Seccion: Películas (Lecturas: 1627)
Fecha de publicación: Octubre de 2017
La noche del espantapájaros
Clásico pero no del cine, sino del telefilme, en que todo ocurre en un pueblo chico cuyo infierno se agranda por la sobrenatural intervención de un espantapájaros, ícono del Halloween pero también símbolo que permite extraer algunas lecturas.
Bubba es un hombre con retraso mental que vive
en un perdido pueblo de los Estados Unidos. Es inocente
como un niño y es segregado y despreciado por la
comunidad. Sólo disfruta de la compañía y amistad de
una niña pequeña. Es acusado injustamente de asesinarla
(cuando en realidad la salva de la muerte segura,
bajo las fauces de un perro furioso) y buscado por una cuadrilla
de hombres de bien, liderados por el cartero, que es un macho de
aldea, el líder natural del grupo de hombres con escasas luces. Es
manipulador, racista y pusilánime y está interpretado por el
inmenso Charles Durning. Cercado, Bubba se esconde bajo las
ropas de un espantapájaros, pero aún así es alcanzado por la
turba linchadora y acribillado sin piedad. Aunque son declarados
inocentes por la justicia, uno a uno irán siendo ultimados por la
siniestra figura del espantapájaros, que vuelve a vengarse.
Charles Durning en The Dark Night of the Scarecrow
Frank
De Felitta dirigió este estupendo telefilm en 1981. De Felitta no
dirigió demasiadas películas, ha colaborado en algunas como
guionista, pero sin duda es más conocido por los amantes del
fantástico por su obra literaria, de
la que se destacan Audrey Rose (estupenda novela que dio origen a
la gran película dirigida por Robert
Wise) y El ente (que aterró las
noches de quien esto escribe en su
pubertad). De Felitta, como director,
hace gala de un conocimiento
preciso de los recursos del cine. El
terror que desarrolla es más elusivo
que evidente y es, sobre todo, violencia
del montaje que potencia la
imaginación del espectador. Más
que mostrar los hechos los sugiere.
Sabemos del ataque feroz del perro
a la niña cuando vemos la desesperación
de Bubba y los rostros impávidos
de los enanos de jardín, nos
percatamos de la muerte de uno de
los asesinos por el chorro de mermelada
roja que vuelca el cartero en
su tostada: genial utilización del
fuera de campo, que es un rasgo
característico del cine fantástico de la época (con Halloween, de
John Carpenter, a la cabeza).
La noche del espantapájaros es un
hito en la historia de la televisión, una película de bajo presupuesto,
rápida factura
y mucha imaginación.
Charles Durning
compone un personaje
inolvidable, un
ser tosco, inescrupuloso
e intrínsecamente
malvado. Otis
es simplemente un
cartero pero con
muchos matices: se
lo intuye alcohólico,
fracasado (vive solo
en una triste habitación
de pensión)
pero es aglutinador y
guía de la barra de
amigotes, a los que
organiza y lidera con ínfulas militares (luce su traje de repartidor de cartas como si de
un uniforme marcial se tratase). El cartero se vincula con los personajes-diagnóstico más terribles que ha dado la mejor televisión
de los últimos años: Los Simpson, El rey de la colina, Padre de
familia, caricaturas que exhiben
crudamente toda la mugre que
esconde la tan mentada american
way of life. Que es lo mismo que
viene exponiendo también, sistemáticamente
y a lo largo de toda su
obra, David Lynch (y como prueba
está su inolvidable serie Twin
Peaks, 1990/91).
Larry Drake y Tonya Crowe, The Dark Night of the Scarecrow
Estos pequeños
pueblos americanos, detrás de una
fachada de bonanza ocultan mucha
ignorancia, prejuicios y maldad. El
grupo asesino queda al descubierto
como el epítome preciso del norteamericano
medio que nuestro imaginario
vincula al sureño: retrógrado,
fascista, bebedor de cerveza,
machista, misógino, discriminador,
belicoso y belicista, sin atisbo de
alguna pretensión intelectual y que,
a su vez, es buen vecino (de los que,
como él, pertenecen al universo
WASP), un ferviente custodio de los
valores occidentales, republicano, y que no deja pasar un domingo
sin ir a la iglesia. este grupejo es parte constitutiva de la sociedad
que no siente remordimiento alguno frente al
crimen injustificado, porque, en última instancia,
se ha eliminado al otro, al que no pertenece
al clan, al diferente (queda evidenciado
cuando son saludados calurosamente por el
pueblo al ser absueltos por la justicia del
cargo de asesinato).
