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Fecha de publicación: Octubre de 2008
Evolución del cine de terror argentino
¿Cine argentino de terror? Suena a anacronismo o a leyenda urbana, pero he aquí un esbozo de vera historia del terror en la pantalla argentina de cine y TV.
Darío Lavia
Introducción
En 1960, La Nación publicó una interesante entrevista a Herman
Cohen, director y productor de filmes de terror y ciencia-ficción de
clase B. En la misma, se indica que en 1954 Cohen "decidió realizar
una gira por Estados Unidos para descubrir qué factores gravitaban en
el éxito de un film y llegó a la conclusión de que los
espectadores en un 72%, eran jóvenes cuyas edades oscilaban entre los
12 y los 26 años. - Esto me decidió -apunta- a concretar mi primera
película de horror para adolescentes y posiblemente, la primera de este
carácter en el cine: 'I Was a Teenage Werewolf', con excelentes
resultados". Más adelante, Cohen informa que "numerosos psiquiatras
y psicoanalistas afirman que un buen film de horror, dado en términos
sobrenaturales, es beneficioso para el espíritu del público".
Las cuestiones que Cohen nos revela tan lejos en el tiempo hoy día son
ampliamente conocidas, a saber:
- El terror conlleva una especie de catarsis en el espectador
- El terror es un negocio redondo
A esto añadamos que el terror como género cinematográfico
germinó en la República de Weimar en 1919 (en el marco de la crisis
alemana tras la I Guerra Mundial) y surgió con fuerza en Estados Unidos
en 1931 (coincidiendo con la época de la Gran Depresión); en 1939
(con el advenimiento de la II Guerra Mundial); durante el primer lustro de los
años '50 (con la Guerra de Corea y bajo el trasfondo de la Guerra Fría),
etc. Digamos que han sabido aprovechar el terror algunas sociedades con fuerte
necesidad de catalizar sus temores y aprehensiones. Ahora, pasando a nuestra
pantalla, revisemos sin afán de agotar el tema las pocas películas
de terror que ha producido el cine argentino y veamos su evolución a
lo largo del siglo XX, para tratar de comprobar la validez o no de ese saber
popular de que "el terror no anda" entre el público argentino.
El caso del Capitán Richard
Según las evidencias disponibles, la primera película argentina
que posee elementos de terror fue EL HOMBRE BESTIA O LA AVENTURA DEL CAPITAN
RICHARD (1935) de C.Z. Soprani, realizado en la provincia de Santa Fe. Esta
obra increíble, de interés mayormente arqueológico e histórico, brinda una evidencia
insoslayable acerca de lo que debió ser el cine independiente argentino. Un
militar, el Capitán Richard (Saverio Yaquinto) realiza una peligrosa misión
durante la guerra (¿qué guerra? No se especifica). Su avión cae en una zona
aislada del bosque y con el pasar del tiempo se convierte en un hombre-bestia,
un troglodita. En ese estado lo encuentra un científico, el Dr. Marchesi (Raúl
D'Angeli), que lo convierte en conejillo de indias de una pócima experimental.
El experimento falla y el troglodita se convierte en un sátiro que ataca y secuestra
doncellas para llevarlas a una cueva donde las somete a quien sabe qué
atrocidades. Para atrapar al monstruo, un detective italiano pero con apellido
inglés (Felipe Salzinger) enrola a varios trabajadores ribereños, pero todos
mueren en el intento. El hombre-bestia, a pesar de ser muy petiso, es terriblemente
feroz. Son 50 minutos alucinantes, divertidos, bizarros y por sobre todo, sorprendentes,
que quedaron a la misma altura que los filmes de culto de Edward D. Wood Jr.
La trama tiene algunos lazos con una extraña película de Paul Wegener, RAMPER
DER TIERMENSCH (1928), también conocida como THE STRANGE CASE OF CAPTAIN
RAMPER, que plantea un argumento similar, con un aviador perdido que se
convierte en un monstruo, además de ofrecer pasmosas similitudes con la famosa
MANIAC (1934) de Dwain Esper (aunque improbable, no es imposible que
el realizador, C.Z. Soprani se haya inspirado en el filme norteamericano, estrenado
en septiembre de 1934 en EE.UU.).
Mario Frías frente al Dr. Herman
Irma Córdoba y Narciso Ibáñez Menta, insólito precursor
del terror acromegálico
La "primera película de terror" filmada en Argentina, UNA LUZ EN LA VENTANA
(1942), demuestra que nuestro país se encontraba en esa época en una
etapa de evolución similar a la que en Estados Unidos se experimentó hacia fines
de los años '20, cuando era impensable que los filmes de terror no tuvieran
secuencias humorísticas (quizás para aliviar tenciones; el notable danés Benjamin
Christensen filmó en EE.UU. una trilogía de filmes de casas encantadas entre
1928 y 1929 que es clara muestra de esta rama del género). Una enfermera (Irma
Córdoba) llega a una remota localidad donde debe cuidar a una anciana
paralítica (María Esther Buschiazzo), que habita con un doctor (Nicolás
Fregues) en el chalet "Las Tunas". Sin embargo no todo es lo que parece ser,
y el hijo de la anciana, el Dr. Herman (interpretado por Narciso Ibañez Menta,
en su debut en el cinematógrafo argentino) resulta estar afectado de acromegalia
(es curioso notar el hecho que esta película se adelanta en dos años a la fama
de Rondo Hatton, estrella del terror norteamericano verdaderamente acromegálico).
