LOS PRIMEROS EUROPEOS EN CHINA
Breve informe acerca de los primeros europeos de los que se tenga noticia que llegaron a China. No te vayas a creer que siempre fue tan fácil como tomarse un avión, ni que los problemas principales fueran sortear las preguntas de los funcionarios de Migraciones o aguantarse los trastornos provocados por el jet-lag...
PRIMERAS RELACIONES ENTRE CHINA Y EUROPA
La primera prueba de una relación comercial entre China y el mundo mediterráneo
data del siglo I antes de nuestra era, y es el furor por la seda que se registró
en el Imperio Romano. La seda sólo se producía en China en ese entonces, y llegaba
al Mediterráneo a través de caravanas que cruzaban los desiertos de Asia Central,
Persia y Siria. La ruta marítima a través del Océano Índico sólo comenzaría
a ser empleada a partir del siglo II de la era cristiana.
(Clic para ampliar
en el mapa de abajo a la derecha).
El uso de prendas de seda desató una fiebre tal que el Senado romano tuvo que prohibirlo: las cantidades de oro que salían del Imperio para pagar la seda eran tan grandes que amenazaban la estabilidad del mismo. Esto, que hoy llamaríamos un descontrolado déficit comercial, sería la característica del comercio europeo con India y China durante dieciocho siglos, y ya hemos visto en otra nota los métodos que hicieron falta para revertirlo.
El historiador Floro registra una visita de embajadores de un pueblo llamado
Seres al emperador romano Augusto, quien reinara entre el año
27 A
. C. y el 14 D. C. Tradicionalmente
se ha interpretado que "Seres" debe ser entendido por provenientes
del extremo oriental de Eurasia, o sea China ni más
ni menos. El primer contacto inequívoco se produjo hacia el año 100 de nuestra
era, cuando el emperador chino Ban Chao emprendió
una campaña contra los nómades de Asia Central, en el curso de la cual un enviado
suyo, Ga Yin, viajó hacia
Occidente, visitando los establecimientos comerciales romanos de la costa oriental
del Mar Negro. Desde esa época, los chinos conocían que al otro extremo del
mundo conocido había un imperio tan poderoso como el propio, al que llamaban Daqin:
La Otra China.
La primer embajada que un emperador romano dirigiera a su par oriental data de 166. Crónicas chinas narran una visita que el emperador Huan recibiera de enviados de "Antún, rey de Daqin". "Antún" puede referirse al emperador Antonino Pío, que había muerto en 161, o a su sucesor Marco Aurelio, miembro de la misma dinastía de los Antoninos. La embajada llegó desde el sur, casi seguramente por mar; entre sus presentes había cuernos de rinoceronte, marfil y conchas de tortuga, así como, muy posiblemente, un tratado de astronomía. Por esa época, el mapa de la Geografía de Ptolomeo revela que el mundo romano conocía la existencia de China.
La primer embajada que un emperador romano dirigiera a su par oriental data de 166. Crónicas chinas narran una visita que el emperador Huan recibiera de enviados de "Antún, rey de Daqin". "Antún" puede referirse al emperador Antonino Pío, que había muerto en 161, o a su sucesor Marco Aurelio, miembro de la misma dinastía de los Antoninos. La embajada llegó desde el sur, casi seguramente por mar; entre sus presentes había cuernos de rinoceronte, marfil y conchas de tortuga, así como, muy posiblemente, un tratado de astronomía. Por esa época, el mapa de la Geografía de Ptolomeo revela que el mundo romano conocía la existencia de China.
LOS FRANCISCANOS JUAN Y BENEDICTO
En 1245, el Papa Inocencio IV decidió enviar una misión diplomática al
Gran Jan mongol, cuyas hordas, tras conquistar casi
el Asia entera (1) habían hecho una incursión, unos
pocos años antes, por Polonia y Hungría, arrasando con todo lo que encontraban
a su paso. Un destacamento mongol incluso llegó a unos centenares de kilómetros
de Venecia.
