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Fecha de publicación: Enero de 2002
Terror Paramount
A pesar que Universal Studios era el indisputado campeón del cine de terror de los años treinta, durante esa época hubo otro estudio que ingresó en la carrera por la supremacía. La historia nos muestra que ellos no llegaron a opacar a Universal, ya que de haberlo hecho, nuestro sitio se llamaría... Terror Paramount. Gene Dorsogna
Artículo aparecido en el sitio Horror-Wood
Traducción de Darío Lavia
A pesar que Universal Studios era el indisputado campeón del cine de
terror de los años treinta, durante esa época hubo otro estudio
que ingresó en la carrera por la supremacía. La historia nos muestra
que ellos no llegaron a opacar a Universal, ya que de haberlo hecho, nuestro
sitio se llamaría... Terror Paramount
Como
todos ustedes saben, Hollywood ha dado lugar siempre a la más imitativa
de las industrias. Cuando Warner presentó su película GOLDIGGERS
OF BROADWAY (1929) bajo el slogan de "¡Cantada, bailada y hablada!",
cada estudio, desde Paramount a Metro Goldwyn Mayer, se puso a la carrera para
elaborar productos similares. Esto fue lo que pasó un par de años
después, con un pequeño y humilde estudio, Universal, invernáculo
de nepotismo, donde por accidente Laemmle Junior inventó el moderno cine
de terror. El inesperado éxito de DRACULA (1931), que pudo haber sido
estimado como fortuito, fue seguido por el estallido formal del género,
con el estreno de FRANKENSTEIN (1931). Era hora que otros estudios echasen manos
al asunto.
Durante los primeros años treinta hubo un estudio que apostó
fuerte a la producción de películas de terror, además de
Universal: fue la Paramount. La Warner había ofrecido DOCTOR X (El Doctor
X-1932) y MYSTERY OF THE WAX MUSEUM (Los Crímenes del Museo-1932); MGM
produjo FREAKS (Fenómenos / La Parada de los Monstruos -1932), MARK OF
THE VAMPIRE (La Marca del Vampiro -1935) y MAD LOVE (Las Manos de Orlac -1934);
Columbia intentó con THE BLACK ROOM (Horror en el Cuarto Negro-1935).
Los buenos amigos de los estudios "pobres" (denominados "poverty
row") lanzaron incontables y modestos filmes, pero esa es otra historia.
Sin embargo fue Paramount quien logró mayor calidad y pudo competir ciertamente
con Universal. Sí, Paramount, el estudio de Ernst Lubitsch, George Cukor
(por un tiempo) y Leo McCarey; el mismo estudio en que estrellas como Chevalier,
Gary Cooper, W.C. Fields, Mary Boland y los Hermanos Marx, realizaban sus películas.
No era precisamente campo fértil para la vena expresionista y gótica
que, en virtud de varios expatriados alemanes, germinó en Universal.
Por
entonces cada uno de los ejecutivos de los estudios produjeron películas,
algunas que llegaron a ser consideradas clásicos en la historia del cine,
como si para ellos fueran meros activos. Si en esa época producir películas
de terror daba ganancia, ¡entonces por Dios, ellos hacían películas
de terror! El resultado, a través de los varios estudios, iba en orden
de lo estimable a lo risible; justamente las películas de terror de Paramount
tienen el atractivo de cubrir todas las etapas de evolución entre los
dos anteriores extremos. Con MURDER BY THE CLOCK (1931), MURDERS IN THE ZOO
(1933), ISLAND OF LOST SOULS (La Isla de las Almas Perdidas-1933) y DR. JEKYLL
AND MR. HYDE (El Hombre y la Bestia-1932), uno puede ver las ventajas y desventajas
de la imitación.
MURDER BY THE CLOCK apenas es una película de terror. Figura en esta
reseña por haber ganado un lugar en el invaluable Classics of the Horror
Film de Everson. Es muy cercana a películas como THE CAT AND THE CANARY
(El Gato y el Canario / El Legado Tenebroso - 1927) por el hecho de utilizar
un decorado fantasmal para narrar un misterio, improbable y medianamente atroz.
