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Natán Solans 1era. Parte: De verdades, de mentiras, de malformaciones genéticas, de unas fotos, del horror… y del Cine, del querido Cine Por supuesto para morir, antes estuvo vivo. Este artículo solo es una información de una extensa y exhaustiva búsqueda de la confirmación de la existencia de Erik, más conocido como El Fantasma de la Opera. Es costumbre de los necios negar todo lo que tiene cierta originalidad y si esta originalidad viene acompañada por el romanticismo, el misterio y heroísmo que son totalmente ajenos a sus grises vidas de cobardes adocenados, más aún. Entonces comprenderemos porqué durante décadas se negó la existencia del Celacanto, el ornitorrinco y la virginidad de cualquier vecina. Hasta 1770 se creía que el gorila era un "aborigen" peludo. En ese siglo más o menos el que avistaba una foca decía haber visto una sirena. Todavía hoy se considera justo en casi toda África ablasionar el clítoris de las niñas recién nacidas; para que no se tienten y engañen a sus maridos... Pero la existencia de Erik no tiene nada que ver con la negación de la futura existencia del avión o la TV. No, al contrario; hoy un hombre que depende del celular (para ser controlado), de Internet o del clorazepán es mucho menos propenso de creer que el romántico monstruo enamorado vivió su drama en los sótanos de la Opera House Garnier; para él ese lugar solo es parte de un circuito para turistas... Pero nombro todos estos "adelantos" para demostrar que solo por uno de estos modernos inventos Erik es conocido hasta hoy; me refiero por supuesto a nuestro querido Cinematógrafo (parte del cual es nada menos que esta prestigiosa página que hoy se arriesga a mostrar este discutible artículo-investigación). En futuras entregas (espero que no sean muchas, no quiero aburrir y perder lectores; son tan escasos...) expondré, mostraré y quizás, demostraré, paso a paso, como se dio el fenómeno del triste engendro de los sótanos, de la química que provocó su amor, de los personajes históricos involucrados en aquel hecho, de las muertes (fácilmente comprobables), de como se olvida un personaje que todos, todos conocían en París (muchos de ustedes se acuerdan del drama del "Oso Carolina", muerto hace apenas... 63 años!), de como se ayudó a ese olvido, de como estudios modernos (1998-2002) demostraron la existencia del querido (para mí, por lo menos) Erik, El Fantasma de la Opera... en fin. Nunca (recuerden, ustedes en su mayoría son jóvenes) será descubierta la identidad de Jack El Destripador; había mucho poder, mucho interés, mucha perversión para poder permitir que, nosotros, los insignificantes lectores de clase media (que solo pagamos todo y mantenemos el Sistema) nos enteremos. Es comprensible y también se entiende que este trabajoso informe pase en poco tiempo a ser solo un recuerdo risueño. Pero, mientras tanto puede ser leído y meditado. En el Cine ocupará un lugar privilegiado porque, como ya dije, sin él, El Fantasma hubiera perdido su interés, a más tardar en 1914 cuando comenzó una espantosa I Guerra Mundial que hizo olvidar todo lo demás, especialmente a la reciente Belle Epoque. En esta especie de Prólogo, de disculpa, podría citar los cientos de aspectos que relataré que desarrollaré en próximas entregas, pero no. Solo mencionaré para atraparlos, para que desvíen su mirada del monitor del ordenador y mediten dos o tres pautas. Según Gastón Leroux y otros siete autores, Erik estuvo preso en La Isla del Diablo (donde transcurren muchas historias interesantes tales como la de "Papillón"). En ese infierno material todo recluso era fotografiado (y antes daguerrotipado). Ahora bien, a partir de 1973 tuve la suerte de estudiar Ortopedia Cosmética en la III Cátedra de Cirugía Maxilofacial de la Facultad de Odontología, en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires. Allí