Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia
COSECHA ROJA
El abuso del cine de espionaje nos ha acostumbrado a pensar que la capacidad para efectuar operaciones letales fuera de su país es exclusiva de organizaciones como la CIA norteamericana, el MI6 británico, el Mosad israelí o el antiguo KGB soviético. Los sudamericanos podríamos agregar a esta nómina a los organismos represivos de nuestras naciones en la época de la siniestra Operación Cóndor, cuyos largos brazos llegaron a ciudades como Roma, París o Washington. Menos conocida es la historia de los crímenes de la policía secreta de la Yugoslavia del Mariscal Tito, la UDBA, y menos conocida aún es la historia de sus operaciones en Argentina. De ello trata este artículo.
UNA POLICÍA IDEOLÓGICA
El 13 de marzo de 1946, el gobierno comunista yugoslavo presidido por el célebre Mariscal Tito hizo algo que todo gobierno comunista que se precie debe hacer más temprano que tarde, esto es, crear una policía política. La organización que se fundó recibió el más que apropiadamente oscuro y burocrático nombre de Administración de Seguridad del Estado, o Uprava Državne Bezbednosti en serbocroata, que es el idioma que serbios, croatas, bosnios y montenegrinos emplean para detestarse mutuamente (1). La sigla o acrónimo con el cual se llamaba usualmente al organismo era UDBA: la letra adicionada al final indicaba que era parte del ejército, o Armije.
El objetivo primario de la UDBA era la identificación y obstrucción de las actividades del "enemigo doméstico": la "derecha burguesa", las confesiones religiosas, el ala del Partido más cercana a Moscú (2), más los nacionalistas y separatistas que abundaban en un país con siete fronteras, seis repúblicas, cinco nacionalidades, cuatro idiomas, tres religiones y dos alfabetos... pero un solo líder, y que quería seguir siéndolo.
La distinción entre Estado y partido es de relativa importancia en los gobiernos comunistas, dado el control que la burocracia partidaria ejerce sobre el aparato administrativo. La dependencia de la UDBA de la línea del partido era total, como es de esperarse en una policía política. Y como también es de esperarse, vistos los ejemplos soviéticos de Beria o Andropov, el jefe de la policía política solía acopiar demasiado poder: el primer jefe de la UDBA, Aleksandar Ranković, fue acusado de haber espiado al mismísimo Tito, y destituido en 1966. (Es probable que la acusación fuera falsa; no era falso, sin embargo, que Ranković contara con mucho poder). Como consecuencia de esta crisis, se adoptaron diversas reformas, que comenzaron por el nombre: la UDBA pasó a llamarse SDB, Servićio de Seguridad del Estado. Simultáneamente, Tito decidió controlar su poder jerarquizando a otras agencias paralelas, como el contraespionaje militar o KOS, y descentralizando al SDB, otorgando mayor autonomía a las divisiones regionales (croata, serbia, etc.). Una estructura bastante extraña para una policía política, por cierto, aunque tenía sentido: era una manera de hacer que las múltiples agencias se controlaran entre sí.
Para los estándares de Europa Oriental, Yugoslavia fue, en especial a partir de los años 1960, un estado policial relativamente benigno, con un grado de libertad que, sin ser el de un país democrático, era inimaginable en países como la Rumania de Ceaucescu o la propia Unión Soviética. Sin embargo, toda protesta demasiado activa era reprimida sin contemplaciones, como fue el caso de las manifestaciones estudiantiles de Belgrado de 1968 o el movimiento nacionalista croata, renacido a partir de 1971. La UDBA podía no ser comparable a diestras herramientas totalitarias como el KGB o la temida Stasi de la República Democrática Alemana, pero podía recurrir al asesinato a sangre fría si sus jerarcas lo creían necesario: cometió decenas de asesinatos fuera de Yugoslavia, y no sólo en Europa Occidental sino en países tan lejanos como Estados Unidos, Canadá, Australia, Sudáfrica... o incluso Argentina.
(Imagen de la derecha: el Mariscal Tito con el entonces presidente de los Estados Unidos, John Kennedy. Fuente aquí).
