Reseña crítica: En los modernos años veintes, el inspector St. Cyr (Frank Morgan) lleva a cabo sus investigaciones aplicando los métodos más modernos, como el análisis de las cenizas o el vestigio de los cigarrillos pero también la reconstrucción del rostro de una persona desaparecida a través de la descripción brindada por varios testigos (el actual "retrato hablado") o las recolecci??n y comparación de huellas digitales en la escena del crimen. Una subtrama nos ofrece los métodos impropios de ganarse la vida del joven Leon Renault (John Warburton), que deambula por las alegres calles de París detectando turistas o extranjeros y aligerándolos de efectos de valor o dinero. Este "carterista patriótico" (ya que nunca ataca franceses) está de novio con la sugestiva Eugenie (Gwili Andre), florista que profesa devoción por su padre adoptivo, el emigrado ruso Dorian (Christian Rub). Entra en escena el siniestro general Moloff (el ruso Gregory Ratoff), un embalsamador y escultor que opera con agentes secretos del bajo mundo. Moloff manda a secuestrar a Eugenie y la somete a un lavado de cerebro para que asuma la identidad de la famosa Anastasia. ¿Podrá Leon rescatar a su novia de las garras del infernal Moloff? ¿Logrará llegar a tiempo el inefable St. Cyr antes que el villano sacrifique a sus prisioneros? Mucho antes que Ingrid Bergman o Amy Irving, este olvidado thriller de la RKO lanza con total irresponsabilidad jurídica una visión del asunto que conmocionaba a toda Europa: ¿era esta joven la auténtica hija del Zar o solo una genial impostora? Pero hay más: en sus ratos libres, Moloff se dedica a forrar de yeso a chicas narcotizadas, lo que lo convierte en un precursor del personaje de Ivan Igor, el escultor al que diera vida Lionel Atwill (y más tarde Vincent Price) en MYSTERY OF THE WAX MUSEUM (Museo de Cera / Los Crímenes del Museo-1933). Pero Moloff no tiene límites, y tanto se dedica a provocar un accidente vial utilizando una pantalla con una proyección fílmica o a torturar a sus víctimas con elementos de ciencia loca propios de laboratorios de los films de terror de Universal. Inspirada en las folletinescas notas de un tal H. Ashton-Wolfe para "The American Weekly", supuesto criminólogo británico que decía haber colaborado con el genial Bertillon de la Sûreté, el dpto. legal de RKO descubrió que Ashton-Wolfe era un tránsfuga de cuidado, así que el personaje de Frank Morgan que iba a ser "Ashton-Wolfe" se cambió a "St. Cyr" y la participación de Bertillon se minimizó - para evitar posibles demandas del organismo policial de la nación amiga. En el film, más allá de la exhibición de dispositivos y métodos de ciencia policial, las cuestiones deductivas y lógicas dejan mucho que desear, tanto de parte de las autoridades como del villano de turno. Sin embargo, en lo más rescatable de este nada pretencioso thriller es que apuesta todo a los varios golpes de efecto y obtiene un aprobado en la citada secuencia del accidente que no se trata de ninguna miniatura sino de una combinación de retroproyección con un auténtico coche que se desbarranca: la secuencia parece estar realizada en estudio y el resultado es asombroso. A pesar que la especialidad del realizador, el artesano A. Edward Sutherland, era la comedia de slapstick, el film es un digno thriller que se eleva por encima de los films de misterios policiales de la época con toques de genuino horror. Es más, tal vez sirviera al firmante como credenciales cuando al año siguiente Paramount le encargase uno de sus films terroríficos, MURDERS IN THE ZOO (El Asesino Diabólico-1933). Vaya uno a saber... [Cinefania.com]
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