El Dr. Herman pretende llevar a cabo un siniestro transplante de la glándula
pituitaria para curar su nefasto mal. En defensa de la joven en desgracia acude
el bonachón de Mario Frías (Juan Carlos Thorry), acompañado
de un fiel chofer (Severo Fernández). Como detalles a recomendar están:
el clima creado en los primeros quince o veinte minutos; el maquillaje de Narciso
(cual émulo de Lon Chaney, él mismo se los confeccionaba); y la fotografía del
monstruo, siempre embebido en sombras. Como puntos negativos están los excesivos
bocadillos humorísticos de Severo Fernández, que bien podrían haber sido más
reducidos.
El extraño caso de Soffici y la Bestia
Mario Soffici transformándose en un lampiño Mr. Hyde
Siguiendo con la comparación entre el cine argentino y el norteamericano,
señalemos que durante la década del '40 los directores a la par
que abren definitivamente sus limitaciones genéricas, salen fuera de
sus fronteras a dar cátedra. Así, varios artistas argentinos marchan
a Chile: Carlos Schlieper dirige el thriller gótico LA CASA ESTÁ VACÍA
(1945) con Alejandro Flores (uno de los más importantes trágicos
del país hermano) y Carlos Hugo Christensen rueda una versión
del cuento de Stevenson El Club de los Suicidas titulada LA DAMA DE
LA MUERTE (1946), con Guillermo Battaglia y Carlos Cores. Durante años
el cine argentino no se atreve a plasmar un filme de terror, en parte debido
a que los productos que llegan desde Estados Unidos son considerados "filmes
truculentos" sin más y el rótulo "terror" no genera
mucha adhesión y también porque todos (artistas, público
y crítica) tienen preferencia por el relato de misterio o al thriller
melodramático. Al fin, la veda termina con el estreno de EL EXTRAÑO
CASO DEL HOMBRE Y LA BESTIA (1951) de Mario Soffici. En enero de 1951 la
revista Radiolandia publica una nota titulada "Elogiosas transformaciones
de Soffici en su nuevo film". A continuación transcribimos un fragmento:
"Una de las más famosas novelas del escritor Robert
Louis Stevenson 'Dr. Jekyll and Mr. Hyde', que ha sido llevada a la pantalla
americana en distintas oportunidades por John Barrymore, Spencer Tracy y Fredric
March está siendo rodada, en estudios locales, por Argentina Sono Film
bajo la dirección de Mario Soffici que, a su vez, asume el principal
rol, secundado por Ana María Campoy, Olga Zubarry, José Cibrián,
Federico Mansilla y Rafael Frontaura, con el título de 'El extraño
caso del hombre y la bestia', en una versión cinematográfica
de Ulyses Petit de Murat. Este film difiere totalmente de las adaptaciones anteriores
de dicha obra, que se apartaban del original dando otras características
al personaje central. Esta vez, sin desvirtuar la fantasía, el torturado
Dr. Jekyll cambiará a Mr. Hyde con un sentido más humano-existencialista,
para estar más a tono con la época, dándose más
profundidad al tema sin desmedro de la acción. Causará sensación
en nuestro medio la horripilante caracterización de Mario Soffici..."
Se trata de una "gacetilla de prensa", medio en que se suele poner
más texto promocional que informativo, pero aún así el
anónimo redactor acierta en anunciar una nueva visión de la trama
stevensoniana, ofreciendo un Sr. Hyde (Soffici realmente memorable y horrorífico)
que, por primera vez en la historia del cine, inspira sincera compasión.
Pederastas al infierno
Un feroz Homero Cárpena en SI MUERO ANTES DE DESPERTAR (1952)
Si bien su encuadre genérico dentro del terror puede resultar tema de
polémico, queremos mencionar dos filmes que ofrecen sendos climas terroríficos
y sendos monstruos "lombrosianos" (como diría Claudio España).
Nos referimos a SI MUERO ANTES DE DESPERTAR (1952) de Carlos Hugo Christensen
y a EL VAMPIRO NEGRO (1953) de Román Viñoly Barreto, películas
que se centran en la temible figura del "hombre de la bolsa", es decir,
aquel psicópata que se dedica a secuestrar y aprovecharse de menores
de edad. La primera fue una adaptación del cuento de William Irish If I Should
Die Before I Wake, dirigida con gran oficio por un Carlos Hugo Christensen
en la época de oro de su carrera directorial en Argentina. La historia se inicia
con barrocas imágenes de una calesita y con una narración en off, dándonos la
impresión de que Charles Laughton tranquilamente habría podido inspirarse para
el clima de cuento infantil de su NIGHT OF THE HUNTER (La Noche del Cazador-1955).