Sufre, como muchos filmes de su año, de los endémicos aspectos
de las primitivas películas sonoras, lo que hoy en día la hace
de visión inaceptable para público que no posea paciencia o sentido
de historia del cine. Hay unos diálogos interminables, muchos diálogos;
las películas sonoras de tal época estaban enamoradas de la voz
humana. Esta película no tuvo música, incidental o de ningún
tipo. Y el resultado son largos tiempos muertos. La actuación recorre
un camino ambigüo ya que tenemos actores de la vieja escuela de la cámara
muda y otros que comprendieron que el sonido requería una interpretación
más naturalística. Del primer grupo tenemos a Irving Pichel, quien
luego estuvo mejor en DRACULA'S DAUGHTER (La Hija de Drácula -1935);
del segundo podemos ver a Lilyan Tashman (una divertida y equilibrada actriz
que probablemente pudo haberse convertido en una especie de Joan Blondell, de
no haber fallecido trágicamente en 1934, cuando contaba solo 35 años,
durante una cirujía de emergencia) quien nos llama la atención
con algunas poses, diálogos y movimientos propios del cine antes del
código de censura Hays.
En
todo momento nos damos cuenta que realmente Paramount intentaba vender una película
de misterio como de horror, para conseguir más público. La dirección
fue de Edward Sloman, un director que trabajó consistentemente pero sin
distinción durante el cine mudo; parece que los actores no cooperaron
mucho con él. Karl Struss, el gran pionero de los cameramen, se encargó
de la dirección de fotografía, y, habiendo años atrás
había ganado el premio de la Academia con SUNRISE (Amanecer-1927) del
gran Murnau, hizo un estupendo trabajo con los sets de MURDER..., pero seguimos
sin ver una película de terror.
Alguien
en Paramount tuvo que haber percibido que, a pesar que MURDER... obtuvo grandes
beneficios, no podía rivalizar ni siquiera de lejos con los fantasmales
terrores de Universal. Su siguiente intento de competir contenía más
sangre... se trata de MURDERS IN THE ZOO.
A pesar que MURDERS IN THE ZOO fue filmado después que la anterior,
plantea un giro de 180 grados de su precedente. Pero igual tiene un aspecto
más primitvo que MURDER BY THE CLOCK. El problema se ve explicado cuando
se examinan los títulos de crédito, tanto actorales como técnicos.
El director es Edward Sutherland. No hay nada malo con Sutherland. Fue asistente
de Chaplin en A WOMAN OF PARIS (Una Mujer de París -1928); dirigió
IT'S THE OLD ARMY GAME (1926), una de las mejores películas mudas de
W.C. Fields; se cuidó de convertir WE'RE IN THE NAVY NOW (1926) con Wallace
Beery y Raymond Hatton en un festival de patinazos y asaltos; logró gran
diversión con THE SATURDAY NIGHT KID (1929) con Clara Bow; filmó
la hilarante INTERNATIONAL HOUSE (Casa Internacional -1933) con Fields y Bela
Lugosi (logrando una espléndida interpretación cómica del
astro del terror); dirigió la única película posterior
a Hal Roach de Laurel y Hardy que vale la pena ver. Estoy seguro que ven el
punto: Sutherland era un experto en comedias. Es un misterio como Paramount,
un estudio que tenía especial cuidado en asignar a los directores proyectos
adecuados para sus talentos, asignó a Sutherland esta película.
El
trabajo de cámara corresponde a Ernest Haller, nombre tal vez desconocido
para los cinéfilos de hoy, pero cuya obra es inmediatamente reconocida:
STELLA DALLAS (1925); THE DAWN PATROL (La Escuadrilla del Amanecer -1938); GONE
WITH THE WIND (Lo Que el Viento se Llevó -1939), filme por el que recibió
un premio Oscar; JEZEBEL (Jezabel -1938); REBEL WITHOUT A CAUSE (Rebelde Sin
Causa -1955); WHATEVER HAPPENED TO BABY JANE (¿Qué Pasó
con Baby Jane? -1962). Un especialista en ambientes blanco y negro y un maestro
de la iluminación; sin embargo su trabajo en MURDERS... pare haber sido
trucado. Todo está super iluminado y la cámara queda estática.
