Seccion: Películas (Lecturas: 4084)
Fecha de publicación: Diciembre de 2006
El caserón, las sombras y las ilusiones
A través de una aproximación a The Old Dark House, una película de James Whale, visitamos el tétrico Caserón de las Sombras. David Aparicio

Una
tormenta. Tres personajes perdidos en un paraje desconocido que no figura en
el mapa. Una casa construida en roca, solitaria, en medio de ese lugar. El género
de terror se adivina desde el principio. Multitud de películas con sus
correspondientes sagas eligieron y eligen este espacio para el desarrollo del
género de terror a lo largo de la Historia del Cine.
Penderell (Melvyn Douglas), Philip (Raymond Massey) y Margaret (Cloria Stuart) son tres personajes malavenidos en una situación límite. La relación matrimonial de Philip y Margaret se desestabiliza a la vez que los contratiempos hacen imposible continuar su viaje. Penderell confiesa que no quiere llegar al punto de destino: Allí solo encuentra rutina y aburrimiento, aquí una aventura promete desarrollarse. Y no es para menos… se aproximan a un caserón, El caserón de las sombras (The Old Dark House, 1933) con unos habitantes ancianos, locos y desquiciados.
Penderell
llama a la puerta y Morgan (Boris Karloff), el mayordomo sordomudo les
abre. La puerta entreabierta descubre su rostro desfigurado, obra del maquillador
Jack Pierce, experto en crear monstruos para las películas de la Universal.
El horrible aspecto del personaje, su incomunicación, su carácter
tenebroso nos hace recordar el Monstruo de Frankenstein. Penderell le
explica la situación y Morgan le contesta con gruñidos.
Una vez dentro Horace Femm (Ernst Thesiger) se presenta y les
invita a que tomen asiento. Coge un jarrón con flores de una de
las sillas y las echa al fuego con la excusa de que su hermana iba a cambiarlas
por otras. Las flores despempeñan un significante femenino en el imaginario
colectivo además de representar la inocencia y pureza. De ahí
el contraste con la acción de tirarlas al fuego, que se subraya con la
reacción de los personajes que miran el jarrón y el fuego sorprendidos.
Penderell, Philipp y Margaret le piden alojamiento durante
esa noche. Rebeca Femm (Eva Moore) aparece en escena y les pregunta
repetidas veces qué es lo que quieren y qué es lo que dicen. Horace
disculpa su actitud diciéndoles que a veces su hermana está
un poco sorda. Phillipp le explica a Horace lo mal que está
el tiempo. Le dice que la montaña se ha desprendido dejando la casa incomunicada.
No tienen otra alternativa más que refugiarse ahí. Horace suelta
el florero que se hace añicos en el suelo. Sin lugar a dudas ese florero
roto constituye una metáfora de la experiencia de Horace: Su realidad,
entendida como centramiento y seguridad, se resquebraja con la amenaza del Azar
sobre la casa. Estamos atrapados repite asustado… ¡Tenemos que irnos!
Busca la alternativa de escape pero es imposible. Rebeca advierte
su miedo y se lo hace saber mientras le recuerda su filosofía atea. Técnica
usada durante siglos… Cuando la realidad se resquebraja la figura Paterna de
Dios está ahí para dotar a Lo Real (lo azaroso, lo incognoscible,
lo que está fuera de los limites del lenguaje) de la forma que lo convierta
en Realidad. Le recuerda que un día le llegará la hora de morir
pero que aún tardará en llegar porque la casa es segura. Afirmación
que basa en una experiencia con otra tormenta anterior: La casa es segura porque
está construida sobre roca. La confianza en la estabilidad de la casa
hace que la realidad de Rebeca no se venga abajo. Philipp pregunta
si hay algún lugar donde puedan dejar el coche, Horace les contesta
que pueden dejarlo en un granero que está en la calle y que Morgan
les indicará donde está. Morgan mira a Rebeca, la
última palabra la da ella con su gesto afirmativo.