a las órdenes del Dr. Trigo realizábamos narices, senos, dentaduras en forma gratuita para gente desfigurada por accidentes y crueles enfermedades. Y al pasar por mis manos tantas fotos de malformaciones me aficioné a ellas. No es raro cuando mi trabajo principal siempre fueron los FX, los efectos especiales de caracterización. Comencé allí a coleccionar fotos originales que eran descartados, a veces por los mismos pacientes, feos recuerdos necesarios para apoyar ciertas tareas de reconstrucción facial. Paralelamente a este trabajo comencé a buscar en otras cátedras y archivos este tipo de imágenes y las encontré. Años después compré en San Telmo, en un lugar especializado en fotos antiguas y postales finiseculares, una tanda grande de fotos hospitalarias y forenses, durante quizás 15 años. Pero en esa época no me daba cuenta que lo tenía... Ahora sé que lo tengo. 2da. Parte: Donde aparece la Isla del Diablo, el Rey de las Varietes, de un tal Lon Chaney, travestidos, una foto en un banco Es que Gastón Leroux entre los muchos episodios que cuenta sobre la azarosa vida de Erik, el Fantasma narra que este, pese a su fealdad extrema estuvo preso en la Isla del Diablo, desde 1849 hasta 1853 (esto lo supe mucho después) en Cayena, Guayana francesa. Como dije arriba todo penado a partir de 1851 era fotografiado por métodos más o menos parecidos a los que usamos hoy. Así que un glorioso día de 1999 compre (carísima) una bella y grande caja de cartón, con un estampado de rosas rojas sobre un fondo color crema. Casi no se veían las rosas de lo antigua que era. Esta caja contenía 522 fotos del antiguo penal; creo que ese día no almorcé ni cené. Por mis ojos enrojecidos por la emoción pasaron caras patibularias, abusos policiales, muchas, muchas cabezas decapitadas, todos los ángulos de la tristemente célebre (que frase trillada, vas mal así Natán...) guillotina, sus mecanismos, sus verdugos sonrientes, baldes de sangre color chocolate en un sepia hermoso, si cabe la frase aquí. Travestidos dignos de Fellini, gente digna de un campo de concentración... Pero algo me paralizó, hasta me dio miedo. Recuerdo que prendí "la luz grande". Las fotos que me vendieron no eran de las más antiguas, creo que comenzaban en 1874. Pero, como digo, temblando dejé AQUELLA foto sobre la cama y engañándome que no veía bien por la hora prendí todas las luces que pude en aquel atardecer lluvioso que jamás olvidaré. Si alguien hubiera estado espiándome no entendería la escena o pensaría que andaba mal de la cabeza (mucho no se equivocaría); un hombre grande emocionándose por una foto (20x17), desleída, toda sucia y rallada (por alguien), con manchas de humedad, cuarteada... con la "pátina del Tempo". Es que en aquel momento sublime, atando cabos históricos involuntarios, con el cerebelo comprendí. Comprendí que era Él... La cara imposible que me miraba desde la foto, con una mirada de infinita tristeza y a la vez ferocidad, erguido, con un imprevisto traje y corbatas limpios, con majestad y hasta sonriendo era Erik. Todo, todo coincidía (los locos solemos encontrarle una razón a todo, sobre todo los locos cultivados); la Circa (fecha aproximada) del papel fotográfico, el lugar histórico que cita Leroux, el logo del fotógrafo (Chevalier, igual que el popular chanssonier). Las ganas de que sea cierto y aquella cara, aquella cara inaudita, de pesadilla, infrecuente en cualquier lugar... bueno; como un español firmaría con tinta sangre del corazón que poseo la ÚNICA foto que existe de El Fantasma de la Ópera. La foto que aquí expongo para ustedes y solo, únicamente para mi amigo Darío Lavia está ABSOLUTAMENTE registrada desde todos los wines. Sé que la van a robar (yo también soy un cleptómano de red) y re-publicar hasta el hartazgo. Por supuesto iniciaré acciones legales contra todos los que pueda; solo les pido piedad. No se burlen, no