Reseña crítica: En general una constante histórica nos dice que las naciones tienden a disgustarse por la visiones foráneas sobre sus propios mitos y tradiciones históricas o ficticias. Esto explica el descontento argentino por las versiones americanas de EVITA (1996), el chileno por HOUSE OF THE SPIRITS (La Casa de los Espíritus-1993), el mexicano por APOCALYPTO (2006), etc. En el caso de esta HAMLET alemana, puristas ingleses y amantes de Shakespeare habrán repudiado (o repudian) las extremadas libertades tomadas en la adaptación, inclusive el cambio de sexo del protagonista, pero, reconozcámoslo, en su momento el propio Shakespeare pudo haber generado tensiones en la vecina Dinamarca por su descripción descarnada de la impiadosa sed de poder de los personajes de la corte real así como también de su ambigüedad moral. Con el tiempo, la obra "Hamlet" se convirtió en un símbolo del genio literario de su autor y en una de las obras cumbres de las Letras anglosajonas, con lo cual esta versión fílmica alemana pudo haber sido tomada como una verdadera afrenta contra la nación británica. Lejos de prejuicios y con la idea que las visiones ajenas enriquecen el cuadro, la diva Asta Nielsen optó por llevar a cabo esta producción que la tuvo como estrella. Recogiendo precedentes como el de Madame Sarah Bernhardt - que había protagonizado LE DUEL D'HAMLET (1900)-, encaró la travestización del trágico personaje danés para una superproducción que contó con dos directores, fotogramas entintados y decorados y vestuarios grandilocuentes. La trama (en un prólogo y 6 actos) explica como la Reina (Mathilde Brandt) cree que su marido (Paul Conradi) ha muerto en batalla y finge que su hija recién nacida es un varón, de manera que la continuidad de la corona esté asegurada. Cuando el Rey Hamlet regresa sano y salvo, ambos deciden mantener tal falacia antes que desdecirse y dejar una impresión de debilidad. Con el tiempo, el "príncipe" crece convirtiéndose en una andrógina Asta Nielsen que es enviada a estudiar en Wittenberg, entrando en amistad con Horacio (Heinz Stieda). Aparece el tío Claudio (Eduard Von Winterstein) que conspira y asesina al Rey Hamlet, apoderándose del trono y del amor de la Reina. Hamlet, que regresa a Dinamarca, nota detalles extraños y decide realizar la famosa prueba teatral (ordena a un grupo de comediantes que monten una versión del asesinato del Rey Hamlet para observar la reacción de Claudio). Con la certeza de que Claudio y la Reina asesinaron a su padre, Hamlet se propone hacer justicia por propia mano y comienza una batalla de nervios con sus pérfidos enemigos. Peones de esa batalla son Ophelia (Lilly Jacobsson), su hermano Laertes (Anton De Verdier), el padre de ambos Polonio (Hans Junkermann) y, por supuesto, el mejor amigo de Hamlet, Horacio. En su afán de rehusar lugares comunes y referencias a la obra original, la trama no presenta ningún tipo de fantasma, ni diálogos entre Hamlet y la calaverita, así como tampoco frases que podrían haber sonado a facilismos. Así que en vez de invertir tiempo en "ser o no ser" o "algo huele mal en Dinamarca", la ingeniosa trama nos muestra los enredos entre un Hamlet que sabemos es una mujer y su amigo Horacio, por quien siente algo más que amistad y el coqueteo con la apasionada Ophelia. El viaje a Inglaterra de la obra original se convierte en una misión diplomática a Noruega donde, merced a un ardid, Hamlet logra disponer de sus enemigos. La resolución, debido a simplificaciones melodramáticas, resulta ñoña y hasta risible (especialmente la manera que Horacio descubre la auténtica sexualidad de su "amigo"). Sin embargo se rescata la originalidad de tomar como fuente una obra de estudio desactualizada como "The Mystery of Hamlet" (1881) de Edward Vining, teórico que postulaba que todas las particularidades en la conducta de Hamlet se podían explicar con el hecho de ser una mujer travestida como hombre. De ahí el acierto de la Nielsen, que lanza su película en una época que la República de Weimar estaba rebozante de temas como el cine higiénico sobre temas sensacionales (drogas, homosexualidad), la depresión anímica y espiritual de toda una nación luego del sangriento conflicto bélico, la caída definitiva de la aristocracia, etc. y aplica como medicina la catártica muerte violenta de casi todo el elenco. [Cinefania.com]
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