¿Habrá sido sancionado por algún injurio? Ciertamente parece
que sí...
Pasando al reparto, vemos al confiable Lionel Atwill, ¿pero quién
está primero? Nadie más que Charlie Ruggles. Ruggles fue un gran
exponente de la comedia sofisticada en los primeros años '30. Su "timing"
cómico, impecable lenguaje corporal y su habilidad para proyectar estupefacción
aún causa risas entre el público. Solo hay que verlo en ONE HOUR
WITH YOU (1932) de George Cukor o en LOVE ME TONIGHT (1932) de Rouben Mamoulian
para comprender porque es tan valorado. Su sketch cómico en IF I HAD
A MILLION (1932) es una obra maestra. Sin embargo, en MURDERS IN THE ZOO es
más anodino que El Brendel, Joe Besser, los tres hermanos Ritz y Roscoe
Ates en un mismo cuerpo. Seguramente esto no es su culpa; sin duda Sutherland
le habría pedido que actúe como acostumbraba (su personaje se
asusta hasta del más benigno de los animales del zoo, y durante un momentáneo
susto se llega a mojar los pantalones). Este cariz de comedia domina la primer
media hora de los 61 minutos que dura la obra entera.
Ciertamente, no hay mucho por hacer para Atwill; de hecho, es una de sus peores
actuaciones. Él acecha y gesticula y tiene un par de líneas grandilocuentes,
pero su personaje es tan malo que uno llega a tener un poco de simpatía.
La película comienza, de hecho, con una de las más infames escenas
en todo el cine clásico: Atwill cose la boca de un rival y le ata las
manos, dejándolo solo, a merced de los peligros de la jungla. Hay un
pequeño primer plano del pobre diablo, con las suturas frescas aún
chorreando sangre, dolor y terror en su rostro.
La
calidad de la película (que tampoco llega al terreno casero de MANIAC
de Dwain Esper) es lo que hace que caiga inmediatamente en el terreno del Exploitation
más que el entretenimiento. Esta escena inicial echa a perder cada siguiente
aparición de Atwill, durante el resto del metraje. Siempre es divertido
ver a Atwill haciendo de villano, científico loco o malvado excéntrico.
Quizás sea una pequeña razón para ver MURDERS IN THE ZOO.
La trama en sí es implausible, hasta para una película como esta.
No hay tensión dramática, (nuevamente) no hay música incidental,
y básicamente una o dos escenografías bien iluminadas delante
de la que se desarrollan la mayoría de las acciones. La resolución
del misterio es tan bizantina que uno realmente se llega a preguntar porque
Atwill no lanzó a sus adversarios a los cocodrilos junto con su desatinada
esposa. Siendo 1933 un año tan productivo para Universal y para Hollywood
en general, esta película es un despropósito en todos sus aspectos.
ISLAND OF LOST SOULS es muy cercana a las películas discutidas producidas
por Universal. A pesar que es razonablemente fiel a la novela de H.G. Wells
(no en el aspecto filosófico, tanto que Wells mismo la desconoció),
la película nos presenta un verdadero científico "loco",
una bella dama protagonista, un atlético héroe y unos cuantos
monstruos. Todos los ingredientes están aquí: está bien
escrita, bien producida, es entretenida, pero finalmente no tan cautivadora
y nos repele de la misma manera que la apertura de MURDERS IN THE ZOO.
Parte del problema es Charles Laughton. Mirando su carrera en retrospectiva,
podemos deducir el motivo de su elección para el papel de Moreau; siempre
se veía atraído por los personajes obsesionados (tales como el
Inspector Javert en LES MISERABLES) y amaba sumergirse a sí mismo en
ellos. Pero aparte, esto es melodrama, no un serio estudio de caracteres. Laughton
minimiza su papel duramente (en un intento por hacer comprensible a Moreau,
quizás), tanto que a cada momento parece como si fuera a desvanecerse
entre los arbustos. Si jamás un personaje requería de Bela Lugosi,
el rol de Moreau era el indicado. ¡Y por supuesto, penosamente, Bela estaba
en el reparto, pero en un papel completamente diferente, que también
podía haber sido cumplido hasta por Bull Montana!