Luego de esta introducción la acción pasa a un colegio donde un alumno (Néstor
Zavarce) se hace amigo de una niña que le hace guardar el secreto de que los
chupetines tan ricos que tiene se los convida un "señor" (Homero Cárpena)
que la espera a la salida de la escuela. Lo más temido se convierte en realidad
cuando se informa que la pequeña es hallada muerta. El padre del protagonista,
un inspector de segunda (Floren Delbene), investiga el caso sin llegar nunca
a averiguar la identidad del asesino, quien tal vez fuera ese "señor" tan amable
de los chupetines. Pasa un año y, olvidado el trauma, nuevamente otra compañera
de escuela habla sobre un "señor" que le obsequia cosas. Ahora ya no hay dudas,
y el chico deja de lado sus miedos y sigue el rastro de tiza que deja la niña
secuestrada hasta el mismísimo infierno. Si se trata de buscarle imperfecciones,
podríamos decir que la versatilidad y la fuerza dramática que se puede conseguir
con actores niños siempre varía de acuerdo a la inteligencia del guión o de
los diálogos que deben recitar. Una película basada en ¾ de metraje en escenas
con niños podría haber caído en estos vicios. Pero contando con guión
de Alejandro Casona, Christensen no solo que lo evita sino que convierte a la
niña Marta Quintela en lo que sería tal vez la primera "reina del grito" argentina,
que paraliza a los protagonistas impúberes y también a todos los espectadores
con un clímax final que supera en negritud todo lo que hasta ese momento se
había hecho en cuestión de cine policial o de suspenso. ¿Qué tanto tiene que
ver con ese logro el hecho de que la fotografía de Pablo Tabernero posee los
suficientes claroscuros como para no apreciar bien las acciones pero sí percibirlas
en toda su magnitud y que todos los personajes principales poseen ribetes psicológicos
interesantes? Al año siguiente, el estreno de EL VAMPIRO NEGRO propicia
otro plato fuerte de suspenso que, debido a sus densos climas de tensión
y sordidez, linda en varias secuencias con el terror. La historia del "Profesor"
Teodoro Ulber (Nathán Pinzón) es tan fuerte como la del temible
Hans Beckert (Peter Lorre) de M, EINE STADT SUCHT EINEN MÖRDER (El Vampiro
Negro-1931), filme alemán de Fritz Lang en el que se dice estar inspirada.
Sin embargo, el director uruguayo Román Viñoly Barreto prefiere
reinventar una trama diferente, generando toda una interesante derivación
en estrados judiciales en que el Dr. Bernard (Roberto Escalada) llega casi al
punto de obsesionarse por conducir a la capturar del temible criminal, atrapando
a varios sospechosos a los que da por culpables (sin serlo). Uno de ellos, un
enano oseodisplásico descubre uno de los cadáveres en un caño
de desagüe y al reportarlo es tomado por el asesino y arrestado, tan solo
por su aspecto repulsivo. La referencia de los caños no es gratuita ya
que es famoso el legendario climax final en el interior de la red de alcantarillado
subterráneo, que promueve amplia similitud tanto en su escenario como
en su tensión con el desenlace del clásico THE THIRD MAN
(El Tercer Hombre-1949) de Carol Reed, con Orson Welles.
Nathán Pinzón en EL VAMPIRO NEGRO (1953)
Comedias de terror (parte I)
Durante los años '40 el cine anglosajón lanza una tónica
que consiste en utilizar a sus cucos para reforzar el gancho de las películas
de diversos comediantes. A esa "travestización" se recurre
en comedias de Bud Abbott y Lou Costello (con invitados del calibre de un Karloff,
un Lugosi, Chaney Jr., Vincent Price, etc.), Carney y Brown (junto a Lugosi
y un Lionel Atwill con atuendos de mujer); la Vieja Madre Riley (nuevamente
Lugosi que, por lo visto, estaba muy necesitado del cheque); la Pandilla del
Punto Muerto (con Lugosi, claro está). El mismo concepto se traspasa
con éxito a México e Italia y, como no podía ser de otra
manera, a la Argentina, donde se plasma en EL FANTASMA DE LA OPERETA
(1954), aportación de Enrique Carreras (de quien hablaremos más
adelante). La película tiene el mérito de introducir en nuestro
lienzo a personajes como el monstruo de Frankenstein, Drácula, el Hombre
Lobo y el Hombre Invisible, que salpimentan de julepes las simpáticas
andanzas de Alfredo Barbieri y los hermanos Gogo y Tono Andreu. La crítica
de la época (Clarín) destacó al filme que tenía
monstruos "maquillados a perfección y trucos de laboratorio también
hechos como los de las películas norteamericanas". El filón
culminaría diez años después con LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN
PILUSO (EN EL CASTILLO DEL TERROR) (1963) de Francis Lauric que oponía
un personaje simpático (el Capitán Piluso del recordado Alberto
Olmedo) y un villano (el catcher Martín Karadagián), ambos de
eminente fama televisiva.
