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CRUA-CHAN

(Luca Prodan - Alberto Troglio - Ricardo Mollo - Germán Daffunchio)

Álbum: After Chabón - Sumo - 1987

Luca Prodan era uno de los cuatro hijos de Mario, un elegante italiano nacido en lo que fuera el Imperio Austrohúngaro, comerciante de arte chino, y Cecilia, una escocesa que trabajaba para la misión comercial británica en Shanghai. Ambos se casaron allí, donde pasaron las mil y una bajo la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial (un destino parecido al que se evoca en la novela "El Imperio del Sol", de James Ballard, llevada al cine por Steven Spielberg).

Luca hizo su colegio secundario en Gordonstown, Escocia, una institución para chicos de clase alta donde conoció a un argentino llamado Timmy McKern. Ambos se hicieron amigos, y esa amistad se mantuvo aún luego de que McKern se volviera a su país. Hacia 1980 Luca, que había vivido intensamente la apasionante escena musical londinense posterior a la explosión punk, necesitaba sobrellevar un período especialmente difícil de su adicción a la heroína. Pensó que no sería una mala idea intentar curarse en un lugar que le parecía lejano y agreste; todo lo que conocía de Argentina era unas fotos de vacaciones de la familia de McKern en las sierras de Córdoba...

Al poco tiempo de estar por estas tierras, Luca sintió que en el rock argentino había un vacío enorme. El oscurantismo blindado de la dictadura había impedido que llegara a estas playas la influencia de esa música que a él lo apasionaba. Decidió llamar a su amiga Stephanie Nuttall, ex baterista de un grupo punk llamado Manicured Noise. En Hurlingham, en la casa de Timmy (futuro representante de la banda) reclutó al cuñado de su amigo, Germán Daffunchio, y a un amigo de éste, Alejandro Sokol. Los cuatro se fueron a Córdoba, a Traslasierra, a tratar de dar forma a un grupo. Sokol y Daffunchio, también, a aprender a tocar... Para Luca, lo importante era transmitir un sentimiento, una emoción, más que demostrar virtuosismo técnico. Esa idea de que para hacer música hay que ser poco menos que un Hombre Superior era un preconcepto que los punks habían demolido desdeñosamente, pero que en Argentina aún seguía de pie.

La banda había hecho unos pocos shows cuando sobrevino la Guerra de las Malvinas y la prohibición de difundir en radio y TV música cantada en inglés. Stephanie huyó espantada a su país. Sumo pasó algunos meses indecisos, cambios de formación incluidos, hasta que con la llegada de 1983 comenzó a consolidarse como uno de los grupos más interesantes de una nueva movida porteña que incluía a bandas tan disímiles como Los Twist, Soda Stereo y Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota. El centro de esa nueva movida era un local llamado el Einstein, donde Luca se colgaba de las vigas del techo cuando no blandía un enorme hueso "de su abuela", o llenaba el escenario con un despliegue que nadie había visto jamás por estas tierras. El dueño del Einstein era el hoy célebre (por tristes razones) Omar Chabán.

El sonido del grupo era extrañamente crudo, visceral, urgente, por referencia al poptimismo bailable que funcionó como banda de sonido de los primeros años de la presidencia de Alfonsín. Había reggae, punk-rock, aires disco, climas a lo Joy Division, música que en la Argentina de ese entonces sonaba casi como recién inventada. Testimonio de esos primeros pasos es un casete de edición artesanal llamado "Corpiños en la madrugada" (1983), que fue reeditado en CD nueve años más tarde.

En 1984 la formación se estabilizó con Luca en voz, Ricardo Mollo y Germán Daffunchio en guitarras, Roberto Pettinato en saxo y teclados, Diego Arnedo en bajo y el formidable Superman Troglio en batería y percusión. Ese fue el Sumo que grabó sus discos para la multinacional CBS, "Divididos por la felicidad" (1985) y "Llegando los monos" (1986).