Los enviados fueron dos franciscanos, Juan da Pian del Carpine y Esteban de Bohemia. Juan (nativo de Umbría) había pasado los sesenta años, y había sido compañero de Francisco de Asís. Esteban, por razones de salud, no podría completar el viaje, siendo reemplazado por Benedicto de Polonia.
Juan partió de Lyon el Día de Pascua, 16 de abril
de 1245. En Breslau, actual Wroclaw, se le sumó Benedicto.
La primera etapa del viaje los llevó al puesto avanzado mongol en Rusia, ubicado
sobre la ribera del río Volga, cuyo comandante era Batu, descendiente de Temujin, también llamado Gengis Jan (imagen) (2). El siguiente
Día de Pascua, el 8 de abril de 1246, lograron el permiso para entrevistar al
Gran Jan, llegando el siguiente 22 de julio a su campamento
de Sira Orda, o "Pabellón Amarillo", ubicado
cerca de Karakorum, en la actual Mongolia (3). Un tremendo viaje de
4800 kilómetros
en 106 días.
Cuando los franciscanos llegaron, había muerto el Jan Ogodai, y su hijo mayor Guyuk estaba esperando su elección formal en una gran asamblea
tribal, llamada Kurultai. Tras la coronación, los
padres mantuvieron una breve entrevista con el nuevo Jan, en la que le entregaron una carta del Papa Inocencio
IV en donde le solicitaba su conversión al catolicismo y su alianza contra el
Islam.
Guyuk, que era entonces
sin ninguna duda el hombre más poderoso de la Tierra, rechazó desdeñosamente la exhortación y en cambio demandó que el Papa y
todos los soberanos de la Cristiandad
se presentaran a jurarle obediencia. Los franciscanos
iniciaron el duro regreso en noviembre, y no llegaron a Kiev sino el 10 de junio
del año siguiente. La larguísima travesía, en buena
medida desarrollada durante el feroz invierno del corazón de Eurasia,
fue toda una prueba para Juan, que además de ser un hombre mayor era bastante
gordo; el alimento solía limitarse a mijo cocido en agua y sal, y para obtener
algo que beber a menudo debían derretir nieve.
A su regreso a Lyon,
ambos redactaron sendos informes. El de Benedicto se llamó “De Itinere Fratrum Minorum ad Tartaros", "el
viaje de los hermanos menores [franciscanos] a los Tártaros". El de Juan
recibió diferentes nombres: "Historia Mongalorum quos nos Tartaros appellamus" ("historia de los mongoles, a los
que llamamos tártaros") o "Liber Tartarorum" o "Liber Tatarorum" ("libro de los tártaros"). Este último
abunda en descripciones sobre geografía y clima de los países recorridos, así
como costumbres, religión, carácter, historia, política y tácticas militares
de los mongoles, y discute la mejor manera de enfrentarlos.
En 1249 este viaje fue repetido por otro fraile, Andrés de Longjumeau, con los mismos escasos resultados.
GUILLERMO DE RUBRUCK
En 1254, un fraile oriundo de Flandes, Guillermo de Rubruck (Willem van Ruysbroeck), recibió órdenes del Rey de Francia, San Luis IX,
de partir al interior profundo de Asia para convertir al cristianismo
a los mongoles y atraerlos a una alianza contra el Islam. (No eran los tiempos
de Bush y Blair sino los de la Séptima Cruzada).
Lo acompañaron Bartolomé de Cremona, un ayudante llamado Gosset y un traductor llamado Abdulá.
Los
viajeros cruzaron el Mar Negro y desembarcaron en Crimea, siguiendo viaje por Rusia y Asia Central hasta arribar
a Karakorum en
la Pascua
de 1254. Guillermo
encontró allí otros europeos, que habían sido esclavizados
durante la incursión mongola en Polonia y Hungría en 1241: menciona
a un parisino, Guillaume de Buchier, a una alsaciana llamada Paquette, y a otros
esclavos húngaros y rusos. Los resultados fueron tan escasos como los
obtenidos por sus predecesores, por lo que regresaron por el mismo camino, arribando
a Chipre en la primavera boreal de 1255. Guillermo presentó a su rey un informe
titulado “Itinerarium fratris Willielmi de Rubruquis de ordine fratrum Minorum, Galli, Anno gratia 1253 ad partes Orientales”.