hagan escarnio del protagonista de una de las historias de amor más grande que existieron (también niegan la existencia de Romeo y Julieta; pronto tampoco Gardel va a haber existido), tengan respeto. De esta foto (no solo de ella) se abre en abanico y en un tremendo efecto dominó montones de datos y concatenaciones, se desprende el 70 % de aquella verdad y a mi no me cuesta llenar las lagunas. Se comprende, por ejemplo, que no solo yo miré esta foto (que guardo en el banco, en serio, junto a las cosas queridas de mi familia, queridas y robables), que fue muy popular en una época. En 1908, cuatro años antes de la primera versión cinematográfica alemana (donde el Fantasma parecía un payaso bastante robusto) y a dos años de su publicación en forma de folletín, ya Richard Mansfield, el Idolo de las Matinees había hecho unos bocetos de Eric (que también mostraré en su momento, pero que es solo una fotocopia de 1977 y de la que no puedo dar fé de veracidad). La obra que escribió mitad manuscrita, mitad mecanografiada (Royal 1887), se perdió totalmente y los bocetos de aquel primer maquillaje los debe tener alguien. Pero lo increíble es que se parece mucho al auténtico Erik Lumley Nerú (este nombre está escrito atrás de la foto en lápiz, casi ilegible y borroneado, dice también músico y albañil). Se parece demasiado, en realidad. Estoy seguro que el popular actor vió por lo menos la foto. Mansfield tenía, inteligentemente, autocensura. Ya en 1888 le habían negado hacer su versión norteamericana de Dr. Jekyll and Mr. Hyde a causa del horror que circulaba en la época por las travesuras de Jack the Ripper (ya conté esto en esta página, ¿dónde si no?). Era demasiado terror para Londres. Entonces, pienso, como le funcionaban muy bien sus comedias romanticas y de crítica política (al estilo Enrique Pinti, supongo), sus caracterizaciones de políticos y sus increíbles travestismos (copiados del gran Leopoldo Frégoli, el cual algo tiene que ver también en esta historia), como todo esto le daba tanta fama y dinero, ¿para qué complicarse haciendo una pieza teatral tristísima, que le daría miedo a las familias, en un Mundo que ya se hablaba de la futura Guerra Mundial? Demasiado terror para los gringos... claro todavía no había nacido George W. Bush. Dicen las cinco biografías (una argentina, de Ferreira Basso) de Richard Mansfield ("El hombre que era muchos"; hermoso nombre, ¿no?) que no amaba precisamente la caracterización (tanto como Narciso Ibañez Serrador las odia), que le costaba mucho maquillarse y hasta se hacía ayudar por las chicas del coro, al que era muy afecto (¡Ahhh... macho!). Era un magnífico dibujante, especialmente de escenografías y vestuario y por eso dibujó la "Cabeza de Muerto" de Eric. Pero era dificilísimo llevarlo al maquillaje tridimensional y por eso y por otras cosas, seguramente el proyecto cayó en la espera. En realidad hubieron de pasar más de 100 años para que alguien ganara millones con Erik, porque pasó ese tiempo hasta que Lloyd Webber realizara una de sus obras maestras, enamorado del Fantasma. Pero como todo amante, como todo caballero enamorado del Amor, Mansfield era generoso y este elegante, alto y fino actor un día conoció a otro más tosco, con cara de asesino, de mirada torva y manos de estrangulador, bajo pero con músculos de marinero, de acróbata. Un inquietante compañero de Varietés que ocultaba tras su maquillaje de payaso otras mil caras que pugnaban por nacer. Era joven pero tenía no solo hambre de fama. Estaba lleno de necesidades y urgencias. Deambulaba, le contaba al distinguido Maestro, por los sets haciendo más "payasadas" para los ridículos films que jamás alcanzarían la fama y distinción del Teatro, aún del de Variedades. Como se maquillaba de distintos payasos, vió que no era tan difícil hacerse unos ojos de chino, unos bigotazos, o tiznarse la cara como un