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* * * * * * * * * * * * PERO ¿QUIÉNES SOMOS LOS QUE HACEMOS CINE BRAILLE? * * * * * * * * * * * *

GRACIAS POR TODO, MUÑECO 

2014

El llamado de Enzo Francescoli cuando Marcelo Gallardo iba a Rosario a firmar con Newell's. El rescate del náufrago Ponzio. Barovero, Mercado, Maidana, Funes Mori y Vangioni, un gran arquero y cuatro criminales de guerra para una de las mejores defensas de la historia de River. Goleadas apabullantes a Defensa y Justicia, Godoy Cruz, Independiente. Pisculichi creyéndosela toda, toda, y jugando como no sabía que podía. La lesión de Kranevitter cuando parecía el mejor volante central del universo. El empate a Boca en el Monumental inundado por las lluvias, con Pezzella de centrodelantero. El Negro Sánchez, un tren de fútbol por la derecha. El penaldecisivo que atajó Barovero en Paraguay cuando volvió la luz después de un corte eterno. Teo Gutiérrez derrochando clase y displicencia. El uso de la palabra frescura en fútbol, toda de él. Giovanni Simeone, Driussi, Boyé, Mammana, Solari, los pibes que tenían que dar examen de apuro porque ese River tenía un plantel muy corto. El cansancio que comenzó a hacerse notar y a quitarle piernas a la presión y brillo al juego. Morita haciéndose amar para siempre por los hinchas. La eliminación a Boca jugando con el peroné del Burrito Martínez entre los dientes. El buen pie y los penales bol*dos del Chino Rojas. El inolvidable penal que Barovero le atajó a Gigliotti cuando ni nos habíamos sentado a ver el partido. ¡Pero que viva el fútbol, Pisculichi! El torneo local que hubo que sacrificar ante Racing para llegar a la final ganada al Atlético Nacional de Armani y Cardona y el festejo por la Copa Sudamericana 2014. Ni sospechábamos que era apenas el comienzo. (Más de este 2014, aquí).

 

2015

Un verano con dudas, una derrota por goleada ante Boca, la noche que pensábamos que se venía cuando no sabíamos que este River era otro River, que ahora nos íbamos a levantar siempre. La Recopa Sudamericana ganada derrotando en los dos partidos a San Lorenzo. Un campeonato local flojo y una primera ronda de Copa Libertadores muy floja, estando fuera de los clasificados desde el primer partido hasta los últimos minutos del último, y pasar de ronda gracias a Tigres. Las ganas de cabecear la Estación Espacial Internacional cada una de las demasiadas veces en que Pity Martínez rifaba una pelota. Kranevitter volviendo de la lesión y adueñándose del mediocampo junto a Ponzio, cuando Pisculichi dejó de estar a la altura de Pisculichi. Octavos de final de Copa Libertadores contra un Boca que venía arrasando, pero no contó ni con Gallardo, ni con River, ni con el penal de Marín al Pity convertido por Sánchez, ni con el pelotudo cósmico del Panadero Napolitano, y fue la segunda eliminación directa al rival eterno en copas internacionales en seis meses. La derrota en el partido de ida con Cruzeiro, la victoria arrolladora 3-0 en el Mineirao el día en que se iban libres Teo y Rojas y Teo y Rojas la rompieron. Camilo Mayada como suplente comodín. El retiro de Pablito Aimar en un partido de Copa Argentina. Se incorporan Alario y Viudez y Bertolo y Lucho González y Saviola, y entre Alario y el oriental Viudez definieron la semifinal con Guaraní, y vino la final con los mismos Tigres a quienes les debíamos pasar la primera ronda. Las manos de Barovero, el dedo gordo de uno de los pies de Gignac que Mercado se llevó de recuerdo, la lluvia en la revancha en el Monumental con Biscay de entrenador porque Gallardo estaba suspendido, los goles de Alario y Sánchez y Funes Mori, la tercera Copa Libertadores del club y el ciclo del Muñeco entraba en la historia. Ser campeones vigentes de todos los trofeos de la CONCACAF, algo que nunca sucedió antes y difícilmente vuelva a suceder, pero ahora vamos por más. El retiro del Torito Cavenaghi, Campeón de América. La partida de Ramiro Funes Mori. Las notas sobre el trabajo de Sandra Rossi. La Copa Suruga, cuarto trofeo en seis meses, y ese viaje a Oriente que destruyó físicamente al equipo por lo que quedaba del año. El regreso a Japón a fin de año para caer por la Copa Mundial de Clubes ante el Barcelona de la MSN, la despedida del Negro Sánchez, la nueva costumbre de todos los fines de año de preguntarse, con un hilo de voz: ¿pero Gallardo se queda, no?


