Seccion: Películas (Lecturas: 6934)
Fecha de publicación: Agosto de 2010
Monstruos del abismo
Hay un mundo allende nuestra realidad tridimensional y temporal que está habitado por seres cuya naturaleza nos es completamente desconocida y esquiva. Seres informes siempre alertas y expectantes al mínimo descuido que, en nuestra ignorancia, nos convierta en involuntarios y débiles porteros de lo desconocido, de lo terminal, de la infinita esclavitud. Pastor Sebastián Domizzi

Nada nos causa más excitación que encontrarnos
al borde de un precipio.
Pero imaginemos que, además del miedo natural a
caernos, se sumara otro miedo distinto. Si caemos en un agujero tan hondo, tan
insondable, que nos envuelve al punto que nuestros ojos no divisan forma alguna
y mientras seguimos cayendo, nuestra mente nos azota con imágenes contra natura,
estamos cayendo a un abismo.

Sam Neill a punto de cruzar un portal en
In the Mouth of Madness, 1995
Ahora detengámonos en los pensamientos errados que
nos lastiman, que nacen de nuestros más primitivos y perversos miedos. Solo así
podremos percibir los potenciales portales hacia otras dimensiones tras las que
monstruos dantescos esperan ansiosos por traspasarlos.
Estas criaturas que se ocultan en la bruma más
negra a la espera de un simple descuido nuestro para salirse del anonimato de
la nada, anhelan entrar en este mundo para dominarlo, para formar parte de él.
¿Será acaso que solo desean someternos, adoctrinarnos o fagocitarnos? ¿Qué
clase de lazos pueden establecerse entre ellos y nosotros? ¿Querrán simplemente
probar la irreversible mortalidad a la que estamos predestinados? Nuestras limitaciones de forma, nuestra finitud, ¿serán acaso
preferibles a la informidad de su mundo, insoportablemente eterno?

Un ser humano 'adoctrinado' se despedaza en Poltergeist, 1982
Recordemos que ya desde la antigüedad hay leyendas
de héroes trágicos que fueron “devorados” por criaturas abismales para ser
devueltos a la tierra a la que pertenecían pero con una conciencia más depurada como, por ejemplo,
Jonás devorado por la criatura en la Biblia hebrea.
Tales relatos vienen conformando un bestiario
narrativo en todas las culturas existentes, de esa “población abismal” que
intenta penetrar en nuestra vida cotidiana para atraernos y convertirnos en sus
adoradores incondicionales, o para otros propósitos tan oscuros como
indescifrables. Estas entidades que poseen medios repulsivos para sojuzgarnos y
amoldarnos a sus planes, bien podrían apoderarse subrepticiamente de un medio
de educación masiva tan popular como el cine llevándonos, de esta manera, a
adoptar su dominación sin tomar conciencia de ello.

Una aberracion contranatura de From Beyond, 1986
El padre Loomis (Donald Pleasence) poseedor de una llave en Prince of Darkness, 1987A veces simples mortales poseen “llaves psíquicas”
que permiten acceder a semejantes abismos poblados de seres monstruos. Pero
¡cuidado! que en el intento, estas llaves pueden dañarse irreversiblemente,
quebrándose en múltiples fragmentos e imposibilitando cerrar los portales. Así,
de manera inevitable y fatídica, estos seres ingresan y se enquistan en lo
real, formando sus propios abismos en nuestra dimensión en donde se ocultan
indefinidamente (por ejemplo, Internet, es decir, el medio en donde usted puede
estar leyendo este opúsculo).
Y así llegan a nosotros, desde un abismo sin forma,
color, ni fondo, estas criaturas que horadan nuestra débil resistencia con
imágenes sutiles, ora desde una pantalla de ordenador, ora del cinematógrafo,
personificándose de miles de maneras, siempre mutando, siempre sondando. La
sala cinematográfica, cual precipicio horizontal, hipnotiza nuestras pupilas,
absorbe nuestros sentidos y nos traslada a un mundo en donde cada abrir y
cerrar de párpados, cada mero pestañeo ante imágenes abominables, es una
involuntaria ayuda para que tales seres ingresen y aniden en nuestra realidad.
El Séptimo Arte, en estado conciente, ha versado
sobre este tema a través de relatos de criaturas dimensionales, portales hacia
otros mundos, personas que conciente o inconcientemente logran, mediante artes
mágicas y a veces por puro error, tomar contacto con ellos. Algunos directores
–que no han cedido ante dichos entes-, poseedores eventuales o permanentes de
fragmentos de llaves psíquicas, han tratado de advertirnos de sus peligros.
Filmografía de estudio y prevención
Por el
Discípulo Darío Lavia

Un padre ingresa a otra dimension en Little Girl Lost, 1963
La primera obra en alertar sobre los Peligros
de los Abismos fue la serie televisiva The
Twilight Zone (La Dimensión Desconocida), fruto de la creación del apóstol
Rod Serling, desaparecido poseedor de una llave completa. En el episodio Little Girl Lost (La Niña Perdida, 1963),
un padre de familia debía buscar a su hija perdida a través de un boquete
espacio temporal que un físico descubría en la pared del living. The Bewitchin’ Pool (La Piscina
Encantada, 1964) planteaba algo similar con una conexión entre mundos paralelos
sita en el fondo de la piscina de la aparentemente adorable Tía Kate. Más
adelante, otra serie decana del género como Star
Trek (Viaje a las Estrellas), del apóstol Gene Roddenberry, alertaría sobre
la hostilidad de los seres humanos que pueblan los abismos en el episodio Mirror, Mirror (Espejo, Espejito, 1967).

