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* * * * * * * * * * * * PERO ¿QUIÉNES SOMOS LOS QUE HACEMOS CINE BRAILLE? * * * * * * * * * * * * |
El único reproche serio que puedo hacerle a
“Indiana
Jones y el Reino de la Calavera de Cristal” es
lamentar que no haya permitido cerrar la saga con esa maravilla del cine de
entretenimiento que es “Indiana
Jones y la Última Cruzada”. Esa cabalgata final
al atardecer tras las mil y una peripecias vividas durante la búsqueda del Santo
Grial, tras los pérfidos nazis de costumbre, tras la revelación del origen del
apodo Indiana, tras la reconciliación (que uno intuye definitiva) entre ambos
doctores Henry Jones (padre e hijo), era la culminación
inmejorable de las aventuras de uno de los héroes más atractivos, humanos y
queribles del cine hollywoodense.
(Algo que Steven Spielberg,
George Lucas y Harrison Ford tenían muy en claro: no por nada hubo un hiato de casi
dos décadas entre ambos filmes). Empero, y aún corriendo el serio riesgo de
parecer un agregado inarmónico y extemporáneo, “El Reino…” enfrentó con dignidad
el desafío y terminó saliendo airosa. Un poco como su protagonista, al que ya
ni una explosión atómica parece detener…
Hablábamos
de fantasía y ficción, y de eso tenemos mucho en “El Reino…”. La trama involucra tópicos de cierta literatura
seudocientífica que está en los márgenes de los márgenes
de la cultura de masas: la intervención de seres extraterrestres en el surgimiento
de las primeras civilizaciones, la caída de una astronave alienígena en Roswell,
la existencia de fenómenos paranormales como la telepatía, las supuestas calaveras de cristal
de Centroamérica; en síntesis, un refrito de Pauwels y Bergier con toques
de charlatanería de un Karl Brugger
o de su plagiario Von Däniken. Hay también una, digamos,
“velada cita” a un clásico de
El
citado Karl Brugger merece
un párrafo aparte, porque el guión tomó prestadas muchas de las ideas de su
libro “La
Crónica de Akakor”. Brugger
era corresponsal en Brasil de
Nos
pareció que la inclusión de personajes como Mutt Williams y su madre Marion Ravenwood (la de “Los cazadores del
Arca perdida”) fue una decisión tomada ante la imposibilidad de volver a
contar con Sean Connery para interpretar a Henry Jones I: el antiguo 007 se retiró de la actuación debido a
su avanzada edad. Una lástima, porque la química entre Ford y Connery saltaba
a la vista desde el primer fotograma en el que aparecieron juntos en “La última
Cruzada”. Shia LaBeouf cumple
con lo que se espera de él… pero no es lo mismo.
En
síntesis: una digna y por demás disfrutable cuarta
película de la saga, sin alcanzar las cumbres de “Los cazadores…” y “La última
Cruzada” pero superior a “Indiana
Jones y el Templo de la Perdición” (más allá del
excelente comienzo de esta última: esa descomunal secuencia del cabaret Obi Wan de Shanghai…).
Está la música de John Williams, está un tal Spíelberg tras las cámaras… y está un Indiana Jones sesentón y cansado, pero lleno de vitalidad y dispuesto
a todo por volver a sentir la adrenalina de la aventura corriendo por sus venas.
Nosotros tampoco somos los adolescentes de antaño pero ¿sabés qué? Durante las poco más de dos horas de la película,
ni cuenta que nos dimos. ¿Sabés lo que vale eso?
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