2016

El regreso de Andrés D'Alessandro, las lesiones crónicas de Larrondo y Lollo, las ganas de patear un T-90 del ejército ruso que daban los errores de Milton Casco o Nacho Fernández. Los campeonatos locales que se perdían en empates inverosímiles ante colistas genéricos en el Monumental y se empezaban a hacer costumbre. Las fases de Copa Argentina que se superaban casi con facilidad y comenzaban a hacerse costumbre. Las macanas de Eder Álvarez Balanta remplazadas por las de Arturo Mina. El adiós a héroes de 2015 como Barovero, Vangioni, Pisculichi o Mercado. La eliminación en la Copa Libertadores ante Independiente del Valle, el día en que su arquero Elizaga atajó un Airbus con la mano derecha mientras desviaba un Concorde con el pie izquierdo. La Recopa Sudamericana obtenida frente al Independiente Santa Fe. La victoria en un clásico de locales contra Boca, sacrificada porque Gallardo sacó a D'Alessandro para reservarlo para la final de Copa Argentina, a lo que se sumaron un día de floja puntería de Alario y un partido nefasto de Augusto Batalla en el arco. Una final de Copa Argentina inolvidable contra Rosario Central en el dilapidado césped del Mario Kempes de Córdoba: un 4-3 jalonado por nuevos errores de Batalla, un día de puntería sobrenatural de Alario y un sensacional partido del uruguayo Iván Alonso, el Alonsaurio. Se iba D'Alessandro de regreso a Brasil con el deber cumplido, ya eran seis campeonatos en un año y medio. Preguntarse otra vez, con un hilo de voz: ¿pero Gallardo se queda, no?


2017

Una muy buena primera fase de Copa Libertadores, una remontada sensacional en el campeonato que se quedó corta por poco, y de la que se recuerda un fantástico 3-1 a Boca en la Bombonera, una victoria concluyente que sólo pudo poner en duda un error de Batalla en un tiro lejano y sencillo de Gago. Llega Lux para hacer olvidar las macanas de Batalla... con las propias, llegan Pinola y Scocco y Enzo Pérez para dar un salto de calidad, se van Alario y Driussi en medio de la fase decisiva de la Copa Libertadores y al filo del comienzo del certamen local. Las maldiciones por lo bajo por los goles que fallaba Rafa Borré. Un 8-0 inolvidable a Jorge Wilstermann, el día del Barrilete Scoccósmico. La bronca que daba lo livianito que parecía Nico De La Cruz, el hermanito del todoterreno Sánchez. Las preguntas que despertaban los primeros palotes de Montiel como defensor lateral derecho. Las formaciones íntegramente suplentes dispuestas por Gallardo cuando reservaba jugadores, que comenzaban a naturalizar y hacer costumbre una probabilidad de derrota del 80%. La durísima eliminación en semifinales de la Copa ante Lanús, tres goles arriba, fallo crucial de Lux mediante en el inoportunísimo descuento del rival, el día en que inventaron el VAR. La Copa Argentina ganada en la final ante Atlético Tucumán, con otro gol más de Scocco y un golazo de Nacho Fernández, y el Beto Bologna de arquero. Las dudas que despertaba el flojo rendimiento del equipo en el cierre de ese año, aunque los hinchas se preguntaban, con un hilo de voz: ¿pero Gallardo se queda, no?