Guillermo fue el primer europeo occidental en probar que el Mar Caspio era un mar cerrado, y que sus aguas no confluían con las del Océano Ártico.
(En la imagen de la derecha, un mapa de su viaje).
LA FAMILIA POLO
Dos comerciantes venecianos establecidos en Constantinopla, Nicolás y Mateo
Polo, habían llegado en
1266
a
la capital mongola, la actual
Pekín (o Beijing) viajando por la ruta de Rusia y Asia Central, y regresado
para 1269. En 1271 emprendieron un nuevo viaje, esta vez acompañados de Marco,
hijo de Nicolás, y por un camino diferente: de Venecia a Siria por mar, luego
por tierra por Armenia hasta Basora. en el actual Irak, entonces por barco
hasta Ormuz (Irán) y de allí por tierra a través de
Persia y Asia Central, en una etapa cargada de peripecias, arribando a Pekín en
mayo de 1275, luego de tres años y medio de viaje.
Pekín era entonces una ciudad rodeada de una muralla de más de
38 kilómetros
de perímetro. Si hemos de juzgar por el relato de Marco Polo, los visitantes
europeos le cayeron bien al Gran Jan Kubilai, en especial él mismo, quien por su capacidad de observación
fue destinado a diversas misiones en el vastísimo imperio, en tierras tan exóticas
para un europeo como Mongolia, Indochina, Birmania y Ceilán. Con el tiempo,
Marco incluso llegó a ser gobernador de Yangzhou.
En 1295, los Polo por fin pudo volver a su tierra, esta vez por vía marítima,
a través del Mar de la China, los estrechos malayos y el Océano Índico hasta Persia, desde donde siguieron
por tierra hasta el Mar Negro, y desde allí regresaron en barco a Venecia.
Al caer prisionero de los genoveses hacia 1297, Marco Polo tuvo tiempo
de relatar sus experiencias a su compañero de celda, Rusticello de Pisa, quien las puso por escrito en un libro que pronto fue conocido como
"Il Milione"
("el millón", en referencia a la escala gigantesca de todo lo relatado).
"Il Milione"
abunda en apuntes sobre usos y costumbres, historia, geografía y fauna. Dada
la presencia de unas cuantas inexactitudes y fantasías, así como la increíble
ausencia de referencia alguna a
la Gran Muralla,
se ha llegado a poner en duda que
el veneciano hubiera viajado realmente a
la China
de los mongoles.
El impacto del libro fue tremendo, despertando una enorme avidez de conocimiento
por tierras exóticas y preparando el camino a la era de la expansión marítima
europea.
[Nota: no hace al tema de la nota, pero cabe señalar
que por esta época también hubo misiones diplomáticas en
sentido contrario. En 1274, el Ilján Abaqa envió una delegación
a Europa para concertar una alianza antimusulmana con los reyes cristianos,
que fue recibida
en el Segundo Concilio de Lyon; en 1287, un monje nestoriano de origen uigur, Rabban Bar Sauma,
fue enviado a Europa por el Ilján Argún con el mismo objetivo.
Rabban recorrió Italia y Francia, y se entrevistó con algunos
de los líderes más importantes de la época, como los reyes
Carlos II de Nápoles y Sicilia, Felipe IV El Hermoso de Francia y Eduardo
I de Inglaterra, así como con el Papa Nicolás IV, y escribió
un notable relato de la
Europa de la Baja Edad Media vista por ojos orientales].
