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EL ROCK DE LA VENGANZA (PARTE I DE II)
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El doctor Alan Grant, paleontólogo musical de cabecera de esta página, excava el pasado del rock en busca de canciones cuyo tema es la venganza, y vuelve a la superficie tras desenterrar para nosotros canciones de los Beatles, los Rolling Stones, Bob Dylan, The Byrds, Keith Richards, John Lennon, Steely Dan, Pink Floyd, Lynyrd Skynyrd, Fleetwood Mac, Ramones, The Police, The Cure, Radiohead, Phil Collins, Pearl Jam, Nirvana, Alanis Morissette, Ben Folds Five y Cake. Más sería dumping (?).
"La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena".
El Chavo del 8
I'll feel a whole lot better, The Byrds, 1965 Gene Clark es el autor esta gran canción, embellecida por sus arreglos de voces y el inconfundible sonido de la Rickenbacker de 12 cuerdas de Jim McGuinn. Pero Clark no la escribió impulsado por el amor o por el deseo, sino por otro de los grandes motores del arte y, en general, de la vida: el rencor. En este caso, las puras y simples ganas de vengarse de una ex novia, a la que le dice "después de lo que hiciste no me puedo quedar", y "probablemente me sentiré mucho mejor cuando te hayas ido". El dubitativo comienzo de este último verso revela que tal vez los sentimientos de Clark eran más complejos que el simple odio, o tal vez que le sobraban sílabas para cantar sobre la melodía y mandó "lyrics" al 2020. La traducción al castellano que hizo Charly García elimina esa ambigüedad y hace más directa la frase: "y yo sé que me siento mucho más fuerte sin tu amor". Además del gran cover de Charly, grabado en 1990, hay otro excelente de Tom Petty editado el año previo.
Like a rolling stone, Bob Dylan, 1965 La quitaesencia de la venganza rockera está en esta canción, histórica por más de un motivo. Por el método de la composición, que arrancó con un manuscrito de estilo torrencial de diez o veinte carillas al que Dylan trabajó durante días, probando y descartando en el camino estrofas enteras y un arreglo tras otro, incluyendo una versión en 3x4. Por los seis minutos de duración aún después de la mencionada colaboración de Procusto, que rompía el estándar industrial de la época y que fue resistido por la compañía grabadora, y que ayudó a liberar al rock de límites que tenían que ver menos con el arte que con una limitación del proceso de producción de los 78 RPM de hace un siglo. Por el groove, que hace que los seis minutos parezcan pocos cuando la canción termina. Por la frase de órgano Hammond de Al Kooper, que le da el toque distintivo a la canción, y más aún porque Kooper no era tecladista, porque fue casi improvisada y porque siempre entra ligeramente tarde... porque no escuchaba a los otros músicos.
Se podría escribir una nota entera acerca de a quién se refiere Dylan en esta canción, a qué ángel caído víctima de Némesis desafía con ese rabioso "decime qué se siente" ("how does it feel?") casi medio siglo antes de la Invasión de los Sojeros Termo Argentinos a Brasil. La opinión menos desatinada que conozco es la que expresa que se refiere a sí mismo, en especial porque al final termina descubriendo, casi con delectación, paladeando una inesperada libertad, que "cuando no tenés nada / no tenés nada que perder / Sos invisible ahora / no tenés secretos que ocultar". El tema fue un hit inesperado, por su duración y por su tema. Menos de dos meses después Bob Dylan editó lo que parece una continuación, Positively 4th St., de sonido muy parecido y de letra aún más marcadamente negativa: "hay que tener cara (you got a lotta nerve) / para decir que sos mi amigo".