LA CONEXIÓN ARGENTINA
Las primeras acciones de la UDBA en el exterior consistieron principalmente en la cacería de antiguos jerarcas de la Ustasha, una organización político - militar croata de raíz católica que gobernó con puño de hierro el Estado Independiente de Croacia entre 1941 y 1945, surgido tras la invasión de alemanes, italianos y húngaros a Yugoslavia y su consiguiente desmembramiento. La Croacia independiente de aquellos duros años era un estado genocida aliado a la Alemania Nazi y a la Italia de Benito Mussolini, y la indecible crueldad de su trato para con las minorías serbia, judía y gitana, así como para sus opositores comunistas de cualquier etnia, llegó a horrorizar a nada menos que miembros de la Gestapo. Los asesinados por los Ustashi se estiman en 750 mil.
Con el fin de la guerra, 34 mil Ustashi lograron escapar de Europa gracias a la activa colaboración del Vaticano y de los gobiernos de España y Argentina... y la complicidad de los Estados Unidos, que nunca demostró demasiado interés en detener la fuga. El mismísimo líder del movimiento, Ante Pavelić, escapó de Europa en 1947 disfrazado de sacerdote, empleando un pasaporte de la Cruz Roja Internacional a nombre de Aranjos Pal, visado por la embajada argentina en Roma merced a la intercesión de nada menos que el subsecretario de Estado del Vaticano, el cardenal Giovanni Battista Montini, el futuro Papa Paulo VI, cuyas estrechas relaciones con Pavelić no eran desconocidas para los servićios de inteligencia norteamericanos (3).
Ya en nuestra tierra, el presidente Juan Domingo Perón designó a Pavelić como asesor en materias de seguridad. Se le facilitó una casa en la calle Aviador Mermoz 643 de la localidad bonaerense de Ciudad Jardín, aunque parece que se permitió algunos veraneos en Mar del Plata. Según el escritor italiano Marco Rivelli,en el local porteño sito en Avenida Boedo 1061 funcionaba un verdadero "gobierno croata en el exilio". Perón denegó en 1951 un pedido de extradición de Pavelić remitido por el gobierno de Tito, argumentando que en el país no había nadie con ese nombre.
En 1956, las secciones serbia y croata de la UDBA habían enviado independientemente y sin comunicarle a la otra sendos equipos a Buenos Aires para dar caza a Pavelić ¡y no eran los únicos! porque algo similar había hecho el Mosad de Israel, en un precedente de otra operación de inteligencia llevada a cabo en Argentina por esos años: el secuestro y traslado clandestino a Israel del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann el 11 de mayo de 1960. Estas operaciones sólo pueden explicarse por la pertinaz negativa de prácticamente todo gobierno argentino (4), y no sólo el de Perón, a extraditar a criminal de guerra alguno. Esta lamentable historia de encubrimiento de responsables de crímenes atroces sólo comenzó a cambiar a partir del retorno de la democracia en 1983, como lo testimonian las sucesivas extradiciones de criminales como Josef Schwammberger, Walter Kutschmann (5), Erich Priebke o Dinko Sakic.
Fue entonces cuando, el 10 de abril de 1957, el día del aniversario de la creación del Estado Independiente de Croacia, Pavelić sufrió un intento de asesinato al bajar de un colectivo en El Palomar. El genocida sobrevivió, pero el atentado reveló al mundo su escondite argentino. Apenas pudo andar, Pavelić escapó a Chile, otro país sudamericano con importante diáspora croata, para luego encontrar un refugio seguro en la España de Francisco Franco. El siniestro criminal, que nunca pudo reponerse de las heridas recibidas por su condición de diabético, murió en un convento franciscano (sic) de Madrid el 28 de diciembre de 1959.
¿Pero quién era Blagoje Jovović? La invasión del Eje a Yugoslavia en abril de 1941 lo encontró cumpliendo el servicio militar. Con la rápida derrota fue licenciado, pero en julio del mismo año se unió al levantamiento popular contra los invasores, primero en las fuerzas comunistas y luego entre los chetniks. Su primo, el capitán de corbeta Jakov Jovović, era una figura importante, partícipe del golpe de estado de marzo de 1941 que abortó la alianza de Yugoslavia con Alemania e Italia y desencadenó la invasión del Eje. Junto con él entró en contacto con los británicos en 1944, y colaboró con sus servicios de inteligencia. Terminado el conflicto, Blagoje pasó por varios campos de refugiados en Italia, hasta que sus contactos le advirtieron que Ante Pavelić, que había pasado los primeros meses de la posguerra escondido en monasterios italianos, había huido a Argentina.
