Seccion: Películas (Lecturas: 8999)
Fecha de publicación: Mayo de 2002
El Drácula de Orson Welles
La historia ignorada de un clásico desconocido, la filmación de una versión de Drácula por Orson Welles. Carlos Díaz Maroto
Artículo publicado en Pasadizo
Orson
Welles (1915-1985) era un joven genio que, a lo largo de varios años, desarrolló
un programa radiofónico que lograría un inusitado éxito: el Mercury Theater.
En ese espacio ofrecía adaptaciones en formato de radionovela de clásicos de
la literatura mundial, desde Ana Karénina hasta El Quijote, pasando por mitos
de la literatura de terror como Drácula. En estos programas tenía un equipo
de actores fijos que, después, como el lector sabe, pasarían a la pantalla con
la que, hasta ahora, se consideraba la opera prima como realizador de Welles
(1), Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), y después proseguirían una carrera
cinematográfica, tanto bajo la égida del genial director como con otros cineastas.
El 31 de octubre de 1938, noche de Halloween, la obra a adaptar fue La guerra
de los mundos, de H. G. Wells. El éxito fue apoteósico, y el suceso que desató
ha pasado a la historia, originando no pocos libros que analizan psicológica
y sociológicamente el fenómeno: adaptada la obra del escritor inglés a un formato
que semejaba un parte de noticias radiofónico, la gente pensó que lo que oían
era auténtico, retransmitiéndose una invasión desde Marte, y provocando un pánico
a escala nacional.
Era lo único que faltaba para que el joven y genial director de radio de veintipocos
años fuera llamado por Hollywood. La empresa que tuvo el honor de contar con
el brillante artista fue la RKO, que le concedió carta blanca para que hiciera
lo que quisiera. Por supuesto, la historia ha demostrado que ello es incierto:
Ciudadano Kane sufrió el boicot de William Randolph Hearst, y la carrera comercial
de esta obra maestra fue catastrófica; El cuarto mandamiento (The Magnificent
Ambersons, 1942), su segundo film, estaba en post-producción cuando Welles se
dirigió a Sudamérica para rodar el documental It's All True (1942): la RKO consideró
que el final de The Magnificent Ambersons era en exceso pesimista y, por ende,
anticomercial, e hizo rodar a Robert Wise, el montador, otro final, amén de
alterar notoriamente la obra; por su parte, cuando Welles se enteró del desaguisado,
regresó a Estados Unidos, intentando hacer cumplir sus cláusulas de contrato,
mas no lo logró: El cuarto mandamiento siguió igual, e It's All True quedó inconclusa,
no conociéndose hasta 1993 una versión montada del material que quedó rodado.
A partir de ahí, la carrera de nuestro hombre fue dando tumbos, trabajando como
actor para conseguir de ese modo financiación para sus obras como realizador.
Antes,
empero, de Ciudadano Kane, Welles barajó otros proyectos para el que sería su
debut en Hollywood. Así, durante una etapa pensó en adaptar la obra radiofónica
que lo lanzó a la fama, La guerra de los mundos, así como otros clásicos literarios,
hasta que decidió optar por un guión original. Sin embargo, ahora se han descubierto
en los archivos de la RKO unas bobinas que demuestran que uno de esos proyectos
literarios sí se llevó a efecto. Se trata de 12 bobinas, lo que ofrece una duración
de unos 86 minutos, montadas y sonorizadas. Al parecer, el film quedó completado,
listo para estreno, pero por algún motivo se prescindió de ello, se archivó
lo rodado... y se dio por olvidado. Según los estudiosos que han tenido el privilegio
de ver el material, archivado escuetamente como "RKO 236", lo más seguro es
que el film fuese olvidado en las catacumbas de la productora por motivos de
censura.
En efecto, esta versión de Drácula parecía exponer ciertos elementos revulsivos
que no serían aceptados por el público de la época, demasiado tenso con la atmósfera
prebélica del momento, amén de ciertos elementos eróticos un tanto insólitos
para entonces.
El material parece que fue rodado entre septiembre y noviembre de 1940, en
los estudios de la RKO, y no teniendo un solo plano de exteriores. Welles se
rodeó de su equipo habitual para la realización de Drácula, así, una ficha técnica
somera sería la que sigue: en el apartado interpretativo, el propio Orson Welles
encarnó a Drácula y, tal como en la novela, inicia el film envejecido, para,
paulatinamente, ir rejuveneciendo; Joseph Cotten encarna al joven y resuelto
Jonathan Harker; Dorothy Comingore (que después encarnaría a Susan Alexander
en Ciudadano Kane) es Mina; Everett Sloane es el profesor Van Helsing; y Ray
Collins (Jim Geddes en Kane) es el doctor Seward. Lo más sorprendente del caso
son dos interpretaciones más: por un lado, la película ofrece al personaje del
texano Quincy Morris, papel que fue encarnado nada menos que por Gary Cooper;
en cuanto al personaje de Renfield, Welles tuvo la genial idea de variar el
sexo al mismo, ofreciendo un Renfield femenino, y de ese modo acentuar la dependencia
para con Drácula con ciertas connotaciones de obsesión sexual: el personaje
sería interpretado por la gran Agnes Moorehead.