Sexy Sadie, The Beatles, 1968 La historia es, creo, bastante conocida: durante la estadía de los Beatles en el ashram del Maharishi Mahesh Yogi en Rishikesh, India, John Lennon se enteró de que el Maestro experimientaba hacia Mia Farrow las mismas sensaciones que experimentaría, décadas después, otro Maestro por una de sus seguidoras: el Manosanta de Alberto Olmedo por el ochentoso y menudo bombonazo Adriana Brodsky. La realidad es, como casi siempre, muchísimo menos interesante que lo que se cuenta de ella. (De allí el éxito de periodistas part-time y cuenteros cuentistas de tiempo completo como Jorge Asís o Jorge Lanata, o el de 678). Como ya entonces sabían Paul McCartney, George Harrison o Cynthia, la primera esposa de Lennon, la historia era una invención del nefasto Alexis Mardas, el típico personaje mendaz y adulador que medra alrededor de toda estrella de rock. Así que la supuesta venganza era en realidad infundada, pero en esta página no nos importa porque nos encanta Sexy Sadie, por su linda melodía, por el ingenio de John para desarmar una secuencia de acordes muy común y rearmarla con un toque novedoso y ganchero (el descenso G-F#) y por la parte de guitarra del final, yéndose en fade como la belleza de la Farrow, que en sus mejores días fuera capaz de seducir a nada menos que Frank Sinatra y Woody Allen. Sic transit gloria mundi.
Más fundada es la ira que John expresa en Everybody´s got something to hide except for me and my monkey, pero me quedo con Sexy Sadie porque esta nota la estoy escribiendo yo, estimado eventual y acaso inexistente lector de estas líneas. Y si no le gusta, haga como la escuela punk del bricolage: DIY, Hágalo Usted Mismo. (Una vez, el Bambino Veira le dijo inolvidablemente a Fernando Niembro "el whisky te desnuda, Fernando". Lo mismo podría decir de las listas que cada uno compila: que te "desnudan", que dicen mucho de tus gustos, fobias, zonas de confort intelectual).
Dead flowers, The Rolling Stones, 1971 Que este sea un himno de la tribu rolinga no desmerece la canción: eso es tan absurdo como rechazar al símbolo sexual de tus sueños sólo por las personas insensatas que alguna vez estuvieron locas por él. La letra es bastante áspera, y contrasta con la alegría de la melodía country y del arreglo de las guitarras de Mick Taylor y Keith Richards. No sabemos quién es Susanita la Reina del Under que motiva a Mick Jagger a desear estar con otra chica, en un sótano, pinchándose heroína, y a cantar con indisimulable gozo "y podés enviarme flores muertas cada mañana / enviarme flores muertas por correo / enviarme flores muertas a mi boda / y no olvidaré llevar rosas a tu tumba".
How do you sleep? John Lennon, 1971 Creo que, a la larga y a nuestro pesar, todos hemos comprobado que Paul McCartney casi siempre tenía razón en cualquier discusión dentro de los Beatles. ¿Que era demasiado perfeccionista? Es algo que el oyente no tiene por qué saber y agradece sus resultados, y además George Harrison fue un guitarrista apenas aceptable hasta el Álbum Blanco y Ringo Starr tenía sus limitaciones. ¿Que era mandón? Hasta el verano de 1966 el que llevaba la voz cantante al trabajar en Abbey Road era John, hasta que se fue a Andalucía a filmar la película que se menciona en A day un the life y volvió con el cabello corto, los
anteojitos que hoy asociamos inmediatamente con su cara, la costumbre de tomar LSD como si fuera Mentholyptus y un consiguiente y dulce cuelgue del cual sólo bajó... cuando conoció a Yoko Ono y se hartó de la banda. Así que Paul, que no olvidemos era un par de años más chico que John, en realidad se hizo cargo del timón del barco por abandono del capitán. ¿Que hacía "música para abuelitas"? Era parte del atractivo de los Beatles, que podían ser todo para todos, grabando tanto las primicias del punk en Helter Skelter (que por cierto es de Paul) como una balada acústica como Julia (que por cierto es de John).
