Seccion: Entrevistas (Lecturas: 738)
Fecha de publicación: Octubre de 2018
El mundo en sombras de El Abuelito
Entrevista exclusiva al autor del libro "Cine de terror 1930 1939: Un mundo en sombras". Darío Lavia

Conversar con El Abuelito supone toda
una quimera. muchos lectores nos preguntan "¿quién es el abuelito, existe, de
dónde es?" Para que hablar un poco del pasado pero,
fundamentalmente, de su futuro nuevo libro, hoy corremos ese halo de misterio
que circunda el Desván y entrevistamos a...
El Abuelito
—Buenos días tenga usted, Abuelito, cuéntenos
un poco acerca del origen de su mítico
blog y qué experiencias le ha deparado esta
andadura de más de una década en las ambiguas
vertientes de lo virtual.
—¡Hola, jóvenes! Antes de que existiesen los
ordenadores, aunque les resulte difícil creerlo,
había vida. Como El Abuelito empecé a
perorar en papel, en el fanzine 2000Maníacos,
que es lugar donde fue acogido por vez
primera el Desván. Pero como me gusta tanto
hablar y hay tanto por descubrir del pasado
a las nuevas generaciones, sean tebeos, folletines,
pulp o cine rancio, no tardé en pasarme
a lo virtual, donde durante seis años
he estado alojado. Ahora el blog está en
pausa, que todo cansa, pero la experiencia no
ha podido ser más grata. Me di cuenta de
que, aunque sea al otro lado del mundo, hay
personas fascinadas con las mismas intrascendencias
que yo, y que hasta se las toman
más en serio aún. ¡Saber que no se está solo
es maravilloso! ¡Y aprender de los demás
también!
—¿Cómo fue la recepción del voluminoso Superhombres ibéricos en la Península? ¿Qué magnitud crees que tiene el interés de
los lectores por la arqueología del cómic hispano? ¿Qué comparación hay con los interesados
en el cine arcaico?
—No puedo quejarme. mis libros sobre el
tebeo, Tragados por el abismo o Superhombres
Ibéricos, crónicas de la serie B de la historieta
española, han
gustado mucho, por lo
menos a esa inmensa
minoría que formamos
los enamorados de la
cultura popular. Pero
no nos engañemos, el
pasado del cómic no
es que sea tema de interés
mayoritario ni
en españa ni en ningún
otro sitio. Y respecto
al cine antiguo me da la impresión de que pasa un poco lo
mismo, que es otra gran minoría fiel y constante
la que pasa la vida hurgando celuloides
polvorientos; de hecho a menudo somos los
mismos quienes nos interesamos por ambos
temas. Yo, por lo menos, no sabría vivir de
otro modo.

—Tal y como los artículos del Desván, aquel
libro estaba poblado no solo de hallazgos de
las viñetas sino también de una vital línea
de análisis que servía para ponernos en contexto
de época. ¿Seguirá usted esa premisa
en su inminente Cine de terror 1930-1939:
Un mundo en sombras?
—Sí, claro. el libro sigue un curso cronológico,
por un lado, y por países, por otro. Es imprescindible
conectar cualquier obra con su
tiempo, y más cuando se trata de productos
de masas: ya ven que el subtítulo alude a las
oscuras circunstancias de los años treinta. Y
no solo respecto a acontecimientos sociales
o políticos, sino a parcelas de microhistoria –los cómics, las modas, las novelas, las formas
de comercialización...— que puedan influir directamente
en las películas tratadas. Es necesario,
divertido y aunque quisiera, no
sabría hacerlo de otra manera.
—¿Cómo surgió la idea de este volumen?
—Cine de terror 1930-1939. Un mundo en
sombras surge por iniciativa de Pablo Herranz,
el editor de Desfiladero, viejo amigo,
cinéfago y fanático absoluto, como yo, del
fantástico antiguo. él es quien me convence
para abordar el proyecto, un repaso exhaustivo
por todos los títulos de miedo de la década,
la más crucial en la historia del género,
y la que mayor número de obras maestras ha
dado, sin duda alguna.

