Terror Universal
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Seccion: Películas (Lecturas: 31783)
Fecha de publicación: Mayo de 2008

Sobre Hotel sin salida y el cine snuff: Asesinos con cámara

A partir del film de Nimród Antal, se elabora un informe especial sobre cine snuff, subgénero que consiste en la filmación y posterior comercialización de asesinatos reales...

Alejandro Yamgotchian



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Nota originalmente publicada en Arte7.com.uy

Hotel sin Salida

Lamentablemente, y cuando se habla de cine de terror, hay subgéneros como el snuff, donde el espectador de inmediato entra a cuestionarse si este tipo de materiales existen o no, obras donde se filman asesinatos reales para luego ser comercializados.

David Cronenberg llegó a ofrecer una vez 15.000 dólares a aquel que le acercara un cortometraje de esas características, aunque nadie apareció, lo que fue transformando a este tipo de cine en algo cada vez más cercano a un mito.


Luke Wilson y Kate Beckinsale, complicados para salir... en VACANCY

Hotel sin salida (2007) narra, precisamente, la historia de una pareja en conflicto cuyo auto se avería en una carretera rural y por ende, para pasar la noche, va a parar a un motel donde descubre que los videos disponibles en la habitación son todos de asesinatos... y están filmados en el mismo cuarto donde ellos se encuentran alojados.

El film está dirigido por el joven cineasta norteamericano Nimród Antal y protagonizado por Luke Wilson y Kate Beckinsale. Antal estuvo viviendo catorce años en Hungría, donde filmó su ópera prima, la premiada comedia negra Kontroll (2003), ambientada en las alcantarillas de Budapest y que le hizo acreedor de un galardón en Cannes, para luego regresar a su país natal.

La idea principal vino del guionista Mark Smith (que había debutado el año pasado con una modesta y elogiada historia de fantasmas llamada Séance) y estuvo dando vueltas durante años en su cabeza, mientras viajaba por carreteras de Nuevo México con su mujer y observaba los pequeños moteles al costado de la carretera y prácticamente vacíos. "Me preguntaba cómo seguían abiertos y de dónde conseguían el dinero para subsistir.", decía Smith. Cuando le llevó la historia a Brian Paschal, director de desarrollo de Hal Lieberman Company, basada en Sony Pictures, Paschal declaró que "a veces en los thrillers o en las películas de terror, te encontrás mirando la pantalla y diciendo, ¿por qué no los mata simplemente? Aquí los asesinos están haciendo una película. Y cuanto más juegan con David y Amy, cuanto más miedo provoquen a esta gente, mejor será la misma".

"Vacancy me recordó thrillers más antiguos que eran muy simples y elegantes, pero que realmente te asustaban", decía Antal, tras haberse topado con el guión. "Cómo mantener ese suspense y esa tensión durante toda la película estaba allí en el papel."

Hotel sin salida fue promocionada como "la nueva Psicosis" y si bien la película es otra cosa, dentro de su historia echa algunos guiños que caen de maduros (los titulos de presentación y cierre vagamente inspirados, algo de la banda sonora, el asesinato del policía). El mérito mayor está en el plano visual, en su veloz montaje, en el jugo que se saca a los encuadres en la oscuridad de la noche, en el antes y en el transcurso de los hechos, en planos que van como tomando lentamente distancia acentuando a la vez esa sensación de inminente encierro y tragedia, y en esa atmósfera parsimoniosa capaz de quebrarse en cualquier momento y con la muerte respirando en la nuca.

Claro que el film pudo tomar una postura quizás más seria respecto al subgénero en que se metió. Hotel sin salida termina rozando algunos lugares comunes (el drama de la pareja en el pasado no tiene casi peso, el desenlace en sí), aunque moldea con bastante sensatez a personajes y antagonistas. El dueño del hotel se asemeja mucho al director John Waters y como que uno nunca termina de ver toda la locura que puede salir de esa cabeza. Hay una sensación hermética y a la vez una sugestión que va in crescendo, a medida que el espectador es testigo de la violencia con la que se han filmado los numerosos cortos snuff y con la cual irrumpen los dos asesinos "mudos" en esa macabra habitación, dentro de un motel perdido en el bosque y que coloca a sus dos personajes principales como en un juego en el que tienen que sobrevivir en base a tres ambientes: la administración, un cuarto sin ninguna privacidad, y una vieja estación de servicio vecina, con alcantarillas de por medio y que seguramente evocan la ópera prima de su realizador. En definitiva, una película corta que apostó por un momento, elaborando un relato tenso, hecho por un joven director al que habría que seguir con mucha más atención.