negro. Consultaba un día a su amigo-couch sobre como hacerse unas cicatrices de Lasca (marino oriental, medio pirata), porque otro de sus maestros, en este caso un profesional del naciente Cine, Cecil Holland le había contado sobre "una masilla de vidriero" que coloreándola podía usarse para modelar "caras sobre la cara". De ahí surgió la charla sobre el complicadísimo maquillaje del Fantasma de la Opera. Quiero imaginar que esa charla en algo debe haber aliviado al sufrido Lon Chaney; el resto es historia, que contaré extensamente (quizás demasiado) en próximas entregas. Pero debo agregar que el espantoso rostro de caquéxico - tal era la tara de que padecía nuestro héroe, que lució Chaney, James Cagney, Narciso Ibañez Menta y algunos pocos más-, aquella cara teratológica, fue cambiada (nunca pude saber a causa de que guionista borracho), pero sé en que momento... 3ra. Parte: De borrachos, de una madre que aborrece a su hijo, del maravilloso arte del maquillaje de Látex, del Gran Lloyd Webber En 1938 se escribió un guión, que fue rehecho en 1943 para hacer una nueva versión de El Fantasma. 28 años después pocos recordaban a Chaney; no era "cool" acordarse del feo Cine Mudo, todos estaban enamorados del "dramático Technicolor", todos re-veían Lo que el Viento se llevo, todos eran románticos y el tema, de nuevo (como en La Máquina del Tiempo) parecía ser la nueva Guerra Mundial. Los nazis asustaban más que los monstruos, casi tanto como después aterrorizaron los comunistas. Todo era heroismo, todos miraban para arriba, querían ver bombas V2; nadie miraba hacia los sótanos. Y un pseudoescritor (perdón, pero lo odio) llamado Eric Taylor (integrante de un team de cuatro scripters) haciéndose eco del actor-estrella Claude Rains (un compañero de juergas, más bien etílicas) "simplificó" el guión. A Rains no le gustaba el maquillaje y además quería que se viera su célebre rostro de policía francés de Casablanca... entonces, imagino que whisky de por medio, decidieron que en lugar del espantoso drama del músico, arquitecto y asesino genial "nacido de madre", parecido a una parca, hubiera un rumboso y temperamental violinista al que el ácido come parte (muy poca) de su rostro. Lo llamaron al comedido maquillador-estrella de la Universal Jack P. Pierce (que tampoco tomaba leche) y juntos, los tres secuaces, estropearon por más de 20 años la bella historia que hoy nos ocupa. Pierce usaba métodos ya antiquísimos para 1943. George Bau ya había adaptado la espuma de látex para las prótesis de maquillaje, y ya imperaba la magnífica dinastía Westmore, más de cinco maquilladores, hermanos, creadores de caracterizaciones célebres en la Historia del Cine. Ya se había hecho El jorobado de Notre Dame (1939), El Mago de Oz (1939), Alicia en el Pais de las Maravillas (1933) - una maravilla en sí misma, una sinfonía de maquillaje hecha por Wally Westmore. En fin, ya la caracterización tenía inclusive un Sindicato. Así pués, el pequeño Pierce se puso obstinadamente a trabajar con algodón, collodión (una especie de "Plasti-Cola"; "Tacurú" lo llaman los albañiles gauchos cuando lo compran en cualquier corralón de materiales), pintura grasa hecha a base de aceite de ricino y otras antigüedades jurásicas más. Ni siquiera, desgraciadamente, hacía muchos lifecasts, calcos de los actores, menos del reacio Rains, orgulloso de su piel de bebé que nunca había tomado sol. Además este actor, al igual que Herbert Lom, quién hiciera el mismo estilo de Fantasma-quemado-por-el-ácido 20 años después, ambos, digo, eran robustos tirando a gorditos: Nada más alejado de la fina y alta figura elegante de Eric (¿por qué nadie contrató a Vincent Price para este papel?) Hasta el mismísimo Lloyd Webber exagero esta apostura y fue fiel a esta versión engañosa del querido monstruo. 