Obras maestras de la televisión
El cadáver de Osvaldo Pacheco en OBRAS MAESTRAS DEL TERROR (1960)
La primera obra de terror en la pequeña pantalla es EL FANTASMA DE
LA OPERA (1952), protagonizada por la cantante lírica Raissa Bignardi. Sin
embargo, a juzgar por los comentarios de la época, se trata de una obra más
centrada en explotar las dotes canoras de su protagonista que en generar climas
de incomodidad y aprehensión. Los Narcisos, el padre Ibáñez
Menta y el hijo Ibáñez Serrador, ensayan en 1958 un paso en el
género dentro de un ciclo titulado MALDITOS DE LA HISTORIA, episodios
de media hora que consisten en biografías de personajes célebres que, en el
caso de EL EXTRAÑO CASO DEL HOMBRE Y LA BESTIA o POE pueden haber
tenido elementos terroríficos. Con el crecimiento del medio televisivo y la
consecuente asegurabilidad de audiencias para los Ibáñez, en agosto de 1959
el único canal televisivo del país pone en el aire un programa titulado OBRAS
MAESTRAS DEL TERROR, al que podríamos denominar con justicia "primer ciclo
televisivo argentino de terror". El ciclo se inicia con uno de los más conocidos
cuentos de Edgar Allan Poe, titulado EL CORAZÓN DELATOR. Es la historia
de un viejo avaro (un soberbio maquillaje de Narciso padre) y de un supuesto
sobrino que se viene a hospedar con él (Narciso hijo). El programa se convierte
en un éxito y esto se traduce en el cumplimiento del primer mes en el aire con
cinco episodios inspirados en Poe y un segundo mes consagrado a Stevenson, con
la serialización de la obra del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, titulada EL HOMBRE
Y LA BESTIA. No satisfecho con la popularidad del ciclo, Argentina Sono
Film anuncia la filmación de una película titulada OBRAS MAESTRAS DEL TERROR,
cuyo rodaje, dirigido por Enrique Carreras, se inicia a fines de 1959 (ya hablaremos
del filme). En un punto culminante en la carrera de Narciso, en julio de 1960
sale al aire la segunda temporada de OBRAS MAESTRAS, esta vez por el
naciente Canal 9, con la obra EL FANTASMA DE LA ÓPERA, versión serializada
del folletín de Gaston Leroux y además, se estrena la película de Carreras,
con buena repercusión de crítica y público. 1960 es el año en que Narciso se
consagra casi por entero a sus Obras Maestras del Terror, logrando durante
los dos meses de emisión de EL FANTASMA DE LA ÓPERA, picos de audiencia
sumamente altos, que se mantienen durante el resto del año con los restantes
episodios que incluyen, entre otras, versiones de AL CAER LA NOCHE, de
Emlyn Williams; LA MANO, de Guy de Maupassant; LA CARRETA FANTASMA,
de Selma Lagerlof; EL HACHA DE ORO, nuevamente de Leroux; y, como último
episodio, esta vez serializado, ¿ES USTED EL ASESINO?, de Fernand Crommelynck.
Narciso no regresa al género hasta 1962, esta vez por el canal 7 (donde en 1959
había iniciado su exitoso ciclo). La tercera temporada de OBRAS MAESTRAS
DEL TERROR se inicia con EL MUÑECO MALDITO, sobre otra obra de Gaston
Leroux, que cosecha un éxito similar al FANTASMA y que se extiende a
lo largo de tres meses consecutivos.
"Son pequeños corazones que laten... laten...
laten"
Narciso Ibáñez Menta y Chicho Ibáñez Serrador, en
un momento culminante de OBRAS MAESTRAS DEL TERROR (1960)
Mucho se ha hablado de la película OBRAS MAESTRAS DEL TERROR
(1960) de Enrique Carreras que, compuesta por tres historias de Poe, ha precedido
al interés desatado por el autor a partir del famoso ciclo norteamericano protagonizado
por Vincent Price y dirigido por Roger Corman. HOUSE OF USHER (La Pavorosa
Casa de Usher-1960), primer filme de la saga, se estrenó en la Argentina
en marzo de 1961, casi un año después del de Carreras. Los tres
cuentos, adaptados inteligentemente por Narciso Ibañez Serrador, son:
1) EL CASO DEL SR. VALDEMAR: El Dr. Eckstrom (Narciso Ibáñez Menta) experimenta
con la magnetización (hipnosis) como cura para las dolencias mentales. Su discípulo
más fiel (Osvaldo Pacheco) cae presa de una enfermedad mortal, y el científico
tendrá oportunidad de probar si el magnetismo puede preservar al individuo de
la Muerte.
2) EL TONEL DE AMONTILLADO: El Sr. Samivet es un aburrido viñatero cuya
esposa (Inés Moreno) clama, luego de tres años de matrimonio, por alguna diversión
que rompa la rutina. Pero las fiestas de la vendimia que se realizan ya son
costumbre para ella. Hasta que llega un joven y apuesto buhonero (Carlos Estrada)
que enamora a la mujer, provocando la venganza más terrible por parte del tranquilo
Samivet.
3) EL CORAZÓN DELATOR: Un joven (Chicho Ibañez Serrador) vive
con el viejo dueño de una relojería que posee un ojo de vidrio. A medida que
en el joven va creciendo el odio, este se concentra en el macabro ojo. La tragedia
no tarda en desencadenarse.
Las tres historias están prolijamente narradas y ambientadas, las tres protagonizados
por Narciso Ibañez Menta en interpretaciones antológicas (su caracterización
del judío en El Corazón... está a la altura de Lon Chaney). Momentos
de tensión y climas la hacen similar (o superior) a muchas películas de la Hammer
de aquellos años. Una auténtica sorpresa en la filmografía del director
de MIRAME LA PALOMITA, sobre el que rumores han señalado que la película
fue dirigida en realidad por los Ibáñez padre e hijo. Este rumor es infundado,
ya que el autor Mario Gallina obtuvo del propio Ibáñez Menta la
desmentida correspondiente: Carreras sí dirigió, pero incorporando
las inteligentes indicaciones de Menta y Serrador quienes, a la sazón,
ya habían escrito e interpretado todos los cuentos para la TV. El Heraldo,
con fecha Agosto de 1960 publica: "Es, de lejos, la mejor película de Enrique
Carreras, que nunca antes había logrado tal equilibrio en la dirección de un
film". Es interesante revisar también la carrera internacional que tuvo esta
película: En 1963, el productor Jack Harris la compra y le hace doblar al inglés
los dos primeros cuentos, estrenándolos con el título de MASTER OF HORROR,
para luego enviarlo en un doble programa con THE 4-D MAN o MASTER
OF TERROR. Todo se aprovecha, nada se pierde: el segmento restante se estrena
en 1972 como parte de una película titulada LEGEND OF HORROR, con nuevas
escenas dirigidas por Bill Davies e interpretadas por Ben Daniels y Fawn Silver.
