The Shadow
(La Sombra-1940)

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Sí, ya a esta altura es evidente que La Sombra ha rescatado a su chofer, secretaria y al empresario. Es tiempo de una nueva persecución. Esta vez Cranston aborda él solo un automóvil (sí, es antiguo, y se parece mucho al que hemos visto en el episodio anterior, que había sufrido un siniestro, así que...) y los villanos (con Flint al volante), le persiguen para arrojarle una bomba....

No hace falta indicar que el auto de Cranston queda fuera de servicio luego de una espectacular explosión que le vuela el capot. Por supuesto esto no siega su vida, pero los secuaces así lo creen y se marchan felices (sin corroborar si su víctima había muerto o no). Luego de esto, Vincent sigue al auto de los malos hasta una casa particular. Más tarde llega Cranston (ya repuesto de la explosión) y se intruduce en la propiedad (sin disfrazarse de La Sombra). En un nuevo intento de escuchar los planes, llega demasiado lejos y es atrapado por Flint y tres secuaces más. Flint amenaza: "Cranston, entrometido; esperé esto por mucho tiempo." El héroe parece perdido. Es en ese mismo momento que hace su aparición "La Sombra" y, apuntando a los matones con un arma, los espanta, salvando a Cranston... Cuando los matones huyen despavoridos, Cranston saluda al personaje (que no es otro que Vincent) y sale por la ventana. Este mismo recurso (disfrazar al escudero del héroe con el antifaz del héroe, no solo para salvar las papas del fuego sino para despistar a los villanos, sería utilizado en numerosas ocasiones, especialmente en series televisivas como EL ZORRO, BATMAN, etc.).

Llegamos al fin de este episodio y los guionistas nos han puesto a La Sombra peleando solo contra tres o cuatro secuaces, en el fondo de una caverna, en la que un soplete está por hacer explotar una garrafa: lo que se dice un final tenebroso...

A pesar de la fuerte explosión de la garrafa y, por enésima vez, la Sombra surge indemne de entre los tablones y cascotes caídos del interior de la mina. Durante este episodio hay una nueva persecución automovilística. Esta vez ninguno de los automóviles es antiguo (bah, ambos son de la época en que el serial fue filmado). Nuestra teoría de las persecuciones sigue vigente, ya que ninguno de los dos automotores en cuestión sufre siniestro alguno. Cerca del final, los secuaces vuelven a secuestrar al empresario Turner (tranquilo, tranquilo, la "pole position" de secuestros la sigue encabezando Vincent). La idea es utilizar al empresario como carnada para atrapar y asesinar a La Sombra. Sin embargo, el plan falla y La Sombra no solo salva su vida sino también la del empresario (que había sido maniatado frente a una escopeta que se dispara al abrir la puerta). En el final, los secuaces intentan una nueva fechoría y ponen una bomba, que estalla justo cuando La Sombra abre la habitación. ¿Morirá nuestro héroe? A como está el partido, faltando cuatro episodios para terminar, podríamos apostar una gran suma a que seguirá con vida...

La Sombra se salva de morir abrasado por la explosión (que derribó una puerta). La policía, alertada de antemano, ingresa en la propiedad y arresta a uno de los secuaces (personaje interpretado por el fornido Constantin Romanoff, de quien hablamos varios episodios atrás). En este episodio los guionistas (tal vez en un intento de alargar una trama que ya parece exhausta) añaden una pizca de deducción y misterio sobre la identidad del Tigre Negro. Para varios de los personajes, el Tigre Negro sería en verdad La Sombra, pero tanto usted como yo, a esta altura de las circunstancias, sabemos que eso no es verdad. Cranston sugiere al comisionado que El Tigre Negro es, con toda probabilidad, uno de los miembros del Club de los Empresarios. De hecho, la astucia que tiene el Tigre para dar sus golpes contra las propiedades e industrias de los empresarios es, según parece, propia de un gran cerebro, una mente aventajada. En concordancia con el comisionado, Cranston decide tender una trampa en la siguiente reunión de los empresarios. En tal evento, Cranston muestra unos supuestos planos de su "nuevo anulador del rayo mortal del Tigre Negro" (delirios como este solo son posibles en un serial). En cierto momento, alguien apaga la luz. Cuando se enciende, los planos han sido robados. El comisionado manifiesta sus sospechas de que alguno de los asistentes es un traidor, declaración que provoca un histérico caos en los empresarios, que comienzan a consolarse entre sí y a lloriquear como nenes de pecho (menudo retrato de las personalidades que manejan los grandes negocios y las multinacionales). El final del episodio consiste en una (a esta altura) rutinaria explosión con caída de mampostería sobre el castigado físico de La Sombra.