El perfecto portal en The Dunwich Horror, 1970
Fue una adaptación del sumo apóstol - trágico poseedor
de una llave psíquica - H.P. Lovecraft la que primero llamó la atención sobre
el peligro latente de los abismos. La película se tituló The Dunwich Horror (Los Endemoniados, 1970) y tuvo el hallazgo de
mostrar como se vería el mundo a través de los ojos de un monstruo aberrante
que momentáneamente desembarcaba en nuestra dimensión.

Extrano monstruo abismal en Poltergeist, 1982
Poltergeist (Poltergeist: Juegos Diabólicos, 1983) de Tobe Hooper, casualmente
inspirada en Little Girl Lost, fue
más allá en el asunto del padre que ingresa al inframundo en que los muertos
tienen cautiva a su hija, pero se topa accidentalmente con un monstruo abominable.
¿Fue semejante bestia un ser abismal?
La estremecedora idea de estas criaturas
aberrantes pululando en nuestro plano de existencia sin que seamos capaces de
percibirlas salvo forzando nuestros sentidos a través de experimentos de
ciencia loca, se planteó en From Beyond
(Resonator, 1986) de Stuart Gordon, con consecuencias trágicas para todos sus
protagonistas.

Ash Williams (Bruce Campbell) es acechado por
un monstruo abismal en Evil Dead II, 1987
Otra teoría también ha tenido especial arraigo
entre los realizadores: la idea de que el diablo y sus potestades son en verdad
monstruos del abismo. El sumo apóstol John Carpenter quiso hacernos creer que
Satán era un extraterrestre que estaba atrapado en el Otro Mundo en Prince of Darkness (Príncipe de las
Tinieblas, 1987). Guillermo del Toro, por su parte, nos sugirió el concepto de
que tanto las abominaciones tentaculares invitadas por Lovecraft y los demonios
ígneos de la literatura cristiana provenían
de idéntica dimensión en Hellboy (íd,
2004).
Un fallido intento de ingreso se produjo en Evil Dead II: Dead by Dawn (Noche
Alucinante, 1987) de Sam Raimi, en que una cabaña perdida en la espesura del
bosque sufría embates sordos de seres que trataban de penetrar a nuestro mundo
a través del portal resquebrajado por medio de la enunciación de determinados
párrafos del aberrante “Necronomicón”.

Un repulsivo monstruo del abismo en Xtro II, 1990
Más suerte tuvo una enorme abominación proveniente
de un “nexus”, que comenzaba a saciar su interminable apetito por carne humana
con el personal de una instalación científica subterránea en Xtro II: The Second Encounter (Xtro II,
1990) de Harry Bromley Davenport.
Sam Neill intenta protegerse en In The Mouth of Madness, 1995In the
Mouth of Madness (En la Boca del Miedo, 1995) de
Carpenter nos presentaba una incursión de estos seres abismales hacia nuestra
realidad para ocasionar un apocalipsis económico iniciado por la intervención
de un autor de novelas de terror, un mesías de lo cósmico y lovecraftiano a quien
Jürgen Prochnow daba vida de manera soberbia.
En
1980 Bob Leman había escrito “Window” (Ventana) un cuento que sirvió de
inspiración para un episodio de la serie Night
Visions titulado A View Through the
Window (2001). Un militar (encarnado por Bill Pullman) debía investigar la
extraña materialización de un cubo de terreno en el medio del desierto que
parecía reflejar una hermosa y apacible granja del siglo XIX. Esta visión, en
realidad terminaba siendo una tentadora trampa cazamoscas para sanguinarios
habitantes del abismo. ¿Vendrían de ese plano dimensional los monstruos
invasores de The Mist (La Niebla, 2007)
de Frank Darabont? ¿Qué podríamos hacer una vez que un monstruo abismal ingresare
a nuestro mundo? Tal vez lo previsto por Carpenter en ...Mouth of Madness, es decir, ingresar
compulsivamente a las salas cinematográficas a ver películas, una tras otra, a
lo mejor en el estéril intento de revertir el ya precipitado orden natural de
las cosas… o ya definitivamente
posesos e inoculados de los mortales filtros de... los Monstruos del Abismo.
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