Todo esto a cuenta de que How do you sleep? es un calculado y musical ejercicio de rencor aplicado a Paul. Fue grabado junto a George y a un viejo conocido de todos desde los días de Hamburgo, Klaus Voormann, y generó las protestas de Ringo apenas oyó el demo. Con los años, Lennon mismo le bajó el precio al tema, aclarando que usó viejas rispideces como material para hacer una canción, que no había pretendido hacer una
crónica de sus peleas con Paul, y que algunas de las frases incluso estaban dirigidas a sí mismo: las tenía adentro, cosa que todos sospechábamos. Pero para cuando reconociste aquello ya te habías embolsado los royalties, John (?).
Only a fool would say that, Steely Dan, 1972 En el álbum debut del sarcástico y sofisticado dúo de Walter Becker y Donald Fagen hay una canción muy linda, con una onda latina muy agradable, y que da toda la sensación de que Andrés Calamaro escuchó muy bien, porque su sonido evoca a temas de su Alta Suciedad, por cierto grabado en Nueva York y con sesionistas de Steely Dan como el guitarrista Hugh McCracken o el bajista Chuck Rainey. Only a fool would say that ("sólo un tonto diría eso") está dedicada a un hombre que trabaja de "9 a 5", llega a su casa "arrastrando sus pies" y "apenas vivo" y ve "en la pantalla / a un hombre con un sueño", el de que "el mundo será uno / de ensaladas y sol". El soñador de la TV es "un pibe con un plan / un hombre natural / con un sombrero Stetson blanco" que "está contando una mentira", la de "un mundo donde todo es gratis" y "eso no puede ser / y sólo un tonto diría eso". ("Free" es tanto "libre" como "gratis"). El sujeto de enunciación contrasta a "todos en la calle" que "tienen ganas de matar a alguien" con el soñador que "no siente dolor / y es más joven", y cuesta no ver en esa historia una invectiva dirigida a Imagine de John Lennon. Más allá de que Fagen y Becker amen a los Beatles como cualquier persona sana, huelga decirlo.
Otro artista al que le cayó mal Imagine fue Elvis Costello, quien en 1991 cantaría en The other side of summer que "¿no fue un millonario el que dijo 'imagina un mundo sin posesiones'?" justito antes del verso "¿fue un pobre escolar el que dijo 'no necesitamos lecciones'?", que no parece muy amable con Another brick in the wall Part 2 de Pink Floyd.
Sweet home Alabama, Lynyrd Skynyrd 1974 En esta nota no quise incluir venganzas políticas, por demasiado comunes, pero esta canción es una especie de excepción. Los sureños Lynyrd Skynyrd, nombre que, como diría Oscar Wilde, se pronuncia rigurosamente como no se escribe, se irritaron con los críticos versos antisegregacionistas de Alabama, de Neil Young. Como dijera el cantante de la banda, Ronnie Van Zandt, "pensamos que Neil le estaba disparando a todos los patos sólo para darle a uno o dos". En definitiva, se trató de la versión norteamericana de La Grieta: Young es un progre exitoso y para peor extranjero, o al menos todo lo extranjero que puede ser un canadiense de habla inglesa que llevaba una década viviendo en Estados Unidos, y en el Sur archiconservador recibieron sus palabras como a las de un turista millonario que los retaba desde el pedestal de la corrección política. Tal vez resulte más cercana a nuestra sensibilidad la letra de la canción de Young, pero esta sureña vendetta que es Sweet home Alabama es un temazo. Y sino que lo diga Charly García, que le pidió prestada la melodía, el tempo, el groove y los acordes para coescribir Encuentro con el diablo con David Lebón.
Idiot wind, Bob Dylan, 1975 El matrimonio del cantautor de Minnesota con Sara Lownds acabó en divorcio y en un disco, Blood on the tracks, tan incendiario como el final de la relación. Idiot wind, el cuarto de los diez temas del álbum, es una de las más puras sublimaciones musicales del odio que yo conozca: "viento idiota / soplando cada vez que abres la boca / Sos una idiota, nena / Es un milagro que sepas respirar". En el final, Dylan modula sus sentimientos de la ira focalizada en la mujer antes amada a la amargura y el dolor del fracaso compartido, al pasar al plural: "somos idiotas, nena / es un milagro que podamos alimentarnos".