—En la actualidad mucho se habla (y bien se
hace) del Pre-Code. Algunos tal vez puedan
deducir que se trate de un mero rótulo para
vender, pero hay toda una avalancha de interés,
tanto intelectual como de los aficionados,
por este rango temporal del cine. ¿Qué incidencia le da en su libro y qué lectura
hace de ese cine sin tanta represión del
sistema?
—La llegada del cenizo Hays con su puritanismo
tiene un efecto nefasto en el cine de
miedo. el erotismo sádico de Dr. Jekyll; la fascinación
por la tortura de Murders in the Rue
Morgue; la crudeza brutal de Freaks; el enfermizo clima moral de Kongo; las bromas
blasfemas de La novia de Frankenstein...
nada de eso vuelve a ser posible desde la implantación
del Código. Al cine de terror se le castra para que no
vuelva a convertirse en adulto, para que
mute en género, con todo lo que tiene eso de
limitado. Por más que nos siga enamorando,
después de 1935 el miedo es más producto –
a menudo excelente, eso sí- que obra única,
que es la vocación con la que habían nacido
la mayor parte de películas de la primera
mitad de la década.
—¿Por qué fascina tanto el cine de terror de
la década del treinta y cuáles fueron las películas
que más le fascinaron a usted?
—Fascina porque con él empieza todo, planta
las bases del género y define los temas por
los que va a discurrir durante muchos años.
Y lo hace de un modo más adulto que la inmensa
mayoría de títulos que le siguen. Están
también sus intérpretes, que hoy no sabemos
ver sino como iconos; y sobre todo su estética,
personalísima, nueva, de vocación artística,
sin temor a discurrir paralela a las
corrientes más vanguardistas de su tiempo.
Sin esa estética buen parte de esos filmes estarían
hoy olvidados, como sucede con tantos
y tantos títulos de los treinta.

—¿Cómo dividirá o segmentará el estudio
de esta época en el libro?
—Cine se hace en todos lados, por lo que
aunque lógicamente el americano se lleva la
parte del león –desde el canon de Universal
a los títulos del Callejón de la Pobreza- filmografías
como la británica o la mexicana merecen
capítulo aparte, lo mismo que la europea
en general, la española y hasta la china. O la
argentina, con ese underground avant-la-lettre que es El hombre bestia.
—Dénos por favor un decálogo abuelítico
para que los lectores no iniciados puedan
sumarse al club de adoradores del cine
treintoso.
—Películas magníficas las hay a montón, en
ese sentido hacer el libro ha sido una gozada.
Lo de elaborar listas y jerarquías no me convence
porque según el estado de ánimo con
que me levante pueden ser unas u otras. Pero
hay títulos que nunca fallan: Freaks, la cinta
más salvaje que se haya rodado nunca; Mad
Love y Kongo, recitales de cine enfermo de
los que quitan el hipo; La novia de Frankenstein,
por supuesto, pero también La sombra (El hijo)...
que es el último filme de expresionismo radical
estrenado comercialmente; el Dr. Jekyll de Mamoulian, ejemplo perfecto del terror
erótico Pre-Code; Island of Lost Souls, delirio
de aires zoófilos; Mask of Fu Manchu o del
art-decó aplicado al pulp; Dracula's Daughter,
que me gusta más que la de Browning;
chifladuras lugosianas como Night of Terror;
títulos que son esencia del fantástico europeo
como Pan Twardowski o la hebraica Der
Dybbuk; las alegres degollinas británicas de
Tod Slaughter; la poesía oscura que desbordan El estudiante de Praga o Svengali; joyas
olvidadas como la mexicana El fantasma del
convento... qué sé yo... ¡Por unas o por otras
todas terminan por gustarme! Hay gran
cine, mucho, y terror barato, que es vicio
oculto que muchos compartimos. ¿Quién
puede pedir más?

—Nadie, claro está. ¿Cuáles son los futuros
proyectos del Abuelito que se pueden dar a
conocer a la peña?
—Cuando este 3 de octubre presentemos
este libro me embarcaré en otro, porque
si no me aburro. Tal vez sea sobre cómics arcaicos
de miedo –ibéricos, por supuesto-, tal
vez sobre la vida y obra de los excluidos de
Hollywood –enanos, gorillamen, chinos de
mentira, fenómenos...-, tal vez, si Cine de terror
1930-1939 triunfa, lo continúe con la década
de los cuarenta... en breve se lo
contaré, palabra!
—Muy bien, así que invitemos a todos los lectores a esta gran presentación que se llevará a cabo en la librería Bartleby, en Valencia, ¡ya voy preparando mis maletas para ir para allá!

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