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Juan Carlos Vizcaíno Copyright IVEH, Instituto Virtual de Estudios Humanísticos Un paseo por los génerosComo un ejemplo más dentro de los más característicos y prestigiosos cineastas de Hollywood, el repaso a la obra de Jacques Tourneur permite abarcar un recorrido por los diferentes entornos que formaron el lamentablemente perdido cine de géneros. Con la practica excepción de la comedia -a la que por otra parte abordó con brillantez en La Comedia de los Terrores- y el musical, las películas de nuestro protagonistas se pasearon por el fantástico, el melodrama, el western, el cine de aventuras, el "peplum", el cine policíaco, negro y de misterio e incluso llegó a abordar una peculiar fórmula de película bélica. El propio director afirmó en repetidas ocasiones que tan sólo rechazó un guión -el que posteriormente plasmó Anthony Mann en esa magnífica película que es La Puerta del Diablo-, y siempre se le daban los repartos impuestos -cuestión de la que se lamentó más de una vez-. En toda su obra sólo una vez se encargó de la realización de un film cuya historia le atrajo desde el primer momento. Se trata de (Stars in My Crown), un melodrama de ambiente sureño protagonizado por el entonces actor infantil Dean Stockwell y Joel McCrea y que en su momento tan sólo sirvió para que descendiera su caché como director, ya que para poder dar vida a este film llegó a rebajar notablemente su salario, aprovechándose los estudios para los que fue contratado con posterioridad. Un detalle más antes de realizar un pequeño repaso a su aportación por distintos géneros del cine clásico; el equiparar el cine de Tourneur al entorno de la serie B no deja de ser una verdad a medias. Eso es algo que siempre procuraba matizar. Ahí tenemos los ejemplos de los fabulosos decorados -tan bien aprovechados, por cierto-, que se ejecutaron para la excelente Noche en el Alma, o los seis meses de filmación por Argentina que, bajo encargo de la poderosa Fox, se ejecutaron para su posterior aprovechamiento en la brillante película que es Martín, el Gaucho (11). Ciertamente, el talento de Jacques Tourneur se ceñía a todos los estudios, todos los presupuestos e incluso las más terribles limitaciones. Y es que cualquier forma de arte tan sólo necesita el soporte más simple para poder plasmarse. El FantásticoSin duda alguna su aportación más reconocida y a partir de cuyas características se definió un estilo cinematográfico que se extendió a otros géneros. Ese gusto por el fatalismo, por la sugerencia, por el peso de lo atávico, por el uso de la luz y las sombras, tiene su eje en el ya comentado tríptico formado por las sensacionales La Mujer Pantera, Yo Anduve con un Zombie y (The Leopard Man). Lo que sorprende un poco es que dada la fascinación que lo sobrenatural ejerció sobre Tourneur -era un creyente absoluto en la existencia de mundos paralelos-, tuviera que esperar hasta finales de los cincuenta para realizar en Inglaterra su retorno en el género. La verdad es que la espera mereció la pena; La Noche del Demonio es una de las más atrevidas propuestas que el género ha planteado en su historia, quizá la mejor obra del cine fantástico en una década fundamental para la evolución del género (12) y una de las obras cumbres de su autor -honor que compartiría con Retorno al Pasado-. No es preciso incidir en la queja del propio autor sobre la impuesta aparición de la encarnación del demonio que aparecía dos veces en el film -a mí me sigue resultando realmente inquietante-, o la pelea que Dana Andrews tiene con un tigre evidentemente disecado. Todas las obras maestras, para serlo, tienen que tener su pequeña dosis de debilidad. Y esa es la que ofrece una obra que es la quintaesencia del estilo sugerente, ambiguo y desasosegador de su autor. Una obra por la que se pasea un científico racional -admirable Dana Andrews-, que en pocas horas se tiene que rendir a la evidencia de un mundo ante el cual lo mejor que puede suceder es que se