El cine fantástico,
valiéndose de un sobrenatural ángel exterminador,
viene a poner las cosas en su
lugar. Que alguien ose decirnos que el
Fantástico es pasatista. Si usted es un verosimilista,
de esos que toman como referente a la
realidad, que exige tramas precisas y argumentos sin
fisuras, lo instamos a que no intente preguntarse cómo es que
Bubba vuelve del más allá, y tenga en cuenta lo que grita la señora
Ritter en el juzgado: "Hay otra justicia, superior, aparte de la
miserable justicia humana". Que es, por supuesto, la poética del
Cine.
Claude Earl Jones, Charles Durning, Lane Smith, Robert F. Lyons, una pandilla salvaje
En abril del 2016 se conoció la noticia
del fallecimiento de Frank De Felitta a quien los
medios mayormente vincularon con su novela
Audrey Rose que supo vender más de 3 millones
de ejemplares en rústica y sobre la que,
después, escribiría
el guión en que se
basó el homónimo
filme de Robert
Wise de 1977. Sin
embargo, el amante
del horror catódico
no puede evitar
asociar su nombre a un telefilme
paradigmático
del siglo XX y,
comprendiéndolo
así, Mark Joy le
disparó un par de
suculentas preguntas
en la entrevista
que mantuvo unos años atrás.
–¿Por qué cree que Dark Night of the Scarecrow ha
cobrado semejante culto entre los fans?
– Es porque la historia es un clásico. Cuando me ofrecieron
la oportunidad de dirigirla, la rechacé sin
siquiera leer el guión. Cuando finalmente lo leí, me di
cuenta que era un trabajo brillante, una verdadera
obra maestra de arte oculta, así que de inmediato
contacté al autor, J.D. Feigelson, y concerté una
entrevista. Mi preocupación era de índole presupuestaria
y de jornadas de rodaje. Habiendo hecho varios
telefilmes sabía por experiencia que presupuestos
bajos y rodajes ajustados son riesgos a evitar. Pero
era un material extraordinario el que tenía así que,
me preguntaba ¿podría hacerle justicia a esa gran
obra, a pesar de todas las limitaciones? Decidí ir adelante,
no era una tarea fácil pero la cumplí gracias a
un gran equipo de actores y un equipo técnico que
dio todo de si mismos para llevar la película a cabo.
Fue un rodaje enteramente en locaciones y bajo un
verano sofocante. La película se hizo en tiempo y
forma y se estrenó en una sala de cine, en el WGA,
con muy buena presencia de público y muchos aplausos
a su finalización. Durante diez años no pasó más
nada. Y luego, lentamente, comenzó a verse en algunos
canales y luego, finalmente, se convirtió en un
gran éxito de Halloween, primero en un canal local y
más tarde en una de las cadenas a nivel nacional, en
la que se dio cada Halloween durante más o menos
diez años. En este punto, ya era vista y adorada por
un montón de fans del horror que se hacían con sus
copias en el mercado del DVD a lo largo de todo el
país. Y el resto es historia.
Habla Frank de Felitta
–¿Recuerda alguna anécdota de filmación?
– Recuerdo una cosa muy interesante que pasó a
mediados de rodaje. Descubrimos que no teníamos
ningún espantapájaros y el cronograma requería su
aparición al siguiente día. el director de arte trató de
fabricar uno pero era muy estilo Disney, para nada
atemorizante. Al final, resultó el autor de la novela,
J.D. Feigelson, el encargado de la tarea. Y fabricó ese
maravilloso espantapájaros que el público ahora
puede ver y disfrutar.
Fuente: Entrevista de Mark Joy publicada en HorrorNeWs.Net (06/04/12)