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Fecha de publicación: Marzo de 2001
El día que John Barrymore le tomó prueba a John Carradine
Si, así como escuchó, dos potencias se encuentran en los años treinta. Darío Lavia
Tomado de una leyenda urbana
En
una oportunidad el gran John Barrymore provocó una atrevida broma en
una prueba de John Carradine. Supuestamente esto ocurrió a principios
de los años '30, pero se ignoran mayores precisiones. En aquella época
John Barrymore era una de las mayores estrellas del cielo de Hollywood y su
nombre venía precedido por casi dos décadas de trayectoria. John
Carradine en Hollywood no era nadie, pero en Broadway había interpretado
con éxito obras de Shakespeare. Por entonces actores con dicción
y sin problemas vocales eran muy cotizados (a razón del estallido del
cine parlante) y Carradine intentaba conseguir trabajo en la Meca del Cine.
Ambos eran amigos y Barrymore de alguna manera presidió la prueba actoral
de Carradine en un estudio de la 20 Century Fox.
"No te preocupes, querido amigo" dijo Barrymore, "te cuidaré
muy bien".
Él cuidó muy bien ciertamente de su amigo. Guió a Carradine
a través de un estudio vacío, donde un cameraman y un iluminador
estaban esperando, y le explicó que la prueba consistiría en una
pantomima.
"Quiero que aparezcas desde esa puerta" dijo Barrymore, "y
tienes que hacer que la audiencia sienta que tú estás para hacer
una gran fiesta de tu vida".
Carradine dijo que él podría hacerlo. Y lo hizo. Realizó
un completo show de mimo, doblándose los labios, golpeandose con un pañuelo,
repiquetando su abdomen, casi eructando con satisfacción, riéndose
de si mismo, suspirando con arrobamiento luego de todo esto.
"¿Cómo
lo hice?" preguntó Carradine.
"Magnífico" gritó Barrymore.
"¿Cuándo lo podré ver?"
"Mañana. Ven cuando caiga la tarde. La veremos después de
la cena"
Así que, luego de la cena, al siguiente día, Barrymore acorraló
a media docena de ejecutivos del estudio para ver el screen test de Carradine,
que se preguntó porqué su amigo había hecho tanto alboroto
por una simple y pequeña pieza de celuloide, sin diálogo. Y halló
la respuesta. Cuando comenzó la proyección, se vio la maravillosa
pantomima de Carradine, y la cámara cortó por la misma puerta
que Carradine había salido. Ahora venía Barrymore, riendo y guiñando
el ojo a la cámara, para reforzar la secuencia y aportar su grano de
arena.
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