mantenga oculto. Una aseveración certeramente definida en el plano final de un film en donde se combina la brujería, el espiritismo la credulidad y el miedo a lo desconocido, así como un detalle muy querido al maestro, el terror sugerido bajo la aparente inocencia -el satanista que divierte y maravilla a los niños disfrazado de payaso-. Pocos años después -en 1963- Tourneur es contratado por la American Internacional, entonces en pleno apogeo con su ciclo de -las a mi juicio espléndidas- adaptaciones de Edgar Allan Poe firmadas por Roger Corman. Y el mismo año que Corman realiza su divertida pero anacrónicamente burlesca El Cuervo, nuestro homenajeado da vida a la que quizá sea la más brillante y personal sátira que sobre el género jamás se ha filmado: La Comedia de los Terrores. A nivel personal desde que en aquellos célebres "Monsters del Cine" contemplé una foto promocional de este film, durante muchos años añoré poder visionar una película que siempre estimé tendría un gran interés y que gozaba del mayor reaparto de toda la historia del género: mi admirado Vincent Price, Peter Lorre, Boris Karloff y Basil Rathbone, así como con un guionista de excepción: Richard Matheson. Aquel deseo lo pude cumplir cuando en 1983 se estrenó finalmente en España esta singular adaptación de la Comedia de los Errores de Shakespeare. Un estreno que, salvo honrosas excepciones, no suscitó excesivo interés, reiterando de alguna manera el fracaso con que en su momento se saldó el estreno en Estados Unidos. No olvidemos que las producciones de la American International se dirigían generalmente al público adolescente. Un sector que en poco podía divertirse con las sutilezas propuestas por el tándem Tourneur / Matheson, que ofrecían una ingeniosa revisitación de todos los "tics" que definían la producción terrorífica ejecutada por esta productora. Las desventuras de los propietarios de una funeraria que tenían que conseguir su propia clientela, utilizando además durante años el mismo ataúd, y su encuentro con un viejo que se resiste a morir asesinado proponía una singular variación de perspectivas sobre el cine fantástico en que el film está englobado. Es este uno de los rasgos de la aportación literaria y como guionista del novelista Richard Matheson -tenemos los ejemplos de la magistral El Increíble Hombre Menguante o incluso la reciente El Último Escalón-, que tuvo en la sutileza de Tourneur su mejor aliado. Su última aportación al género, que es también su poco representativa conclusión
como director, lo supuso otra producción de la American International: La
Ciudad Sumergida, basada en unos poemas de Poe. Una película que pienso
que no es merecedora de tan poco reconocimiento, aunque ciertamente se encuentre
entre sus obras menos distinguidas. Quizá su indefinición genérica -basculando
con poca garra entre el fantástico y el cine de aventuras a lo Julio Verne y
la excesiva frialdad de su desarrollo, impiden que las propuestas de Tourneur Cine negro, policiaco y de misterioSin duda alguna, la aplicación de los rasgos de estilo iniciados por Tourneur en su vinculación con Val Lewton le permitieron una impronta desasosegadora, sutil y personalísima en su paso por el cine negro, la derivación del policíaco y su paseo por un terreno muy cercano a sus inclinaciones temáticas: el misterio. Y su debut dentro de esta vertiente, ciertamente está inscrito con letras de oro en los anales del género (13). Retorno al Pasado propone la cima de la estilización visual dentro del cine negro americano, ofrece un entorno trágico, condenado desde el principio a la destrucción colectiva y supone, también a mi juicio, la cumbre de uno de los géneros que mejor definió a la sociedad americana de la primera mitad de este siglo. Hablar de Retorno al Pasado supone evocar sombras amenazadoras, un recorrido laberíntico sobre personajes y situaciones que nunca revelan una verdad que por su trágica conclusión se niega a ser revelada y al mismo tiempo sabemos que su devenir será