La emigración de los chetniks nacionalistas y monárquicos a Argentina fue coordinada por el propio Jakov Jovović, y Blagoje se embarcó hacia Buenos Aires en 1947, en un viaje organizado por él. En nuestro país desempeñó las diversas ocupaciones, hasta que se estableció en Mar del Plata como empresario hotelero y se convirtió en una figura respetada de la colonia de emigrados serbios y montenegrinos.
A principios de 1957, un ex general italiano que vivía en Buenos Aires reveló al emigrante serbio Jova Džonjević el lugar de residencia y las rutas de circulación de Ante Pavelić. A partir de ese momento el capitán Jovović y antiguos partidarios del movimiento chetnik comenzaron los preparativos para el asesinato de Pavelić. Blagoje se ofreció como ejecutor, junto a Milo Krivokapić. Se tomó la decisión de asesinar a Pavelić el 9 de abril de 1957. A la hora prevista, Blagoje Jovović y Krivokapić fueron a El Palomar, pero decidieron postergar la acción porque Pavelić estaba con su esposa e hija y no quisieron poner en riesgo las vidas de las mujeres. El miércoles 10 de abril, a las 9 de la noche, Pavelić se bajó de un ómnibus, Blagoje le disparó y le acertó dos balazos. Los dos atacantes lograron huir, dejando malherido al viejo líder ustasha.
No hay motivos para no creerle a Jovović de que actuó o creyó actuar como ejecutor de un plan de venganza de simples exiliados, aunque la UDBA solía ser diestra en disimular las conexiones necesarias con los ejecutores de sus planes: una característica frecuente de sus operaciones en el exterior era el empleo de matones alquilados, como forma de borrar los rastros que pudieran inculpar al gobierno de Yugoslavia. No era el caso de Jovović, pero cabe la observación de que algunos miembros clave del exilio serbio en Argentina, como el ex primer ministro yugoslavo Milán Stojadinović, colaboraban en secreto con el régimen titoísta, pese a su rechazo al régimen comunista, para ayudar a que parientes o amigos cercanos pudieran salir de su país. (El nombre clave de Stojadinović para el espionaje yugoslavo era Mercedes). Habrá que esperar a la liberación de los archivos de los servicios secretos del Mariscal Tito para despejar la duda.
La identificación y asesinato de antiguos criminales de guerra no era una operación de mera venganza. El mayor éxito de la UDBA en este sentido, el asesinato del máximo responsable del campo de exterminio de Jasenovac, Vjekoslav "Maks" Luburic, en Carcaixent, Valencia, el 20 de abril de 1969, representó también el descabezamiento del grupo terrorista Resistencia Nacional Croata (HNO), que operó durante décadas en Europa y Estados Unidos, y cuya principal acción fue el asesinato del embajador yugoslavo en Suecia en 1971. Puede decirse que esta guerra clandestina que durante décadas mantuvieron el aparato de inteligencia yugoslavo y los separatistas croatas de ultraderecha fue tanto la continuación de las masacres de 1941-45 como el prólogo de las matanzas de 1991-95.
LOS OTROS DOS CASOS
El 16 de julio de 1960, la UDBA hizo estallar una bomba en el edificio de una institución de la colectividad, el Hogar Croata de Buenos Aires, sito en Salta 1241. (Tapa de Clarín del día siguiente). El artefacto causó la muerte de una niña de tres años, Dinka Domacinović, y un anciano de 80, David Martínez, además de causar 17 heridos. El atentado es recordado en dicha institución mediante una placa en su nueva sede del Barrio de Saavedra, que se puede observar haciendo clic en la imagen de la derecha. (Fuente: aquí).