4ta. Parte: Donde (perdonen) se sugiere la necrofilia, la construcción de la Opera House Garnier, los circos de fenómenos y exageraciones humanas, de máscaras perfectas ocultando un monstruo, del Gran Narciso Pero quiero que entiendan que todo lo que estoy relatando en este Prólogo no es ni una mínima fracción del desarrollo general del informe-investigación que voy a obsequiarles: La vida del Fantasma esta salpicada de hechos, anécdotas y paisajes dignos de una novela. No es raro ya que nadie nunca tuvo semejante aspecto. Haré hincapié en su relación con la Madre ("Única mujer que me tocó"- Gastón Leroux), de cómo le arrojaba la pequeña máscara tejida al croché (igual a las de los terroristas y ladrones) cuando el pequeño engendro quería besar a la gran pianista. De su pre-adolescencia no hablaré porque no existe, aparentemente, ningún dato. Se sabe algo de su trashumante deambular por los "freak-shows", los espectáculos de fenómenos donde no es maltratado como dice Leroux, es más bien una estrella que inspira, entre otras obras, la novela Trilby (1894) de George du Maurier y a su increíble hipnotizador Svengali. También se cree que El Gabinete del Dr.Caligari (1919) fue escrita y rodada por el recuerdo vibrante de la juventud de Erik. De la existencia (con datos y fecha) del Persa. De su insólito conocimiento de las máscaras y su uso para trabajar de contratista, de maestro mayor de obras en la construcción de la Opera de París (trabajaban varios equipos de obreros, capataces, constructores, etc.). De las declaraciones que le hace el Gran Arquitecto Garnier a Gaston Leroux sobre "la Maffia del Pozo" y, específicamente sobre el "Fantasma" Lumley Nerú, que usaba otro nombre, falso, como capataz. De la construcción general de la Opera, con dibujos y fotocopias auténticas, antiguas y actuales. De como conoce por fin mujeres... Cuando logra besar a Cristina Daé (que tampoco se llamaba así) que grita: "¡La besé viva, la besé viva!" La razón, dada la pacatería de la época, Leroux apenas la sugiere, pero hoy, aquí, en la audaz "Cinefania" se puede decir: La corriente cloacal empujada por el Rio Sena solía llevar algún que otro cadáver a orillas del lago artificial que había (y hay todavía) en el último sótano de la Ópera Garnier. (Victor Hugo relató esta obra de Ingeniería hidráulica maravillosamente en Les Miserables). Más de una vez, en sus rondas en góndola, a caballo o a pie, Erik se encontraba con el blanco cuerpo de alguna joven suicida. Los que leen esta página, por deducción no pueden carecer de imaginación; no hace falta hacerles un dibujito. El Gran Narciso también tenía una creatividad asombrosa para las puestas en escena y en su versión televisiva, hay una escena más que sugerente de esto que estoy hablando. Su magnífica caracterización de Erik (la mejor de la Historia, para mi, a causa de su elegante y magro cuerpo tan diferente del atlético Chaney) se arrodillaba frente a una extra completamente desnuda (¡En 1960! ¡Con los Milicos! ¡Pero este Natán es un demente! ¡Qué dice!), manchada hábilmente con barro como un insólito bikini, maquillado de "blanco-cadáver" por el gran Martín Mendilaharzu (ver mi homenaje en esta misma página) y por la pétrea y genial directora (amiga mía) Martha Reguera. Los ojos del Gran Maestro nunca mostraron tanta lujuria como al mirar aquel delicioso bocado. 5ta. Parte: Que trata de trampas, ventrílocuos, el lazo Pujab, del Palco número 5 y de... La Sultanita Me ocuparé, pués tengo gráficas, de las trampas y dobles fondos con que debía defenderse el pobre Lumley Nerú de los curiosos; hablaré, explicaré como funcionaba el "tormento de los espejos" (parecido a un micro-ondas), del sistema voyerista con el cual espiaba a todos los integrantes de la comunidad de la Opera; desde los comparsas a los directores, señores Fermín Richard y Armando Moncharmín (ex cirujas recolectores de metal, cartoneros del fierro) que, por supuesto, no se llamaban totalmente así, hasta