inevitable. Repleta de momentos memorables, dotada de una exquisitez visual que la emparenta con un venenoso romanticismo, en esta hermosa película encontraremos una de las cumbres de su autor, que es lo mismo que señalar uno de los hitos del séptimo arte. Poco después Tourneur prosigue su labor en la R.K.O. al realizar Berlín Express, otra muestra de su turbadora impronta desasosegadora envuelta bajo el ropaje del film de espías. Pese a su encontrarse entre las cumbres de su cine el film es de alto nivel y en él podemos encontrar desde el primer momento una personalísima utilización de los exteriores de un Berlín en ruinas. De forma comparable al Rossellini de Alemania, Año Cero aunque tamizado con esa inclinación de Tourneur a lo sombrío, nunca las ruinas de Berlín han ofrecido en el cine ese aspecto tan amenazador. Junto a ello se desarrolla la historia del secuestro de un científico destacando secuencias excelentes, como el asesinato del "clown" dentro de un cabaret -un elemento que recuperará en La Noche del Demonio- o el tiroteo dentro de una bodega. Una vez más, un falsamente tranquilizador final cierra una obra estupenda. Dentro del cine de misterio, en 1944 realizó -dentro de su periodo con la R.K.O.- Noche en el Alma, que supone su inicio por las producciones de alto presupuesto. Me encuentro entre quienes la consideran una de sus grandes obras (14) y pienso que sobrelleva el sambenito de obra menor, cuando en sus fotogramas se encuentra la quintaesencia de su cine. Retomando una historia del estilo de Luz que Agoniza, Noche en el Alma es una de las demostraciones más palpables de la maestría de la puesta en escena de Tourneur. En pocas ocasiones hemos encontrado un inicio tan arrebatador como el que ofrece esta película -la tormenta y el tren-, una utilización del elemento climático a lo largo de todo el metraje y nos hemos embriagado de una atmósfera tan opresiva, asfixiante y decadente como la que se desarrolla dentro de esta mansión en la que un extraordinario Paul Lukas quiere volver loca a Hedy Lamarr. Dotada de una candencia cercana al cine de Max Ophuls, la amenazante musicalidad de esta película la merece ser acreedora como uno de sus grandes títulos. Con la llegada de la década de los cincuenta, Tourneur viaja a Gran Bretaña para rodar (Circle of Danger) -protagonizada por Ray Milland- y que pese a sus estimulantes referencias no he podido ver. Ya en 1956 retornará al thriller para dar vida la novela de David Goodis "The Dark Chase" al realizar (Nightfall) para la Columbia. Confieso que se trata de una de las películas que más me apetece ver, ya que su condición genérica es atrayente y las referencias que poseo son más que sugerentes. Todas ellas coinciden en su dureza, en la similitud con el estilo marcado por Fritz Lang en Los Sobornados -también para el mismo estudio-. Dos años después el cineasta rueda su último thriller, al parecer petición de su amigo Dana Andrews -protagonista del film-. Se trata de (The Fearmakers) que recuerdo en un ya lejano pase en la televisión catalana. Se trata de una historia integrada en el ambiente previo a la guerra fría, adelantándose a títulos como El Mensajero del Miedo. Políticos corruptos, pruebas nucleares, manipulación de información... elementos a los que Tourneur se introdujo en una cinta de la que recuerdo, una vez más, su atmósfera seca y opresiva y su decidido alto nivel. Cine de aventurasUno de los géneros más practicados por nuestro cineasta fue el de aventuras, en el que se inció rodando en 1950 una de sus películas más célebres El Halcón y la Flecha. Las vitalistas y contagiosas andanzas de "Dardo" ofrece quizá la mejor aportación de Burt Lancaster dentro de sus interpretaciones en el género. Sin embargo y aún reconociendo el nivel de la cinta, pienso que la misma se encuentra algo sobrevalorada -caso contrario al de, por ejemplo, Noche en el Alma-. Más cercana al ideario de Tourneur podemos encontrar La Mujer Pirata, que participa plenamente de esa ambivalencia y fatalismo