Seccion: Biografías (Lecturas: 516)
Fecha de publicación: Octubre de 2020
Arte del gorilla man: Steve Calvert
Los primates más pesados de la Tierra no son solamente esos tímidos e indefensos seres de las profundidades junglares, sino también promotores de pesadillas de la pantalla plateada. El Abuelito nos invita a conocer a uno de sus grandes performers, Steve Calvert...
El Abuelito
En The Laughing Gorilla, A True Story of
Police Corruption and Murder (Berkley Books, 2009), el autor Robert
Graysmith cuenta la curiosa anécdota de la llegada del stunt-man Steve Calvert al rancho Corrigansville con objeto de hacer
un curso acelerado sobre psicología,
manierismos y caminar de los grandes
simios. Su mentor sería Ray "Crash" Corrigan, uno de los tres grandes gorilas del cine. "La postura humana arruina el
efecto animal" le decía. "Para
ser un Gorilla Man debes reprimir tus
instintos y patrones de pensamiento
humanos. No te pasees, avanza con
decisión. Actúa con ferocidad, no para
cumplir el rol de antagonista sino para
alejar tu naturaleza humana". Más
tarde Calvert reconocería: "realmente
me convertí en gorila. No mucha gente
puede decir semejante cosa. Supongo
que estaba dentro mío. Pero solo puedo mostrar esta naturaleza animal
cuando tengo puesto el disfraz. Si
tratara de hacerlo a cara descubierta,
no podría, me quedaría helado".
Steve Calvert, orgulloso sucesor de "Bongo" (así había bautizado a su traje de gorila el propio Corrigan), se dedicó a aplicar los remiendos y puntadas que hacía
tiempo necesitaba. Así fue que Bongo anduvo en varios
cortos cómicos de Columbia, como Tall, Dark and Gruesome (1948) junto a Hugh Herbert o el opus 3-D Spooks! (1953) con los Tres Chiflados; protagonizó la infantil y tosca Zamba (El gorila negro-1949); acompañó
a Johnny Weissmuller en Killer Ape (El
hombre gorila-1953); cumplió un papel clásico en
la extraña Bride of the Gorilla (La novia del
gorila-1951) o se encontró con un desfalleciente
Bela Lugosi en la taruga Bela
Lugosi Meets a Brooklyn Gorilla (La isla de
los gorilas-1952).
Mas será un título de
Calvert canto de cisne de un género que
como tantos otros no había de morir sino
mutar en cosa distinta. The Bride and the
Beast (1956), postrero de los filmes donde
el gorila se entiende de la manera tradicional,
a medio camino entre el miedo y el
espantajo, lejos de su intelectualización en
la seminal Planet of the Apes (El planeta de
los simios-1968) a partir de la que nada
sería lo mismo en el cine primate.
El guion, que no la dirección, fue de Ed
Wood, ese buen hombre que gracias al
avispado Timoteo Burton está hoy más
abrasado que un misto. Su guión, por otra
parte, es lo único grandioso del filme porque
lo demás es como si no existiera: ni
dirección de actores, ni de fotografía, ni de
arte ni nada de nada.
Cuenta de una pareja de recién casados,
sus labores, ella; cazador de animales salvajes, él; que tras la luna de miel se instalan
en la flamante casa del marido. Vaya a
saber por qué el señor tiene guardado en
los sótanos a un gigantesco gorila enjaulado,
que lejos de asustar a la novia parecería
atraerle la mar. Venga de visitas escaleras
abajo a espaldas del esposo, hasta el dormitorio
con intención de cumplir con la chica.
Lástima que el cazador los pille in fraganti y
despache al mono de tres disparos.
La señora se somete entonces a hipnosis
regresiva, un método muy de moda, para
descubrir en alucinantes imágenes en negativo
que en una existencia anterior había
sido nada menos que Reina Gorila de una
tribu de antropoides. Continúa la acción: el
matrimonio viaja al África para cazar fieras.
Llegan a la jungla, sigue como media hora
de stock shots de animales, hasta que como
era de esperar se encuentran con un gorila
que ni corto ni perezoso se lleva a la moza
bajo el brazo.
El paseo por la jungla vale la pena, porque
ella parece no estar pasándolo del todo
mal, no digamos la escena en que llegan a la
cueva en que habitan los gorilas, negros,
rojos y blancos –toda la gama cromática
fabricada por Corrigan– y la muchacha se
instala, como si tal cosa, en un trono que le
tenían preparado entre frutas y calaveras.
A todas estas el marido ha organizado
una expedición de rescate. Armado con su
rifle llega hasta la guarida de los simios. Ve
a su esposa y le hace señas para que se
levante del bizarro asiento y marche con él.
Y entonces, escena cumbre, la mujer hace
un gesto a uno de los monos que tiene más
cerca y éste le zumba el bofetón al marido
que lo deja descolocado. Mirada de pasmo
hacia la chica y fundido en negro.
Ha pasado un año y junto a una chimenea encendida y con dos copas de coñac, charlan el atribulado cónyuge y un amigo suyo.
– Entonces, ¿la dejaste allí? – pregunta el asombrado colega.
– Era su voluntad. Era su mundo – contesta el cornudo, y una postrera imagen de la mujer, feliz en brazos de su gorila, cierra el
filme. Poco queda que decir tras tan sincera declaración zoófila: el tabú con el que el cine primate ha jugado a lo largo de toda su
existencia acaba al ser expresado bien a las claras por esta cinta ramplona y transgresora.
Un paseo por la filmografía de Steve Calvert
La novia del gorila, zoofilia, vuduísmo y caucho, Lon Chaney Jr. y mucho más
'Fraidy Cat, un corto de Joe Besser y un tal Hawthorne, espantados por nuestro querido gorillaman
La isla de los gorilas, un imitador de Jerry Lewis + el auténtico Bela Lugosi + un par de indispensables gorilas (para justificar el plural en el título)...
Mano a mano con Larry "Buster" Crabbe en El rey del Congo, un serial al viejo estilo...
Camino a Bali, teniendo en el regazo a Bing Crosby!
Fantasmas, los Tres Chiflados en 3-D y con un gorila enjaulado!
Superman y el demonio de la selva, nuevamente Steve en el título (¡el "Demonio"!)...
La mansión de los monstruos, rumbo a las entrañas de Slip...
La invasión del mundo, ó como invadir el planeta Tierra con una armada compuesta por un robot!
La mujer pantera del Kongo, ♪del serial vengo y al serial voy♪...
Todo un canto de cisne de una temática cinematográfica... The Bride and the Beast
* Artículo publicado en el libro de oro de Cinefanía volumen 5, Monstruos (2013), originalmente en MondoBrutto #42, otoño-invierno
2011.