2018

El annus mirabilis que arrancó con el equipo acostumbrándose a jugar mal y perder, pero como secreta estrategia. El tenemos que estar con la guardia alta. La excelente lectura de lo que le faltaba al plantel, y el no haber parpadeado cuando el tesorero pasó los cheques a la firma: un arquero como Armani, un volante de creación como Juanfer Quintero, un delantero como el Oso Pratto. La remontada para el 2-2 ante Flamengo en Río de Janeiro, con goles orientales de Mora y Mayada. La Supercopa Argentina ganada en Mendoza al Boca de los Mellizos, con Armani, Pity Martínez, Nacho Fernández, Scocco y Mora como figuras. El buen recuerdo que dejó una estrella fugaz, el uruguayo Saracchi. La colección de tarjetas amarillas ante todos los rivales y en todos los estadios de Bruno Zuculini. La revelación de Exequiel Palacios. Los partidos imperiales de Martínez Quarta sucedidos por los partidos con fallas de principiante de Martinez Quarta. Los octavos de final de Copa superados ante un rival clásico como Racing. El 2-0 a Boca en la Bombonera por el torneo local, otra vez con Armani, Pity y Scocco de figuras. Los cuartos de final de Copa superados ante otro rival clásico, como el muy buen Independiente de Holan: la eliminatoria de la atajada de Armani a Gigliotti, de la caricia de Pinola a Benítez, del golazo final de Borré. La semifinal de Copa superada ante el campeón vigente, Gremio, y de visitante: la eliminatoria del que la gente crea porque tiene con qué creer, de la atajada de Armani a Everton, del Muñeco cagándose en una suspensión para dar la charla táctica del entretiempo, del gol de cabeza de Borré, del penal VAR convertido por el Pity. La final inefable, indecible, imposible, insoportable, interminable, inverosímil, ante el Boca de los Mellizos: la de las cábalas respetadas como si fuera la vida en ello porque iba la vida en ello, la de la primera suspensión por lluvia, la de Gallardo viendo la final de ida por TV porque estaba suspendido y al equipo lo dirigió Biscay, la de la paliza táctica con tres defensores y dos laterales que atacaban como delanteros, la del gol de Pratto después de *sacar del medio* tras la apertura del marcador de Wanchope Ábila, la del empate 2-2 con el gol en contra de Izquierdoz, la de la escapada de Tévez al guadañazo desesperado de Maidana que termina con Armani negándole el gol y la inmortalidad del alma a Benedetto. La de la cordura del operativo de seguridad del partido de vuelta organizado bajo la responsabilidad política del compadre del presidente de Boca doblando por Monroe. La de las idas y vueltas intolerables, que Montevideo - que Guayaquil - que Miami, la de la propuesta del presidente del Real Madrid de jugarla en el Santiago Bernabeu. La del viaje con los familiares a Madrid. La del golazo de Benedetto, la de los ingresos de Juanfer y ese pibe Álvarez, la del insólito penal no cobrado a Pratto, la del empate de Pratto, la de los jugadores de Boca que pedían el cambio uno tras otro porque no podían resistir el ritmo, la del alargue que comienza con la expulsión de Wilmer Barrios, la del gol de Juanfer para el 2-1, la de los interminables diez minutos finales jugados con los nervios de quien está para golear y casi empata, la de la lesión de Gago, la del tiro en el palo de Jara, la del taco no y el Pity que hace la personal y se va y el 3-1 que se hizo leyenda y tatuaje 9-12-18. La final más hermosa del mundo. La que es una realidad para todos los 9 de diciembre del resto de nuestras vidas. La del no hay nada más que esto, tan así que enseguida se olvidó el rápido regreso del certamen mundial de clubes de Abu Dhabi, porque el duelo más cargado de historia del fútbol de América tenía un vencedor, y era para siempre. Igual, entre las risas, los cánticos y los brindis, los hinchas se hacían un minuto para preguntarse, con un hilo de voz: ¿pero Gallardo se queda, no?