Tres secuaces atacan el laboratorio de Cranston en un momento en el que solo se encontraban Margoty el pobre Vincent. Hay trompadas y Margottrata de dar alguna trompada. Los secuaces buscan un "ingenio" de Cranston que sirve para anular los rayos mortales del Tigre. A Vincent le dan una buena paliza. Al llegar Cranston, Margotle informa que se han robado el "ingenio". Cranston no parece ponerse triste, ya que era un señuelo. El supuesto "anulador de rayos" es un radio transmisor que permitirá a Cranston seguir a los pillos hasta su cuartel general. Vincent no se enoja, pero rezonga: "si hubiera sabido que era a propósito para que se lo roben, no habría opuesto tanta resistencia." A partir de esta frase suponemos que Cranston le debe abonar algún tipo de remuneración nutrida a Vincent, ya que sus servicios superan al de un mero chofer o taxista. Lo de Vincent (secuestrado infinidad de ocasiones, receptor de más castañazos que el resto de los personajes, etc.), a esta altura, ya está en el límite del trabajo insalubre.

La trama continúa y en un momento culminante, Vincent y La Sombra huyen en un automóvil antiguo. No vamos a dar ninguna novedad diciendo que el auto sufre un duro vuelco... ¿sobrevivirán nuestros héroes, al menos, evitarán algún hueso roto? Si usted desea saber como continúa, entonces no deje de leer el siguiente párrafo: "el Cuarto Sellado".

Al comienzo de este nuevo episodio hay una terrible pelea entre Cranston y Vincent contra varios secuaces. En un momento Flint (foto) toma su arma y dispara, hiriendo a Cranston en una mano. Con una sonrisa, Cranston minimiza la situación diciendo que "fue un rasguño" (el "rasguño" es un recurso muy utilizado por los personajes de películas que pueden ser vistas por públicos adolescentes o infantiles; un disparo, un apuñalamiento o un flechazo, frecuentemente no producen ningún daño de gravedad a los personajes, bajo la disculpa narrativa del "rasguño". Sería interesante realizar un estudio sobre que tipo de heridas de bala pueden producir "rasguños", pero eso, por supuesto, excede las intenciones de este artículo y... estamos a un episodio de dilucidar la identidad del Tigre Negro y eso nos interesa más).

Un rato después, Cranston, ahora disfrazado como La Sombra, atrapa a Flint y le apunta con un arma. Ambos hombres están solos, en una habitación. Es de notar que lo largo del serial, el héroe casi no ha portado armas de fuego. Salvo la intervención de Vincent caracterizado, vista en el capítulo 10, La Sombra ha venido combatiendo contra los secuaces a puño limpio. En esta escena, el héroe frente a frente con Flint, tenemos tal vez el único momento del serial en que se puede comparar a La Sombra con el personaje original de los pulps: casi un vengador bíblico, que boga por la justicia, pero es extremadamente impiadoso con sus víctimas. Y ahí tenemos al héroe que apunta y amenaza al secuaz: "no volverás a verme, al fin podré acabar contigo."