El caso de Emilio Vieyra
Aldo Bigatti atacado por niños-autómatas en EXTRAÑA
INVASIÓN (1965)
Importante vértice en el estudio del desarrollo del género, Emilio
Vieyra es observado por Diego Curubeto en su artículo para "Mondo
Macabro", el libro de Pete Toombs que recopila algunas vertientes inusuales
del cine fuera de los Estados Unidos e Inglaterra. Vieyra es el director argentino
que más notoriamente se dedica al denominado "exploitation",
asociado a Orestes Trucco y produciendo filmes hablados en inglés directamente
para el mercado norteamericano, tendencia pionera en la industria que no tenía
nada que ver con anteriores coproducciones entre Argentina y otros países,
o bien con productos norteamericanos filmados en el país. De esta manera
la productora de Vieyra y Trucco, la PAA (Productores Argentinos Asociados),
lanza PLACER SANGRIENTO (1965, estrenada en Argentina en 1967), LA
VENGANZA DEL SEXO (1966, estrenada en 1971), LA BESTIA DESNUDA (1967,
estrenada en 1971) y SANGRE DE VÍRGENES (1967, estrenada en 1974),
todas películas de terror con ardorosas cuotas de sexo. A estas se suma
EXTRAÑA INVASIÓN (1965, estrenada en 1974), filme de ciencia-ficción
pero con climas propios del cine de terror.
El terror vuelve a la pantalla chica
Y vuelve con Narciso, que en abril de 1969 inicia la emisión de lo que tal
vez es su más truculento y competente ciclo de terror y ciencia ficción. Se
trata de EL HOMBRE QUE VOLVIÓ DE LA MUERTE, sobre un libreto original
de Abel Santa Cruz en que, al mejor estilo Roger Corman, se incluyen todos los
elementos tecnológicos y fantásticos que por ese entonces estan en boga combinándolos
con el esquema tradicional de EL CONDE DE MONTECRISTO. La trama se centra
en la historia de Elmer Van Hess, un hombre injustamente condenado a muerte
y ejecutado, cuyo cadáver es tomado por un científico para llevar adelante experimentos
que lo convierten en un androide indestructible, con órganos artificiales, pero
con una mente humana que sólo pugna por vengarse de quienes provocaron
su desgracia. El transplante de órganos (y especialmente de corazón) es ya una
cuestión vox populi, así que cuando se emite el primer episodio de la historia,
se transforma en un inmediato éxito, que atrae la atención de grandes masas
de público, reflejadas en las mediciones de audiencia que implementan los canales.
El éxito alcanzado por este ciclo, permite a Narciso protagonizar a continuación
dos ciclos más: UN PACTO CON LOS BRUJOS (variación sobre ideas tomadas
del largometraje EL BEBÉ DE ROSEMARY de Polanski) y SÁTIRO! (sobre
tema policial), en las que sigue desarrollando su buen gusto y versatilidad
en cuestiones de maquillaje y alteración del aspecto físico. Las obras siguen
adelante, por más que Narciso regresa a España para cumplir compromisos teatrales
previos. Durante los siguientes años sigue explorando diversos tópicos fantásticos:
en EL ROBOT (1970) Narciso es el científico creador y la criatura creada;
en EL MONSTRUO NO HA MUERTO (1970) encarna a un Adolf Hitler anciano
que sigue conspirando desde las sombras y en OTRA VEZ DRÁCULA (1970)
es el mismo Conde y también un actor que lo interpreta. El interés por
el terror causa imitación, y así surgen ciclos de interés,
como los sucesivos programas del CICLO MYRIAM DE URQUIJO, por ejemplo
DOÑA JOSEFA LAGARTA, HADA , BRUJA Y ASTRONAUTA y EL MASTER (EL DIABLO
EN LA TIERRRA) (ambos de 1969), que compiten con Narciso por Canal 11; HISTORIAS
PARA NO CREER (1970) con Beatriz Día Quiroga; ESTA NOCHE... MIEDO
(1970) con Thelma Biral y UNA HISTORIA DE AMOR DE LOCURA Y DE MUERTE: EL
BARÓN DE BRANKOVAN "EL EXTERMINADOR" (1972) con Aldo Barbero y una verdadera
pléyade de primeros actores y actrices de Canal 9.