Fronteras en la línea delgada: Guinea Pig


Muchas manos en un ojo, hacen desparpojo en.. ZA GINIPIGGU

Las autoridades policiales italianas dudaron una vez de si aquella película que llegó a estrenarse en cines tenía un asesinato filmado o no. La obra en cuestión era el clásico de culto Holocausto Caníbal (1980) y el director italiano Ruggero Deodato no se salvó de ir a declarar, hasta que comprobaron que ningún ser humano había muerto en lo que en realidad era un falso documental, sobre lo que pasaba con "un equipo de cuatro reporteros norteamericanos que había sido devorado vivo por los salvajes caníbales del Amazonas". Las sospechas, claro, surgieron a partir del grado de realismo transmitido por los maquillajes y los litros de falsa sangre que se habían vertido en escena. Pero los que no se salvaron durante el rodaje, lamentablemente, fueron los animales, y eso llevó a Deodato a ser demandado por la Sociedad Protectora de Animales de su país.

De lo que no hubo duda alguna, a modo de ejemplo, fueron de las decapitaciones cometidas por Al-Qaeda y emitidas, en parte, por algunos noticieros de televisión. Ese material por cierto tampoco puede ser considerado snuff, ya que dichas filmaciones no tienen fines comerciales, por más que cualquiera que nada tuviera que ver con los asesinatos ni con los que lo cometieron, consiguiera el material e intentara comercializarlo. Ese fin de atemorizar al enemigo en la guerra también fue utilizado por el gobierno vietnamita, que llegó a repartir entre la población videos de las ejecuciones que ordenaba, con el fin de que la gente abandonara la idea de robar y por tanto no ser condenada a muerte.

En la saga Rostros de la muerte, los famosos VHS que circulaban por los videoclubes rioplatenses en los ´80 y ´90, se podían apreciar ejecuciones en silla eléctrica, suicidios, decapitaciones, accidentes, ataques de animales peligrosos, autopsias, trabajo policial riesgoso, testimonios y declaraciones de profesionales, más un largo etcétera. Esto a su vez se mezclaba con muertes ficticias que por momentos parecían demasiado reales y que se hacían eco de aquellas producciones japonesas de Guinea Pig, donde trataban de emularse lo más perfectamente posible las míticas películas snuff, y obviamente de la saga italiana Mondo Cane (1962), impulsada por Don Gualtiero Jacopetti y que inauguró de alguna forma los documentales mondo. Estos trabajos estaban tan bien hechos que, en el caso de Guinea Pig (en Mondo Cane también hubo "maquillaje"), el FBI terminó interviniendo a los productores, dudando de que si lo que habían visto con sus ojos era real o no. Finalmente los realizadores demostraron que todo lo que se veía era falso.

Con Jacopetti la cosa fue distinta, ya que el hombre trataba de reflejar, buen uso de cámara y montaje mediante, un abanico lo más abiertamente posible y durante gran parte de su trabajo de lo que era la naturaleza y la variedad en la cultura humana, y eso le posibilitó figurar en renombrados festivales de cine, aunque tampoco era un Buñuel en sus mejores momentos surrealistas ni mucho menos. Claro que en Mondo Cane no hay snuff, pero este subgénero, el mondo, fue clara inspiración para la camada de cortos, películas y documentales que supuestamente contenían asesinatos reales filmados durante las décadas del ´70, ´80 y ´90.

Buenos Aires rojo sangre: El Ángel de la Muerte


Momento de ejecución en SNUFF

Pero hubo un caso medular donde los responsables de una película hicieron todo lo posible para dar a entender que lo que se estaba viendo en su film era absolutamente verídico. El film se llamó Snuff: El ángel de la muerte (1976) y fue dirigido por Michael y Roberta Findlay, pareja en ese entonces que luego se desarmó abruptamente; Michael fue decapitado accidentalmente por la hélice de un helicóptero y Roberta prefirió seguir haciendo películas pornográficas marginales, por cuyo circuito se cree que también circulan materiales snuff, reconociendo que el film era "realmente horrible y sin sentido".

El ángel de la muerte quiso sacar tajada a partir de la masacre cometida por el Clan Manson y, además, fue filmada en Argentina. El slogan publicitario decía, precisamente, "una película que solo podía hacerse en Sudamérica, donde la vida es barata". Por si fuera poco los distribuidores habían agregado un final donde se decía que el asesinato de una joven mujer que allí se mostraba era real. El circo terminó de armarse cuando tanto directores como productores insistían en que la gente fuera a ver "lo más sangriento jamás visto frente a una cámara" y hasta se le pagaba a distintas personas para que protestaran en los medios y en contra de la película, con el fin de aumentar aún más las sospechas de si lo que se veía en el film era verídico o no (una mano cortada en pedacitos luego aparecía entera...).

La secta violenta y sanguinaria de esta película tuvo un antecedente inmediato en La última casa a la izquierda (1972), ópera prima de Wes Craven, quien curiosamente, cuatro años después de El ángel..., sería uno de los directores del documental The Evolution of Snuff (1978), que probablemente quería aprovechar la repercusión causada por El ángel... y en donde apareció Claudia Fielers, actriz de películas eróticas que un año más tarde se suicidó tomando veneno.

