Seccion: Biografías (Lecturas: 9227)
Fecha de publicación: Abril de 2009
Zucco el grande
Hoy presentamos a un señor de respeto, serio, trajeado y cincuentón, como los de antes. Con ojos oscuros y penetrantes, rostro afeitado, venerable calva y tupidas cejas, se paseó en casi un centenar de películas en veinte años. Con uds. George Zucco. El Abuelito

Este artículo fue publicado originalmente en
El Desván
del Abuelito
¡Bip, bip, aquí el Abuelito emitiendo desde Radio Desván, rastreando
como siempre las ondas del pasado! ¡Atención, huyan quienes aborrezcan
de lo rancio! ¡Bienvenidos sean todos los zotes, porque a garrotazos los desasnaremos!
¡Acudan pronto los aprendices, que hoy toca semblanza del Rey de la serie Z,
el más ilustre actor que hayan tenido la fortuna de contemplar! ¡Cuidado,
no se escape algún monstruo malo y les muerda en la entrepierna! A descubrirse,
sosainas, que no todos los días se entera uno de quien fue nada menos
que...
GEORGE
ZUCCO, EL SABIO MÁS LOCO DE TODOS LOS TIEMPOS
Hala, a sentarse, zangolotinos, que hoy van a tener el placer de conocer a uno de los más queridos y distinguidos amigos del Abuelito... un señor de respeto, serio, trajeado y cincuentón, como los de antes. Con ojos oscuros y penetrantes, rostro afeitado, venerable calva y tupidas cejas. Con esos andares arrogantes y desenvueltos y esa gravedad elegante y discreta, tan británica. Les presento al hombre que siempre figura en los últimos lugares: en el reparto, en la guía telefónica, en el padrón municipal, en los diccionarios de actores... aquel cuya tumba es un nicho sin nombre en la parte más baja del rincón de un cementerio de Hollywood. Su nombre, ignorantes, es George Zucco. Y no se confundan, que aunque lo hayan visto más bien poco (¡qué van a saber ustedes, idiotizada generación del País de las Tentaciones!), en buena ley don Jorge debería ocupar panteón junto a Lugosi y Karloff. O sea, en la cima de mundo.
Participó en nada menos que noventa y seis películas en veinte años, todas de género y la mitad extravangancias. Fue vampiro, trasplantacerebros, resucitador, Sumo Sacerdote del Templo de Karnak, asesino, detective, enemigo de Tarzán, fraile, obeah man... todo sin abandonar jamás su honorable aspecto, como de señor notario. Nadie como él ha hecho de mad doctor tantas veces, manejando látigos y probetas, ni ha sabido mantener la dignidad incólume en medio de los guiones más inenarrables. Pero ay, no contó con la suerte de tener un personaje carismático, como Bela y Boris con los suyos. Ni tuvo decadencia, eso que tanto gusta a los mitómanos, sencillamente porque nunca salió de los gozosos infiernos de la serie B, y quien jamás asciende difícilmente puede caer.
CON Z DE ZUCCO
Lo cual, la verdad, no veo qué tiene de malo. A mí bien me hubiese
gustado trabajar para la Monogram o la PRC, haciendo de profesor chiflado, sacudiendo
jorobados y alternando con glorias del celuloide como John Carradine, el gran
Stanley Ridges o "the great second mad doctor" Lionel Atwill. Mejor
no salir del mundo de los seriales que hacer películas en color como
las de ahora, con niños bitongos y muñecas de plástico
en medio de tramas de lo más inane. Sabiamente, les decía, George
Zucco no pasó apenas de la serie B de verdad, que a estas alturas es
de suponer todos sepan lo que es. Vayan unas cuantas pistas para los retrasados,
que parece que abundan por aquí. Ay, ay, mucho Argento y mucho Takashi
Miike, y no me saben nada de lo que de verdad importa.
A ver si adivinan de qué fantástico hablo: sesenta o setenta minutos de duración, riguroso blanco y negro, estrenos cada quince días, total respeto a las reglas del género, argumentos imposibles, presupuestos de pena y actores excelsos en lo que los pelagatos llaman horas bajas. Laboratorios ocultos, monstruos, héroes, señores mayores con sombrero, chicas perseguidas, exquisitos decorados; impecables las partes técnicas de fotografía, iluminación, puesta en escena y las cosas esas en que se fijan los cinéfilos. Películas casi siempre degustables, que más allá del encanto kitsch, cool o camp que gustan decir los enteradillos, son productos bien hechos, ágiles y que rezuman locura en no pocos casos. Celuloide del que crea adicción, con escenas de gloriosa bizarría que se infiltran bajo la retina y luego ya no te puedes desenganchar como si de drogaína se tratase. ¡Gloria eterna a George Zucco por no abandonar nunca tal universo de maravilla y baratura!
EL MALVADO BURGUESÓN
Inglés,
de Manchester, cosecha 1886, George hizo un poco de todo antes de dedicarse
de lleno a su carrera cinematográfica. Artista de variedades; soldado
en la Primera Guerra Mundial, de la que se trajo la parálisis en tres
dedos de la mano derecha; actor de teatro con cierto prestigio en Canadá,
tiene cumplidos los cuarenta cuando comienza a participar en producciones de
cine británico, siempre en segundo plano. Hace de médico, de abogado,
serio y tradicional, y hasta asoma en una fantástica, la rancia The
Man Who Could Work Miracles (El hombre que hacía milagros-1935).
El caso es que aburrido de tanto comedimiento Zucco emigra a Hollywood, donde
no puede entrar con mejor pie. Para entonces es un cincuentón bragado
en mil escenarios, y no tarda en colocarse como secundario habitual en producciones
de género de grandes y pequeños estudios. Después de participar
en un montón de películas, entre ellas las series de El Hombre
Delgado, de Charlie Chan, de Arsenio Lupin y de Bulldog Drummond (si no saben
quienes son estos señores, me lo miran en internet, mocosos), recibe
la primera señal del destino: le otorgan el papel del profesor Moriarty,
el enemigo acérrimo de Basil Rathbone en Adventures of Sherlock Holmes
(Las aventuras de Sherlock Holmes-1939). Por fin puede lucir esa malignidad
subterránea que almacena tras su respetable fachada. El filme se estrena
con aire de gran producción, y por un momento parece que la suerte de
Zucco va a cambiar. Vana esperanza, pero mejor para nosotros, porque como consecuencia
de su actuación como siniestro Emperador del Crimen intentando robar
la Corona británica, Zucco empieza a ser encasillado como malvado. Elegante,
distinguido y culto, pero con un fondo más negro que el carracuco.
CUANTO MÁS SABIO, MÁS LOCO