JUAN DE MONTECORVINO Y JUAN DE MARIGNOLLI
JUAN DE MONTECORVINO Y JUAN DE MARIGNOLLI
Juan fue un franciscano italiano, nacido en 1246, que en su juventud
ya había sido distinguido al confiársele delicadas misiones diplomáticas
en la corte de Constantinopla. En 1289 fue enviado por el Papa Nicolás
IV como su legado personal ante el Gran Jan Kubilai, bien dispuesto
ante el cristianismo, así como ante su subordinado, el Ilján de
Persia, el Rey de Armenia, el Príncipe de los Tártaros y el Emperador
de Etiopía. Partió de Roma hacia Constantinopla, y luego de allí
a Persia, llegando a India por mar en 1291. Unos años después
emprendió la larga travesía marítima hasta China, llegando
en 1294. Cuando arribó a Pekín, encontró que Kubilai había
muerto recientemente, pero pronto se ganó la confianza de su sucesor
Temur. En 1299 construyó una iglesia, y en 1305 otra, vecina al palacio
imperial. Bautizó a unos 150 conversos, les enseñó griego
y latín y les dio participación en la misa. Aprendió el
mandarín, llegando a traducir a él los Salmos y el Nuevo Testamento: una tarea que en Europa le hubiera costado caro: estaba prohibido trasladar los
textos bíblicos a la lengua vernácula. Logró enviar dos
cartas al Papa, en 1305 y 1306, quien le remitió siete obispos franciscanos
para que colaboraran con él y lo consagraran arzobispo: sólo llegaron
tres.
Su labor fue intensa: estableció otras misiones en Zaiton y
Amoy, tradujo el Nuevo Testamento al uigur (una lengua turca del Asia Central),
se propuso convertir a los ongut, y murió en 1328. Unos años después,
Temur comisionó a dos comerciantes genovenes, Andrea Di Nascio y Andaló
de Savignone, a solicitarle al Papa que enviara otros monjes para continuar
con la tarea de Juan: llegaron a Aviñón en 1336. El Papa envió
cuatro frailes, y 50 más en 1338, entre ellos el florentino Juan de Marignolli:
sólo 32 llegaron a Pekín a fines de la primavera boreal de 1342,
otra demostración de los indecibles rigores de semejantes viajes. Mariginolli
y sus compañeros atravesaron los dominios de la Horda Dorada, y su arribo
a la capital imperial fue notado por los mandarines al servicio del Jan: los
anales de ese año registran la impresión que causaron los corpulentos
caballos de los europeos. Marignolli dejó China a fines de 1347, volviendo
por mar hasta India. Tras permanecer varios meses virtualmente detenido en Ceilán
por causa de los presentes chinos que llevaba hacia Europa, desembarcó
en Hormuz, cruzó Mesopotamia y Palestina, y arribó a Aviñón
en 1353. Unos años después escribió unos insatisfactorios
relatos de sus viajes, que desgraciadamente carecen de ilación alguna
y están plagados de gratuitas expresiones de su vanidad.
ODORICO DE PORDENONE
El beato Odorico Mattiussi (o Mattiuzzi) de Pordenone fue un franciscano
friulano descendiente de checos, nacido hacia 1286. Hacia 1317 partió
de Venecia hacia Constantinopla, y luego de atravesar Asia Menor y Persia. En
Ormuz abordó un navío en viaje hacia India, desembarcando en
Thana, cerca de Bombay, hacia 1322. Luego de recorrer India, se embarcó
en un junco chino hacia Sumatra, Java e Indochina, arribando a Guangzhou (o
Cantón) a comienzos de 1323. Recorrió la costa del Mar de la China,
e incluso en Amoy encontró a miembros de su orden. Se maravilló
con Hangzhou, que en ese entonces era la ciudad más grande del mundo,
y siguió viaje por el río Yangzi y el Gran Canal de China, hasta
arribar a la capital del imperio del Gran Jan, la actual Pekín (o Beijing),
donde permaneció por tres años, probablemente de 1324 a 1327,
donde encontró al ya muy anciano arzobispo Juan de Montecorvino. Su viaje
de regreso no es descrito en detalle: retornó por tierra, a través
de los desiertos del Asia Central y Persia, y se conjetura que tal vez estuvo
en el Tibet. Regresó a Italia hacia 1329-30; en mayo de ese último
año, contó en Padua sus viajes al fraile Guillermo de Solagna,
quien los vertió por escrito.