En este falso testimonio (mockumentary), los asesinatos de La última casa... eran mostrados como algo verídico; incluso se podían apreciar hasta declaraciones del propio Roman Polanski, aludiendo al caso de Charles Manson. Tanto en La última casa... como en El ángel... había una pandilla dispuesta a todo. Y en El loco de la motosierra (1974) de Tobe Hooper la que se robaba la atención era una familia caníbal de Texas. Se decía que este grupo existió pero en realidad no fue así, ya que la (lejana) inspiración para el film vino de la misma fuente de Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960): el asesino de la novela homónima escrita por Robert Bloch poco tiempo antes. Pero claro; el grado de realismo en La última casa... y en El loco... solo lo podrían lograr dos maestros del terror, como lo fueron Craven y Hooper. Yendo muy hacia atrás habría que recordar también, por su estética y las atmósferas que lograba construir, ese considerado semidocumental que se tituló Haxan: La brujería a través de los tiempos (1922), una obra maestra del cine mudo, dirigida por el danés Benjamin Christensen, que giraba alrededor de la hechicería y la religión.

El impacto de El ángel de la muerte no dejó indiferentes a países como Alemania o Brasil, donde el director paulista Claudio Cunha hizo Snuff: Víctimas del placer (1977). Aquí un grupo de cineastas (la mayoría venido a menos) engañaba a actrices jóvenes diciéndoles que iban a hacer una película condicionada, cuando en realidad las iban a matar frente a las cámaras.

Leyendas urbanas: Tesis


Ana Torrent se prepara para su TESIS

Dentro de la camada de falsos documentales que aparecieron en los ´90 y en lo que va del nuevo milenio hubo dos que se convirtieron en verdaderos clásicos: Alien Abduction (Dean Alioto, 1998) que fue hecho para televisión (aquí pudo verse varias veces por Cinemax), y El Proyecto Blair Witch (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999), film independiente que llamó la atención en el Sundance y que se convirtió en un fenómeno de taquilla. Mientras en el primero (absolutamente aterrador) se registraba la llegada de un grupo de extraterrestres invadiendo el mismísimo hogar de una familia en el campo, en el segundo se sospechaba, desde antes del estreno en circuito comercial, que lo que se veía en las imágenes registradas por los estudiantes desparecidos era real. El mito de la bruja de Blair parecía materializarse en esas latas perdidas que se encontraron en un bosque y a pesar de que durante toda la película no se ve absolutamente nada se va sugestionando cada vez más al espectador, a medida que transcurren los minutos, hasta llegar a un final por demás perturbador.

Pero... ¿qué hay de aquellas ficciones que tomaron como algo muy serio y perfectamente posible el tema del snuff? Paul Schrader realizó en 1979 y con mucha puntería ¿Dónde está mi hija?, con George Scott enterándose con espanto en una sala de cine pornográfico en California que su hija desaparecida era la que estaba actuando en pantalla. La desesperación por encontrarla lo llevó irremediablemente, y gracias a la colaboración de un detective privado, a meterse en un submundo peligrosísimo y con resultados finalmente lamentables.

Ese mismo acercamiento, casi con el mismo impacto aunque con menos vigor dramático, fue practicado veinte años después por el polémico Joel Schumacher en 8mm., donde Nicolas Cage es contratado por la viuda de un millonario, que encuentra en una caja fuerte un corto snuff donde se ve el asesinato de una joven. Eso lleva al protagonista (aquí también aparece un no tan conocido por ese entonces Joaquin Phoenix, en una de sus mejores actuaciones) a un viaje hacia Hollywood para saber el origen de esa mujer. Su investigación comienza en el mundo de la pornografía y luego termina en otro realmente aterrador, poniendo en juego su propia vida y siempre dando lugar a un trabajo que se vuelve cada vez más obsesivo. Esta fue la siguiente película que escribió el guionista Andrew Kevin Walker, luego de Seven: Pecados capitales (David Fincher, 1995).

Finalmente, en Tesis (1996) Alejandro Amenábar intentaba dar una respuesta al por qué de la fascinación por el morbo y la violencia de mucha gente, como la que se produjo con el fenómeno de El ángel de la muerte. Ese tema era la tesis del protagonista, quien junto con su compañero, descubre asombrado un corto snuff protagonizado por una joven que es alumna del lugar donde ellos estudian. Esta fue quizás una de las mejores y más reflexivas películas sobre el snuff, que también cuestionaba la violencia cotidiana en los medios de comunicación y cómo ésta impactaba en la sociedad; un tenso thriller que, a pesar del tema que trataba, no era efectista (como Eli Roth en la saga de Hostal) sino que tan solo sugería los hechos (como Eli Roth, en otros momentos muy acertados de la saga de Hostal). Ópera prima y quizás la mejor película del joven director chileno.