propios de su cine. Todo ello junto con un extraordinario uso del color, que tiene su cenit en las secuencias finales, llenas de humos y llamas, ofrece una propuesta en la que destaca el personaje interpretado por Jean Peters. Una mujer criada entre hombres que la han tratado como un hombre y que encuentra en el capitán La Rochelle (Louis Jourdan) un apoyo para recuperar su feminidad. Un deseo que se verá frustrado -como siempre en el cine de Tourneur-, ya que el hombre de quien se ha enamorado es un espía que sólo busca su captura. Junto a ellos, y entre la amplia gama de personajes, destacar uno excepcional, el Dr. Jameson, lúcido y escéptico protector de la protagonista espléndidamente interpretado por Herbert Marshall. Un año después -1952- , nuestro homenajeado retorna al género al heredar el encargo de Henry King para la Fox y realizar Martín, el Gaucho. Una muestra más de su maestría en el manejo de la imagen en color -ofrece una exquisitez visual digna de ser resaltada- y una propuesta en la que una vez más contemplaremos personajes introvertidos, escépticos y con un poderoso mundo interior. No he podido ver Cita en Honduras y aunque Tourneur no la valoraba en exceso -pocos cineastas ha habido tan críticos con su propia obra-, estoy seguro que el desarrollo de una aventura opresiva y nuevamente desasosegadora por un terreno selvático debe permitir una de sus narraciones personales y una aportación llena de interés a un determinado cine de aventuras poco practicado en aquel tiempo. No será ya hasta finales de los cincuenta, cuando el retorno al género por parte de Tourneur se producirá a través de un medio en el que trabajó en numerosas ocasiones -aunque a él no le gustara demasiado-: la televisión. Es así, como recopilando varios de los episodios realizados para la serie (Northwest Passage), se exhibirán comercialmente tres films: Furia Salvaje, (Fury Rivers) y (Misión of Danger). De entre ellos -cada uno ofrecía tres episodios de la serie, los dos últimos sólo incluían un episodio realizado por Tourneur. Por el contrario, las tres aventuras de Furia Salvaje llevan la firma de nuestro protagonista. Visto por televisión recientemente, no puedo por menos que destacar la coherencia que ofrece con el resto de su obra, el extraordinario uso del color y la presencia de numerosos elementos de estilo y secuencias sorprendentes. De hecho, la que abre el film -un ataque indio- supone ya una prueba de la maestría de Tourneur. Junto a ella, la habilidad con la que se engarzan las tres historias y la luminosidad que ofrecen escenarios como los ríos y lagos que pueblan la cinta, no hacen más que evocar -con las distancias que se quieran salvar-, la célebre secuencia del lago en Retorno al Pasado. Ya en su última etapa -definida con producciones de escaso presupuesto y alejada de los grandes estudios-, el director francés rueda Timbuktu, una cinta de aventuras con un tourneriano blanco y negro y desarrollada en las arenas del desierto, no puede considerarse uno de sus grandes títulos, a lo que contribuye no poco la presencia de Víctor Mature. Sin embargo, la dignidad está asegurada y nuevamente nos encontramos con secuencias heredadas de su vinculación con el cine fantástico: el intento de ataque de la araña al protagonista atado en el suelo El mismo año de 1959 Jacques Tourneur se suma a la pléyade de grandes nombres clásicos de Hollywood que emigrarán a Italia para realizar "peplums", al realizar La Batalla de Maratón Película objeto de encontradas opiniones -apasionados defensores y no pocos detractores-, considero sin apasionamiento que pese a ser una de sus cintas menos estimulantes -lo que no quiere decir que no tenga interés, no he visto aún un mal film de este director-, sí puede considerarse como una de las cumbres de un subgénero tan parco en obras de interés. El problema interno de La Batalla de Maratón es que su desarrollo se debate entre el respeto a sus convenciones genéricas y la introducción del estilo visual de su artífice. Entre