2019

Goles, goles, goles, de eso se trata esto. River genera decenas de oportunidades de gol por partido pero le cuesta marcar, y le embocan las pocas que le crean. Pierde partidos difíciles de creer, pero cuando engrana golea y humilla a sus rivales. Llegan un delantero de una calidad infrecuente, Matías Suárez, un defensor de nivel internacional como el chileno Paulo Díaz y un lateral izquierdo de pie exquisito, Angileri. Juanfer Quintero la rompe, Juanfer Quintero se rompe. Se gana la Recopa Sudamericana ante un complicado Atlético Paranaense, con otro gol decisivo de Pratto, en el minuto final. El Oso se lesiona en ese partido y ya nunca más volverá a ser el mismo. River avanza en la Libertadores, y pasa el Cruzeiro en definición por penales, y pasa Cerro Porteño, y llega otra vez Boca, el mismo acomplejado Boca de Alfaro que jugó a no salir de su área en un partido por el torneo local en el Monumental, el de los jugadores de River entrenan cómo tirarse. Y gana River 2-0 de local con un penal VAR que convierte Borré y un golazo de Nacho Fernández, y en la revancha se zafa con una derrota 0-1 en un partido en el que ningún jugador riverplatense podía tocar la pelota porque era automática falta para el rival. La final en Lima ante un Flamengo estelar, el gol de Borré al comienzo, el tremendo esfuerzo para sostener la ventaja, el desgaste inevitable, la victoria que se escurre en minutos ante un adversario de capacidades técnicas insólitas. El torneo local que se pierde en derrotas inverosímiles de local, la Copa Argentina ganada ante Central Córdoba para ya perder la cuenta de los campeonatos ganados. El Barcelona hace un sondeo para contratar al Muñeco, cosa que se supo mucho después. Igual los riverplatenses se habían preguntado a fin de año, con un hilo de voz: ¿pero Gallardo se queda, no?

2020

Victorias en serie, actuaciones brillantes, pero en el tramo final del torneo local se empata los partidos decisivos y el certamen se lo lleva el Boca de Tévez, Russo y Riquelme. La pandemia cierra el mundo por seis meses: hasta ahora, es lo único que ha podido impedir que el River de Gallardo gane un título por año. Tiempo de replanteos, de dudas, de resoluciones: el club decide remodelar el césped del Monumental para convertirlo en el mejor del continente, Quintero se va a hacerse unos buenos yuanes en China, Scocco elige retirarse en Newell´s, Pratto prefiere jugar aunque fuere en un club de segundo orden de una liga de segundo orden de Europa, El fútbol vuelve en setiembre, pero sin público: River desfila en la Copa Libertadores, avanza en la copa local cuando eso no compromete la marcha sobre América, llama la atención lo bien que está jugando este chico Álvarez, brilla Angileri, hasta Zuculini se luce como goleador para eliminar a Nacional de Montevideo. Una sola certeza: la respuesta positiva a la pregunta ¿pero Gallardo se queda, no?


