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J.P. Bango Nota originalmente publicada en El Cronicón Cinéfilo5. Halloween como contexto: Como ya se ha apuntado, el terror de La Noche de Halloween tiene su génesis en la cotidianidad y en cómo ésta se ve alterada por la irrupción sigilosa de un asesino que, cuchillo en ristre, se dedica a acechar a las jóvenes niñeras de una pequeña población residencial. Sin embargo, la aparición de Myers no responde a la casualidad (como de hecho pretendían los primeros borradores del guión) apoyándose en un contexto donde, entre otras cosas, se celebra y se recuerda la presencia de los muertos y de la muerte como epítome de una festividad de ascendencia secular. La noche de Halloween se presenta vocacionalmente festiva pero ninguno de sus actores pueden olvidar su linaje taciturno: los niños ven cine de terror en la televisión, leen comics y se disfrazan y cantan: “la bolsa o la vida, dame algo de comida (1)”, mientras esperan que tras las cortinas no se oculte el “hombre del saco” y que tras la noche no haya sino un día dispuesto a permitir que la vida retome su cotidianidad. Los padres de las adolescentes y de los niños a los que cuidan apenas si aparecen, ocultos en el tejido nocturno de las celebraciones de Halloween, y el que aparece –el sheriff, padre de Annie- vaga sin rumbo ni concierto al compás de las divagaciones paranormales del Dr. Loomis mientras, entre otras cosas, Michael Myers está asesinando a su hija. Los disfraces también son parte importante del ornamento de esta película, sirviendo de coartada al propio Myers no solo para guardar su identidad durante toda la función (2) sino como parapeto que le posibilita acercarse a alguna de sus víctimas (3), a las que, otra vez, termina por atacar por la espalda (4). La noche de Halloween se convierte, pues, en un lúgubre contexto, con sus máscaras y sus ritos paganos, con sus calabazas “Jack-o-Lantern”, y su idiosincransia valedora del espíritu de la “culture death”, donde la esencia del mal demonificada en Michael Myers campa a sus anchas, incluso en una ciudad de apariencia armoniosa como esta Haddonfield. Pero son las sesiones cinematográficas programadas por la televisión, las más gozosas de cuantas referencias contextuales somos testigos: los ecos de La Humanidad en Peligro (Them!) no solo nos va a anticipar el futuro profesional de John Carpenter, sino el aura irracional que rezuma una noche donde la muerte reivindica su protagonismo, un año más. En este contexto suculento, Michael Myers asume su condición de acechador insolente con el cuerpo y las hechuras del “hombre del saco”, que esta vez no se dedica a secuestrar a los niños displicentes sino a asesinar a aquellos que los conciben.
Notas [1] Alternativa de doblaje del célebre Trick or Treat [2] No tanto por quién es (Michael Myers) sino por lo que representa (el Mal, entendido como concepto dogmático). [3] En E.T., otra cinta en la que la fiesta de Halloween adquiere un gran protagonismo, hay una solución de guión similar para ocultar la presencia del extraterrestre. [4] Myers ataca a todas sus víctimas por la espalda, incluida a Laurie, con la que se muestra especialmente torpe tanto dentro del armario como fuera de él. A pesar de su carácter cuasisobrenatural, (recordemos que es capaz de saltar encima de un coche o revivir continuamente) pierde buena parte de su eficacia en el FACE to FACE, principalmente delante de Laurie Stroode, una especie de Kryptonita para The Shape.
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