Su labor fue intensa: estableció otras misiones en Zaiton y Amoy, tradujo el Nuevo Testamento al uigur (una lengua turca del Asia Central), se propuso convertir a los ongut, y murió en 1328. Unos años después, Temur comisionó a dos comerciantes genovenes, Andrea Di Nascio y Andaló de Savignone, a solicitarle al Papa que enviara otros monjes para continuar con la tarea de Juan: llegaron a Aviñón en 1336. El Papa envió cuatro frailes, y 50 más en 1338, entre ellos el florentino Juan de Marignolli: sólo 32 llegaron a Pekín a fines de la primavera boreal de 1342, otra demostración de los indecibles rigores de semejantes viajes. Mariginolli y sus compañeros atravesaron los dominios de la Horda Dorada, y su arribo a la capital imperial fue notado por los mandarines al servicio del Jan: los anales de ese año registran la impresión que causaron los corpulentos caballos de los europeos. Marignolli dejó China a fines de 1347, volviendo por mar hasta India. Tras permanecer varios meses virtualmente detenido en Ceilán por causa de los presentes chinos que llevaba hacia Europa, desembarcó en Hormuz, cruzó Mesopotamia y Palestina, y arribó a Aviñón en 1353. Unos años después escribió unos insatisfactorios relatos de sus viajes, que desgraciadamente carecen de ilación alguna y están plagados de gratuitas expresiones de su vanidad.
ODORICO DE PORDENONE
El beato Odorico Mattiussi (o Mattiuzzi) de Pordenone fue un franciscano friulano descendiente de checos, nacido hacia 1286. Hacia 1317 partió de Venecia hacia Constantinopla, y luego de atravesar Asia Menor y Persia. En Ormuz abordó un navío en viaje hacia India, desembarcando en Thana, cerca de Bombay, hacia 1322. Luego de recorrer India, se embarcó en un junco chino hacia Sumatra, Java e Indochina, arribando a Guangzhou (o Cantón) a comienzos de 1323. Recorrió la costa del Mar de la China, e incluso en Amoy encontró a miembros de su orden. Se maravilló con Hangzhou, que en ese entonces era la ciudad más grande del mundo, y siguió viaje por el río Yangzi y el Gran Canal de China, hasta arribar a la capital del imperio del Gran Jan, la actual Pekín (o Beijing), donde permaneció por tres años, probablemente de 1324 a 1327, donde encontró al ya muy anciano arzobispo Juan de Montecorvino. Su viaje de regreso no es descrito en detalle: retornó por tierra, a través de los desiertos del Asia Central y Persia, y se conjetura que tal vez estuvo en el Tibet. Regresó a Italia hacia 1329-30; en mayo de ese último año, contó en Padua sus viajes al fraile Guillermo de Solagna, quien los vertió por escrito.
Odorico murió poco después, en Udine. Los magistrados
de la ciudad, profundamente impresionados por el relato de su epopeya, pidieron
que se lo honrara con una ceremonia fúnebre pública, a la que
asistieron miles de personas. Pronto también se le atribuyeron algunos
milagros, por lo que se le consagró una capilla para que recibiera la
veneración popular. Varios siglos después, en 1755, fue beatificado.
El relato de sus viajes fue traducido del latín al italiano de Toscana
y al francés, y fue muy popular durante la Edad Media, tanto que fue
plagiado para la composición de una obra sobre las supuestas travesías
intercontinentales de un tal Juan
de Mandeville, caballero inglés.
LA FAMILIA VILIONI O ILIONI
En 1957, el ejército chino descubrió una lápida
en la ciudad oriental de Yangzhou, donde Marco Polo fue funcionario y donde
Odorico afirma que había una comunidad franciscana. Contenía
inscripciones en latín, que detallaban que allí yacía Katerina
Vilioni, hija de Domenico Vilioni, y que había muerto en junio de
1342. Poco tiempo después se encontró la tumba de su hermano Antonio,
muerto en noviembre de 1344. En registros públicos de la ciudad de Génova
de 1348 consta un Domenico Ilioni, albacea testamentario del comerciante Jacopo
de Oliverio, de quien se afirma que se enriqueció en el comercio con
"Catay" (China): esto indicaría una cierta presencia de una
comunidad mercantil italiana en tan lejanos territorios.
