El hecho que usted haya hecho click y llegado a esta página
implica también que el embrujo del serial ("vea el desenlace
la semana que viene") sigue impertérrito. Como en el resto
de los capítulos de un serial (salvo el primero), en los primeros
minutos se nos explica un resumen del argumento (de manera que si
algún espectador se había perdido algo, no quede afuera
de la trama). En los primeros minutos del nuevo capítulo se
repiten las escenas que vimos hace siete días. Y, luego del
momento culminante en que se produce la explosión y a La Sombra
se le cae el cielorraso encima, vemos que el personaje sale indemne,
por debajo de unos tablones.
En los comienzos del capítulo 2 la policía ingresa en el
Bazaar Oriental, regenteado por un tal Woo Yung. Como la cara no nos va
a resulta familiar, aclaramos que se trata de Philip Ahn, quien más
tarde se convertiría en el famoso Maestro Kan de la serie KUNG
FU.
En La Sombra Ataca nuestro protagonista vuelve a realizar una delirante
maniobra de espionaje contra los malos. Sin haber mucha explicación,
en la nueva reunión se congregan numerosos secuaces, cada uno
portando una máscara. "Son las nuevas órdenes del
Tigre Negro" explica uno de ellos. Luego de muchos análisis
y elucubraciones, llegamos a la conclusión que portar máscaras
no tiene ningún otro sentido que el argumental, para dar pie
a que Lamont Cranston se infiltre en el cuartel general, se ponga una
máscara y logre ingresar en el recinto donde el misterioso villano
invisible principal da nuevas órdenes. En cierto momento el jefe
de secuaces exclama "debe haber un traidor aquí" y
ordena que todos se quiten las máscaras. Por supuesto, Cranston,
desesperado, pega una trompada y tira una mesa, saltando por la ventana
y huyendo de los disparos de los secuaces. Ya pasado el peligro, Flint,
el jefe de los secuaces, recibe una reprimenda de parte del Tigre Negro
(que consiste en una descarga eléctrica proveniente del escritorio
tras el cual se sienta el Tigre)... el Tigre ordena "de ahora en
más, no más máscaras". ¿Pero si la
orden la dio el Tigre, porque castigar al pobre de Flint? No vamos a
reflexionar sobre que tipo de lealtad puede tener un secuaz (más
tarde, si hay tiempo y lugar, elaboraremos un breve párrafo sobre
"psicología del secuaz tipo"), pero sí hemos
de notar que el Tigre debe pagar sueldos altos por ese tipo de trabajo...
Por segunda vez en este serial, los hombres del Tigre Negro atacan
el laboratorio de Cranston y provocan un pequeño incendio y situaciones
de indisposición para la pobre secretaria Margot, interpretada
por Veda Ann Borg (que seguirá sufriendo este tipo de ataques
a lo largo de los restantes capítulos - al respecto sería
interesante, siempre para más adelante, un pequeño opúsculo
sobre "El rol decorativo de las primeras actrices en los seriales").
Uno de los grandes misterios del cine en sus primeras décadas es
el motivo de que actores que en una época eran protagonistas o
estrellas, diez o veinte años después recayeran a extras,
figurantes o secundarios oscuros. El caso de Maurice Costello es para
el análisis. En nuestro serial nos percatamos de un actor que hace
de Mayordomo: se trata del gran Murdock MacQuarrie, que fuera estrella
de incontables películas para la Universal en los años '10
y llegara a dirigir entre 1914 y 1922. Murdock había nacido en
1874 y moriría tan solo dos años después de interpretar
este papel en La Sombra.
En
los momentos culmintantes de este episodio, más secuaces del
Tigre Negro traman atacar el depósito de uno de los empresarios
del Club Cobalto. Para este ataque traman hacer chocar un camión
cargado de gasolina contra las instalaciones. La escena, que tiene lugar
de "noche" (en verdad es una noche fingida, filmada a horas
del crepúsculo, con un filtro nocturno en la cámara y
con el sol evidentemente dándole sombra a los actores y decorados),
y por supuesto culmina con La Sombra ingresando en el camión
en llamas y a punto de estallar en mil pedazos. Es el momento justo
de soltar escenas del próximo episodio, y alentar a que nadie
se lo pierda, dentro de siete días...
Capítulo 3: La Sombra en Peligro
Nuevas aventuras nos esperan en este episodio, cuyo primer minuto está
dedicado a informar como La Sombra se salva del peligro inminente del
anterior capítulo. El que las pasa canutas es el fiel Vincent,
el chofer de taxi que se consagra por entero a ayudar a La Sombra. Es
interesante notar el detalle que en las novelas, la Sombra solía
utilizar la ayuda de personas comunes y corrientes a quienes en el pasado
había auxiliado de una u otra manera, quedando en deuda con el
personaje. En este serial, parece que Vincent tiene varias deudas con
La Sombra, debido a que es casi siempre su vehículo el que está
listo para transportarlo de un lado a otro de la ciudad. No vamos a
especular con que Lamont Cranston abone un sueldo a Vincent, aunque
preferimos optar por esta teoría antes que por otra más
aventurada. Más adelante tal vez hablemos de Vincent, pero por
ahora apuntaremos que es secuestrado por los secuaces del Tigre Negro
y que recibirá algunos golpes antes de ser liberado por Cranston.