El último crimen de la UDBA en Argentina fue el asesinato de Ivo Bogdan, que fue encontrado muerto en su departamento de Munro el 18 de agosto de 1971, en circunstancias que no hacían presumir un robo. Los agresores, aparentemente, usaron una llave copiada para acceder al domicilio. Bogdan era un antiguo Ustashi y ferviente anticomunista, uno de los ideólogos del estado genocida títere de Hitler y Mussolini, donde estaba a cargo del control de los medios de comunicación y propaganda. Escapó a Argentina vía Austria e Italia, junto con Pavelić, y fue detectado en el país por la embajada yugoslava apenas arribado, en 1947. Figura en la nota que, el 15 de noviembre de ese mismo año, presentó al gobierno argentino el embajador yugoslavo, el general France Pirc, solicitando su extradición por ser "criminal de guerra". La respuesta del Ministerio de Relaciones Exteriores fue negativa. Entre los fundamentos de la misma, se halla esta declaración: "el delegado norteamericano [ante la Organización de la Naciones Unidas], al referirse a la propuesta yugoslava tendiente a obtener que los países miembros entregaran los ¨'criminales de guerra', expresó que dicha propuesta trata de lograr de las potencias occidentales la entrega de 'disidentes políticos' antes que de los criminales de guerra y sostuvo que la aprobación de la misma entrañaría 'una gran injusticia'. Es sentimiento unánime de las potencias occidentales, oponerse a las pretensiones del bloque soviético. Lo contrario significaría favorecer la persecución política y prestarse, antes que al castigo de los crímenes de guerra, a la eliminación de hombres e ideas que se oponen al avasallamiento soviético de sus respectivos países".
En los pocos casos en que se logró una identificación de los ejecutores de los asesinatos encargados por la UDBA, fue extremadamente difícil conseguir la colaboración del gobierno yugoslavo para detener a los sospechosos. Algo similar pasó con las naciones sucesoras a partir de 1991, cuando se separaron de la federación yugoslava, una tras otra, Eslovenia, Croacia, Bosnia Hercegovina, Macedonia, Montenegro y hasta Kosovo, dejando sola a la República de Serbia. Con todo, debe decirse que durante los años 1990 en Croacia se hizo un esfuerzo para desentrañar los crímenes contra exiliados de esa nacionalidad a través de una Comisión Para la Determinación de las Víctimas de la Guerra y de la Posguerra, llegándose a identificar a varios de los agentes intervinientes, y se intentó resolver algunos casos de crímenes cometidos en Alemania con la ayuda de la justicia de esa nación. El informe definitivo de esta Comisión se cita entre las lecturas adicionales recomendadas.
Por lo expuesto, y por la circunstancia casual o causal de que muchos de los imputados han muerto, la gran mayoría de los crímenes de la UDBA o SDB en el extranjero permanecen impunes.
Mi agradecimiento a Wikipedia y al traductor de Google Chrome, sin los cuales esta nota no hubiera sido posible.
Esta nota fue corregida y ampliada en mayo de 2021 con información con la que no contaba en junio de 2013, fecha de redacción del original.
(1) El idioma serbocroata hoy no existe, pero no porque haya sido olvidado, sino porque cada nacionalidad le da su propio nombre al lenguaje que habla. Los cuatro nuevos idiomas son obviamente muy similares: las crecientes diferencias, como es de esperarse, son impostadas. Una cualidad especial del antiguo serbocroata es que podía escribirse usando tres alfabetos diferentes: el cirílico, empleado en forma tradicional en Serbia, Montenegro y partes de Bosnia; el latino, empleado tradicionalmente en Croacia y partes de Bosnia y en forma hoy creciente en Serbia y Montenegro, y el arábigo, empleado hasta comienzos del siglo XX en la predominantemente musulmana Bosnia.
(2) Yugoslavia era un estado comunista, pero abandonó el alineamiento con la Unión Soviética a partir de 1948 y se acercó a Occidente. Con posterioridad fue uno de los adalides del Movimiento de Países No Alineados, junto a naciones como India o Egipto, y cuando las relaciones con la Unión Soviética se normalizaron, volvió a tener fuertes lazos comerciales con la superpotencia euroasiática, aunque sin aceptar un retorno al alineamiento político, militar o económico.