2021

Un mal partido de ida ante Palmeiras compromete el pase a la final, que de todos modos casi se alcanza porque, en la vuelta, el River de Gallardo tuvo la mejor de sus noches y quedó a un gol del milagro, gol que en realidad marcó Montiel y fue un golazo, y fue anulado por el VAR tras una minuciosa y, en definitiva, exitosa búsqueda de una razón para anularlo. El esfuerzo en la Copa Libertadores compromete la copa local, en la que resalta un 2-2 en la Bombonera contra el siempre afortunadísimo Boca de Russo, con goles de los pibes Girotti... y Álvarez. Es furor el reto viral del hisopado por COVID-19 y todas las fechas hay noticias negativas de nuevos positivos. Antes de un clásico en la Bombonera River pierde así medio equipo, y tiene que formar con juveniles, suplentes y un arquerito que ni siquiera es titular en la reserva: así y todo el siempre afortunadísimo Boca de Russo necesita, para imponerse, de una falta no sancionada sobre el retornado Maidana en el gol de Tévez y de la tanda de penales. Eso no es todo: a mitad de semana River tiene que jugar un partido decisivo ante el Independiente Santa Fe de Colombia, por Copa Libertadores ¡y no puede alinear ni un solo arquero, y tiene que atajar Enzo Pérez! ¡Y River gana 2-1 con golazos de Angileri y Álvarez! ¿Qué le faltaba ya a la leyenda de este River de Gallardo? Pero ese equipo está desgastado, ha perdido a puntales como Nacho Fernández, las lesiones repetidas limitan la participación de varios jugadores importantes, y River queda eliminado en Copa Libertadores por el Atlético Mineiro de... Nacho Fernández, y en Copa Argentina por el siempre afortunadísimo Boca de Russo, por tanda de penales. Cuando todos hablábamos en tono de balance que habían sido siete años brillantes, de fin de ciclo... River se reinventó en torno a dos cracks juveniles como Julián Álvarez y Enzo Fernández y a un central endeble reconvertido en firmísimo lateral como el paraguayo Robert Rojas. Humilla al Boca ya no del ex siempre afortunadísimo Russo, sino de Battaglia: como ya era costumbre, un 2-1 enmascara un partido que debería haber acabado en goleada de escándalo. River arrasa en la primera liga local del ciclo. Traigan pagarés que espaldas para levantarlos sobran. En el festejo de fin de año, la tristeza por el retiro del gran capitán Ponzio y las dudas de los hinchas más grandes que nunca: ¿pero Gallardo se queda, no? Responde el propio protagonista: después de unos días de reflexión, que fueron difíciles, elijo seguir estando.


2022

Hay que recuperar la competitividad que pareció perdida en los duelos ante el Mineiro de la Copa anterior, y plata hay por el millonario pase de Julián Álvarez al Manchester City. Vuelve Juanfer, llegan incorporaciones que no rinden. Se repiten las lesiones, hay jugadores que no recuperan su nivel. El Monumental entra en un proceso de renovación que lo convertirá en el principal coliseo de Sudamérica. Los hinchas de River lo llenan un partido tras otro, nadie se quiere perder las que ¿intuye? son las últimas funciones del River de Gallardo. Vuelven los problemas de costumbre: los partidos de dominio abrumador que no se traducen en goles a favor y que acaban en empate o derrota porque el rival corona exitosamente las muy pocas chances de que dispone. Llega la etapa decisiva de la Copa Libertadores en pésimo momento, con Álvarez y Enzo Fernández a horas de continuar sus carreras en el fútbol grande de Europa y los nuevos refuerzos recién incorporados. River es eliminado por el Vélez de Pratto, tras un primer partido en que Armani lo salvó de una goleada y un segundo partido en que no pudo imponerse, más allá de alguna jugada que podemos cargar en la ya abultada cuenta del VAR. Borja llega a River pero después de la eliminación, la misma circunstancia que impide que el uruguayo Luis Suárez firme con el club, con el que tenía todo arreglado, y conmoviera al fútbol del continente. Maidana y Pinola parecen estatuas en la eliminación contra ¡Patronato! por Copa Argentina, la estatua de Gallardo en el Monumental está a días de ser inaugurada. Y por sorpresa, un 13 de octubre, se hizo realidad la pesadilla de todos los hinchas de River: Gallardo ya no se quedará para 2023. Se cierra la etapa más gloriosa de la historia del club, se abre otra llena de incógnitas. Gracias por habernos sostenido en años terribles, Muñeco. No nos debés nada, nunca te pagaremos lo que nos diste.

 

 

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