Terror independiente y Bela Lugosi Club
Así como el hallazgo de EL HOMBRE BESTIA implicó la punta
del iceberg de un cine independiente en la década de 1930 - por fuera
de los carriles comerciales y al margen de los cronistas de Buenos Aires-, en
los '70 la figura de Jorge Carlos García como realizador independiente
(de cine de paso reducido) también nos habla de un movimiento más
amplio del que, quizás a la postre, salgan más evidencias. En
su época, García dirige ESTIGMA DE TERROR (1973) y EL
BOSQUE DE LOS CONDENADOS (1974). La primera, un melodrama de vampiros ambientado
en los Balcanes, tiene estreno no comercial en la sala de la Sociedad Hebraica
Argentina (Cine Teatro SHA). La siguiente, filme inacabado cuyos fragmentos
nos permiten deducir una obra de ambiente onírico y pesadillesco, queda
en el limbo debido a problemas económicos y de censura. En la misma época,
tiene un apogeo el llamado "Bela Lugosi Club", entidad formada por
periodistas y amantes del cine como Moira Soto, Agustín Mahieu, Edgardo Cozarinsky
y Carlos Frugone, entre otros. Sus actividades consisten en proyecciones especiales
y quedan de manifiesto en los carteles publicitarios de filmes de terror (usualmente
anglosajones) que se publican en los diarios de mayor circulación del
país. De esta manera, THE BROTHERHOOD OF SATAN (La Hermandad de
Satanás-1971) es recomendada por el Bela Lugosi Club "por mostrar como
una secta esotérica trató de endemoniar a la niñez"; THE VAMPIRE LOVERS
(Amores de Vampiro-1970), a su vez, "por mostrar toda la violencia, el humor
y el erotismo de 'Carmilla'"; THE OTHER (El Otro-1972) "por redescubrir
el terror que provocan los dobles, los mellizos, los otros..."; THE CREEPING
FLESH "por mostrar que quien invoca el misterio y quien corporiza el mal,
alcanza la locura"; THEATRE OF BLOOD (El Mercader de la Muerte-1973)
"por revelar en forma actualizada todo el horror de Shakespeare a través de
la locura"; LEGEND OF THE WEREWOLF (El Regreso del Hombre Lobo-1975)
en virtud de "su novedosa relación que propone entre 'El Niño Salvaje'
y 'El Hombre Lobo'".
El terror de la coproducción
La Bisutti y Duilio Marzio en el prólogo a un tenso precedente de la
famosa escena del picahielo de Sharon Stone. EL INQUISIDOR (1974)
El primer filme de terror extranjero filmado en nuestro país es SNUFF.
La historia de la leyenda de este filme comienza no con su filmación, en 1970,
sino con la ocurrencia del productor Alan Shackleton, cuando consigue el filme
EL ÁNGEL DE LA MUERTE, rodado en Argentina por el matrimonio Findlay,
expertos en películas sexploitation. La trama de la película se centra en una
secta de asesinos que se dedican a realizar sus actos rituales a través de orgías
no muy lascivas. A esta película se le agregan algunas escenas filmadas posteriormente,
sobre una actriz que es contratada para actuar en una película y es apuñalada
y mutilada con brutalidad. Estas escenas, supuestamente reales, tienen errores
de continuidad y poseen una edición (lo cuál desmiente que sea un fragmento
"snuff"). El engendro resultante se estrena con el siguiente slogan publicitario:
"Filmada en Sudamérica, donde la vida es barata". Una nota periodística que
se refería a esta escena como la filmación de un asesinato real, basta para
exacerbar a la opinión pública y a que generase un altísimo interés
potencial en la cinta. Mientras SNUFF tiene una génesis tan contranatura,
en España el argentino León Klimovsky quien, a la sazón,
viene de una exitosa tanda de media docena de títulos de terror en la
Madre Patria (tendencia denominada "Fantaterror") con protagonistas
como Paul Naschy, Narciso Ibáñez Menta y Jack Taylor, lleva a
cabo la filmación de EL MARISCAL DEL INFIERNO. La película,
que muestra la historia de un sádico noble llamado Gilles de Lancre (Paul
Naschy) que pretende llegar al trono de Francia torturando a sus enemigos y
asegurándose el control de elementos del campo de la Alquimia, se anuncia
con gran fanfarria por el coproductor argentino Néstor Gaffet pero el
filme... nunca llega a estrenarse en Argentina, a pesar de que en su elenco
figuran atractivos intérpretes del mercado local: Guillermo Bredeston,
Mariano Vidal Molina y Germán Kraus.
Según la investigación del amigo de la casa Pablo Sapere, Ricky
Torres Tudela, peruano cosmopólita y productor cinematográfico
especializado en el género, aparente poseedor de los derechos de OBRAS
MAESTRAS DEL TERROR para Estados Unidos (país donde la distribuye
bajo otros títulos) y productor del largometraje anunciado en esta nota
de Heraldo de diciembre de 1967:
"En SAN MIGUEL comienza esta semana el rodaje de LA
CIUDAD DE LOS CUERVOS, prod. de Ricky Torres (Torres Inc. Pictures) de costo
calculado 70 mill. de pesos. En estudios se han levantado los decorados de una
ciudad que al promediar la filmación se incendiará. Elenco: los norteamericanos
James Farley y Joyce Morse, y los argentinos Bianco, Elizabeth Killian, Lois
Blue, Celina Tell y Airaldi. Director: Carlos Cores, que tendrá intervención
especial como actor. Fotografía (panavisión y color): Julio Lavera. Música:
Tito Ribero. Vestuarios: Eduardo Lerchundi. Jefe de Producción: Julio Godoy".
