Elegimos este episodio para conversar un poco sobre los denominados
"Cliffhangers". Tal término sirve para describir el
final abrupto de una película, una novela, o, en el caso que
nos ocupa, el episodio de un serial, en que, usualmente, uno o varios
personajes quedan en un peligro mortal. Desde el famoso final de la
heroína amarrada a las vías de un ferrocarril cuyo vapor
se acerca cada vez más a la pantalla, el serial se ha especializado
en ofrecer todo tipo de finales abruptos cuyo único objetivo
era asegurar a la semana siguiente, la presencia del mismo público
ocupando las butacas. Por supuesto este concepto se amplió y
siguió presente en el cine y la TV. Hay cliffhangers en la saga
de George Lucas STAR WARS, y especialmente THE EMPIRE STRIKES BACK (El
Imperio Contraataca-1980) y, más acá en el tiempo, en
THE LORD OF THE RINGS: THE TWO TOWERS (El Señor de los Anillos:
Las Dos Torres-2002), ambas preanunciando las posteriores secuelas.
Debido a que el cliffhanger deja en el público una sensación
de insatisfacción (sensación que se borra con ver el siguiente
episodio del serial o la siguiente secuela), aquellas obras que no continúan
más allá de ese final, suelen dejar frustración
en el espectador. Tal fue lo que sucedió con la serie CRIME STORY
(Historia del Crimen), por ejemplo.
Volviendo sobre el tema que nos ocupa, el cliffhanger de este episodio
consiste en un derrumbe de mamposterías sobre el castigado físico
de La Sombra. Como usted recordará, ese concepto había
sido ya explotado en el final del primer episodio. Los guionistas aportaron
algo de variedad en los siguientes finales: en el cliffhanger del episodio
2 la Sombra quedaba atrapada en un camión que se incendiaba y
al final del episodio 3 había un incendio en el sótano.
En este episodio el cliffhanger se repite, y, a medida que sigamos viendo
episodios, notaremos la recurrencia del final con "derrumbe de
cielorraso". No nos atrevemos a emitir ninguna interpretación,
ya que la nota no tiene por objeto analizar ni interpretar nada, solo
entretenerse.
Capítulo 5: Muerte en las alturas
Tal
y como el título lo sugiere, el presupuesto que Columbia Pictures
asignó al serial permite apreciar una persecución aérea,
tan electrizante como delirante. Esta persecución también
se vio reforzada por otra, pero de automóviles. En este caso
vemos como Lamont y su fiel chofer Vincent persiguen a un automóvil
descapotable y más bien anticuado (para la época del serial).
El automóvil es, suponemos, ideal para el stunt que realiza el
personaje, de pasarse en movimiento, de un auto a otro. Pero, según
corroboraremos en los siguientes episodios, el motivo de utilizar un
automóvil antiguo es para su destrucción. Sobre el final
del episodio, el auto conducido por los rufianes choca contra un generador
de corriente eléctrica (lo que sirve como cliffhanger, ya que
La Sombra también estaba a bordo del vehículo).
Antes de despegar, Lamont Cranston se encuentra con un mecánico
aéreo, interpretado por Jack Perrin. Perrin (1896-1967) tuvo una
dilatada carrera como estrella de westerns de clase B. Entre 1919 y 1921
protagonizó su propia serie de cortos para Universal y durante
la primer mitad de los años '20 fue estrella de westerns de productoras
chicas como Rayart, Aywon y Arrow. En 1927, de regreso en Universal, protagonizó
películas de Policía Montada, en las que solían aparecer
el caballo Rex, King of the Wild Horses. En advenimiento del sonoro limitó
a Perrin a aparecer como estrella de pequeños westerns para compañías
como Reliable o Principal. En 1936, bajo la égida de William Berke,
protagonizó lo que sería su última serie de películas,
que consistió en 4 títulos de aventuras (no necesariamente
westerns) para la Atlantic Pictures Corp. A partir de ese momento, Perrin
se vio relegado a apariciones como secundario o extra en todo tipo de
películas (como la que cumplió en este serial, que dura
menos de un minuto), labor que le permitió seguir activo hasta
fines de los años '50.
Capítulo 6: La trampa de la Sombra
Luego de corroborar como nuestro protagonista se salva de una muerte
segura por electrocución, vemos que el Comisionaro Weston y su
asistente Cardona quedan atrapados en un depósito. La Sombra,
luego de una nueva pelea a trompadas con varios secuaces, logra liberarlos,
pero de manera que, al salir, el Comisionado cree que nuestro héroe
fue responsable del encierro. Como si todo esto fuera poco, Margotacude
a la casa de Milford, uno de los empresarios (que acaba de ser asesinado)
y es secuestrada. Sobre el final del episodio, el jefe de los secuaces
se las ve canutas para dominar a la inquieta Margot, quien cae por el
hueco de un montacargas. El cliffhanger respectivo nos la muestra a
punto de ser partida en dos por el ascensor que desciende lentamente.
¿Podrá La Sombra salvar a la pobre mujer? La respuesta,
en el siguiente párrafo.
Capítulo 7: Donde el horror espera
Aquí se produce un nuevo enfrentamiento personal entre La Sombra
y Flint, el jefe de los secuaces (que recordemos, está interpretado
por el actor Jack Ingram, de quien hablamos hace algunos episodios atrás).
