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EL SORTEO DEL MUNDIAL: UN CHISTE DE FRITZ Y FRANZ

El viernes 9 de diciembre pasado se realizó en Leipzig el sorteo del Mundial de Fútbol de Alemania, que comenzará exactamente siete meses después. CINE BRAILLE no estuvo allí, pero vio el sorteo por TV. Bueno, en rigor de verdad, parte del sorteo, porque lo dejé de ver a eso de las 6 de la tarde... Hablar ahora de qué puede pasar en el Mundial, siete meses antes, no sirve más que para pasar el tiempo. Por eso mismo aquí siguen unas líneas al respecto.

SIETE MESES ANTES

A esta altura creo que está por demás claro que, por lo general, hay una discontinuidad entre el Mundial y el proceso previo al mismo. Para no aburrir con ejemplos: si uno tomaba como medida el año anterior al (horrible) torneo de Corea y Japón de 2002, Brasil no debería haber pasado la primera ronda y Argentina y Francia deberían haber jugado la final. Bueno, pasó exactamente lo contrario.

Igual no por ello hay que dejar de prestar atención a los amistosos que se jueguen unas pocas semanas antes del Mundial. En 1994 Colombia, que venía del célebre 5-0 contra Argentina en la cancha de River, jugó unos amistosos previos en un nivel tan bajo como el que demostraría en pleno Mundial. La selección de Bielsa ya se mostraba apagada en los partidos previos. Etcétera.

El Mundial dura un mes y todos los equipos arrancan de cero. Hay que estar muy bien ese mes; lo que haya pasado antes no importa demasiado. La selección de Bilardo llegó a México despertando pocas expectativas, y se llevó el trofeo. La de Bielsa parecía que se comía a los chicos crudos, y terminó en el horno y con una manzana en... la boca.

Hechas todas estas salvedades, ahora le siguen unas líneas conscientemente prematuras, cuyo valor predictivo es nulo, o casi, y que se escribieron porque sí. O sea, el mismo análisis que cualquiera puede encontrar en los medios más serios del mundo, sólo que acá no posamos de serios y tenemos en claro que esto es un juego y nada más. Y además no te cobramos nada, como aquellos que te venden un montón de papel que mañana usarás para envolver huevos, cuando no para fines más abyectos...

ABUELITO DIME TÚ

Macedonio Fernández solía decir que los ingleses eran "unos chacareros alemanes", recordando su origen predominantemente germánico y su cultura básicamente agraria hasta alrededor de 1500. Bien, viendo el show del sorteo, uno puede decir que el agudo sentido del espectáculo de los yanquis les viene de cualquier parte de su vasta herencia cultural, menos de sus remotas raíces en las tierras entre el Rin y el Vístula. Un teutónico embole. Sólo un botón de muestra: ¡cantó Juanes! Sin palabras.

Para destacar por lo positivo, poquito: un corto simpático de Wolfgang Becker (el realizador de "Goodbye Lenin") y un ilusionista bastante piola, algo así como un David Copperfield en anfetas: un tal Hans Klok.

Los conductores del show previo tenían menos onda que un aviso de corte por falta de pago. Uno, el periodista Reinhold Beckmann, que hablaba en un perfecto inglés de Berlín o Hamburgo (supongo que a los angloparlantes les sonaría como a los rioplatenses nos suenan Darío Vittori o Anamá Ferreira). La otra era una top model, Heidi Klum (imagen), una rubia bonita pero algo sosa, digamos una Valeria Mazza teutona (teutona, no tetona: más bien no muy pechugona la nena). Cuando oí que conduciría una tal Heidi y que habría música pensé enseguida en "Abuelito dime tú / qué sonidos son los que oigo yo" y un falsete más feo que el de George Harrison en "Do you want to know a secret" (murió ya hace cuatro años, qué cosa...). Pero no.

