y de maquillaje. De los tres, los digitales cobran especial trascendencia
en escenas como la de los cubos de letras y en la destrucción de la segunda
planta. Aunque prácticamente las escenas finales fueron procesadas con
efectos digitales, también se combinaron con efectos simples mecánicos.
Para ello, y mientras Amy corre con Maggie a través del pasillo intentando
huir del infierno, se colocaron muchas personas encima del set para ir arrojando
piedra, polvo, escombros, puertas... Con lo que se creaba una sensación
mucho más impactante y real.
Esta
película tenía que despertar en el espectador la idea de roturas
y grietas, la idea de que todo es frágil y puede romperse en cualquier
momento. Para ello fueron necesarios los efectos digitales, como en la escena
de la fratura del fémur, que se aprecia cuando los médicos hacen
la radiografía: ese plano se generó en 3D. Y con respecto al plano
en el que se ven los cubos de letras moviéndose solos, el equipo de efectos
digitales tuvo que generar dichos cubos en 3D mediante el programa "Arnold".
Sin embargo, no debe olvidarse que el concepto de frágil está
dentro de la película porque ningún personaje es fuerte ni está
entero. A Balagueró no le gusta hablar de cine de terror como género,
porque dice que queda simple y señala que « el terror, en todo
caso, es cosa mía». Se trata, pues, de una película romántica
y dramática al mismo timpo. Amy (Calista Flockhart) es como una madre
para Maggie. No en vano el director recuerda que durante el rodaje todos los
actores se implicaron emocionalmente y disfrutaron mucho realizándola.
Jaume Balagueró presentó hace unos meses, en la Mostra de Venecia,
su cuarto film: Para entrar a vivir, una película protagonizada
por Macarena Gómez y Adriá Collado que refleja el miedo real a
la hora de comprar un piso.
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