En subsiguientes episodios este duelo irá aumentando en proporciones
hasta un cénit de inusitada violencia (siempre hablando de un
serial que veían millones de niños). Por supuesto, Margot
se salva de ser dividida en dos mitades y Flint recibe unos castañazos.
Más tarde, los rufianes secuestran (de nuevo) al pobre Vincent.
Cranston tampoco se salva, y también es secuestrado, pero logra
desprenderse de sus captores con la ayuda de un atomizador femenino
(que expele una sustancia que provoca dormidera). En el climax, La Sombra
libera a dos industriales que habían sido capturados y al propio
Vincent. Para el final, los guionistas no tuvieron mejor idea que desmayar
al personaje frente a una nueva caída de cielorraso (la enésima).
Capítulo 8: La Sombra en el ferrocarril
Como de costumbre, invertimos los primeros minutos del episodio en
ver de que (ingeniosa) manera La Sombra burla nuevamente a la muerte
(está bien, no seamos tan exagerados; no burla a la muerte sino
que zafa de una temporada en el hospital). En este episodio Cranston,
disfrazado de personaje oriental, va a tomar un cafecito a una taberna...
cuyos clientes son secuaces del Tigre Negro (el concepto de un "buffet
para secuaces" es altamente ridículo, pero igual merece
un brindis). Entre café y café, se percibe que la afluencia
de tantos secuaces al local se debe a que el Tigre Negro, en una nueva
normativa -similar a la delirante idea de la utilización de máscaras
(vista en los comienzos del episodio 2)-, cita a sus secuaces en una
habitación de la taberna para impartir órdenes desde ahí
(por supuesto, a través de un ingenioso sistema de transmisores
en forma de "cabeza de tigre"). Este recurso narrativo sirve
(al igual que en su momento el de las máscaras) para que Cranston
efectúe una nueva acción de espionaje sobre los nuevos
planes. El cliffhanger de turno consiste en La Sombra inconsciente sobre
las vías del tren con un expreso del que ya se escucha el silbato.
¿Podrá escapar de esta muerte inminente?
Capítulo 9: El diablo de blanco
De
más está explicar que La Sombra logra salvarse de la embestida
del tren, y, mientras mentalmente comenzamos a exigir a los guionistas
que se esmeren con los finales de capítulo, vemos al Tigre Negro
bastante irritado por el incidente y, en tono algo paternalista, advierte:
"desde ahora en más, el que falle estará acabado."
Entretanto hay una interesante persecución automovilística.
Esta vez los perseguidos son Cranston y uno de los empresarios, y el
automóvil que los transporta es antiguo. Según nuestra
teoría esbozada hace un par de capítulos, esto sería
indicación certera de que el vehículo va a sufrir al menos
un choque severo. Y la teoría se comprueba, ya que el auto no
solo choca sino que también se incendia. Los secuaces aprovechan
y secuestran al chofer Vincent (por tercera vez) y al empresario. En
tanto dejan a Cranston, inconsciente, en el interior del automóvil
creyendo que morirá consumido por las llamas. Uno de los ya no
típicos sino arquetípicos errores que cometen los villanos
de este tipo de películas es no cerciorarse de que sus víctimas
realmente mueran cuando esto es lo que se espera. En este mismo episodio,
otros secuaces, reincidirán en tal concepto.
Más tarde, aparece una cuarta personalidad de Cranston (que
se agrega a la galería de disfraces): la de técnico telefónico.
En el episodio, Cranston marcha a un hospital dirigido por un secuaz
del Tigre Negro, donde supuestamente han sido conducidos Vincent y el
empresario secuestrado. Bajo el camuflaje de técnico telefónico,
Cranston tiene oportunidad de acentuar hábitos vulgares y, sin
ningún tipo de apósito o maquillaje facial, pasa desapercibido
por los pasillos del lugar.
Para
que Cranston no se sintiera solo, también hace su aparición
en el lugar la joven Margot (tal vez con el objeto de justificar su
aparición en el segundo lugar de los títulos de crédito).
La secretaria de Cranston se hace pasar por una enfermera que solicita
empleo en el hospital. El director del hospital le otorga el trabajo
(es que, además de servir al Tigre Negro, también tiene
que atender sus menesteres hospitalarios) y recomienda a la enfermera
en jefe del lugar que le muestre el lugar y le explique todo lo que
haga falta. En el rol de la enfermera tenemos a Marin Sais. Si usted
fue niño en los años '10 (improbable pero no imposible),
recordará que una de las estrellas del serial (por supuesto debajo
de Pearl White y de Ruth Roland, las reinas indiscutidas del género)
fue esta mujer, que protagonizó varios de los seriales de la
Kalem entre 1915 y 1917.
Por fin llegamos a la conclusión de este episodio. El empresario
de turno, Vincent y Margotestán aprisionados contra una pared.
Hay un rayo láser que quema la mampostería y cuyo curso
en breve partirá en dos a los personajes. Los ejecutores de esta
atrocidad son (¿cuándo no?) Flint y el director del hospital.
Como ya dijimos antes, estos villanos no se quedarán para cerciorarse
de la muerte de sus víctimas, sino que saldrán por una
puerta (han de estar muy ocupados que no tienen tiempo). Por supuesto
el final muestra la muerte como inminente, pero...