El conductor del sorteo fue Markus Siegler, Director de Comunicaciones del Comité Organizador, un tipo elegante, correcto y de aspecto profesional: el look de esos abogados que se especializan en ejecutar hipotecas de viudas con huérfanos a cargo. Se tomó un rato para desentrañar el mecanismo del sorteo, que explicado por él resultó más complicado que la Teoría de la Relatividad. Literalmente: la Teoría de la Relatividad es cuestión de razonamiento puro, y su lógica es la del dos más dos. Este sorteo tenía elementos poco racionales, y ahí estaba la mano negra, no en la leyenda de las bolas frías y calientes (1).

De entrada, a los cabezas de serie iberoamericanos (Argentina, Brasil y México) se les puso en la situación de enfrentar un grupo potencialmente más difícil que, digamos, Alemania o Italia. Esto fue así porque se decidió que, para evitar que hubiera tres europeos en un mismo grupo, se agruparía a ocho de ellos en una copa, y el restante (supuestamente el más flojo) se sortearía entre los grupos de los cabezas de serie extraeuropeos. Hasta ahí, perfecto: el problema es que la FIFA designó como el europeo más flojo a... Serbia y Montenegro. Absurdo: ¿cómo que son más flojos que Suiza o Polonia? Para esto sirve ese ranking ignominioso de la FIFA en el que República Checa siempre está entre los primeros aunque éste es el primer Mundial que juega, o en el que Alemania puede estar debajo de Estados Unidos o Paraguay. No jodamos.

Dicho sea de paso, a los serbios y montenegrinos también los cocinaron a fuego lento: les tocaba sí o sí un iberoamericano fuerte y otro equipo europeo. Comparemos con Alemania y Polonia (les tocaron dos americanos no muy poderosos) o España y Ucrania (los muy débiles Túnez y Arabia Saudita).

Con esto, los equipos europeos más poderosos virtualmente se aseguraron el no enfrentarse en la primera ronda. Había un solo riesgo: Holanda. Pero de eso se encargó la mano negra de Pelé, el amigo Pelé, que sacó la bola maldita. Que en este caso fue la Naranja. Gracias, Negro. Otra razón más para quererte. Ojalá que el traba con el que debutaste te la devuelva y te empome hasta que te quedes blanco.

Recapitulando, aparte de Holanda, nos tocaron los mejores de África, Costa de Marfil (su estrella, Drogba, posterga a Crespo al banco en el Chelsea...) y los siempre difíciles serbios y montenegrinos. No, no son dos países, o sí, pero forman una sola selección: uno de los cinco países que antes conformaban Yugoslavia.

Un último párrafo para el proceso de sorteo. Los encargados de sacar las famosas bolas, en un ejemplo de corrección política para la tribuna, representaban a los diferentes confederaciones regionales. A saber: Pelé, Johann Cruyff, Matthäus, el camerunés Roger Milla (gran jugador, pero al lado de los otros tres...) y luego desbarrancamos. El yanqui Cobi Jones (corte cool pero no mucho más), el sudafricano Radebe, un japonés al que adrede no haré el honor de recordar y Lenny Kravitz (perdón, el francés Karembeu, que como nació en Nueva Caledonia representó a Oceanía). Todo muy multicultural y eirénico, para los árabes y africanos de Francia o los turcos de Alemania que lo miran por TV. Andá, FIFA.

LOS GRUPOS

Desde que en los mundiales participan 32 equipos, las primeras rondas dejaron de tener mucha gracia (salvo en los pocos casos en que el sorteo dice lo contrario). Estamos mal acostumbrados, porque cuando los mundiales eran de 16 participantes, la ronda inicial se jugaba entre equipos de nivel más parejo y había reales de chances de que una selección importante no pasara a la etapa siguiente (como pasó con Brasil en 1966, con Italia casi siempre entre 1950 y 1974, con Inglaterra en 1950 y 1958, con Argentina en 1962). Este grupo (repito, Costa de Marfil, Serbia y Montenegro y Holanda) parece un grupo de aquellos. En comparación, el del Mundial '78 (con Hungría, Francia e Italia) era aún peor, y aquella vez pasamos. Sí, sufriendo todos los partidos, y éramos locales. Pero pasamos. Así que a no llorar, que para tango ya tenemos la realidad de todos los días...