En 1957, el ejército chino descubrió una lápida en la ciudad oriental de Yangzhou, donde Marco Polo fue funcionario y donde Odorico afirma que había una comunidad franciscana. Contenía inscripciones en latín, que detallaban que allí yacía Katerina Vilioni, hija de Domenico Vilioni, y que había muerto en junio de 1342. Poco tiempo después se encontró la tumba de su hermano Antonio, muerto en noviembre de 1344. En registros públicos de la ciudad de Génova de 1348 consta un Domenico Ilioni, albacea testamentario del comerciante Jacopo de Oliverio, de quien se afirma que se enriqueció en el comercio con "Catay" (China): esto indicaría una cierta presencia de una comunidad mercantil italiana en tan lejanos territorios.
En 1368, los chinos se rebelaron y expulsaron a los mongoles: al año
siguiente, el primer emperador de la dinastía Ming hizo lo propio con
todos los dignatarios cristianos.
JORGE ALVARES
Y RAFAEL PERESTRELLO
En 1513, Jorge Álvares abordó en
Birmania un junco capitaneado por Rui de Brito Patalim y se convirtió en el
primer europeo en desembarcar en territorio chino en tiempos modernos, al tocar
tierra en las Islas Lintin, en el estuario del Río
de las Perlas o Zhujiang. Llevaba una carga de pimienta
de Sumatra, que al parecer vendió por una buena suma.
Empero,
el primero en desembarcar en territorio continental chino, ese mismo año,
fue un primo de la esposa de Colón, Rafael Perestrello, quien lo hizo
en Cantón (hoy Guangzhou). Álvares fue uno de los primeros comerciantes en establecerse
en Macao.
FERNÂO PIRES
En 1517, el mercader portugués Fernão (Fernán)
Pires de Andrade estableció la primera factoría comercial europea en China,
en el citado estuario del Zhujiang, no lejos de Cantón. Los primeros contactos fueron perturbados por
las dificultades de comunicación, las diferencias de costumbres, la codicia
de los mercaderes chinos y portugueses y los conflictos internos en la corte
imperial, y teminaron en combate abierto en 1521; Pires de Andrade moriría,
unos años después, en una prisión china. Una crónica local,
un poco posterior, nos suministra el punto de vista de los ciudadanos del Imperio
del Medio: "hacia fines del reinado de Ching-Te, un pueblo a quien no se reconocía como tributario
de China, los llamados Feringhis (4), unidos con una multitud de la chusma, se infiltraron
en la bahía entre T'un y Kwait Ch'ung y levantaron barracas
y fuertes, instalaron muchos cañones para hacer la guerra, capturaron islas,
mataron gente, robaron barcos y aterrorizaron a la población con su fiero dominio
sobre la costa" (Historia del cristianismo, Paul Johnson).
LOS JESUITAS EN
LA CORTE
DEL
HIJO DEL CIELO
Luego de Pires hubo muchos comerciantes portugueses que llegaron a China,
y más adelante sería el turno de holandeses e ingleses. Pero para cerrar este
informe contaremos la historia del intento de
la Sociedad
de Jesús por evangelizar
a China.
Siguiendo la historia, había dos estrategias posibles. Una era la evangelización
de los sectores postergados de la sociedad, que fue lo que hicieron los primeros
cristianos en el mundo mediterráneo.
Esta táctica era abominada por las potencias coloniales tanto como lo fue por
los emperadores romanos, debido a que implicaba la erosión del orden existente;
como se diría con términos que hoy están de relativa moda, afectaría "el clima de
negocios". Y asimismo, por razones casi diríamos de clase social,
repugnaba al Papado y a los superiores de todas las órdenes, tanto dominicos
como jesuitas y franciscanos.