Pero... tranquilos niños. La Sombra pronto recupera la cordura (y los guionistas resuelven la situación sin convertir del todo la personalidad de Cranston, y contentando también a eventuales públicos juveniles que buscan violencia). Flint ve la muñeca vendada del personaje encapuchado y deduce que se trata de Cranston. Por primera vez un secuaz del Tigre Negro conoce la identidad secreta del héroe. Hay un forcejeo y un disparo agujerea a Flint. Es el primer muerto a quemarropa asesinado por el héroe. Era hora.

Dando muestras que se avecina el desenlace de este serial, los guionistas suben la apuesta y se proponen aumentar la gravedad de los peligros. Ya no habrá más juegos... en una de sus reuniones, los empresarios son encerrados y un gas venenoso comienza a surgir de un rincón de la habitación. Las ventanas están herméticamente selladas y nadie logra salir. ¿Qué pasará? Si usted se cansó de falsos peligros resueltos de manera pueril al siguiente episodio, es comprensible. Lo que no es compresible que se quede con la intriga de quien es, en verdad, el Tigre Negro.

En este episodio se devela que el gas que inundó la estancia donde debatían los empresarios no era venenoso, sino un narcotizante. "El horno no está para bollos," parece decir el Tigre Negro. Los empresarios, capturados, están cautivos en una celda. Una cabeza de tigre les informa que, uno por uno, serán sacados y ejecutados. La escena de la elección de las víctimas es de gran crueldad. Es hora de resoluciones. De manera intempestiva, La Sombra ingresa en el cuartel general del Tigre Negro (que es donde los empresarios están cautivos). Luego de batirse con tres secuaces (estas peleas parecen tener más saña que lo habitual, o al menos, los stunt-men acaban de cobrar el aguinaldo), La Sombra ingresa en el recinto donde está el mismísimo Tigre Negro (aunque, al estar invisible, no se puede saber quien está detrás de ese tétrico escritorio). La Sombra advierte al villano: "Los días del Tigre Negro han terminado," y acto seguido dispara un balazo al aparato que permite al villano permanecer invisible. Luego de una espectacular explosión, un hombre materializa...

¡¡¡Sí señor!!! Es Marshall. Uno de los empresarios. Ahora no importa si Marshall fue atacado en algún momento por sus propios secuaces, aunque esto tal vez se deba a que el empresario también ocultaba su identidad a sus esbirros. Sin embargo, ya no hay vuelta atrás. Uno de los hombres debe morir, y parece que, según las convenciones de Hollywood, será el villano. Hay, sin embargo, un sentido de ecuanimidad entre ambos rivales. Y Cranston se quita la máscara, para que Marshall pueda conocer su identidad.

En un movimiento astuto, La Sombra se quita la capa y se lanza sobre Marshall. Ahora la pelea es cuerpo a cuerpo y es lo más dura que puede ser para un desenlace de serial. Vuelan sillas, hay patadas y los personajes se dan duro para que tengan. En el momento culminante, Marshall golpea a Cranston y lo derriba. Acto seguido va hacia su escritorio (al mismo lugar donde, capítulos atrás, el secuaz Taylor fue fulminado por la descarga de electricidad). Hay una gran descarga y es Marshall quien cae muerto. Vincent llega al lugar y comprueba que el muerto "lleva un chaleco antibalas." Cranston deduce "por eso mis disparos no tuvieron efecto." Si algún espectador no entendió bien lo que pasó, es Cranston quien lo aclara: "pero prefirió matarse. El escritorio estaba cargado. Se electrocutó." Sobre el final, el Comisionado encuentra las ropas de La Sombra y Cranston dice: "tal vez sea su manera de decirnos que su trabajo terminó." Ya no hay misterios por aclarar, salvo los planteados en este artículo, pero que exceden por demás los propósitos de los guionistas. Hay algunas miradas cómplices, los chistes de ocasión y la presencia de Margot ponen un tono de festividad a las últimas imágenes...

 

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