Dando por sentado que conocen el resultado del sorteo, pasemos ahora a una simulación de Mundial, considerando los resultados lógicos, esos que nunca se dan. O sea, privilegiando en el análisis la historia por sobre la realidad actual. Ya sé que Ucrania puede ganar tranquilamente el grupo G, pero el equipo más poderoso, a priori, es España. Lo mismo para los otros.

Supuesto esto, tenemos que, si Argentina ganase su grupo, tendría que vérselas en octavos de final con el segundo del grupo D (México, o si los aztecas anduvieran muy bien, Portugal). Difícil pero no imposible. Acá viene lo feo. En cuartos de final nos aparece el local, Alemania. En mi opinión, valla muy difícil de superar, no tanto por el pobre nivel actual de los germanos sino por el conjunto de intereses anexos. Ya vimos cómo Corea del Sur llegó a semifinales del Mundial pasado gracias a bochornosos arbitrajes en sus partidos con Italia y España. ¿Alemania, que armó el Mundial para ganarlo, va a quedar afuera dos etapas antes de la final? Difícil de creer en este mundo, salvo que uno sea Heidi. Y no precisamente Heidi Klum.

Después vendrían, hipotéticamente, Italia o Francia en semifinales y, en la final, Brasil (que la tiene relativamente fácil hasta semifinales: República Checa en octavos y España en cuartos. Luego podría enfrentar a Inglaterra o a la muy real amenaza de Holanda).

Saliendo segundos, la historia es bastante diferente. En octavos vendría el ganador del grupo D (Portugal o México) y en cuartos Inglaterra, que asusta bastante menos que Alemania. Por esta vía, llegar a semifinales parece más sencillo. El problema es que ahí espera Brasil. De todos modos, si llegamos a semifinales tras sortear un grupo como el inicial, ya nada nos puede atemorizar demasiado, ni siquiera Ronaldinho y compañía...

De darse esa situación, no veríamos a italianos, franceses o alemanes hasta una hipotética final.

PARA IR ENTRANDO A SALIR

Ahora nos esperan las entrevistas a los DT de cada rival, que seguramente dirán que "respetan" la historia de la selección argentina. Nos habituaremos a oír hablar de Marco Van Basten (enorme jugador holandés de los años '80, hoy técnico de la Naranja), de Frank Rijkaard (DT de Messi en el Barcelona, cada vez que lo mande al banco dirán "claro, lo está mandando al bombo para cuando enfrentemos a su selección"), del citado Drogba, de Henri Michel (DT de Costa de Marfil y entrenador de la memorable selección francesa de 1986), del goleador serbio Kezman (dirigido por Bianchi en el Atlético Madrid). Básicamente hay que estar preparado para leer (ver, oír) una gran cantidad de pelotudeces. Ya Sanfilippo empezó con lo suyo, criticando a Pekerman y a su archienemigo Maradona por no haber ido al sorteo (¿supone que con ellos allí las cosas nos hubieran ido mejor?). Hay que prepararse para los chistes fáciles con los marfileños (un lateral se llama Yapi Yapo, y juegan dos Toure, Kolo y Yaya, casi dos pibes de acá a la vuelta, el Colo y el Yaya). Hay que estar listo para el caso de un par de derrotas en los amistosos previos y el subsiguiente reclamo de la hoguera para el pobre Pekerman (la crucifixión no, nuestro DT es judío). Todo eso durará hasta que la pelota empiece a rodar y a todas esas pelotudeces se las lleve el viento.

Mientras tanto ¡duro con ellas!

(1) No es una referencia escatológica: dice la leyenda que, en los sorteos amañados, las bolas están a diferente temperatura, y que el que las extrae sabe bien cuál es la que tiene que sacar en cada caso.

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