Tom Tyler, de cowboy a momia; George Zucco, de malvado a malvado. THE MUMMY'S
HAND (La Mano de la Momia-1940)
Veintiún
títulos más se calza el amigo Zucco en los siguientes tres años,
y es que muy pronto nuestra estrella adquiere fama como el hombre que jamás
rechaza un papel. El motivo aún lo desconozco; el caso es que su rostro
cada vez más sombrío, sus ademanes graves y los monólogos
de loco que de vez en cuando enfila con voz cavernosa se hacen habituales del
cine de género. La inmortalidad le llega de la mano de la Universal con
la modélica The Mummy's Hand (La Mano de la Momia-1940), alegre
disparate que reinventa la leyenda de la Momia olvidándose por completo
de Karloff. Zucco tiene papel estelar, Andoheb, imponente arqueólogo
que esconde una doble vida –una constante en su filmografía- como Sacerdote
del Templo de Karnak, un decorado de ruinas aztecas que pasan fácilmente
por el Antiguo Egipto con cuatro jeroglíficos y la complicidad del espectador.
La película crea una atmósfera tan de barraca de feria, tanto
en los subterráneos del templo como en las apariciones de la momia, está
tan excelsamente fotografiada y tiene un desarrollo tan deliciosamente discordante
que desde su estreno se convierte en clásico bizarro. Zucco, magistral
con su fez y con la sotana sacerdotal, resucitando muertos y jurando solemnemente
por los poderes ocultos de Amon Ra. En las dos siguientes entregas de la serie
es Andoheb otra vez, maquillado de viejo e interviniendo cada vez menos tiempo.
Del año siguiente es otra joyita más rara, The Monster and
the Girl (El Monstruo y la Joven-1941), la primera vez que George hace de
"mad doctor", con un argumento bizarro donde los haya. Unos gangsters
obligan a una chica a quien casan falsamente a trabajarse la calle como meretriz.
Pero el siniestro profesor Perry roba el cadáver de su novio, ejecutado
poco antes, y trasplanta su cerebro al de un gorila que en cuanto despierta
la emprende con todos los malvados. ¡A ver quién da más!
EL FABRICANTE DE MONSTRUOS
1942 es su año mágico. Además de figurar en alguna major
como The Black Swan (El Cisne Negro-1942), el clásico de piratas
de Tyrone Power, o rodar la secuela de La mano de la Momia, interviene
en la serie del detective Ellery Queen y aún le sobra tiempo para afrontar
sus primeros papeles protagonistas en dos obritas maestras donde se consagra
de una vez como el mayor de los mad doctors. Sus poéticos nombres: The
Mad Monster (El Monstruo Siniestro-1942) y Dr. Renault's Secret (El
secreto del Dr. Renault-1942), cánones del cine de bajo presupuesto,
en los que se fijan definitivamente arquetipos, escenarios y lugares comunes.
O sea, que ambas están más locas que una cabra, emanan delicioso
aroma a naftalina y proporcionan gozosos momentos cumbre: Glenn Strange deambulando
por los bosques transmutado de paleto en licántropo, o los intentos,
látigo en mano, de domar al Mono Hombre que el Doctor Renault en su demencia
ha creado.