lo segundo, destacaremos la belleza de sus nocturnos y los juegos de sombras y composición de escenas y personajes dentro de la conspiración que rodea la trama. Todo ello junto a la belleza visual de la batalla final -al parecer rodada por Bruno Vailati según las indicaciones de Tourneur y tras abandonar el segundo el rodaje al finalizar su contrato-, definen un film desigual y menor en el conjunto de su obra pero inevitablemente atractivo. El WesternLa implicación de Jacques Tourneur en el género americano por excelencia puede definirse, no podía ser de otro modo, como una de las más personales que se han suscitado en el cine americano. Cuatro films llenos de sentimientos ocultos, de un aire telúrico que envuelve sus paisajes y nuevamente de personajes impregnados con ambigüedades. Su debut en el género se produce con Tierra Generosa, western de ganaderos presidido por la melodía que a lo largo de su metraje canta Hoagy Carmichael. Primera colaboración con uno de sus actores-fetiche: Dana Andrews y con un Brian Donlevy que ofrece una perfecta plasmación de los clásicos personajes ambivalentes inherentes al realizador francés. Con una magnífica utilización de exteriores y espléndido uso de la elipsis, Tierra Generosa permite disfrutar de elipsis como aquella que concluye en el -no mostrado- asesinato perpetrado por Donlevy para robar una importante cantidad en oro. Nuevamente, una de las máximas de nuestro homenajeado: "es preferible sugerir que mostrar". Su posterior reencuentro con el western no se producirá hasta mediada la década
de los cincuenta. Será en 1955 cuando realice (Stranger on Horseback)
y Wichita. No he podido ver ninguna de las dos, aunque de la primera
Tourneur se lamentaba de la poca calidad de la fotografía -debido a temas técnicos-.
Sin embargo, las referencias que existen marcan una unidad junto a Wichita
-que no sólo hay que atribuir a la presencia en ambas de Joel McCrea-, definiéndose
ambas en su carácter hierático y seco. Otros génerosQuedan en este repaso tres cintas a mi juicio inclasificables, en las que además se da la circunstancia que no he podido ver jamás. Una de ellas, una al parecer personal adaptación de los modos del bélico de época -(Days of Glory)-, otra podría definirse como un melodrama deportivo que el propio autor detestaba -(Easy Living)- y finalmente el proyecto más personal de su obra -el ya citado (Stars in My Crown)-, lindante entre el western y el género de aventuras. Tres films en blanco y negro, que completan el repaso de una de las obras más fascinantes del cine americano. Homenaje de gratitudCuando tan sólo he podido ver dieciséis de sus films -lamento no haber podido atender en su momento pases televisivos de (Days of Glory), (Easy Living), (Circle of Danger), Cita en Honduras, Wichita o Timbuktu-, ciertamente considero a Jacques Tourneur una personalidad ejemplar en la historia del cine. Un hombre que debe de permanecer por méritos propios en la cima del séptimo arte. Una persona que a través de sus opiniones en entrevistas -que he leído y repasado en numerosas ocasiones-, me ha transmitido una imagen de honestidad, rigor y modestia con su propia obra. Confieso que es una de las pocas personalidades cinematográficas que me hubiese gustado conocer personalmente; hablar con él, conversar por el compartido interés por lo sobrenatural sometido a la investigación científica. Jacques Tourneur, el hombre que quiso rodar en una auténtica casa encantada, el autor que hizo de las sombras y la sugerencia una forma de arte. Gracias por todo.
Notas 11 Para conocer los pormenores de este costoso rodaje
y sus implicaciones con el fondo que la Fox tenía en Argentina, conviene consultar
la siguiente dirección en internet:
http://www.ambito.com.ar/99-03-08/espectaculos001.htm. FILMOGRAFÍA Bibliografía Consultada -JACQUES TOURNEUR (Festival de San Sebastián 1988)
Otras publicaciones sobre el autor - JACQUES TOURNEUR: THE CINEMA OF NIGHTFALL
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