Esa
noche Horace brinda con Penderell por la ilusión aunque
le reconoce que probablemente es demasiado joven como para entenderlo. Penderell
le contesta que tiene la edad correcta para brindar por ello. Horace
supone que Penderell ha estado en la guerra y, como comprobamos en
la respuesta de este, se encuentra en lo cierto. La ilusión, algo que
no se materializa en la realidad, pero que puede llegar a hacerlo o no: Puede
ser un objetivo que se persigue, una visión fantasmal, un efecto óptico…
Pero en cualquier caso algo que solo existe en la mente del ser humano y que
Horace relaciona con la guerra: La ilusión de ganar, de volver a la patria,
a casa, al caserón de las sombras. Tanto los cuentos maravillosos, como
los mitos y las leyendas se sustentan en la ilusión del Héroe
que se sitúa una meta. Penderell hace bien en brindar por la ilusión…
Todos la necesitamos… ¡Pero cuidado! Porque, como ya hemos advertido, esta es
traicionera. También puede representar algo que nunca se materializará.
Rebeca
acompaña a Margaret para que se cambie de ropa. Mientras se
desviste Rebeca le dice que en esa habitación dormía su
hermana Rachel, qué como su hermano, también era atea.
Debido a su enfermedad estuvo convaleciente en cama pidiéndole a Rebeca
que le matase debido a sus fuertes dolores. Era malvada, bella y salvaje
como un halcón. Todos los hombres la perseguían. Pero al final
su belleza no la ahorró la muerte ni la putrefacción, como a todos
en algún momento nos llegará. Y Rebeca se lo hace saber
a Margaret, el reflejo del espejo de la habitación deforma grotescamente
su rostro mientras se lo dice. Todos eran ateos en la casa y traían mujeres
para su deleite sexual, mientras ella era obligada a mantener su creencia en
Dios. En el espejo se refleja una ilusión que deforma las facciones de
la anciana dándole a la escena un tinte pesadillesco. La voluptuosidad,
la belleza, el erotismo encuentra su reverso siniestro con la acción
del Tiempo sobre el cuerpo. Todo lo materialmente bueno, acaba volviéndose
nauseabundo más tarde o más temprano. Alguien llama a la puerta
de la habitación y la conversación se corta de forma repentina
pero nunca llegamos a saber quien es el que llama. ¿Será una ilusión?
¿Será realidad? Cuando Rebeca sale de la habitación mira a Margaret
por última vez y después se mira a un espejo: Compara las
dos imágenes: La una bella, la otra con las huellas del tiempo presentes
en su cuerpo. Se corrige el peinado y sale de la habitación.
Durante
la cena se oyen golpes en la puerta de entrada. Rebeca expresa autoritaria
su negativa a que entren en la casa. Los invitados le dicen a Horace
que tiene que dejarle entrar porque el temporal es demasiado malo, incluso pueden
correr peligro. Horace ordena a Morgan que abra la puerta pero,
como siempre, Rebeca tiene la última palabra. a acompaña
a Morgan a abrir la puerta. Un hombre y una mujer entran trasgrediendo
las normas de cortesía. Ella, Gladys (Lilian Bond) caracterizada
como una alocada joven; él William Porterhouse, (Charles Laughton),
un millonario campechano y socarrón.
La
soledad de los tres personajes llega cuando la luz eléctrica desaparece
definitivamente. Rebeca les dice que Morgan se emborracha en la cocina,
cosa que se temía desde que ellos entraron en la casa. Los invitados
preguntan por una lámpara que ilumine la habitación. Horace
asegura que no hay ninguna, pero es demasiado tarde… Rebeca lo ha oído
todo. Le repite a Horace que sabe que tiene miedo y que también
sabe que la lámpara está en el último piso de la casa.