a las quinceañeras del ballet estable que dormían incluso en aquella Opera-Escuela. Voy a hablar, hablar y hablar. De los conocidos (por los ilusionistas) trucos de Magia con que enviaba sus cartas, cobraba su protección (como Al Capone), como se metía en la columna del Palco número 5 (Leroux invita en su prólogo a tratar de ir allí y golpear la pieza arquitectónica y comprobar su insólito eco, descubrir por uno mismo el hecho de que es la única columna hueca de todo el Teatro). Que ventrílocuo le enseñó el maravilloso arte de locutar con el vientre, arte que siempre Erik usó como un arma más. De los huesos que todos saben (al menos en París) descansan en una caja sellada en La Academia Nacional de Música. De los despiadados asesinatos (que hacen aparecer a Hannibal Lecter como a un Susano de Telefé) y que empañan un poco su romántico destino. Por ejemplo su famoso ahorcamiento con el lazo de seda Punjab (del que a modo de la editorial "Paladin Press", explicaré irresponsablemente, con dibujos, como se puede asesinar con esta particular horca). Hablaré y seguiré hablando hasta por los codos, haciendo hincapié, por supuesto en el sublime amor por la apetitosa Cristina Daé, una belleza juveníl, mórbida, nórdica, noruega, nada anoréxica, con un cuerpo semejante a los personajes de nuestra estatua "Las Nereidas", muy en boga en la Europa finisecular. En la próxima entrega les mostraré las dos fotos que existen de ella y la estatua desnuda para la que sirvió de modelo, antes de su período lírico. Pero, pero... donde más hablaré, cuando más me regodearé será cuando relate las increíbles andanzas de Eric Lumley Nerú en el Emirato del Sha de Persia, donde no solo era un increíble arquitecto, alumno de Raschid, pariente muy lejano de Arum Al Raschid (el Califa de Las Mil Noches y Una Noche), músico eximio, poeta y sicario (mató expertamente a mucha gente) sino también Prestidigitador, constructor de autómatas, bufón y juguete preferido de La Sultanita. Esta belleza aria (nadie puede ser de la nobleza en India y algunos sectores de Arabia si no es rubio, leer Autobiografía de un Yogui de Yogananda) de solo 12 años era, en realidad un monstruo mucho más temible que Erik. El capítulo, tan esperado se llamará: "Las Horas Doradas de Mazenderán". La diversión preferida de La Sultanita consistía, una vez a la semana (¿serían los sábados?) en separar para sí a los prisioneros confinados (Les Ubiet, los olvidados), la gente que estaba fuera del sistema, huérfanos, enfermos, ancianos, evasores de impuestos, casi todos "chocolatinos" (gente de tez morena) y sumarlo a "sus juguetes". En otras palabras: A la Sultanita le fascinaba torturar, mutilar y asesinar. Y el futuro Fantasma era obligado a ayudarla y a crear inenarrables apartos de tortura. Se dice que en los sótanos del enorme Palacio de Mazenderán, la sala de correctivos, castigos y penas se asemejaba muchísmo a un demencial gimnasio digno de Hellraiser, y también se cuenta que una vez... pero, no, no, ya es demasiado. Ya hablaré largamente sobre las "Horas Doradas". Queridos lectores, los espero en el Capítulo uno de: "EL FANTASMA MURIO EN 1894" PS: Una de las noticias más importantes que tengo, con respecto al Fantasma de la Opera (que comenzó a interesarme, cuando, en 1951 mi abuela me contó la película de Chaney a modo de cuento) es que Mariano Cesar Naddío (Mariano Design) aceptó remasterizarme, mejorarme digitalmente la querida foto de Erik. Calculo que para cuando esté terminando este informe ya podremos, ustedes y yo ver la verdadera cara del Fantasma de la Opera por primera vez , en esta página, en la página de mi querido amigo Darío Lavia. Pronto veremos, como se podía apreciar originalmente aquella foto histórica, ajustada por el mejor restaurador de fotos, por lo menos de Sud y Centro América: Mariano.
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