El problema es que semejante superproducción nunca se estrena, siendo
rematado su negativo en 1972. Tras este intento, Torres se marcha del país
y lanza varias películas de terror en Perú, México y hasta
Canadá. A su regreso la Argentina, en 1976, co-produce junto a Pino Farina
tres películas con dificultades para su estreno: SEIS PASAJES AL INFIERNO
(1975, estrenada en 1981) de Fernando Siro, ALLA DONDE MUERE EL VIENTO
(1975, inédita) de Siro y LA CASA DE LAS SOMBRAS (1976, inédita
aunque tardíamente ha sido vista en TV) de Ricardo Wullicher. De EL
INQUISIDOR (1974) de Bernardo Arias, Radiolandia de septiembre de
1974 publica la siguiente gacetilla (aportada por el lector Pablo Prado Olivero):
"Pasiones y magia negra en el Perú. Dentro de dos
semanas se estrena en Buenos Aires "El inquisidor" (...) Se estrenará el día
26 de septiembre una esperada coproducción argentino- peruana. Se trata de "El
inquisidor", una película con libro de Gustavo Ghirardi y dirección del prestigioso
realizador argentino Bernardo Arias. Su tema muy de moda narra una historia
de brujería, exorcismo y magia negra, con escenas raciales autóctonas y de procedencia
africana. Filmada en escenarios naturales de Perú, tales como los acantilados
de Chancai, el convento de San Francisco, las hermosas playas de la Herradura,
las Catacumbas de Lima y en el Museo de la Inquisición, esta novedad cuenta
con un elenco de primeras figuras argentinas y peruanas (...) el productor ejecutivo
fue Armando Marimón. "El inquisidor" se realizó en colores y su proceso técnico
se llevó a cabo en laboratorios argentinos. Es un film de Producciones Cinematográficas
Mario SCA."
Por contraste, este largometraje SÍ se estrenó: en Perú
con gran éxito, en Argentina, tarde pero seguro, en 1986 y bajo el sugerente
título de EL FUEGO DEL PECADO.
Comedias de terror (parte II)
Los años '80 marcan el retorno de la exitosa veta de la Comedia Terrorífica.
La semilla la planta Jorge Porcel con LOS VAMPIROS LOS PREFIEREN GORDITOS
(1974) de Gerardo Sofovich y la potencian el dúo cómico de Juan
Carlos Altavista y Juan Carlos Calabró con MINGO Y ANÍBAL CONTRA LOS
FANTASMAS (1985) y MINGO Y ANÍBAL EN LA MANSIÓN EMBRUJADA (1986),
ambas de Enrique Carreras. Otros embates de esta tendencia son GALERÍA
DEL TERROR (1987) de Carreras, al servicio del genial dúo Alberto
Olmedo- Jorge Porcel (en todas las nombradas, queremos destacar la presencia
de Adolfo García Grau, característico especializado en comedia)
y LOS MATAMONSTRUOS EN LA MANSIÓN DEL TERROR (1987) de Carlos Galettini,
al servicio del elenco televisivo de BRIGADA Z, compuesto por Emilio
Disi, Alberto Fernández de Rosa, Berugo Carambula y Gino Renni. Más tarde,
Galettini es responsable de CHARLY - DÍAS DE SANGRE (1990), obvia
explotación directa a video de tópicos cinematográficos
candentes en la época (como Freddy Krueger, las películas de Martes
13, etc.) que no fue hecha como comedia pero que su visión actual no
deja de generar risas a destiempo. Por último mencionaremos EN BUSCA
DEL BRILLANTE PERDIDO (1986) de Sergio Móttola, entremés musical
con Juan Ramón y artistas invitados en la que aparece un ser a mitad
de camino entre un Hombre Lobo y el Increíble Hulk.
El caso de la desaparición del terror
Horacio Erman y Stuka, sangriento combate en ALGUIEN TE ESTÁ MIRANDO
(1988)
Según lo que comenta Jorge Abel Martín en su libro Cine Argentino
'82 podemos describir LA CASA DE LAS SIETE TUMBAS (1982) como la
historia de dos amigas de la infancia (Soledad Silveyra y Cecilia Cenci) que
han ido creciendo y evolucionando de forma opuesta respecto al miedo. El debutante
Pedro Stocki parte de esta premisa y adosa a la película una vieja que odia
a los gatos, una deficiente mental, un hombre de conducta realmente extraña
y un episodio cerdofágico de dudoso gusto. El punto fuerte, además de
la fotografía y el ambiente enrarecido, es el reparto que incluye a María
Rosa Gallo, Miguel Ángel Solá y María Leal. La Silveyra
y la Gallo compartieron el premio a Mejor Actriz en el Festival de Cine Imaginario
y de Ciencia Ficción de Madrid (1982) por sus trabajos. Tras este intento
desfalleciente, el terror desaparece del cine argentino en noviembre de 1988.
Es cuando se estrena ALGUIEN TE ESTÁ MIRANDO (1988) de Horacio
Maldonado y Gustavo Cova, último largometraje de terror durante las siguientes
dos décadas. Citando nuevamente al colega Sapere, transcribimos parte
de su nota El Cine Fantástico Argentino de los '80:
"ALGUIEN TE ESTÁ MIRANDO es una rareza dentro
del cine argentino por su alto contenido gore (alto dentro de su contexto).
La película narra las desventuras de unos jóvenes que son sometidos a experimentos
por unos científicos norteamericanos. En este experimento los jóvenes son llevados
a un extraño sueño con unas drogas fuleras y gracias a algunos aparatos raros
logran conectar los sueños de todos. El problema es que dentro del "sueño" uno
de los participantes empieza a asesinar salvajemente a sus compañeros. Como
sabemos muy bien, si alguien muere soñando también muere en la realidad."