Entretanto,
los secuaces vuelven a reunirse ante el Tigre Negro. Esta vez el Tigre
está que trina, así que avisa que dará un escarmiento
a uno de los secuaces, Taylor (interpretado por el poco conocido Jack
Rice). El Tigre Negro pregunta: "Taylor, ¿sabes que le pasa
al hombre que falla?". El secuaz se disculpa, dando excusas que,
por supuesto, no serán suficientes para evitar el desenlace,
que consiste en una descarga eléctrica, que, para el pobre secuaz,
resulta fatal. En el capítulo anterior especulamos algo acerca
de la relación laboral entre los secuaces y el Tigre Negro. Ahora
ya no parecen quedar dudas sobre el carácter para nada democrático
del Tigre, aunque, en el resto del serial, no volverá a ser tan
duro con sus secuaces (por más que, por ineptitud, lo merezcan).
Los secuaces permiten a Vincent que haga un llamado telefónico
a Lamont Cranston, para tenderle la trampa, atraerlo al aguantadero,
y liquidarlo. Vincent le solicita al jefe "una camisa limpia".
Al colgar, Lamont dice a Margot: "era Vincent, y me pidió
una camisa limpia." Margot, siguiendo su diálogo del guión
dice "¿No estará preocupado ahora por la lavandería?",
y el bueno y paternal de Lamont le explica, "no, querida. Me advierte
que es una trampa." Este diálogo tal vez implique machismo
de parte del guionista, pero en realidad hace eco de una constante en
la época: las mujeres son siempre ingenuas, y así son
mostradas en las seriales, y películas. Nuestra actriz principal,
inmersa en el guión, hace creíble tal ingenuidad y, sin
ser culpa de ella, o del género, nos convence de su tontera.
Pero, alto. Este serial no es del todo machista, y, ante la pregunta
de ella: "¿piensas ir solo a esa trampa?", Lamont responde,
contra todo vaticinio: "para nada, tu me acompañarás."
Al
ingresar en el aguantadero, Lamont libera a Vincent y resuelve todo
con una pistola, encerrando a dos matones que lo custodiaban en un cuarto.
En las novelas, La Sombra tenía la facultad de "nublar la
mente de los hombres". Esta interesante cualidad, que permitía
al encapuchado personaje avanzar sin ser visto o infiltrarse entre los
gángsters a los que luego atacaba con saña, está
por completo ausente en el serial. Y no es porque se hubieran quitado
todos los elementos fantásticos (ya que el Tigre Negro es un
festival de trucos sobrenaturales nunca bien explicados). Vincent y
La Sombra escapan por la ventana. Un matón se asoma y trata de
disparar. La Sombra le dispara y frustra tal intento. Vamos a aprovechar
este momento para hacer notar una constante del cine de la época
(al menos del cine clase B): el matón dispara (realmente no llega
a hacerlo, pero la intención está) y hace un movimiento
con el brazo, como si fuese a dar un latigazo o bien, a arrojar un puñal.
Estudiosos de la balística y cinéfilos por igual, coinciden
en que este movimiento parecería consistir en que el matón
intenta "impulsar la bala". Impulsar la bala es un delirio,
pero no hay otra teoría mejor para justificar el porque de esos
movimientos de brazo en el momento de disparar con revólver.
Un arbusto se acerca a la mansión del empresario Rand. De su interior
surge La Sombra. Una secuencia más propicia de una comedia de Los
Tres Chiflados que de este serial.
Volvemos al argumento. Los industriales se reunen en casa de uno de
ellos, Rand, que ha sido amenazado de muerte por el Tigre Negro. Rand
está más que nervioso y el comisionado de policía
acude al lugar para brindar seguridad. Varios matones ingresan a la
mansión (el Mayordomo, que es agente del Tigre Negro, les abre
la puerta) y amenazan dar el golpe de un momento a otro. Fuera, en el
parque, un arbusto se mueve por sí mismo... se acerca a la casa
y de su interior surge La Sombra. No nos podemos dejar de imaginar la
risa que se pegarían los guionistas (según informan en
los títulos de créditos, fueron responsables de este envío
Joseph O'Donell, Joseph Poland, y Ned Dandy), al escribir este tipo
de escenas, más viables para una comedia de los Tres Chiflados.
Una vez dentro, La Sombra sorprende a tres secuaces tratando de hacer
explotar la caldera de la casa. La pelea a trompadas es inevitable y
en un momento, el matón interpretado por Charles King (de quien
hemos hablado anteriormente) le rompe una silla en la cabeza de La Sombra
y este queda groggy mientras se desata un incendio en la sótano.
Como ustedes se habrán imaginado, es momento de "escenas
del próximo capítulo" y final con suspenso.