Horace está aterrorizado, por eso Phillip le acompaña
a por la lámpara. ¿Qué hay en el piso de arriba? ¿El desván?
La incógnita de si hay algo o no al final de la escalera despierta expectativas
que ponen en marcha el mecanismo del suspense. Penderell sale a por una
botella de Whisky y Gladys le espera con la puerta de la calle abierta.
Ella le da la espalda a la puerta en la calle y esta se cierra con la fuerza
del viento. Más tarde en el granero Gladys le asegura a Penderell
qué alguien le cerró la puerta. Pero ella no lo vio, ni el espectador
llega a una información parecida, otra impresión falsa producto
de la ilusión.
La ventana de la habitación de Rebeca que Margaret dejó
abierta deja entrar agua en la habitación. Rebeca no es capaz
de cerrarla y le pide a Margaret que la cierre ella puesto que fue ella
la que la abrió cuando se quedó sola en su habitación.
William le ahorra el trabajo ofreciéndose para cerrarla y sale
del salón con Rebeca hasta su habitación. Margaret está
sola y aprovecha para crear sombras chinescas sobre la pared. Una ilusión
creada por las manos de Margaret, pero también lo es la sombra
de Rebeca que hace gestos de conversación de la que no oímos nada,
y toca la piel de Margaret con un dedo remitiéndonos a la conversación
que mantuvieron ambas en su dormitorio… Rebeca está con William
y es imposible que ella haya proyectado las sombras sobre la pared. En cualquier
caso Margaret grita asustada. Abre la puerta de la calle en busca de
Penderell y Gladys pero no les ve, la mano de Morgan entra desde fuera
de campo y cierra la puerta lentamente. Morgan desea a Margaret,
su cuerpo está destrozado, lleno de cicatrices y se opone de forma siniestra
a la belleza del cuerpo de la mujer… La belleza de las mujeres liberales llega
a corromperse como le recordó Rebeca y Margaret ve en Morgan
el reflejo de esa sentencia. Ante la ausencia de un tercero que imponga la norma
y prohíba, Margaret está a la merced de Morgan.
Por ello la película representa la importancia del papel masculino en
las relaciones de pareja. Ese tercero impone la norma, prohíbe. De ahí
que la relación de Phillip y Margaret que al comienzo se
quiebra se reconstruyaienzo se quiebra se reconstruyepio.ad que se materializa
en la semilla de la ilsuiaprobatoria de Rebeca. tiempo que la funcigro en el
transcurso por esa casa al mismo tiempo que la función del Héroe
se desempeña en Penderell para conquistar a Gladys, desesperada
ante la postura pasiva de William. Sin mascaras ni artificios: Penderll
(el Héroe) se enfrenta a Saúl (Brember Wills), que como
sabemos por el tan anciano padre (nada menos que ciento dos años), es
el peor de todos. Saúl acusa
a sus hermanos de matar a Rachel y a un segundo hermano… Lo único
que sabemos es que Rachel murió con veintiunaños de edad
y el otro hermano con una edad parecida. Pero nada más se nos llega a
mostrar en el relato. No sabemos si los habitantes de la casa realmente son
asesinos o no, si el asesino es Saúl que como él mismo
recuerda, es tocayo del personaje bíblico que mata a David con
una jabalina porque es querido por Dios, o ambos hermanos murieron por causas
naturales. La imaginación al poder… Pero lo que no es ilusorio es la
configuración del Héroe. Penderell consigue doblegar a
Saúl ante su amenaza de incendiar la casa para proteger a Gladys
y pedirle matrimonio al día siguiente. Eso es real, para una relación
amorosa real. Como también lo es la salida de escena de Morgan
llevando el cadáver de Saúl entre sus brazos. Al final del film
la pareja de Philipp y Margaret se reconstruye ante la mirada
desaprobatoria de Rebeca. La relación de pareja aparece como una
realidad que se materializa en la semilla de la ilusión por la que brindaban
al principio.
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