Have a cigar, Pink Floyd, 1975 La relación entre los músicos y los hombres de negocios ligados a la industria discográfica siempre fue difícil, y la tentación de tomarse revancha con una canción es irresistible. Podría haber elegido la bellísima You never give me your money pero ya había incluido un tema de los Beatles no menos hermoso, y preferí buscar una canción de otro artista. Me acordé de este tema de Pink Floyd, muy funky, que se burla de un vano ejecutivo con un humor al que Roger Waters no nos tiene acostumbrados. Tras deshacerse en elogios a la banda, un ejecutivo de una empresa discográfica les pregunta "dicho sea de paso ¿cuál de ustedes es Pink?", una anécdota real. Waters la retomó al momento de concebir The Wall: el protagonista se llama precisamente así. Quien canta el tema no es miembro de la banda alguno sino un vocalista invitado, Roy Harper.
Go your own way, Fleetwood Mac, 1977 El cantante y guitarrista de la formación californiana de la antigua banda inglesa, Lindsay Buckingham, escribió este lindo tema tras su ruptura con la vocalista del grupo, Stevie Nicks. Sólo por esto merecería un lugar en esta nota (¡hacerle cantar a tu ex pareja "podés seguir tu camino"!) pero los pormenores que harían la delicia de un Jorge Rial del pop-rock de los años setenta no terminan aquí: Stevie se dio a olvidar a Lindsay compartiendo su lecho con nada menos que Mick Fleetwood, el baterista y fundador del grupo. Pero Mick estaba entonces felizmente casado con Jenny Boyd, la hermana menor de Pattie, a su vez vértice femenino del triángulo que formara con nada menos que George Harrison y Eric Clapton y musa inspiradora de canciones como Something, Wonderful tonight o Layla. Si a esta oda a los amores cruzados le agregamos que los otros integrantes de Fleetwood Mac en esos años eran el bajista John McVie y su esposa Christine, tecladista y cantante, y que ¡en esos meses estaban separándose! y que las jornadas de grabación de Rumours, el álbum que contenía Go your own way, eran bacanales donde la cocaína no perdonaba nariz alguna, creo que se entenderá que esta historia merece una película... o al menos un lugar en una eventual Relatos salvajes II, o en una telenovela. (Igual, para líos de alcoba entre compañeros de banda, es difícil superar el hat-trick de Anita Pallenberg primero con el pobre Brian Jones, luego con Mick Jagger y finalmente el gran amor de su vida, Keith Richards).
Como pareciera que el rock argentino no puede dar un paso sin un precedente anglosajón, por esos mismos días estallaba por estas tierras la noticia de un triángulo lleno de morbo: el que formaron nada menos que Charly García, su ex compañero en Sui Generis Nito Mestre y María Rosa Yorio, esposa de Charly y vocalista de la banda de Nito Mestre, Los Desconocidos de Siempre. Entrevero del cual salió, parece, Salir de la melancolía. Pero esa es otra historia.
The KKK took my baby away, Ramones, 1981 Joey Ramone escribió esta canción acerca de una ex novia negra y de los problemas que suelen aquejar a las relaciones interraciales, pero el tema cobró un nuevo sentido cuando Linda, novia del cantante, lo dejó nada menos que por el guitarrista de la banda, Johnny. (En realidad debería haber escrito que Joey escribió la canción contra Johnny: ¡que la realidad no nos impida un párrafo ganchero!). La efectiva sinergia del origen judío de Joey y del rabioso derechismo redneck de Johnny, además aficionado a hacer chistes antisemitas, colaboraron para empeorar aún más la relación: de hecho, Johnny hasta se negó a visitar a Joey en su lecho de muerte. ¡Y todavía hablan de que los Beatles se llevaban muy mal mientras filmaban Let it be!
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