Durante la grabación del tercer álbum, "After Chabón", entre abril y mayo de 1987, Nuestro Amo dejó de jugar al esclavo: se produjo la sublevación militar de Semana Santa y la subsecuente genuflexión de la Ley de Obediencia Debida. Había en el aire una sensación de fin de fiesta, un gusto amargo en la boca. El rock argentino estaba abandonando esa actitud de "está todo bien y bailemos" que había imperado desde el regreso de la democracia. En 1987 salieron discos como "Ciudad de pobres corazones" de Fito Páez y "Oktubre" de Los Redonditos de Ricota. Fue el año del auge de grupos dark como The Cure, Fricción o el Soda Stereo de "Signos". Haciendo un paralelo con los efectos del consumo de cocaína (la droga arquetípica de los '80) podría decirse que había pasado la euforia y que llegaba la hora del bajón. Mientras tanto, la salud de Luca Prodan estaba empeorando progresivamente.

Roberto Pettinato dijo en una entrevista de la época que "After Chabón" era un disco para fans. Contenía algunos temas que no habían entrado en los discos previos, y no invitaba al pogo, sino a escuchar sentado en el sofá del living, fumando un porro. Algo de eso hay. El nuevo álbum exploraba diversos caminos a la vez. Iba de los aires celtas de "Crua-chan" al reggae hipnótico de "No tan distintos (1989)", y de la rara aspereza de "El cieguito volador" o "Lo quiero ya" a la conmovedora "Mañana en el Abasto". Fue un disco tan poderoso que marcó a fuego los primeros pasos de Las Pelotas y Divididos, las bandas herederas, a las que les costó mucho tiempo encontrar su propio estilo.

El tema inaugural del disco reproducía un grito de guerra de los clanes de las Tierras Altas de Escocia, los MacDougall y MacDonald del tema ("Crua-Chan"; la ch suena como una k). Tal vez evocando su adolescencia en Gordonstown, Luca mezclaba referencias a una fracasada rebelión contra la Corona británica en 1745-46 y a la expresión deportiva de la tradicional rivalidad entre escoceses e ingleses, los partidos de rugby o fútbol ("se lo hicimos en Wembley"). El aire fanfarrón de los primeros versos contrasta con el recuerdo de la catastrófica derrota de Culloden y la huida del príncipe que encabezó la sublevación. (De hecho, en rugby o fútbol, los escoceses pierden casi siempre - algo recordado con amargura por uno de los personajes de la película "Trainspotting").

[Agregado del 15-04-10: curioseando por Internet, me vengo a enterar que los versos "Fee-fi-fo-fum! / I smell the blood of an Englishman" son dichos por el gigante que vive en el castillo en las nubes en el cuento tradicional inglés "Jack and the beanstalk" (en español, "Las habas mágicas", entre otras variantes)].

Nadie toca gaita alguna: ese sonido es imitado por el acordeón que toca Pettinato. Es uno de esos temas que no se pueden escuchar sentado: transmite una energía increíble. Uno nota que los Sumo se estaban divirtiendo mucho cuando lo grabaron.

Dicen que Luca se nos fue el 21 de diciembre de 1987. Mejor no hablar de ciertas cosas.

 

(Vista izquierda. Marcha rápida. ¡Crua-Chan!)

Era 1745 y el espíritu de las Tierras Altas había revivido

Los MacDougall y MacDonald, los clanes vinieron de todos lados

Cantando

¡Fee fi fo fum! Huelo la sangre de un inglés

¡Fee fi fo fum! Vamos Londres, acá estamos

Hicimos todo el camino hacia el sur

Echando espuma por la boca

Rumbo a la cita del clásico

Habíamos batido a todos los que nos enfrentaron

Cantando

¡Fee fi fo fum! Huelo la sangre de un inglés

¡Fee fi fo fum! Vamos Inglaterra, acá estamos

Terminamos en los páramos de Culloden

Sintiéndonos mal y sintiéndonos míseros

Los Camisas Rojas nos cazaron allí

Allí murieron y allí quedaron

Cantando

¡Fee fi fo fum! Huelo la sangre, escoceses

¡Fee fi fo fum! Reino Unido, acá estamos

El príncipe bonito se volvió a casa

Él nunca va a regresar

El príncipe bonito se volvió a casa

Él nunca va a regresar

Se lo hicimos en Wembley

Se lo hicimos en los pubs

Somos los rústicos escoceses saliendo de juerga

Aquí llegan tus ratas, Crua-Chan, muchacho

Una versión previa se reprodujo en la revista virtual uruguaya LadoB..., en su número de enero de 2003.

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