A pesar que las escenas selváticas se comparan favorablemente con las
de KING KONG (1932) la película entera tiene un aspecto barato, quizás
debido a la elección funesta del "stock footage" (material
de archivo, las escenas del vapor parecen como si hubieran sido tomadas de un
viejo filme de Frank Buck) y a un flojo montaje (las conversaciones de Moreau
en el laboratorio son una evidencia). Añada a todo esto el tono que de
hecho prevalece en todo momento, opuesto a acentuar las emociones, tan necesarias
en este tipo de películas, y lo que nos queda es un catálogo de
horrores imperfectamente combinado. Canibalismo, violencia, apareamiento entre
las especies; todos estos elementos son mezclados de manera maquinal. La pronunciada
ausencia de acompañamiento musical sigue provocando baches. (Esta circunstancia
parece haber sido un estilo de la Paramount, durante los primeros años
treinta, probablemente por parquedad o porque quizás los productores
creían que el público no sabría desde donde provenía
la música incidental en la ficción de la película.)
Erle
C. Kenton, director activo desde la época de esplendor de Mack Sennett,
mantiene un paso enérgico, a pesar de no demostrar gran afinidad por
el género. Cuando él pasó a Universal e hizo HOUSE OF FRANKENSTEIN
(La Zíngara y los Monstruos / La Guarida de Frankenstein - 1944) y HOUSE
OF DRACULA (La Guarida de Drácula - 1945), pareció beneficiarse
con el estilo de la casa, y al menos, en DRACULA, aportó un aire gótico
al ambiente. Aquí, desafortunadamente, actuó más como un
policía de tránsito. Sin duda que ejerció poca dirección
sobre Laughton, con los oscuros resultados anteriormente mencionados. Richard
Arlen, quien brinda una buena performance, probablemnete necesitaba poca dirección;
había pasado años interpretando héroes de mandíbula
cuadrada. Cualquier rastro de atmósfera sugerente es responsabilidad
de Karl Struss, quien lo único que hacía era ejecutar su bien
conocido oficio.
ISLAND
es, a pesar de todo, una valiosa aportación al ciclo terrorífico
de los primeros años '30. Con un director más imaginativo, con
más afinidad por el género, un actor más vigoroso, un guión
que hubiera extraído la fuerza de la historia, y un mayor don visual,
se hubiera igualado con las producciones de Universal de la misma época.
Que bueno es recalcar que todas estas cualidades y más aún, están
presentes en el siguiente filme a discutir.
Rouben Mamoulian fue uno de los gigantes del teatro de los años '20.
Armenio, cuya familia vivía en Rusia, estudió criminología
en la Universidad de Moscú antes de verse atraído por las tablas,
siendo discípulo del maestro Stanislavsky. Habiendo llegado a los Estados
Unidos a través de Inglaterra, produjo ópera en el Teatro George
Eastman en Rochester, Nueva York, y de ahí pasó a Broadway, donde
realizó grandes puestas en escena, en añadidura a la enseñanza.
Su producción de "Porgy" (de la estimable Porgy And Bess) fue
un éxito, y la Paramount lo llamó a filas para filmar películas
en Hollywood. Siempre independiente (algo que después le jugó
en contra), Mamoulian acordó marchar, pero con la condición de
que se le permitiera filmar aquellas películas que le interesaran. Los
ejecutivos de Paramount, sopesando su reputación, aceptaron tal condición.
Su primer filme, APPLAUSE (Aplauso -1929), una de las primeras películas
sonoras, estuvo treinta años adelantada a su tiempo. Tratando de escapar
al aspecto "teatral" de las "Talkies" (primeras películas
habladas), Mamoulian inventó un sistema de micrófonos múltiples
y una cámara móvil. Una vez vista, es difícil olvidar APPLAUSE.