La otra era ganarse al monarca y la corte e imponer la religión
desde arriba, a través de conversiones en masa y a menudo usando la fuerza:
éste fue el método usado en
la Europa
bárbara durante el milenio posterior a la
caída de Roma, y luego también en América. Desde el comienzo fue la estrategia
a seguir, pero en China esto implicaba confrontar con una de las civilizaciones
más antiguas, refinadas y arrogantes del mundo. La táctica de los jesuitas (los
primeros que intentaron la evangelización de Asia Oriental) fue asumir una postura
de conveniente humildad ante el Hijo del Cielo.
El
primer enviado fue el padre italiano Matías Ricci,
en 1583. Ricci dijo al Emperador que "pese a
la distancia, me llegó la fama de las notables enseñanzas y las excelentes instituciones
que la corte imperial ha otorgado a todo su pueblo. Deseo compartir estas ventajas
y vivir mi vida como uno de los súbditos de Su Majestad, con la esperanza de
que a cambio prestaré algún pequeño servicio". Los mandarines lo trataban
como alumno, no como un par y mucho menos como un maestro, y al principio sólo
toleraban como instrucción lo que tuviera que ver con aquellos asuntos científicos
o técnicos donde los europeos eran superiores (ciencias, matemáticas, astronomía)
(5). Hacia 1610,
cuando Ricci murió, había logrado ganarse el respeto de la corte.
Su principal continuador fue el padre alemán Adam Schall (imagen) quien, tras demostrar los errores de cálculo
de los astrónomos musulmanes de la corte, fue designado "Maestro de los
Misterios del Cielo". Para los chinos el cristianismo, en la misma época
en que
la Iglesia
intentaba silenciar
en Europa a Giordano Bruno y Galileo Galilei, era una especie de fenómeno adjunto de la ciencia.
Ricci y sus sucesores, avalados por los papas Paulo
V y Gregorio XV, incluso crearon una liturgia china, y decidieron llamar a la
misa con la misma palabra con que se designaba a la ceremonia en honor a los
antepasados, que es una de las bases de la cultura china. Pero los franciscanos
y los dominicos pusieron el grito en el cielo en 1631, y la controversia resultante
paralizó el esfuerzo evangelizador durante un siglo, hasta que la bula "Ex
quo singulari", del Papa Benedicto XIV, prohibió
en 1742 todo rito local. Para entonces, esta decisión ya no tenía importancia:
la oportunidad se había perdido.
[N. del R.: en mayo de 2009 se amplió la nota con información
sobre las misiones de los iljanes a Europa, la familia Vilioni, Juan de Montecorvino,
Juan de Marignolli y Odorico de Pordenone].
NOTAS
(1) En el transcurso del siglo XIII sometieron nada menos
que China, Corea, Siberia, Asia Central, Persia, Mesopotamia, Anatolia, el Cáucaso y Rusia, además
de atacar Japón, Indochina, India y Siria.
(2) Gengis Kan es la forma más difundida de su nombre, aunque la más cercana en español a su
pronunciación real sería Chinguis Jan.
Otras versiones son Zinjis Jan, Genghis Khan, etc.
(3) Si bien, en sentido estricto, Juan y Benedicto no llegaron
a China, Mongolia fue parte de la misma casi ininterrumpidamente hasta 1911.
(4) "Feringhi" es un
término que deriva de la palabra árabe usada para llamar a los francos, el pueblo
germánico que constituía la potencia predominante entre los cristianos de Europa
hacia los siglos VIII y IX. Por extensión, durante mucho tiempo sirvió para
designar a todos los europeos.
(5) En algunos campos, los chinos no sólo no tenían nada
que aprender sino que sus conocimientos eran superiores a los de los europeos
contemporáneos. Los occidentales, basándose en las vidas de los patriarcas del Antiguo
Testamento, pensaban que el mundo había sido creado unos pocos miles de años
atrás; las cronologías chinas revelaban que ese argumento era un disparate.