En cuanto al equipo técnico, Welles prácticamente hizo uso de los mismos a
quienes rescató para Ciudadano Kane. El guión aparece acreditado al propio Welles
y Joseph Cotten, a partir de un tratamiento de la novela debido a Herman J.
Mankiewicz; la fotografía -en blanco y negro, salvo un plano en color del castillo
de Drácula bajo la luz del amanecer justo al final de la primera parte, cuando
Harker, semi-vampirizado, escapa de la mansión del vampiro- fue debida a Gregg
Toland; la música la compuso Bernard Herrmann, quien después revampirizó -y
nunca mejor dicho- parte de la partitura en los planos iniciales de Kane en
el prólogo, cuando la cámara se va acercando hacia la mansión de Xanadú y asistimos
a la muerte del Ciudadano. De hecho, la maqueta de Xanadú, debida a Van Nest
Polglase, el director artístico de Ciudadano Kane, puede reconocerse como el
castillo de Drácula, con apenas cambios, en la película que nos ocupa.
Los estudiosos que han visto la película aseguran que es una obra maestra total,
y explica, en cierto modo, la madurez que exhibe una presunta opera prima como
Ciudadano Kane, pues todos los recursos estilísticos y narrativos que Welles
detentaba en aquélla se pueden ya apreciar en Drácula. Resaltan, particularmente,
los planos dentro del castillo del vampiro, con inmensas estancias donde se
pueden apreciar los techos; de este modo, se resalta la sensación de pérdida
del personaje de Jonathan Harker, solo en aquella inmensidad. Hay que resaltar
también un travelling de aproximación al castillo, hasta llegar a una ventana
enrejada; entonces la cámara pasa a través del enrejado, entra en la estancia
-las catacumbas de Drácula- y se aproxima al ataúd del No-Muerto, hasta acabar
en un primerísimo plano: entonces Orson Welles abre unos ojos que parecen enrojecidos.
Todo, bajo una espeluznante música de Bernard Herrmann. Toda esa primera parte
está rodada con cierto aura expresionista, jugando con las sombras y los encuadres,
un tanto como luego veremos en Mr. Arkadin (1955) o El proceso (Le procès, 1963).
Esa primera parte acaba, como ya hemos dicho, con un plano general de Harker
corriendo, huyendo del castillo de Drácula bajo el amanecer, que es avistado
al fondo: ese plano es el único de toda la película rodado en color, jugando
con los rojos abruptos al modo de un signo agorero que le persigue, y como representación
de la sangre que será derramada.
La segunda parte transcurre en Londres, y el tono visual recuerda un tanto
al de El cuarto mandamiento. Sin embargo, ese tono costumbrista es violentado,
de nuevo, cada vez que hace su aparición Drácula, por medio de encuadres distorsionados;
curiosamente, aquí el vampiro sí se refleja, pues en gran parte es presentado
por Welles por medio de su reflejo en pestillos relucientes, muebles y, desde
luego, espejos. Casi daría a entender, según los estudiosos que hemos citado,
que Drácula procediera de otro mundo -al otro lado del espejo- y no de este...
En cuanto al argumento, amén de los cambios que ya hemos citado, se muestra
rigurosamente fiel a la novela, siendo, de hecho, la más fiel de todas las que
se han hecho jamás. Esperemos que el film sea pronto editado en DVD y disfrutado
por los aficionados ansiosos, si no pudiera lograr de un estreno en pantalla
grande.
Bibliografía consultada:
"Le Dracula d'Orson Welles", par Jean-Pierre Clemence. En Cahiers du Cinema,
noviembre 2001.
"Orson Welles' Dracula: The Long Restauration", by Ephraim Katz. En Sight &
Sound, 12-XI-2001.
(1) Previamente, en 1934, Welles dirigió un corto amateur en su casa, Hearts
of Age.
NOTA: El presente artículo ha sido concebido para ser publicado el 28
de diciembre, día de los Santos Inocentes. Todo lo que antecede es falso. Esperamos
que os haya gustado la broma...
© 2002 Carlos Díaz Maroto
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