DE LA CRONICA ESTIVAL

Señor oficial, no nos quedó otra que largarlo a la calle. Muchos lo hacen. Bueno, muchos no, pero es algo común. El otro día hubo un caso. Salió en "Crónica". ¿Por qué nosotros no? Si todos los veranos pasa lo mismo...

Nosotros sabíamos que lo que hacíamos no estaba bien. Vimos los avisos de TV, como todo el mundo. Mi mujer y yo éramos conscientes de que no actuábamos bien, no crea. Si nosotros lo tratamos siempre muy bien. Está vacunado, bien comido, nunca le pegamos, nunca fuimos crueles con él. Lo queríamos mucho. Pero trate de entendernos. Era el mal menor. No podíamos llevarlo a Pinamar con nosotros. Sería un estorbo en todos lados: en el hotel, en la playa, en el cine, en la calle. No íbamos a dejarlo solo en casa, tampoco. No iba a dejar dormir a nadie. Iba a hacer tanto ruido que nos iban a echar a patadas del edificio.

Sí, ya sé, tiene razón, era mejor dejarlo con alguien acá en Buenos Aires. Pero no tenemos muchos conocidos acá ¿vio? Mi mujer es de Pergamino, y todos sus parientes viven allá. Mi familia vive en un sucuchito de dos por cuatro en San Cristóbal. Ahí, imposible. Además, tenga en cuenta que mis viejos son personas grandes ¿sabe? No iban a aguantarlo: si me permite la expresión, oficial, es lo más quilombero que hay. Iba a cagarles y mearles todo. Porque tiene eso, el guacho. Y mire que le enseñamos a pedir, eh. A nosotros nos meó un enchufe en noviembre. ¿Fue en noviembre, querida? En noviembre, para mi cumpleaños. Saltaron los tapones de todo el vecindario. No se electrocutó de milagro. ¿Entiende lo que es dejarlo con mis viejos? Es como para que nos puteen diez años seguidos. Perdón por el vocabulario, señor oficial.

Yo creo que usted nos va a entender, oficial. ¿Cómo era su nombre? Ferrari, sí, Ferrari. ¿Usted tiene? ¿Dos? ¿No le parece lógico lo que digo? ¿Cuánto tiempo tienen? Él tiene un año y siete meses. ¿Cómo dice, oficial? Sí, claro que sé de las molestias que causan en la vía pública. Por eso nos denunciaron ¿no? Seguro que fue una de esas viejas de al lado. Pero bien que se quejaban cuando se les acercaba. No crea que fue por lástima, no. Porque esas solteronas le tenían asco. O miedo, no sé ¿sabe? Cuando los otros vecinos jugaban con él, porque él tiene eso, es comprador ¿nocierto, querida? ellas cruzaban la calle. Pero bien, sí, es cierto, joden en la calle. Se cruzan sin mirar si viene un auto o no, cuando se juntan muchos hacen más ruido que la hinchada de Boca, dejan los areneros de la plaza hechos un asco, lloran de noche, etcétera. Pero tenga en cuenta que, dentro de todo, nos preocupamos por él. Si se nos partía el alma al dejarlo ¿no, mi amor? Casi que no lo dejamos. Estuvimos a punto de arrepentirnos, apunte eso, oficial. Pero vimos que era lo mejor para todos. Uno se rompe el alma trabajando y tiene derecho a descansar unos días ¿no?

¡Claro que tenemos sentimientos! ¿No le digo que se nos partía el alma? Por eso le dejamos lo que le dejamos, oficial. Podríamos haberlo abandonado en la ruta, sin comida, sin nada, pero no, nos preocupamos por él. Algo le dejamos, hasta que alguien que pudiera tenerlo lo encontrara. Una mamadera lista, unos cuantos confites que sobraron de las fiestas (porque le gustan mucho), hasta pañales limpios, una toallita, unos juguetes. Es un nene precioso, creíamos que lo iban a encontrar enseguida, que no iba a sufrir mucho. Iban a sufrir más los que lo adoptaran, una vez que supieran cómo es, oficial. ¿Ferrari me había dicho, no?

Escrito el 10 de enero de 1995.

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