El terror independiente
Suponemos que el germen habría que buscarlo en la producción
de películas directo a video durante los años '80 y principios
de los '90, pero ese sería tema de una investigación mayor. Lo
cierto es que a mediados de los '90 surge una primera generación de realizadores
aficionados y especializados en terror, estudiantes de cine en escuelas privadas
o universidades que poco a poco comienzan a plasmar en sus películas
de corto y largometraje un interés inédito y (de) culto en el
cine de terror. La continua circulación de estas producciones (en formato
de video), sumada al establecimiento de video clubes especializados y al fomento
de ciclos de proyecciones ("Medianoches Bizarras" de Fabio Manes,
"Cine Club Nocturna" de Christian Aguirre, "Cine Club La Cripta"
de Boris Caligari, Peter Pank y Julio Martínez, entre otros), hacen eclosión
en un festival de cine especializado (Buenos Aires Rojo Sangre) y en un auténtico
"ambiente" de profesionales amantes del terror, embarcándose
en proyectos cada vez más comprometidos (largometrajes que cosechan premios
en festivales nacionales e internacionales, contratos de coproducción
con otros países, distribución en el extranjero, etc.). Paralelamente
la TV ofrece diversos ciclos que, de manera salteada, proporcionan una mínima
cuota de terror al televidente. Nuevamente retrocedemos a los años '80
en busca de precedentes y encontramos las presentaciones de VIAJE A LO INESPERADO
(primero de Narciso Ibáñez Menta y luego de Nathán Pinzón)
y algún ciclo aislado, como la olvidada MOMENTO DE INCERTIDUMBRE
(de la que sólo algunos memoriosos recuerdan a un Rodolfo Ranni caracterizado
de vampiro con dos colmillos excesivamente largos que parecen capuchones de
bolígrafos). EL GARANTE (1997) y LA CONDENA DE GABRIEL DOYLE
(1998), ambos en Canal 9, son dos exitosos ciclos de Sebastián Borensztein.
Por el contrario, el DRACULA (1999) de América TV, con Carlos
Andrés Calvo y POR EL NOMBRE DE DIOS (1999) de Pol-ka para Canal
13, con Alfredo Alcón, no alcanzan a superar sus expectativas. Pasan
varios años hasta que el terror vuelve a la pantalla chica con HISTORIAS
DE TERROR (2004), desigual pero honesto esfuerzo de producción de
Alexis Puig para Canal 7 y con la miniserie SANGRE FRÍA (2004),
versión de "Batoru Rowaiaru" (Batalla Real) con un juvenil elenco tratando
vanamente de emular la desbordante locura del filme japonés de Kinji
Fukasaku BATORU ROWAIARU (Batalla Real-2000) con Beat Takeshi (Kitano).
La última versión de EL HOMBRE QUE VOLVIO DE LA MUERTE
(2007) ha generado tantas dudas que tal vez motive varias temporadas más
sin envíos del género en la pequeña pantalla.
¿Quién necesita al terror después de
todo?
Dos meses después del estreno del ALGUIEN TE ESTÁ MIRANDO,
en enero de 1989 ocurre la llamada "Batalla de La Tablada", el intento
de copamiento del regimiento III de Infantería por parte del grupo terrorista
MTP liderado por Jorge Baños y Enrique Gorriarán Merlo. El saldo
es de 40 muertos y 60 heridos. Al año siguiente, en diciembre de 1990,
se reprime un golpe militar de una facción denominada "carapintada"
al mando de Mohamed Alí Seineldín, dejando un saldo de 21 muertos.
Marzo de 1992 es testigo de la voladura de la embajada de Israel en Buenos Aires,
dejando 29 muertos. 85 fueron los muertos que deja el atentado terrorista a
la AMIA en julio de 1994. A la par de esta escalada de "terror real",
el cine argentino se enclaustra en dos vertientes diferentes pero aledañas:
una que engloba al mensaje y la crítica social, el film testimonial,
el documental y todo lo relacionado con la historia política e ideológica
del país en los últimos 30 años; la otra, el llamado "nuevo
cine argentino" (la primera vez que se acuñó esa frase fue
en los '60, para denominar a la generación de Manuel Antín, José
A. Martínez Suárez, Rodolfo Kuhn y otros grandes directores),
que abarca filmes de la parcela que Diego Curubeto denominaría "arte
y ensayo". Fuera de los incentivos oficiales quedan el terror y los llamados
géneros menores, no por falta de propulsores, sino por ausencia de respaldo
de "los institutos de cinematografía que rigen con desequilibrios, cualesquiera
que fueran, la marcha de nuestro cine" (estoy tomando prestada la frase
de Antín, dicha en 1965 para la revista Tiempo de Cine, número
doble 18/19). De este modo, podríamos desmentir ese famoso postulado
que se suele esgrimir a la hora de explicar la ausencia del terror como género
dentro de nuestra cinematografía: "al público argentino no
le atrae en especial el cine de terror": Argentina o bien no necesita terror
ficticio o bien aún no aprendió a servirse de la pantalla terrorífica
como catarsis de las penurias socio-políticas que se genera a sí
misma.
Epílogo
Después de 20 años de ausencia, un largometraje de terror se
estrenó en el circuito comercial argentino. Se trata de la coproducción
argentino-catalana VISITANTE DE INVIERNO (2008) de Sergio Esquenazi.
Rodada casi toda en los bosques de la ciudad balnearia de Pinamar, la trama
gira sobre un muchacho veinteañero quien, tras un intento de suicidio, va al
campo en busca de descanso, junto a su madre y hermana. El lugar elegido es
una localidad estival que en invierno es un paraje desolado. Como el protagonista
es aficionado a la astronomia, se dedica a escudriñar con su telescopio,
descubriendo furtivamente hechos extraños que acaecen en una casa abandonada
lindante. Como sus dificultades emocionales se agravan, consulta al psiquiatra
local, poniéndose en tela de juicio si lo que percibe es real o ficticio.
Recibida con frialdad por la crítica, queda abierto un hálito
de esperanza para los aficionados y amantes por igual... ¿o no?