Fue seguida por CITY STREETS, un filme de gángsters que alcanzó
enorme éxito en su época. Paramount acabó por darle carta
blanca a Mamoulian, quien se dio a expandir sus experimentos con cámaras
móviles e incluso con cámaras subjetivas. Esto fue el prólogo
del que sería el mejor filme de terror de los Años Treinta y uno
de los más estimables de todo el género.
Este
director intentó alterar el foco de la fuente original, altamente englobado
en los "penny dreadful" (folletines terroríficos muy populares
en el siglo XIX y principios del XX y del que Stevenson mismo había escapado
a través del recurso del sueño), para convertirlo en una meditación
de la dualidad del cuerpo y del alma del ser humano. Afortunadamente fracasó
en separar el uno del otro y terminó con un elegante melodrama victoriano
que debatía esta cuestión. En un primer momento Paramount quiso
para el papel principal de Jekyll y Hyde a Irving Pichel (famoso por MURDER
BY THE CLOCK). Espantado, Mamoulian argumentó que con su frente simiesca,
aceptaría a Pichel pero solo en el rol de Hyde, pero que ni loco para
el papel de su benigno alter-ego; para tal personaje él quiso a Fredric
March, conocido por su habilidad para interpretar comedias ligeras. Paramount
cumplió el deseo de Mamoulian. Fue una decisión inspirada. March
es increíblemente culto como Henry Jekyll, e incluso un Edward Hyde sobrecogedor.
Hoy en día, a setenta años e innumerables películas dadoras
de retorcijones, el Hyde de March inspira pánico. Sus escenas con Miriam
Hopkins nos quitan el aliento y son realmente terroríficas.
El genio de Mamoulian y su cameraman Karl Struss (finalmente con un trabajo
valioso) brillan a través de cada escena de la película. Nunca
antes una película de terror ha sido tan preciosamente controlada y tan
excelentemente compuesta (en cada toma, esto incluye a cualquier cosa en Whale).
Hay escenarios dignos de un Von Stroheim (las escenas del music-hall nos traen
a la memoria THE BLUE ANGEL). Las escenas del laboratorio, en cambio, nos recuerdan
a THE MAGICIAN (1927), de Rex Ingram. Es difícil creer que Mamoulian
no tuviera conocimiento de estas fuentes y no las hubiera incorporado en su
propia visión. No hay, tal y como en los anteriores filmes reseñados,
ningún acompañamiento musical pero en esta película hay,
en cambio, un director que no lo necesita. Hay escenas que incluyen música
(una fiesta, el music-hall) que rompe el silencio, pero generalmente el trabajo
de Mamoulian es tan competente, tan vivo con belleza y terror que uno rápidamente
olvida la ausencia de música. Algunas escenas (especialmente aquellas
entre Hyde e Ivy) son tan operísticas, que la música solo podría
haberlas arruinado.
Hay
muchas inmundicias en DR. JEKYLL AND MR. HYDE, más que en cualquiera
de los anteriores filmes, y a pesar de ello, difícilmente son ofensivas.
La razón de esto es tono, control, aproximación y, por sobre todo,
estilización. El horror está en las palabras de Hyde a la condenada
Ivy; en el aspecto de la mirada de pavor de Ivy; en la mente del público
que, a través de la intención de Mamoulian, mira el mundo a través
de los ojos de Jekyll con la cámara subjetiva. Es una singular realización.
Luego de 1934, no hubieron posteriores intentos en Paramount de llevar a cabo
más producciones del género de terror en filmes clase A. En 1936
el género terrorífico fue sepultado, en parte a causa de la censura.
Fue casi a fines de la misma década que Bobo Hope emergió en el
estudio con THE GHOST BREAKERS, y habría que esperar hasta mediados de
los '40 en que se estrenase THE UNINVITED (1944), un pastiche de temas propios
de Val Lewton. Para esa época el auténtico Terror Paramount ya
había sido realizado, una curiosa bolsa de lo bueno, lo malo, lo crudo
y lo clásico.
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