Zucco y Glenn Strange amenazando a un desválido I. Stanford Jolley:
THE BLACK RAVEN (La Casa del Mal Agüero-1943)
Por
fin Zucco reina en el abismo. El hombre aparentemente sin carisma ha fabricado
un personaje que repetirá más a menudo de lo que hubiese deseado.
Sus ademanes autoritarios, la mirada torva, el resentimiento que atesora y su
profundo desdén por la humanidad constriñen su carrera a un encadenamiento
de felices títulos de similar cariz: Dead Men Walk (La Venganza
de la Tumba-1943), Zucco haciendo de dos hermanos gemelos, uno bueno y con pelo
y otro calvo y vampiro; The Mad Ghoul (El Buitre Humano-1943), tal vez
su mejor creación como sabio loco; esa cima absoluta del cine majareta
que es Voodoo Man (El Brujo-1944), en la que no duda en encasquetarse
un gorro de plumas de gallina para dirigir las ceremonias vudú que han
de devolver el alma a la esposa de Lugosi, un cadáver ambulante de muy
buen ver; o el extraño caso de Return of the Ape Man (El Retorno
del Hombre Bestia-1944), una majadería en la que Zucco consigue lo que
parecía imposible: figurar en el reparto oficial como el Hombre Mono
y no aparecer ni un solo segundo en pantalla. ¿Lograría además
cobrar?

David Bruce y Zucco "negociando" en THE MAD GHOUL (El Buitre
Humano-1943)
Y LA SERPIENTE VOLÓ
Vano es el mundo y voluble su gusto, y la preferencia por las películas
de miedo desaparece al acercarse el fin de la Guerra Mundial. Probetas y telarañas
pasan de moda, bien que Zucco tenga tiempo de colocar pequeñas apariciones
en clásicos de lo bizarro como House of Frankenstein (La Zíngara
y los Monstruos-1944) o The Mummy's Ghost (El Espectro de la Momia-1944),
con la Momia trasplantada desde Egipto a los pantanos de Louisiana de la mano
del inmortal Lon Chaney. Toda la industria B emprende una lenta retirada que
todavía ha de proporcionar instantes memorables. George se refugia en
el policial, rodando varios durante 1945; alguno con su habitual personaje de
maldad encubierta, como el Leo Grainger de Fog Island (La Isla de la
Venganza-1945), que se distrae montando en su mansión cámaras
secretas de muerte lenta. 
Karloff (Niemann) ordena a su fiel Daniel (J. Carrol Naish) liquidar a Zucco
(Lampini). "Esta película no es lo suficientemente grande como para
albergar a dos titanes del terror". HOUSE OF FRANKENSTEIN (La Zíngara
y los Monstruos-1944)
La
hiperactividad de años anteriores se frena en 1946, cuando sólo
rueda el remake de The Devil Bat (El Murciélago Infernal-1940),
una de las más locas aportaciones del Tío Bela a los fondos de
la Monogram. Aquí en vez de murciélago es un ofidio malo, The
Flying Serpent (La Serpiente Voladora-1946), cuya natural inclinación
a seccionar yugulares ayuda a nuestro hombre a componer su última y melancólica
obra maestra. Al parecer poco después cae enfermo y trabaja mientras
puede, haciendo de contrincante de Bela Lugosi y Angelo Rossitto en Scared
to Death (Muerta de Miedo-1947); enfrentándose a un fondón
Johnny Weismuller en la decadente Tarzan and the Mermaids (Tarzán
y las Sirenas-1948) o llegando a la autoparodia en Who killed Doc Robbin?
(1948), junto a un grupo de jóvenes sosainas, "Curley's Gang",
de esos que en USA gustan tanto. Está llegando el fin. Tanto trabajar
algo tiene que rendir y George Zucco, deteriorado, pasa sus últimos años
en una residencia, dicen que confortablemente. En 1960 decide abandonar del
todo este mundo, de neumonía, cuentan unos, o según afirman otros
por su propia mano y voluntad. En todo caso, ustedes guarden un minuto de silencio,
ignorantes.

Linda Christian, Johnny Weissmuller, George Zucco. El ocaso de Tarzán
en TARZAN AND THE MERMAIDS (Tarzán y las Sirenas-1948)
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